Prólogo:

¿Qué dirías si tuvieses la oportunidad de elegir entre la persona más peligrosa del mundo o la más fría de todas? Lo sé, mi vida no es fácil. Estoy a punto de casarme con alguien completamente extraño, un hombre huraño y tosco, que aparenta ser algo que no es. Me trata como su esclava y no como su esposa, me maltrata, abusa de mi gentileza. Pero lo cierto es que, amo a otro hombre, más bien el hermano del monstruo al que acabo de describir. A diferencia de mi futuro marido, su hermano es frío y duro con todos, una persona que no teme a decir lo que se le viene en gana sin afrontar las consecuencias. A menudo suelen llamarle "salvaje" sólo porque vive desigual al resto, yo le llamo diferente, él le llama libertad. Y sí, este hombre diferente me ha robado el corazón. ¿Cómo? pues, es simple, las personas son realmente ellas mismas con alguien en quien confían. La corteza dura y fría a su alrededor envuelve a un hombre gentil y sentimental que no muchos conocen, sólo aquellos que logran romper esa corteza y conocerle por completo. A simple vista, la elección parece fácil, ¿verdad? Pero, si miras un poco más de cerca, te darás cuenta que es mucho más difícil de lo que piensas, sobre todo, cuando una persona muy peligrosa tiene la vida de tu ser amado pendiendo de un hilo, o, más bien, de una decisión tuya...

Contiene: DarylxCarol, MaggiexGlenn, RickxJessie


Capítulo 1:

-Carol, eres una excelente ama de casa y estoy segura que también madre y esposa, ¿de qué te preocupas? - Preguntó su madre sentada en la silla del comedor opuesta a ella.

-Es sólo que...no le conozco.- Respondió Carol tímida.

-Precisamente, por eso te irás a vivir con él un tiempo, para conocerle antes de casarte.- Le sonrió - Ya verás, te tendrá como una reina seguramente, con todo el dinero que tiene, ¡cómo no!

Un silencio lúgubre invadió la habitación. La sonrisa en el rostro de su madre era simplemente porque ella se iría de casa antes de tener la mayoría de edad y por el dinero que él les daría a cambio de ofrecerla como su esposa. Porque esa era la clave de los hechos, el dinero. Un trozo de papel con la cara de viejos presidentes y personas reconocidas valía más que su propia hija, sangre de su sangre.

Una vez más y recordando todos los consejos de su madre, se tragó sus pensamientos y sonrió como todo una buena chica obediente, ¡qué buena esposa sería!

-Voy a empacar, supongo que no tengo mucho tiempo.- Se levantó de la mesa y se dirigió a su cuarto reteniendo todas las ganas de llorar. Si algo había aprendido de su madre, era que una mujer debía ser sumisa, obediente y nunca discrepar con las opiniones de los demás.


¡Ding-dong!

El sonido del timbre indicaba que ya era su hora de partir de esa casa hacia una nueva vida con un completo desconocido. Para Carol, significaba algo así como el sonido tenebroso de una película de terror cuando está todo en suspenso y a punto de llegar la parte más terrorífica de la historia.

Sus lágrimas silenciosas habían sido secadas con un paño color pastel, sus maletas estaban listas y con un largo suspiro se resignó a ir a la planta baja.

Voces se escuchaban mezcladas entre sí, la de su mamá, la de su papá y otra masculina que no conocía, probablemente la de su futuro marido.

-¡Aquí estás Carol! - Sonrió su padre, la tomó por el brazo y la arrastró hasta la mitad de la sala - Este es tu prometido, el Sr. Merle Dixon. Sr. Dixon, esta es mi hija, Carol.

Le echó una rápida mirada radiográfica al hombre que tenía enfrente. No bajaba de los treinta: Alto, de buen físico, pelo rubio platinado y, lo que más asustó a la chica, los ojos negros que le inspiraban un mal augurio y esa sonrisa que le decía que nada bueno podía salir de un hombre como él.

-Es un placer conocerle por fin, Srta. Peletier, o tal vez debería comenzar a llamarle Srta. Dixon.- Bromeó.

-¡Oh, Merle! ¡Eres tan gracioso! - Se carcajeó su madre.

-El placer es mío, Sr. Dixon.- Respondió cortés la chica.

El hombre sonrió hacia Carol con una sonrisa maléfica que sólo ella parecía notar, intercambiaron un par de palabras más con su familia y se dirigieron al auto de su futuro marido para partir hacia su nueva casa.

-¡Que disfruten su nidito de amor! - Gritó su papá desde el umbral de la puerta principal, contando los billetes que anteriormente su prometido le había otorgado como un adelanto por haber tenido la cortesía de ofrecerle a su hija. Sin duda alguna, Carol sabía que estaría muy lejos de ser un "nidito de amor", pero simplemente se resignó a asentir y saludarles con la mano hasta perderlos de vista.

-Ahora quiero que dejemos las cosas en claro.- Habló Merle con una voz grave y un tono no muy amigable - Sólo estoy contigo para obtener la maldita nacionalidad en este país de mierda, así que no te sorprendas si llevo algunas gatitas a la casa de vez en cuando. Cada vez que vuelva de trabajar quiero todo limpio, mi ropa planchada y guardada como debe ser y la comida lista en la mesa, ¿oíste? y no me respondas en frente de los demás, si algo te molesta te callas y punto.

Como era de esperarse, ese coche era el autobús directo al infierno, y ella era la invitada de honor. El miedo y la tristeza corrían por sus venas a la velocidad de la luz, su vida plena y feliz que llevaba estaba completamente arruinada por unos cuantos miles de dólares.

-E-Entendido.

Su sonrisa maléfica se esanchó cuando oyó la voz temblorosa llena de terror de su futura esposa.

-Buena chica.

Pudo imaginar en su mente la cara de decepción de Maggie si supiese lo que estaba pasando, pero como estaba en Disney World de vacaciones con su novio Glenn hasta la semana entrante, no debería preocuparse por ella. Aunque ahora lo más preocupante en la situación no era Maggie, sino ella misma.


*Una semana después*

-¡Hola cariño! ¿Cómo te está llendo en tu nueva vida? - Preguntó su madre a través del teléfono. Carol bajó la cabeza y observó las heridas y hematomas en sus piernas y brazos, el vidrio roto de la mesa del living superior encima de la alfombra con rastros de sangre fresca eran una clara visión de su día a día desde que Merle Dixon se había convertido en su compañero de vivienda.

-¡Muy bien mamá! - Se esforzó por hablar como normalmente lo haría. Las lágrimas interminables bajaban por sus mejillas como cataratas de dolor interminable. - Merle es muy lindo conmigo, muy detallista. Soy muy feliz.

-Oh, ¡no sabes cuánto me alegra oír eso! ¿Sabes? Tu padre me llevará a Suiza por nuestras bodas de cristal. Siempre hemos querido hacer eso.

-Eso es genial, enséñame las fotos cuando vuelvan, sabes que siempre me han gustado ese tipo de paisajes.

-Por supuesto que lo haré.

-Tengo que irme ya, Merle quiere que le haga la cena, hablamos después.

-Adiós.

Luego de cortar el teléfono, se dirigió hacia los vidrios rotos y los recogió con mucho cuidado de no cortarse. No necesitaba más heridas de las que ya tenía. Las lágrimas al caer sobre la alfombra se mezclaban con la sangre, su cuerpo dolía y se sentía exahusta.

Cuando Merle le dijo que iría al bar luego de recibir esa llamada, jamás se esperó que llegara a casa borracho y la atacase sin razón aparente. "Vete acostumbrando", esas fueron sus palabras.

Tras volver todo a su lugar, finalmente se ocupó de ella misma. Buscó el botiquín de primeros auxilios en el baño y lo abrió. Se sentó en el retrete y comenzó a sanarse. Con rapidez y mucho valor, quitó el trozo de vidrio de aproximadamente diez centímetros que se encontraba incrustado en su brazo izquierdo. Ardía como el infierno. Más tarde se ocupó de su hombro, el cuál contenía una herida menos grave que la del brazo, pero igual de dolorosa. Así, luego de un buen rato de llorar en silencio y curarse ella misma, acabó por fin.

Se dio una ducha, comió un par de refrigerios rápidos y se acostó a dormir.

La puerta principal se cerró con fuerza causando un estruendoso ruido en toda la casa, y eso fue más que suficiente para despertar a Carol del profundo y dulce sueño en el que estaba sumida. El miedo la invadió por completo nuevamente, seguramente era Merle.

Se levantó de la cama como pudo y se dirigió a la puerta, pero antes de poder girar el picaporte, escuchó una voz que no era la de su futuro marido.


*En la cocina*

-¡Maldita sea! Eres un imbécil Merle, ¿cómo se te ocurre hacer eso? ¡Estás con la mierda hasta el cuello ahora! - Gritó el hombre de ropas gastadas y sucias, el cual entraba detrás de Merle totalmente enfurecido.

-Tranquilo hermanito, he encontrado a dos idiotas fáciles de convencer. Obtendré la nacionalidad muy pronto y ninguno de estos estúpidos logrará encontrarme.- Contestó despreocupadamente, y luego continuó bebiendo de su botella de ron casi vacía.

-¿Y cómo estás tan seguro de eso?

-Porque me casaré con una mujer de aquí. Bueno, si es que se le puede llamar verdaderamente "mujer". Esa pequeña zorra no sabe hacer nada bien, pero supongo que ese es el precio que debo pagar ahora para luego ser feliz con alguna otra rubia con un buen par de tetas y trasero.- Sonrió, luego le dio otro trago a la botella que llevaba en la mano izquierda.- ¿Crees que Hawaii es agradable en esta época del año? Me encantaría ir a Australia, pero sabes que no soy muy bien recibido allí que digamos.

-Y si te encuentran, ¿entonces qué? - El primero ignoró las últimas palabras del segundo - ya sabes que no voy a cubrirte el trasero de nuevo.

-Oh, querido hermanito, sí lo harás. Siempre acabas haciéndolo. Hasta es un poco tierno, ¿sabes? El salvaje cubriendo al estafador, hacemos un buen equipo. Es incluso bueno para el título de un libro, aunque ambos sabemos que ni tú ni yo lo leeríamos, esas mierdas solo sirven para limpiarse el trasero cuando se te acaba el papel de baño.

Un largo y ruidoso suspiro se oyó por parte del hombre de aspecto descuidado, dio un par de pasos para recoger la ballesta que había dejado en la puerta de entrada de la cocina y volvió a mirar a su hermano. -¿Qué es lo que debo hacer?

Una carcajada sonora retumbó por toda la casa - Sabía que aceptarías. Por ahora lo que debes hacer es vigilar a la policía, y si preguntan por mí, no me has visto en años.

-De acuerdo.- Aceptó a regañadientes encaminándose hacia la salida con su ballesta al hombro.

-Será mejor que escondas eso hermanito, aquí en la ciudad no es común ser un salvaje como tú.- Gritó Merle antes de que su hermano tomara el picaporte de la puerta.

-¿Desde cuándo crees que me importa la opinión de la gente? - Gruñó antes de salir.

La casa patéticamente perfecta de su hermano mayor comenzaba a causarle repulsión, así que debía salir urgentemente de allí y volver la suya cuanto antes.

Se acercó a su motocicleta negra estacionada en el borde de la calle, pero a mitad de camino, oyó un leve sollozo que llamó su atención. Miró en dirección a donde provenía el sonido, y se encontró con una joven sentada al borde de la ventana del piso superior, mirando hacia el horizonte con los ojos rojos y llenos de lágrimas. ¿Era esa la futura esposa de Merle? Debía reconocer para sí mismo que era muy bella, a pesar de estar llorando, seguía luciendo guapísima.

-¿Está todo bien?- Preguntó el menor de los Dixon. Ella bajó rápidamente su cabeza hacia donde estaba él y luego desvió la mirada secando sus lágrimas.

-S-Sí, está todo bien, Gracias.- Respondió. Sin gastar un segundo más de su tiempo en ese lugar infestado de prejuicios, se dirigió a su moto, la encendió, y le dirigió una última mirada a aquella triste chica. Sus ojos se conectaron por un segundo y pudo notar entonces la súplica en éstos. Un llamado de ayuda. Una felicidad plena convertida en infelicidad pura, un amor puro convertido en un odio pleno, y el menor de los Dixon conocía perfectamente el sentimiento de impotencia reflejado en sus ojos como un reflejo de sí mismo.

Sin embargo, su corazón de hielo le dijo que no era de su incumbencia y simplemente arrancó su motocicleta, ansioso por llegar a casa. Pero, de cualquier modo, no pudo dejar de pensar en aquella bella joven de ojos tristes durante todo el camino.


¡Hola! Este es un episodio algo así como "piloto" digamos, pues he tenido esta idea en la mente desde hace un mes más o menos pero nunca me he animado a lanzarla, así que en un momento de locura me decidí y... aquí estoy.

Agradecería que los que lo lean me dijeran qué les parece el prólogo ya que es la idea general :) Sé que es un poco diferente a lo que se ve siempre, pero quería hacer algo diferente así que de eso se trata todo esto.

Un saludo a los que lean, ¡y muchas gracias! :))