Nota del autor. Este solo es un capítulo de prueba, si quieren leer la continuación de esta historia, háganmelo saber en los comentarios.

Así es mi vida ahora, encerrada en una jaula, no hace mucho, más de unos meces aún vivía con mis padres en un pueblo pacífico de Equestria, en medio de un hermoso bosque. Mi madre, mi padre, mi hermano y yo vivíamos muy felices. Muy a menudo acompañaba a mi padre a trabajar la tierra, donde el cultivaba sus frutas y verduras. Ayudaba a mi madre con su jardín. O jugaba muchas horas con mis hermanos. Mi padre nos enseñó a leer, y así logramos ambos de cubrir mundos hermosos en las páginas de los libros que la pequeña biblioteca del pueblo nos prestaba. Esa era mi gran pasión.

Mi nombre Es Twilight Sparkle, tengo 7 años y pronto nos mudaremos a Canterlot, estoy muy emocionada. La vida ahí parecía ser perfecta, pero, llego un día, en que esas criaturas llegaron.

Aún recuerdo esa mañana, yo y mi hermano estábamos jugando con mi peluche Sabelotodo. Nos divertíamos, Pero esas cosas, que parecían monos sin pelo, llegaron al pueblo, parecían amigables, pero sus intenciones siempre fueron otras, muchos de esos, humanos, como les dijo mi madre, llegaron con unas cosas extrañas en sus manos, parecían largos tubos de metal en sus manos, que hacían un ruido muy fuerte. El verlos llegar, y presenciar en persona lo que le hicieron a mi abuela, fue horrible, la imagen de ella siendo asesinada por esas cosas nunca se borrará de mi cabeza.

Ese humano, apunto el tubo al pecho de mi abuela, y ese ruido resonó con mucha fuerza, estremeciendo incluso mi corazón, al alzar la mirada, mi abuela estaba desangrándose en el suelo, con un agujero en su pecho. No tarde mucho tiempo en asimilar que esos tubos negros eran capaces de hacer mucho daño.

Asustados, mi hermano, mi madre y yo corrimos para tratar de alejarnos, lo único que logre cargar conmigo, fue mi burro de peluche, aun puedo recordar a mi madre gritándonos que corriéramos más rápido, que no nos detuviéramos ni viéramos atrás de nosotros. Mi hermano Shining, unicornio como yo, se habían adelantado unos metros. Estábamos por salir del pueblo, que se había cometido en un campo de guerra, los humanos estaban asesinando a los ponys mas mayores, pero al detenerme y voltear, logre ver como unos humanos subían a un par de pegasos a unas cosas enormes, parecía una gran caja con ruedas debajo de este. Los pegasos estaban completamente sometidos con cuerdas, se retorcían tratando de liberarse.

Al detenerme pude ver a mi madre correr hacia mí, pero al regresar mi vista al frente pude ver vi a Shining que también se detuvo a verme a mí y a mi madre. Vi a mi madre otra vez, pero me asusté al ver que ya estaba rodeada por cuatro de esos humanos. Estaba por galopar y regresar con ella, pero algo me detuvo, vi como ellos cuatro usaron su fuerza física para embestir a mi madre. Yo grite llamándola, pero esto solo llamo la atención de esos humanos, dos de ellos me vieron con una mirada muy fría, uno de ellos sonrió, se acercó a mí y trato de tomarme en sus manos, pero yo me eche a correr muy asustada, aun sosteniendo mi peluche, haciendo que mi hermano corriera también.

Sin embargo, no paso mucho para que una pesada red callera metros frente a mí, estas cuerdas entrelazadas habían caído sobre mi hermano, fue capturado por esos humanos, siendo llevado a otra de esas enormes cosas con ruedas.

Me detuvo de golpe viendo cómo se llevaron a Shining esa cosa, sabelotodo se calló de mi casco, pero lo recogí al instante para abrasarlo asustada, Shining se retorcía para liberarse, nunca más los volví a ver. Por mi parte, un humano aprovecho que yo estaba distraída viéndolos que me sujeto de una de mis patas traseras y me levanto en seco dejando que mi peluche callera, pero siendo recogido por él y guardado en su bolsillo. Grite aterrada al sentir como me levantaba del suelo, mi pata me dolió, me apretaba mi extremidad para no dejarme caer, como un intento desesperado por huir, trate de encender mi cuerno, una pequeña chispa salió de este, pero ese humano golpe mi pequeño cuerno, dolió mucho, y mi magia se desvaneció a causa de ese golpe.

El humano que me sostenía me sujeto de mis dos patas traseras con una de sus manos, y con la otra, de mis dos patas delanteras.

-NOOO… MAMI… MAMI…- Gritaba yo muy asustada, este humano que me sostenía camino de egreso donde estaba mi madre, pero ella ahora estaba completamente sometida con cuerdas, de sus patas para que no escapara, unas correas de cuero rodeaban la cabeza de mi madre, y apretaban con fuerza su hocico. Mi madre logro ver cómo me sostenían, tarto de soltarse y de ayudarme, recibiendo a cambio un golpe en su cuello con una rama que un humano tenia, esta de color café y algo larga, cosa que la hizo desistir de seguir retorciéndose

–Mama… Mama…- Murmuraba al mismo tiempo que sentía que lagrimas caían de mis ojos, esos humanos subieron a mi madre en otra de sus cosas con ruedas, y a mí me lanzaron a una caja de madera, junto con otras cajas, de donde igualmente salían llantos y gritos.

Esa noche fui separada de mi familia, nunca supe que paso con mi padre, nunca volví a ver a mi hermano Shining desde ese día, y no tengo idea de si mi madre aun esta con vida, aun quiero estar con ella, quiero saber si está bien, si todos están bien.

Aun recuerdo como después de unas horas, la caja fue abierta, y fui sacada de una pata y lanzada a mi jaula actual, comencé a gritar por mis padres, sin obtener respuesta.

Ya hace más de 3 meces que no he podido ver la luz del día, solo esas lámparas de luz amarilla, que se apagan en el día y se encienden de noche.

Estoy dentro de una pequeña jaula de metal, apenas lo suficiente mente grande como para dar una pequeña vuelta en mi misma. Pero no estaba sola, a ambos lados había mas jaulas en fila donde había más potros como yo, mas precisamente potrillas igual que yo, éramos en total 32.

Llegamos casi el mismo día, todas llorábamos por nuestras madres, muchas aun lo hacemos, me incluyo, quisiera estar cerca de mi madre tan solo una vez más. Solo había potrillas en esa enorme bodega, ni un solo potro varón. Todos los días me pregunto que les habrán hecho a ellos. Por más que pensé en alguna razón, no encuentro alguna convincente o lógica.

Más de una de nosotras hablamos sobre un escape, pero ninguna es capaz de abrir la puerta de la jaula que nos aprisiona, un anillo en mi pequeño cuerno me impide a mi hacer magia, y a las demás igual, las potrillas con alas no nunca logaron abrir la puerta con golpes o fuerza, menos las terrestres.

Esos humanos nos habían traído aquí, nos cerraron en estas jaulas, y solo nos daban de comer dos veces al día, nada más que heno sin sabor, y agua, uno de esos hombres entra y nos pasa nuestra ración de heno. Muy pocas veces desde hace ya 4 meces, nos ha dado manzanas, pequeñas y color verde, pero deliciosas.

Ese humano nunca nos habla, ni nos mira a la cara más de unos cuantos segundos, por más que le hablamos, o preguntamos algo, o lloramos y gritamos este nunca contesta, parece como si estuviera en trance, solo concentrado en su trabajo de alimentarnos y darnos agua.

Una vez a la semana, un humano entra por esa puerta, con una correa en sus manos, similares a las que usábamos para nuestras mascotas, y con un collar de cuero. Entra con un semblante muy serio y frio, y nos observa a todas, cuando ve algo que le gusta, mejor dicho, a alguien que le llame la atención, abre la jaula, coloca el collar, y la lanza al suelo para jalarla y llevársela fuera, todas las que son elegidas por ese hombre nunca regresa a este lugar.

Muchas de nosotras sentimos curiosidad de saber para que escogen a una cada semana, no distingue razas ni colores, su elección parece casi al azar, a varias nos gustaría salir de la jaula al menos una vez, muchas de nosotras comenzamos a sentirnos ansiosas, de no hacer nada más que esperar, hacer nada, dormir, comer, lo mismo cada día.

Una semana más pasa, y ese mismo hombre regresa. No le preste atención esta vez, solo hacía lo mismo, recorrer el pasillo hasta encontrar a una potrilla que le gustara, quien sabe para qué motivos. Me acosté en una esquina y cerré mis ojos, esperando que este hombre se fuera jalando a una de nosotras como si fuese un simple perro al que acababa de adoptar. Pero me exalte al escuchar como golpeaba mi jaula, las rejas resonaban con cada golpe que el daba.

Levante mi cabeza algo asustada y vi a ese hombre, me veía fijamente, baje mis orejas inconscientemente por el miedo, pensé que se iría y me dejaría aquí, pero no fue así. Abrió la jaula, yo trate de huir, tenía curiosidad de saber que había más allá de esas puertas, pero la mirada de ese hombre me daba muy mala espina. A pesar de mis esfuerzos por alejarme, este hombre me sostuvo del cuero de mi espalda, y me acerco al, sostuvo mis patas delanteras y me coloco el collar, seguido de esa correa, solo para después dejarme en el suelo sin mucho cuidado.

-Ahhhh…. Espere…- Estaba por hablar, pero este hombre comenzó a caminar y con este a jalar la correa que me sujetaba.

Ambos caminamos a la salida, yo casi trotaba para igualar el paso de ese hombre, las demás potrillas me seguían con la mirada, pero yo solo veía esa puerta con mucha curiosidad. Al ser abierta, vi una tenue luz, mi cabeza y la emoción me decían que era del sol. Pero al atravesarla solo era la de otro cuarto sin nadie más. Solo almacenaba cosas, como jaulas, correas, cuerdas y otros estantes con cosas y cajas y más de esas jaulas, unas cuerdas largas negras, que parecían ser más dura de un extremo y se hacían cada vez más delgada del otro. No sabía para que era, parecía una versión más grande de la rama que esos humanos usaron para golpear a mi mami.

El humano se detuvo unos segundos, camino a una de las paredes donde había varias cosas colgadas, entre ellas un pequeño manojo de correas como las que usaron en toda la cabeza de mi mami, esa que no la dejo gritar ni hablarme. Parecía igual, pero más pequeña.

Dude para que sería esa cosa, mi curiosidad me mataba, quería hacerle preguntas a ese hombre, pero no me animaba, estaba callada, solo esperando que ese hombre me guiara a algún lado donde pudiera ver el sol, poder respirar aire puro, o mejor aún, donde estuviere mi mami, Ancio verla otra vez. Tal vez por eso me sacaron de la jaula, para ir con ella.

Comenzaba a emocionarme, veía a todos lados emocionada, podía ver una puerta en un extremo y debajo veía lo que tanto quería ver, luz solar. Una sonrisa se formó en mi rostro, quería salir corriendo a ese lugar. Volteo a ver al hombre que me sostenía, pero este aun buscaba algo entre sus cosas de los estantes y en las paredes, esperaba que lo encontrara rápido, ya quería ir afuera.

El momento por fin llego, este hombre además de ese juego de correas también tomo lo que al parecer era un casco, o a eso le encontraba forma, parecía uno de esos extraños cascos que usan los constructores de casa, pero este de metal, y con dos cables sobresaliendo de ambos extremos.

Me parecía gracioso algo así, pero no le preste mucha atención, solo quería salir, y ver a mi mami. Me emocione aún más cuando este hombre camino hacia la puerta, al abrirla, fue bañada por los rayos del sol. No recordaba los cálidos que eran, no está tanto como en mis días de libertad, pero aun podía sentir su cálido abrazo.

Después de tantos días encerrada en un lugar oscuro, sin nada de espacio, ver ese jardín me parecía muy hermoso, había césped muy verde, no había ningún solo árbol, ni arbusto ni animales, solo césped y a unos metros, un enorme muro, con algunas ventanas y una gran puerta, parecía una escuela enorme, pero era color gris casi blanca, pero lo extraño fue ver un par de humanos en el techo, un techo muy alto, y estos dos humanos estaban sosteniendo esos mismos tubos largos que lastimaron a mi abuela.

Sentí temor, pero por suerte no me lastimaron ni a ese hombre que me saco de la jaula. Ambos caminamos por el césped, yo estaba un poco más feliz, podía respirar aire fresco, y sentir el calor del sol, era lo segundo que más quería desde hace dos meces. Nos aproximábamos a ese enorme edificio, dejando atrás otro edificio un poco más chico a comparación del que tenía enfrente. Sabía que ahí estaban las demás potrillas, estaban encerradas, en ese momento deseaba con todas mis fuerzas que también liberaran a las demás.

Una vez llegamos a la puerta de ese enorme complejo, estas se abrieron después de que este hombre hablara un poco y me señalara. Al verme, estos abrieron la puerta, dos de esos hombres igualmente con esos tubos de color oscuro, nos vieron entrar, y al ingresar por completo estas puertas se volvieron a cerrar con fuerza.

El ruido me asusto un poco, pero seguí caminando a un lado de ese hombre. Caminamos por algunos pasillos, que, a mi parecer, blancos muy limpios, estaba algo fresco, pero el ambiente se sentía diferente, se sentía, raro, vacío. En ese lugar había mucho más silencio que afuera o en ese lugar donde estaba.

Caminamos por un rato más, hasta que llegamos a un cuarto, donde al entrar, vi más de esos hombres, estos con batas blancas, y uno de ellos con una vestimenta azul oscuro.

Cuando entre y el humano que me guiaba se detuvo, los que estaban de blanco me vieron, y uno de ellos, el de azul, se acerca a mí, no pude evitar sentir temor de él, esa mirada de inquietaba, di dos pasos hacia atrás con mis orejas bajas, hasta que no resistí mas y me jale con fuerza para alejarme de él muy asustada.

-Tranquila pequeña- Este hombre no se detuvo en sostenerme con sus manos y cargarme, use todas mis patas para tratar de liberarme de sus manos, pero nunca lo logre, este hombre me llevó a una mesa que estaba en ese lugar, me sentó en ella, pero no me soltó.

Los demás hombres se acercaron a verme más de cerca, unos tocaron mis patas, mis orejas, mi mentón para ver mi cara, otros tocaron mi pequeño cuerno que estaba bloqueado con un anillo anulador de magia.

La mayoría murmuraban cosas que no entendía, si "mis proporciones", mi "masa corporal", mis "atributos físicos", "mi apéndice craneal", muchas no las entendí, pero algo que, si entendí muy bien, fue "Paleta de colores" y "reconocimiento familiar". Apenas escuche esa palabra y mis orejas se levantaron, llamando la atención de uno de ellos.

-Tal vez recuerdes esto pequeña potranca- Menciono el hombre de vestimenta azul, mostrándome a mi peluche, mi preciado Sabelotodo, está ahí. Sonreí animada, no creía volver a ver mi peluche favorito. Extendí mis cascos pidiéndolo, y para mi sorpresa me fue entregado en mis cascos, lo abracé muy fuerte.

-Comencemos con el primer paso, ella debe reconocer a su familia- Dijo uno de esos hombres, yendo a una pared del lugar, acciono un botón y de este un vidrio negro se levantó, al estar levantada lo suficiente logre ver a mi mami, lo que más quería desde que me separaron de ella, ahí estaba, al igual que mi papi, ambos estaban ahí.

Los reconocí al instante, abrace a sabelotodo con uno de mis cascos y traté de saltar de la mesa e ir con ellos, solo me separaban unas rejas que eran lo suficientemente grandes como para que mi pequeño cuerpo los atravesara con facilidad. Pero no lo logre, la correa que me sostenía no me dejo siquiera acercarme al borde de la mesa.

Mis padres lograron verme, comenzaron a gritar mi nombre atreves de esas correas que tenían en su cabeza. Trataban de acercarse a mí, pero no podían, solo quedaba que yo fuera con ellos, pero ese hombre no me dejaba.

-Prosigamos, bájala y deja que se acerca un poco, pero no al deje ingresar con ellos o que estos la toquen- hablo otro de esos humanos, eso me desconcertó, pero no le preste mucha atención, quería acercarme a ellos.

El hombre me bajo de la mesa y con la correa sujetada me dejo acercarme a ellos, yo trotaba feliz por llegar a los brazos de mis padres, estaba por alcanzar el casco gris de mi mami, pero me detuve en seco, o mejor dicho, esa correa me detuvo en seco.

-Mami….- Dije al estar a poco de estar con ella otra vez, algo triste de no poder alcanzarla por más que me esforzara

-Twily… hija….- Murmuro mi mami, soltaba unas lágrimas, ella también estaba feliz de verme, pero esos hombres no me dejaban acercarme más a ellos. Volteo a verlos, con una mirada triste y suplicante, los vi a todos, pero ninguno dijo nada.

-Mami… papi…- Volví a murmurar en un tono más tiste, pero aun así nadie hablo para nada

-No… Hija NOOOO… POR FAVOR NO…- Escuche como Gritaban mis padres al ver ese vidrio negro cerrarse otra vez

-NOOO DEJENLA- Grito mi padre, yo trate de ir con ellos, pero el vidrio negro se cerró por completo, separándome de ellos una vez más.

Mis ojos estallaron en lágrimas otra vez, llamaba a mis padres, ambos, a tan poco de tocarlos, y sentir sus abrazos, nos habían separado nuevamente. Llorando, fruncí mi ceño y comencé a jalarme de ese hombre.

-Déjame ir… quiero estar con mis papás, suéltame hombre feo, suéltame...- Gritaba, al mismo tiempo que me jalaba de él, y trataba de alejarme, pero en ningún momento solté mi preciado peluche, lo único que me quedaba ahora.

Pero este hombre en lugar de gritarme, o jalarme, me sostuvo en sus brazos, yo me retorcí para alejarme, pero me sostuvo con más fuerza. Continuaba gritando y retorciéndome, pero este hombre no se inmutaba en nada, sino al contrario, rio un poco, y me arrebato a Sabelotodo de mi casco.

-Noooo Regrésamelo, es mío dámelo- Le reclame, pero este solo se quedó con el peluche en su mano.

-Sigamos con el siguiente paso, inmovilícenla- Ordeno otro de esos hombres con bata blanca, a lo que el hombre de vestimenta azul que me sostenía me llevó otra vez a la mesa, otro hombre saco una tabla de madera, pintada en blanco, con algunas correas incrustadas en ellas, la coloco en la mesa.

Me asusté mucho, no sabía para qué era eso, pero estaba asustada, en eso vi al hombre que me saco de la jaula, acercarse con el juego de cuerdas que tomo primero, y lo uso en mí, lo coloco en mi cabeza apresando mi pequeño hocico, ya no pude gritar más, no podía gritar ni llamar a nadie, menos hablar. Seguido de eso me acostaron boca arriba sobre esa madera con correas, y me ataron mis patas a los extremos, sujetaron mis extremidades con esas correas con fuerza.

Quede inmovilizada en una posición que me era un tanto incomoda, nunca había estado así, con mi magia bloqueada, mi boca amordazada y mis cascos bien sujetados. Mi corazón se aceleró demasiado, estaba asustada.

-Muy bien, ahora sigamos con el siguiente paso, los medicamentos y a máquina… tráiganlas- Dijo otro de esos científicos, conocía la palabra medicinas, pero sabía que no estaba enferma. Pero no sabía a qué se refería con aparto.

Me asusté más, comencé a retorcerme y jalar mis patas, pero nada funcionaba, en eso, ese hombre de mirada fría que me saco de la jaula, se acercó otra vez, llevado ese casco en sus manos, me vio seriamente a mis ojos, y los míos un tanto húmedos a los de él. Poco a poco el acerco su mano a mi melena, y la acaricio un poco, por un momento cerro sus ojos, pero no modulo palabra alguna.

-Aquí están los medicamentos doctor- Escuché a uno de ellos, parecía más joven, llevaba con él una bandeja con dos jeringas llenas, cosas que me hacían sentir más miedo del que ya tenía. Vi con terror como se acercaron a mí con esas cosas.

Jale mis cascos una y otra vez, pero fue en vano, ese hombre debata blanca me clavo esa aguja sin piedad en uno de mis pequeños bancos. Trate de gritar del dolor, pero solo salieron leves gemidos de esas creas que mantenían mi mandíbula apretada.

Ambas sustancias fueron inyectadas en mí, dolió mucho, pero eso no les importo. Segundos después, comenzaba a sentir mi cuerpo raro, y mi cabeza igual, pero aún estaba consciente de mi alrededor.

-Ahora el aparato, conéctenlo a la corriente, procedan a preparar a la potrilla- Menciono otro de ellos, no logre verlo, ya que mis músculos no me respondían muy bien.

Pude ver como acercaron una gran caja de metal, parecía una radio, pero esta no tenía nada más que botones y unos cuantos cables saliendo de él, y otro más conectado a una pared un poco más grueso que los demás.

El hombre de vestimenta azul me puso ese casco a mi cabeza, y conecto el casco a ese aparato, acto seguido, un par de brazaletes de cuello y metal se envolvieron en mis brazos, cerca de mi hombro.

Mi cabeza estaba más mal, veía las cosas moverse de una forma anormal, como si lo que viera fuera solo agua que se mueve con gotas de lluvia.

-Esta lista la potrilla- Dijo el mismo joven de bata blanca que estaba a un lado de mi

-Muy bien, procedamos entonces, carguen la máquina, primera descarga en 10 segundos- Escuché a lo lejos, mi vista cada vez se nublaba más, pero aún estaba consiente, las voces se escuchaban, pero en menos volumen, a girar un poco vi ese aparato con unas líneas rojas y uno botones.

-Descarga en 3,2…1- Mi cuerpo y mi mente se estremecieron, sentí un dolor incomparable, mi cuerpo sintió una enorme descarga que terminó de dejarme inconsciente en menos de 5 segundos.

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-Quinta descarga- La Máquina volvió a dejar salir una descarga igual de fuerte que la primera estremeciendo el pequeño cuerpo color lavanda.

-Terminada la primera cesión, suéltenla y déjenla en una jaula de observación, los resultados se verán después de unas horas, una vez que despierte- El pequeño cuerpo de Twilight fue liberado de esa mesa, estaba completamente suelto.

-¿Cree que haya funcionado?-

-Si funciono con las otras 3 seguro con esta también-

Un científico tomo un estetoscopio y reviso el corazón de Twilight.

-Aún está viva-

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