Capítulo 01: Una niña abandonada

Una casa humilde vive un matrimonio con una hija de dos años. Es de noche y el padre está comprobando la estufa de leña mientras salta un poco y friega sus manos.

-¿No funciona? –Pregunta la mujer con la niña en brazos, quien se dedica a jugar con su pelo con el ceño fruncido.

-Sí, pero está muy flojo… Voy a añadirle un poco más de leña –Responde.

La mujer castaña ríe hasta que nota un suave tirón de la niña rebelde.

-¡Ymir! No le tires el pelo a mamá –Le reprende y lo curioso es que la niña no llora como hacen muchos niños de su edad, en realidad se ríe victoriosa por haber molestado a su madre.

Suspira y sonríe contenta de tener a esa niñita tan hiperactiva. Pero cuando su marido llega de nuevo al salón con cara feliz por ya no notar tanto el frío, escuchan el timbre de la casa. Ambos se miran extrañados.

-Qué raro que piquen a estas horas –El hombre se acerca a la puerta y la abre, pero no se encuentra con nadie- Vaya… Alguna broma tonta, ¡malditos niños! –Se queja dando un pisotón al suelo, pero le sorprende el lloro de un bebé- ¡Ah!

-¿Qué ocurre, Daito? –Pregunta su esposa con la niña en brazos.

Se sorprende al ver a ese bebé entre sus brazos, en lo que él cierra la puerta con tristeza, leyendo una nota que estaba con la niña que llora a todo pulmón.

-La han abandonado… Al parecer no querían tener a esta niñita –Explica mientras acuna a la niña, intentando que dejara de llorar.

-¿Cómo pueden…? –La mujer corta la frase para no decir una burrada delante de su hija.

-¿Mamá? –La niña con pecas mira inocente a la madre al ver a ese bebé llorón- Molesta –Aún es pequeña, por lo que habla con monosílabos o frases cortas.

-¿Qué hacemos? –El hombre se acerca con el bebé aún acunándola, pareciendo que eso la tranquiliza un poco.

La mujer mira al bebé. Es rubia y de unos hermosos ojos azules bastante grandes. Obviamente es una niña. No puede evitar sonreír y mirar coqueta a su marido.

-¿Qué te parece si nos la quedamos? Nos podemos permitir alimentar una boca más -Con un brazo sostiene a Ymir y con el otro acaricia la pequeña cabeza de ese bebé, quien ya ha parado de llorar- Mírala, es preciosa…

-Es fea –Salta de sopetón Ymir con cara de aburrimiento.

Sus padres tienen que aguantarse la risa ya que a esa edad es importante tener cuidado cuando se le ríe la gracia a un niño o no. Para no crearle malos hábitos en un futuro.

-Pues de ahora en adelante va a ser tu hermanita pequeña

-¡No! –Se cruza de brazos e infla los mofletes.

-Ymir, sé amable con tu nueva hermanita

-¡Noo! –Vuelve a reclamar mirando a su madre con mala cara e infla aún más las mejillas.

-¿Cómo la llamaremos? No viene nada en esta nota –La madre coge la nota, le echa un vistazo y la rompe- Toma Ymir, quémalo si quieres

-¡Bien! –Salta de los brazos de su madre con esos trozos de papel en mano y se va a jugar con ellos.

-¡Charlotte! ¿Cómo puedes permitirle eso a la niña? ¿Y si nos sale una pirómana? –Se queda pálido, mirando a su mujer asustado.

-¡No te preocupes! Nuestra hija nos ha salido lista –Se acerca a su marido para ver al bebé, ahora durmiendo plácidamente- Qué angelito… ¿Te parece bien qué la llamemos Christa?

-¿Christa? –Mira al bebé y sonríe- Le encaja a la perfección

-¡Por supuesto! Sé elegir buenos nombres a los bebés

-Y no lo dudo –Le da un suave beso hasta que escuchan una risa maléfica pero infantil, haciendo suspirar a ambos- ¿Voy yo? –La mujer asiente aguantándose la risa mientras toma a la pequeña rubia.

El hombre corre y ve como Ymir está de pie, con las manos echo en puños y sobre sus caderas, riendo como loca al ver como esos trocitos de papel arden en la estufa. Su padre la mira con terror y no duda en correr para alejar a su hija de la estufa.

-¡Ah! ¡Papá malo! –Exclama la niña mordiendo la pierna a su padre.

Él solo grita intentando quitarse a la niña de encima. La mujer ve la escena riéndose de ellos. En verdad son una familia feliz y esa niñita lo iba a ser sí o sí.

El matrimonio duerme plácidamente. Pues sacaron la cuna de Ymir y no tuvieron de otra que colocarlo en su misma habitación. La casa es humilde, es decir, pequeña y tienen pocas habitaciones.

Ymir está sentada con las piernas y los brazos cruzados sobre la cama, mirando de mala gana al bebé dormir tranquilamente. Se baja de la cama y se acerca hasta la cuna. Al ver que no llega, hace un breve puchero hasta que se le ilumina la mirada al ver un pupitre. No duda en arrastrarlo con cuidado de no despertar a sus padres y ponerlo al lado de la cuna, así que se sube al pupitre y mira por encima de la cuna, mirando muy mal a la niña.

-Eres fea, bebé tonto –Susurra muy bajito para acercar su pequeño dedo hasta su mejilla tocándola.

El bebé hace pequeños pucheros. Esa reacción le gusta a la castaña, quien deja de mirarla mal para así pasar a mirarla con diversión. Claro, es Ymir, su sonrisa es traviesa. Empieza a tocarle la mejilla constantemente hasta que abre de golpe sus ojos azules con el ceño fruncido y los puños cerrados. Al ver eso se asusta y casi se cae del pupitre, pero logra que no sea así y mira sorprendida al bebé, quien la reprende con un puchero. Ymir achina los ojos para mirarla retadoramente y se atreve a acercar de nuevo su dedo, pero es sorprendida por el bebé. Pues la pequeña Christa agarra ese dedo con su pequeña mano, empezando a reír sonoramente. La risa es tan sonora que despierta a los padres.

Entran en la habitación corriendo y encendiendo la luz, encontrándose con esa escena. No pudieron evitar sentir una gran ternura al verlas, y como al menos al padre le gusta burlarse de su hija como muestra de cariño, no duda en acercarse a ella y agacharse para estar a su altura mientras le sonríe con burla.

-Con que no te gustaba, ¿eh? –Le da un suave toque en su costilla con su dedo índice hasta que la pequeña le da una patada en la cara con cara de pocos amigos.

-¡Ymir! –Le reprende su madre cogiéndola en brazos, pero se da cuenta de que la más pequeña no suelta su dedo- Ups…

-¡Sueltaa! –Exclama la castaña intentando que el bebé suelte su dedo.

De mientras, el padre se había quedado tirado en el suelo con cara de atontado. Su hija da buenos golpes, sin duda alguna. La madre le costó bastante el conseguir que Christa soltara a Ymir, lo curioso es que la rubia se queda dormida de nuevo con un rostro muy tranquilo.

-¡Bebé tonto! –Se queja Ymir pataleando en el aire.

Su madre la tiene lejos de su cuerpo, cogiéndola por debajo de las axilas para evitar las patadas. El hombre termina poniéndose en pie.

-Se acabarán llevando bien, ya lo verás

-Eso espero… -Suspira la madre.

-¡Nunca! –Reclama la mayor saltando de los brazos de la madre para morder a su padre, pero él la conoce, así que con una sonrisa de victoria la coge al vuelo y la echa en la cama.

-¡A dormir mi pequeña titán! –Le hace el signo de la paz para cerrar la puerta y apagar la luz.

La pequeña se queja por un rato hasta que vuelve a bajar de la cama y se acerca a la cuna. Como que sus padres no han movido el pupitre, se vuelve a subir para esta vez solo mirarla.

Primero la reprende con la mirada, después solo la mira mal y finalmente su mirada se va relajando. De nuevo, acerca su pequeño dedo a su mejilla para tocar cuidadosamente una sola vez mientras la mira casi inexpresiva.

-Eres mona… -Termina diciendo para alejarse de la cuna y volver a la cama.

Los padres de Ymir dejaron a su hija en la guardería y se llevaron a la pequeña Christa a la oficina de registro civil.

Tardaron como dos horas en atenderlos. Quieren adoptar a la pequeña, pero la realidad les cae sobre sus hombros al escuchar lo que les dice el hombre. Cometieron el error de explicarle la historia, que no es su hija biológica y fue abandonada.

-Imposible. Se necesitaría el registro de sus padres biológicos

-¿Cómo? ¿Acaso no ha escuchado que la han abandonado? –El padre intenta controlarse para no saltar y morderle la yugular.

-Me da igual, la ley es la ley. O la dan en adopción y ahí la adoptáis, o la criais como una familia aparte –La mujer tuvo que sujetar a su marido porque ya se estaba poniendo de pie para pegarle.

-Está bien señor, al menos ¿nos deja registrar su nombre? –Empieza la mujer tomando la mano de su marido.

-Claro, ¿cuál es? –Se coloca en frente del ordenador para coger los datos.

-Christa

-¿Apellido? –Ambos se quedan en blanco y se miran. No pueden ponerle su apellido porque ese hombre no lo aceptaría ya que si fuera así, ya estaría adoptada- Renz –Responden al unísono. Pues tuvieron a una buena amiga con ese apellido y que falleció hace un año.

Registran los demás datos, como por ejemplo la fecha de nacimiento. Calcularon que los padres biológicos no pudieron tenerla más de una semana entre sus brazos, así que le dicen una fecha aproximada. Faltan datos, obviamente, ya que han de hacerle pruebas en el médico como su grupo sanguíneo, alergias y demás cosas.

Se tardaron más de lo esperado. Por lo que van justos de tiempo a recoger a su hija.

Al llegar, los niños ya están saliendo e Ymir está, como no, peleándose a golpes con un niño rubio con la misma expresión que ella. Había dos niños morenos que se reían, pues ese era su tipo de juego entre ambos. Es su manera de mostrar su amistad un poco brusca.

-En verdad salió bien temperamental como tú –Mira a su marido con cara de que ninguno de los dos tienen remedio.

-¡Oye! ¿Qué tiene de malo eso? –Rodea sus hombros- Tal vez encuentre a alguien que la tranquilice como hiciste conmigo –Eso avergüenza a la mujer, que le da un cabezazo en la barbilla totalmente ruborizada.

-¡Ouch! –La pequeña Christa se ríe por ese acto, cosa que el hombre la mira con lágrimas de cocodrilo mientras se acaricia la barbilla- No te rías de papá…

En efecto, aunque no pudiera llevar su apellido la iban a tratar como a una hija. Cuando la castaña los ve no duda en patear al rubio y correr hacia ellos. Salta a los brazos de su padre quien no duda en cogerla al vuelo, entonces ve a la pequeña rubia.

-Hola fea –La saluda con la mano.

-Ymir, no seas así –La mujer le enseña mejor a la pequeña- Va a vivir con nosotros, así que protégela, ¿de acuerdo?

-¡No quiero! –De nuevo, se cruza de brazos e infla los mofletes.

-¡Ymir! ¡Ymir! –Exclama el rubio de antes con los dos morenos yendo detrás de él- ¿Desde cuando tienes una hermanita?

-¡No la tengo!

-¿Y ella? –Señala al bebé que no para de mirar a Ymir.

La mujer se ríe y se agacha mientras el padre baja a la niña. La madre de Ymir enseña a la pequeña Christa quien con una risa hace ruborizar a los tres niños, pero el rubio es el único que habla.

-Cásate conmigo

-¡Nunca! –Reclama la castaña dándole una patada y enseguida empiezan a pelear.

-Chicos, ¡quietos! –Les regaña la madre del rubio al ir con ellos para separarles, a lo que su marido va a ayudarla para que cada uno pudiera sujetar a un niño cada uno.

-Con que no la iba a proteger, ¿eh? –Dice en tono de burla el padre agachándose al lado de su mujer, cosa que su hija le estira de la barba- ¡Ay, ay, ay, ay! –Se queja.

Los padres son curiosos, así que no es de extrañar que tarde o temprano fueran a preguntar por la niña más pequeña.

-No te vimos embarazada, así que, ¿qué ocurrió? –Pregunta el hombre rubio abrazando a su hijo mientras la mujer se aparta al ver que, por el momento, no se pelean más.

El padre de Ymir hace lo mismo con su hija, así evitar que se peleen de nuevo. Ambos se miran no muy seguros de decirlo, más por los niños que por otra cosa. Ellos lo entienden así que no dudan en soltarlos para que sigan peleándose a otro lado. Como no, los dos morenos se van con ellos.

-Bueno, abandonaron a esta niñita delante de nuestra casa… Dejaron una nota con que no querían hacerse cargo de ella –Explica la mujer con cara de dolor.

-¡Qué! ¿Cómo le pueden hacer eso a una niña tan pequeña? –Exclama la mujer rubia, mirando a la pequeña Christa que ahora está dormida.

-Unos padres irresponsables y con poco amor a su hija, sin duda alguna –Responde el marido de esta mujer, rodeándola por sus hombros.

-Daito, Charlotte, estaremos aquí para lo que sea –Responden al unísono ahora un matrimonio con el cabello negro- Como ya sabéis, Berik vive con nosotros porqué sus padres viajan mucho… -Mira a la niña dormir- Estoy seguro de que vuestra hija la cuidará, tal como hace nuestro Bertholdt con Berik

-Sí –Ríe suavemente- Solo hay que ver como pegó a Reiner por decir que se casara con él

-Se la pasan peleando, tienen una amistad un poco extraña –Habla el padre de Reiner, mirando como Berik y Bertholdt han tenido que separar a los dos, quienes ahora solo se miran mal.

-Bueno, en verdad tú y yo siempre peleábamos, Ryo –Le reta con la mirada Daito al padre de Reiner.

-Y todavía lo hacemos –Le corresponde la mirada mientras las mujeres le tiran de las orejas.

-¡Hora de irse! –Dicen las dos a la vez para así coger a sus hijos y despedirse.

Habían acabado de cenar y la madre está encendiendo el lavavajillas mientras el padre juega con las dos niñas. Procura que la morena no sea muy brusca a la hora de sostener a la más pequeña. Cuando la madre vuelve y se fija en el reloj de la pared, mira a su marido.

-Es hora de que las niñas vayan a dormir

-De acuerdo –Intenta coger primero a la más pequeña, pero cuando se pone en pie se sorprende al ver a Ymir, quien encima intenta darle en la cara, pero él solo tiene que alejarla de su cuerpo- Pero qué… -La deja en el suelo y se vuelve a agachar para coger a la rubia, pero vuelve a pasar lo mismo- Ymir… -Suspira y se rasca la nuca ganándose una risa por parte de su mujer- No te rías –Pone cara de indignación.

-Pero es gracioso ver como Ymir intenta defender a Christa

-¿Defenderla? –Reta con la mirada a la niña quien no duda en corresponderle con la misma expresión- ¡A la cama dije! –Toma la decisión de coger a Ymir por la camiseta y alejarla de su cuerpo mientras coge con cuidado al bebé.

La mujer los sigue mientras se aguanta la risa, hasta que tiene que ayudarlo para coger a Christa y acunarla en la cuna mientras el padre se pelea con Ymir para meterla en la cama, pero en verdad la niña es escurridiza.

-¡Ymir, a dormir! –Le recrimina, pero su hija se escapa de sus brazos y se sienta en su espalda con cara de victoria- ¡Será…! –Vuelve a intentar meterla en la cama hasta que después de unos 15 minutos lo consigue. En ese tiempo, Charlotte consiguió dormir a Christa desde hace rato ya- ¡Corre, corre! –Coge a su mujer para cerrar la puerta, no sin antes sacarle la lengua a su hija quien lo mira molesta. El hombre suspira agotado- No sé de dónde saca tanta energía

-De pequeño eras así, ¿o me equivoco?

-Oye, no te metas conmigo… -Pone cara de pena, haciendo reír a su mujer.

Ymir se había quedado sentada en la cama, mirando de nuevo a la cuna. Una vez más, se acerca a la nuca y como sus padres decidieron dejar el pupitre en su lugar, es donde se sube. Mira a la pequeña dormir plácidamente. La mira como pensativa y bastante seria, hasta que toca su mejilla, con cuidado de no despertarla.

-Yo te protegeré, Christa –Es un juramento que se hace a ella misma.

….

Quise hacer una historia un poco distinta. Tengo pensado que tenga un poco de comedia, pero no sé escribir muy bien eso ya que me familiarizo más con el drama. Aun así, espero que os haya gustado.

Espero vuestros reviews para saber si os ha gustado :D