disclaimer: personajes y tramas reconocibles no me pertenecen. TVD, TO, Plec, LJ Smith... No copyright infringements intended.
aviso: Este fic participa del reto "The battle of fire with fire" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".
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We Found Love
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La tarde cubría el cielo con un manto rosado y el sol, perezoso, se escondía en el horizonte, rayando su silueta sobre la laguna. Las hojas del suelo crujían bajo el peso de Rebekah, y sí, sabía que no era sensato pasear por el Pantano donde vivía la manada de hombres lobo a la que había pertenecido Oliver, pero no lo podía evitar. Caminó, fingiendo naturalidad, entre los hombres lobo, que la miraban alterados y a la defensiva.
Aquello parecía un circo y ella el centro del espectáculo pero, tratando de ignorar las miradas, Rebekah caminó hasta el borde del embarcadero junto a la laguna. Recordaba que allí Hayley, Jackson y ella se habían despedido del cuerpo de Oliver.
—¿Qué haces aquí, Original? —gruñó uno de aquellos hombres a su espalda, pero sin llegar a tocarla.
Rebekah se volteó suavemente, llena de calma pero con una mirada algo intimidatoria.
—Quería ver el lugar donde creció Oliver —musitó con desafío mirándole fijamente a los ojos—. ¿Ni después de morir como lo hizo podéis mostrarle respeto?
Rebekah no supo si fue por su tono amenazante, por el reproche de sus palabras o porque su graciosa barriguita embarazada le había confirmado lo que su olfato sospechaba, pero aquel hombre lobo se dio la vuelta con seriedad y se alejó de ella.
Volvió la vista al frente y el atardecer entre rosado y violeta reflejado contra el agua le hizo volver a pensar en Oliver. En cuanto Rebekah le dijo que esperaba un hijo suyo cambió y volvió a ser el que era. Se enfrentó a todo el mundo, a su manada, a sí mismo… Sí, había cometido muchos errores, pero ella jamás había visto a nadie enmendarlos como él, con su humildad, su valentía, su heroicidad… Quería que su hija estuviera orgullosa de él, y que Rebekah le perdonara por haberla traicionado con Geneviève.
Recordaba cómo Oliver había llorado a punto de morir y le había acariciado la tripita: "Sois toda mi alegría", le había susurrado a Rebekah. Su Oliver…
Nadie entendía cómo una vampiro original podía haber quedado embarazada de un hombre lobo. Algunos decían que tal vez Esther había querido tocar la humanidad de su hija para que dejara de ser un "monstruo", otros decían que tal vez las brujas le habían dado a Oliver ese colofón a su maldición: morir antes de conocer a su propia hija. Pero Rebekah lo sabía: tal y como ella había pensado siempre, el amor lo podía todo, y Oliver y ella estaban destinados. Nada más importaba.
—Mira, Abby —susurraba Rebekah con una sonrisa, acariciándose la tripa con ternura—, cuando papá era un poco más mayor que tú ya corría entre estos árboles.
Allí, bajo la piel que ella acariciaba dulcemente, estaba la esencia de Oliver, el último regalo que su hombre lobo había dejado en ese mundo: una preciosa niña que latía en el interior de Rebekah. Abigail. Sí, había decidido el nombre de su pequeña: Abigail, "la alegría de un padre".
