Hacía tanto que deseaba emprender en esa expedición… La tenía planeada para cuando ella todavía era una estudiante en Hogwarts, pero sin embargo, por diversos motivos, no había sido posible emprender ese viaje. Pero ahora, ya graduada de tu amado colegio hacía ya varios años, y siendo una famosa bióloga del Mundo Mágico, estabas completamente lista para emprender ese viaje.

Empacaste todo con una hemosa sonrisa en tu cara. Segura de que esta vez sería la vez. Seguro que encontrarías lo que buscabas. Estabas tan segura de que todo saldría bien que ni quisiste escuchar a tus amigos que solo trataban de ayudarte. Pero… ¿Para que escucharlos? Solo te iban a decir cosas negativas, y seguramente Hermione te diría que era una perdida de tiempo lo que estabas a punto de hacer. Por esa razón no los escuchaste.

Y segura de que tenías todo para el día siguiente, te acostaste con una de tus sonrisas soñadoras en tu pálido rostro.

Unos golpes en la puerta de calle te despertaron, al día siguiente, de tu sueño. Te levantaste, adormilada, y todavía en camisón, te acercaste para ver quien era el que andaba paseándose por su casa a aquellas horas de la mañana. Abriste un poco la puerta y preguntaste:

-¿Quién es?

Una voz respondió con un dejo de impaciencia. Al parecer, esperaba que tú lo reconocieras, sin embargo, tú no te alteraste por su tono.

-Soy yo Luna, Harry, junto con Ron y Hermione- contestó la voz de tu amigo desde fuera.-Y pronto vendrá Ginny. Ahora… ¿Nos puedes abrir?

Sin embargo, tú no les querías abrir. Tú querías que se quedaran un rato más afuera. Y por eso, te hiciste la enojada y que no los conocías.

-¡Mis amigos vendrían a una hora decente, no a esta, tan temprano! ¡Deben relacionarse con los flagerants, que se relacionan con lo maligno!-gritaste, segura de que involucrar en tu dialogo algún animal que no exista pondría nerviosa a Hermione. Y así sucedió.

-¡Son las 11:30, Luna Lovegood!-gritó Hermione desde afuera. Al parecer, la castaña estaba más que impaciente, pero eso no te preocupaba. Sin embargo, cuando le dijo la hora si te sorprendiste: Pensabas que eran las 8:00 o las 7:00, pero nunca las 11:30. Al parecer, ese día tenías sueño. Sin embargo, seguiste sin abrirles la puerta, divertida por los intentos de convencerte de que eran ellos.-Y segundo… ¡No existen esos tales flagerants!

Divertida, abriste la puerta. Allí estaban Harry, Ron, Hermione y al parecer una recién llegada Ginny, que te miraban confundidos.

-¿Por qué diablos no abrías, Luna Lovegood?-preguntó, medio enojada Hermione.

-No se-respondiste con simplicidad tú. La verdad era que no te importaba que tus amigos se enojaran contigo. ¿Total? Te preguntaste, mientras agarrabas tu mochila, y los saludabas a todos, dispuesta a marcharte ¿Qué ganabas preocupándote tú?

Con una sonrisa, saliste del perímetro de tu adorada casa y desapareciste, dispuesta a comprobar si esas criaturas existían o no.