Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Esta historia esta escrita sin ánimos de lucro.

Advertencias: Este fic Tiene contenido sexual, dominación, sumisión, lenguaje adulto, una alumna deseosa de agradar a su profesor y sobre todo un maestro de pociones muy SEXY.

Si eres susceptible NO LO LEAS.

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El odio alimenta mi alma... no necesito nada más...

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Severus Snape caminaba entra las mesas observando calculadoramente a los inútiles de los estudiantes trabaja en silencio en sus pociones. Y es que cualquiera que lo conociera creería que ya había tenido suficiente acción en su vida para que aun después de haber sobrevivido a un Lord oscuro, dos guerras, ser un doble espía, y la mordida de una serpiente. Tuviera que lidiar con estúpidos descerebrados que a duras penas sabían como se llamaban. Y mucho menos sabrían como realizar una poción perfecta sin causar un accidente.

Pero allí estaba él, una año después de haber sobrevivido a la muerte, observando como esta panda de trolls trataba de sacar su ultimo año de escuela y seguir con su vida en lo que sea que fueran a dedicarse y es que cualquier persona normal después de pasar siete años, bueno no, casi ocho años con estos mocosos insoportables. Entre ellos debería haber algún vinculo, algún sentimiento pero seria mentir si dijera que si y es que muy en el fondo el sabia que se alegraría el día que dejara de verlos.

Claro que odiaba a algunos mas que otros, durante su larga vida laboral había conocido de todo, desde los arrogantes que se creían con derecho a todo solo porque provenían de una de las familias sangre pura mas respetables del mundo mágico. Hasta los inútiles negados para las pociones que por mas que les explicaras que cortar no era lo mismo que machacar seguían siendo incapaces de no hacer explotar su caldero. Pero sobre todos esos estudiantes que había visto pasar por su aula, odiaba a dos estudiantes mucho mas que a todos los demás.

Algunas veces llegaba a pensar que los odiaba de igual manera, pero muy dentro de su ser sabia que esto era mentira. Y es que a Harry Potter, lo odiaba por ser tan parecido a su padre, ese hombre había hecho que toda su adolescencia y parte de su juventud un verdadero infierno. Y es que James Potter había sido un arrogante hijo de perra, el típico niño mimado que creía merecer todo simplemente por ser él. Nunca le había costado trabajo conseguir algo y tenia la certeza de que realmente nunca había valorado nada ni a nadie. Todos eran reemplazables, hasta sus mejores amigos. Cuando había tenido a Lily ellos habían pasado a un segundo termino, después de la boda todo parecía ir bien. Lily y el habían seguido en contacto y es que una amistad como la suya no podía quedar en el olvido así como si nada. Lily había sido su primer amiga, la primer persona fuera de su madre que lo había amado solo por ser él. Cuando se entero que ella se iba a casar con Potter lo había odiado como nunca creyó poder hacerlo. Y es que él estúpido le estaba robando todo lo suyo, todo lo que había valorado como un gran tesoro y porque sabia que Potter no la amaría como él lo hacia.

Y si el tiempo le dio la razón.

Después de la boda todo fue miel sobre hojuelas, pero cuando Potter se entero de que Lily estaba embarazada todo cambio en su relación. Ella un día le conto que no sabia que pasaba con su marido que parecía mas interesado en el pequeño que crecía en su vientre que en ella misma, que su relación de pareja se deterioraba día con día y que el suceso mas importante en sus vidas en vez de ser algo feliz parecía algo inadecuado. Severus había sabido en su interior que ella estaba perdiendo el interés de James y que tarde o temprano la remplazaría por el pequeño que aun no nacía. Y la verdad cuando nació el engendro y todo se volvió en contra de Lily, Severus no se alegro de siempre haber tenido razón, simplemente se sintió muy triste por el dolor que la voz, los ojos y las facciones de su mejor amiga expresaban. Y es que ella con toda su inteligencia no podía entender porque el gran James Potter la había hecho a un lado después de que el pequeño Harry naciera. Severus sabia que Potter había perdido todo el interés en su esposa y ahora todos sus sentidos estaban pendientes de su nueva propiedad, su primogénito el gran Harry James Potter. Severus era lo suficiente hombre para aceptar que el muchacho no tenia porque ser el receptor de todo el odio y resentimiento que era dirigido hacia su padre, pero a falta del mayor. Severus había enfocado toda esa ira en su hijo. Haciendo de su vida una tortura. Muchos pensarían que la ayuda que le brindo en la guerra seria una muestra de los buenos sentimientos que Severus mantendría muy en su interior. Pero nada mas lejos de la realidad. Si Harry moría la alegría de la tortura que Severus había perfeccionado contra el menor, se perdería y sabia muy bien que aun le faltaba mucho para hacer pagar todas las fallas de su padre.

Cualquier persona que fuera consiente de estos pensamientos pensaría que Harry Potter era la persona que mas odiaba el maestro de pociones. Pero muy lejos de la realidad, el muchacho era el numero dos en una larga lista, claro que el muchacho estaba arriba de Voldemort, Dumbledore, los merodeadores, los Malfoy y muchos mas, pero el primerísimo lugar le pertenecía a la insufrible sabelotodo Hermione Granger.

¿Cómo una joven tan común y corriente como Hermione podía hacer que un hombre la odiara tanto?

La respuesta no era tan fácil de explicar, pero tenia que ir al primer momento que la vio en clase, tan insignificante como el montón de chicos que habían llegado con esa generación. Pero la percepción de Severus cambio rápidamente, cuando vio que la chica se había aprendido todo el libro de pociones de memoria, al principio le había hecho gracia, pero pronto paso a la molestia. Esa chica no se callaba, cualquier pregunta que él hiciera, ella levantaba la mano y trataba de contestar. Al principio la ignoro, pero la estúpida seguía levantando la mano como si a él le interesara escuchar sus monótonas respuestas.

Y por eso la odiaba, por tratar de ser tan sabionda. La odiaba porque siempre trataba de mostrar lo inteligente que era. La odiaba por ser el cerebro del trio dorado y no dejar que el par de descerebrados de Potter y Weasley se mataran por su ignorancia. La odiaba por siempre sobresalir en sus clases. la odiaba por meter sus nariz en donde nadie se lo pedía. La odiaba por ayudar a los inútiles que no entendían nada de su clase. Como en ese preciso momento que estaba dándole un vistazo a la poción de Longbottom. La odiaba por tratar de arreglar la poción de su amigo sabiendo que eso no lo ayudaría aprender, si no lo haría mas dependiente de ella. La odiaba porque le había repetido hasta la saciedad que no lo hiciera, que los dejara aprender de sus errores. Pero como de costumbre le había entrado por un oído y le había salido por el otro.

En ese momento Severus sintió que esta era la gota que derramaba el vaso. Todo ese resentimiento que había estado guardando lo hizo explotar y camino furioso hasta el lugar donde se encontraban ambos Gryffindors. Se paro justo detrás de ellos y uso su voz mas amenazadora cuando hablo.

-Señorita Grenger. (Hermione salto al escuchar la sedosa voz de su profesor, mientras Neville se ponía blanco del susto) Le he dicho de todas las formas posibles que no ayude a sus compañeros con sus trabajos. Pero como de costumbre a usted lo único que le interesa es demostrar lo inteligente que es.

Hermione abrió muy grandes los ojos por las palabras de su profesor, y Snape pudo ver el dejo de dolor que paso rápidamente. Eso lo hizo sonreír sarcásticamente. Había logrado fácilmente su objetivo de lastimarla. Pero no se detuvo allí. Quería verla rogar piedad.

-Cincuenta puntos menos para Gryffindor por desobedecer a un maestro y ayudar a un compañero en una tarea que es individual. Y detención después de clases. Ya que esta tan empeñada en mostrar que su mente es superior a la de sus compañeros. Espero que muestre esa misma maestría lavando los calderos de la clase.

Y sin dejar que ella se quejara o dijera algo, dio media vuelta y empezó a revisar las pociones de los otros inútiles.

Pudo ver con agrado y satisfacción como el cabeza de zanahoria y el cara rajada le daban una mirada asesina he indignada por el castigo que acababa de darle a su amiguita. Seguro pensaban que era injusto. Pero ya quería ver que ellos supieran lo que realmente era injusto en la vida. El simplemente les estaba mostrando que no siempre podían salirse con la suya y que había reglas que tenían que respetar.

Como de costumbre solo algunas pociones fueron pasables, las demás estaban para tirarse y no recordarse jamás y solo una fue perfecta la de Granger, eso hizo que la ira de Severus aumentara. Maldita mujer que no podía solo una vez en su vida no demostrar su superioridad.

La clase termino y el camino hacia su escritorio esperando que todos esos mocosos salieran lo mas rápido de su vista. El pocionista sentó y empezó a revisar algunos de los pergaminos con redacciones mal hechas. Hoy era uno de esos días en el que se preguntaba ¿que hacia allí?

El odiaba dar clases a esta altura de su vida. Si, alguna vez le había encantado pero ahora lo odiaba.

Alzando un poco la mirada vio como los dos descerebrados se acercaron a su amiga y le susurraron algo. Ella negó con la cabeza y Potter le toco el hombro en un gesto si no mal interpretaba de apoyo y después salieron.

Ella simplemente guardo todas sus cosas y se encamino hasta pararse frente a su escritorio.

Severus la ignoro olímpicamente por mas de diez minutos, hasta que empezó a desesperarse por la incompetencia de la chica.

-Granger creí haberle dejado claro que tenia que lavar todos los calderos. ¿No se supone que usted es la bruja mas inteligente de su generación?, no entiendo porque necesita que le repita unas simples instrucciones dos veces.

La chica bajo la mirada pero a Severus no le paso desapercibido como se le llenaron los ojos de lagrimas. Pero ella no le dio una mirada directa. Solo la escuchar susurrar un: -Lo siento Señor. Y rápidamente se encamino hasta donde tenia que iniciar su tarea.

El profesor trato de seguir con su trabajo, pero fue un caso perdido, ya que todas las redacciones eran una porquería. Y claro porque los movimientos de la joven eran mucho mas interesantes de admirar. Maldita la odiaba por distraerle de su trabajo.

Ya no era la misma niña que había llegado por primera vez a esa aula, con su cabello todo alborotado y su cara infantil. Los años la había transformado en una hermosa mujer. Como una crisálida que espera todo ese tiempo de metamorfosis sabiendo que se va a convertir en una de las mas maravillosas mariposas del mundo. Hermione había aprendido a domar su cabello, y ahora parecía mas sedoso. Su cuerpo se había definido en algo mas estético, con curvas en los lugares adecuados. Sus senos habían crecido y sabia que eran de lo mas firmes con unos hermosos pezones color cereza, que se endurecían como dos piedras cuando se excitaba. Su rostro ahora era el de una hermosa joven. Su olor corporal era el mas tentador, pero el olor de su intimidad lo hacia volverse loco de deseo y podría pasar horas bebiendo de su sabor. Y sabia que después de todas las experiencias vividas durante la guerra, en su cuerpo juvenil vivía un alma vieja. Tan vieja como la suya.

Y por eso la odiaba, por hacerlo conocedor de todos esos secretos.

Sabiendo que tenia que hacer algo para sacar toda su nueva frustración. Se levanto de su asiento y camino hacia donde ella parecía trabajar en un transe. Ni siquiera sintió cuando se paro detrás de ella, ni cuando se lleno de la fragancia floral que emanaba su cabello. Solo se dio cuenta de su presencia cuando la abrazo por la cintura. Sintió como ella se tensaba por un minuto. Pero luego recargo todo su peso en su pecho y dejo salir un suspiro.

-¿Por que insistes en desafiar mi autoridad? La pregunta salió, sin ni siquiera pensarlo.

Ella se tenso de nuevo y se separo un poco.

El sabia sin verla que se estaba mordiendo el labio inferior, era una costumbre que tenia cuando estaba nerviosa.

Y la odiaba. Por permitirle conocerla tan bien.

-Severus, yo…

No pudo terminar la frase, por que el la tomo de los hombros muy fuerte, estaba seguro que le estaba haciendo daño.

Pero la odiaba, por como sonaba su nombre entre sus labios.

La odiaba por despertar esta hambre en él. Y la odiaba porque sabia que solo ella podría saciarla. Ya había intentado buscar otras formas de mitigar esta necesidad, busco en los brazos de otras brujas lo que solo ella podía darle, trato de maltratarla para que lo odiara y lo despreciara. Y le negara su cuerpo. Trato de ignorarla por completo, para ver si su cuerpo, su mente y su alma la olvidaban. Y trato y trato. Pero nada funciono. Siempre terminaba de la misma forma. Como sabia perfectamente terminarían en esta ocasión.

-Te odio. Fue lo único que dijo antes de darle la vuelta y besarla con rabia. Sus dulces y suaves labios eran atacados con desesperación. Severus sabia que le hacia daño, pero no aminoro la fuerza con que tomaba su boca. Y a ella parecía no importarle, le respondía con la misma necesidad que el le estaba demandando.

Sus manos empezaron a recorrer su joven cuerpo, estrujándolo, pellizcándolo, manoseándolo, como un adolecente que no tiene suficiente control de lo que hace.

Y por eso la odiaba. Por reducirlo a esto. A un hombre que no podía controlar su deseo por ella.

Hermione gemía pidiéndole mas. Exigiéndole que fuera mas rudo. Y Severus no pudo mas. Necesitaba sentir, tocar su satinada piel. Sin ninguna delicadeza empezó a romper su ropa, jalando su túnica con desesperación hasta que fue un obstáculo menos, sus manos fueron directo a la blusa del uniforme, rasgándola, como si fuera imperativo desnudarla en ese momento. Así una a una las prendas que ella tenia puesta fueron desapareciendo. Hasta dejarla solo en sostén y bragas de una tela muy fina que dejaban traslucir, el color oscuro de sus pezones y las líneas de su sexo. Y fue en ese instante cuando él bajo la intensidad de sus movimientos, dándose un momento para contemplarla, para bebérsela con una mirada. Para llenarse los ojos de esa imagen. De esa mujer, parada en la mitad del salón de pociones, temblando como un conejito que esta enfrente de un lobo, tan conmocionado que no puede correr para escapara del depredador. Y es que para alguien que entrara en ese momento, no sabría si ella temblaba por lo grotesco de la escena, su ropa toda rota a un lado, mientras el la observaba y se la comía con la mirada, o por el frio del salón, o por lo excitada que estaba.

Pero eso no importaba porque ella estaba allí, de pie, frente a el. Dándole esa mirada que sabia solo le daba a el. La mirada que le decía, todo lo que no quería escuchar. Esa mirada que le prometía todo lo que no quería recibir.

Y la odiaba, por darle todo sin esperar recibir nada. La odiaba por lo ingenua que era. La odiaba por no oponer resistencia y entregarse libremente a él.

Severus la tomo fuertemente de la muñeca y la jaloneo hasta su escritorio, el se sentó y la dejo parada junto a la mesa. Ella ni se inmuto. Lo conocía tan bien o mejor que él. Si no fuera un experto en legeremancia, estaba seguro que ella podría leerle la mente.

Y la odiaba por tenerle tanta confianza y reconocer que el no le haría mas que el daño necesario.

Severus abrió sus piernas y apoyo firmemente sus pies en el piso. Tomo a Hermione jalándola hasta recostarla boca abajo sobre sus piernas. Como un padre cuando va a castigar a su hijo después de cometer una falta.

Él la corregiría, porque no podía permitirse perder el control. Ella tenia que entender que era él, el que los dirigía. Él que decidía hacia donde se dirigían. Él que tomaba y daba. Él que decía si o no.

Ella debía entender eso.

-Sabes que hago esto por tu bien. (Severus hablo bajo mientras pasaba sus dedos sobre su espalda bajando en línea recta hasta sus nalgas y sus muslos, Hermione tembló por la anticipación de lo que vendría) –Sabes que el que manda en esto que tenemos, soy yo.

-Severus, por favor….

Una palmada no muy fuerte cayo en la nalga derecha de Hermione. Haciéndole saber que debía guardar silencio. Esta no era la primera vez que él la reprendía así. Y es que después de tantos años de estar bajo el mando de dos locos. Severus necesitaba con todo su ser sentirse el dueño y señor de todas las situaciones y sobre todo en lo que correspondía al sexo. Porque el acto que iba a tener lugar, era simple y llanamente sexo. Era como un animal rabioso, deseoso de descargar toda su frustración en ella. Aquí no iba a ver ternura, ni caricias suaves, nada de romanticismo, ni de amor. Todo iba a ser crudo, Fuerte y Sudoroso.

-No hables. Sabes que si lo haces empeoraras las cosas. Siguió recorriendo con las yemas de sus dedos la piel de la joven, que empezaba a enfriarse. No dejándole saber cuando iba a caer el siguiente golpe. Y es que lo que mas le gustaba al maestro de pociones era sorprenderla.

Ella guardo silencio, sabiendo bien que él no exageraba, ni bromeaba. Si salía una palabra mas de su boca, el le daría el doble del castigo. Y no podía decepcionarlo. Quería. No, Necesitaba agradarlo. Hacerle saber que ninguna otra mujer seria tan perfecta como ella para él.

-Sabes que odio que ayudes a tus amigos descerebrados con sus trabajos. La segunda palmada fue dada mas fuerte que la primera. Hermione se trago el grito de sorpresa y dolor.

Severus sonrió.

-Sabes que odio cuando les dedicas tiempo. Otra palmada con mas fuerza toco la blanca piel.

-Sabes que odio que los mires. Una palmada mas.

-Los odio por el simple hecho de saber que tienen un lugar especial en tu vida.

Severus dejaba caer un golpe después de cada oración que salía de su boca. Desahogando su frustración. Rápidamente la blanca piel empezó a enrojecer. Y después de que perdió la cuenta de los golpes unas pequeñas ronchas de quemadura empezaron a aparecer.

Hermione quería gritar del dolor. Pero en el fondo sabia que eso no lo detendría.

El hombre estaba molesto.

Pero también sabia que esto no solo era dolor para ella. Había algo tan erótico en el hecho de que el se portara tan cavernícola. Como si quisiera arrastrarla hasta su cueva para que nunca nadie mas pudiera verla. Toda su vida ella había tenido todo bien organizado. Sus calificaciones, sus amigos, sus acciones, sus pensamientos, sus alimentos, Todo. Pero con Severus no tenia que organizar, ni planear nada, el tenia el control de todo. Ella solo tenia que dejarse guiar. Tener ciega confianza en él. Y solo disfrutar. Porque si bien en este momento sufría. Él la recompensara haciéndola llegar a las estrellas. Y fue ese pensamiento el que hizo que el dolor disminuyera y la excitación aumentara. Haciendo que sus jugos empezaran a salir de su intimidad mojando sus bragas.

Severus no tardo en darse cuenta de esto y sonrió irónicamente. –Eres una pequeña zorrita. Deseosa por mi toque. Con su rodilla separo las piernas de la joven y las palmadas cambiaron de lugar. Ahora en vez de caer en sus nalgas. Severus las dirigían a la intimidad de la joven. Golpeándola con fuerza una, dos y tres veces. Antes de pasar su mano y sobarla.

Hermione no podía mas, necesitaba llegar a la liberación. Y es que sentía todo su cuerpo arder. Pero sabia que él podría pasar toda la noche haciendo esto. Excitándola hasta la desesperación. Así que empezó a restregarse en la pierna de su maestro, gimiendo por el placer que se estaba dando.

Pero esto no duro mucho, con sus fuertes manos él le impidió que siguiera moviéndose.

-Sabes que no puedes hacer eso zorrita. Solo yo te voy a dar el placer que necesitas. Solo yo puedo aplacar el fuego que te quema. Solo yo y nadie mas. ¿Me entiendes? Jalando su cabello para que alzara la cabeza y lo viera.

Lastimándola

Ella se quejo. –Respóndeme, ¿Me entiendes?, ¿Fui claro? Dímelo. Exigió.

Hermione lo miro un momento, repasando las palabras que tenia que decir.

-Si maestro. Te pertenezco, solo a ti. La primera vez que le había exigido las palabras, ella se había sentido humillada. No era un objeto que le perteneciera a alguien. Ella era un ser humano que podía decidir por si misma. Y había tratado de rebelarse, y lo había pagado caro. Él le había demostrado que no podía luchar contra él, que si quería estar con él, él seria su dueño, su todo. Y ahora tiempo después estaba bien con eso mientras no la dejara.

Severus estuvo complacido con la respuesta pero sobre todo con el tono de sumisión que ella le dio. Eso lo hizo sentir poderoso, dueño de todo el control, y lo negaría hasta morir pero sobre todo, lo hizo sentir seguro. Una leve sonrisa se dibujo en sus labios. Ella había entendido la lección, ahora podía darle lo que necesitaba.

Paso su gran mano por la piel roja sobándola, podía ver la diferencia entre ellos. Su piel era mucho mas morena que la de ella, aparte el era un hombre marcado mucho mayor, ella tan joven, tan pura, él había sido su primer amante.

Lentamente la ayudo a ponerse en pie. Pudo ver la mueca de dolor que trato de ocultar rápidamente. Pero no lo logro y eso le hizo sentir una punzada de algo que no pudo reconocer. El también se puso en pie, mientras dirigía a Hermione hacia el escritorio. –Híncate. Le susurro mientras la ayudaba a subir por la cintura.

Hermione hizo inmediatamente lo que el le ordeno. Sabia perfectamente lo que vendría.

En esa posición estaba muy vulnerable, el podía observar en todo su esplendor lo rojo de sus nalgas, con un dedo fue recorriendo lentamente la piel marcada, disfrutando de la marca que había dejado. Estaba seguro que no podría sentarse bien mañana y eso le agradaba porque así recordaría en cada momento a quien pertenecía, quien era el responsable de ese dolor.

Jugo un rato mas con ella hasta que fue directo hasta su intimidad. Su ropa interior estaba mucho mas mojada (Si eso se podía) con sus jugos. Y eso lo excito mucho mas. Él saber que ella estaba disfrutando tanto como él de este juego. Que no solo era doloroso para ella, si no, que estaba tan ansiosa como él de seguir.

Lentamente bajo la ropa interior y dejo al descubierto su hermosa y rosada piel. Sus labios vaginales eran tan carnosos, y su clítoris sobre salía como un pequeño botón duro, por lo excitada que estaba. Su olor era increíble. A lo largo de su vida Severus Snape había estado con muchas mujeres, pero ninguna lo había marcado como la que tenia enfrente.

Y por eso la odiaba porque sabia que nunca podría estar con otra mujer sin compararla con ella. Sin comparar su piel, su olor, su sabor.

Una gota de su liquido empezó a escurrir y el como un hombre que ha estado días en el desierto y de repente encuentra un oasis siguió la trayectoria de esa diminuta gota, hasta que no pudo mas y rápidamente se inclino para saborearla. Con su lengua recorrió el mismo camino de esa gota, saboreando su dulce sabor. Lamiendo lentamente sus nalgas, sus muslos, detrás de sus rodillas, llenándose de la distinta intensidad de su olor en su cuerpo, mientras mas se acercaba a su sexo el olor era mas fuerte, pero hacia mas abajo era un poco mas tenue.

Siguió con la tortura para ambos, sabia que en el momento que lamiera un poco la fuente de ese delicioso manjar entre las piernas de la chica, se correría. Y no quería dejarse en ridículo delante de esta mujer. Quería demostrarle que nunca encontraría otro hombre como él. Un hombre que la llevaría al cielo múltiples veces, dejándola saciada hasta la muerte.

Pero por mas auto control que tenia, siempre se le hacia muy difícil no sucumbir al deseo de llenarse de ella y como en otras ocasiones esta no fue la excepción y después de estar un rato jugando con ella ya no pudo mas y simplemente se dirigió hacia el centro de Hermione, que para ese momento ya no le importaba que el la viera en esa posición tan vulnerable, ella abría sus piernas lo mas que Severus se lo permitía para que no pudiera ignorar su sexo.

Con su lengua delineo lentamente los labios vaginales de Hermione, que dejo salir un fuerte gemido de placer al sentir la lengua de su profesor. A Severus esto lo prendió mucho mas, escuchar como ella gemía. Con un ruido tan simple le suplicaba por mas. Siguió jugando con ella, tocándola lentamente con su lengua.

El sexo de Hermione lloraba por mas, dejando salir mas del preciado liquido que volvía loco a Severus. Cuando el ya no pudo soportar mas, se hundió sin mas en ella, chupándola, mordiéndola, saboreándola rudamente. Como si no hubiera un mañana, bebiendo de ella todo lo que podía.

La estudiante estaba tan deseosa de tener un orgasmo ya no aguantaba mas, había soportado lo mas que pudo del castigo que su profesor le daba, pero había llegado a su limite, así que empezó a mover sus caderas de atrás para delante, llevando la lengua de Severus mas adentro de su sexo. El la tomo por las nalgas y la ayudo con los movimientos, sabiendo que ella no aguantaría mucho mas y se correría en su cara. Ella al sentir que el la ayudaba y no le impedía moverse, libremente empezó a ensartarse mas rápido la lengua de él, no tuvo necesidad de tocar su clítoris, ni nada mas, estaba tan excitada que con el placer que él le daba fue mas que suficiente y se corrió con un sonoro grito de placer, sobre la cara de Severus que quedo empapado con los flujos de la castaña.

Pero el no se detuvo siguió chupándola alargando el placer de ella. Mientras se desabrochaba los pantalones y sacaba su hombría. Masturbándose un poco antes de ponerse en pie. Cuando Hermione sintió la perdida de la lengua de Severus quiso quejarse pero él la tomo por las caderas y la volteo acostándola sobre el escritorio. Abriéndole las piernas lo mas que pudo y de una sola y dura estocada la penetro.

Como todo el acto anterior el no era suave, ni comprensivo, no era el acto de dos personas que se amaban y se entregaban como una promesa de una vida juntos, si no todo lo contrario, era un hombre hambriento, exigente, duro, crudo, decidido a tomar lo que ella le ofrecía, sabiendo que el no le daría nada, solo el hoy y el ahora.

Ella lo observaba detenidamente, mandándole un mensaje con su mirada, mientras el la penetraba rudamente, haciéndolo con odio, por todo lo que ella le decía con esa simple mirada, todas las promesas que le hacia, todo el amor que expresaba, la ternura, comprensión, de porque él la trataba así.

Y por mas que el quería apartar la mirada de esos dulces ojos cafés, no podía y por eso la odio mas que nunca, por reducirlo a ser un hombre necesitado de ella, por hacerlo un hombre con dudas, sabiendo que no era suficiente para ella, un hombre con miedo, esperando que en cualquier momento esa hermosa mujer se diera cuenta por fin, que él no era el hombre que ella necesitaba o que simplemente lo abandonara como todas las personas que había amado en su vida.

Odiándola por dejar que grabara su aroma y su sabor en su alma, sabiendo que nunca nadie podría remplazarla. Maldiciéndola por convertirse en su droga y hacerlo saber que nunca podría desintoxicarse de ella.

Pero sobre todo la odiaba por meterse muy dentro de su podrido corazón y hacerle tener una esperanza de que ella nunca lo abandonaría, aunque fuera el cabron mas grande del mundo. Y lo amaría sobre cualquier cosa y persona, con la misma intensidad que el la amaba.

Por que el la amaba con mucha mas intensidad que un hombre normal ama a una mujer. Ningún hombre podría amarla como él la amaba. Porque la necesitaba para vivir. Y ninguna mujer en el mundo después de ella podría ocupar su lugar.

Y por todas estas cosas y muchas mas él la odiaba y la despreciaba.

Siguió penetrándola como un poseso, agarrándola fuertemente por las caderas, clavando sus dedos en su tierna piel. Entrando y saliendo de su cuerpo. Intentado con cada embestida entrar mas profundamente en ella. Tratando de llegar donde ningún hombre llegaría jamás. Dejándole claro que era su dueño y el no compartía.

Y la mirada de ella le daba a entender que ella comprendía todo eso y lo aceptaba.

Severus sintió como los músculos de ella empezaban a aprisionar su erección, haciéndole saber que pronto se correría. Y entro una, dos y tres veces. Y la pequeña hermosa mujer lo apretó, succionándolo como nunca nadie lo había hecho, pero sobre todo sintió como su alma se unía con la de ella, cuando unos segundos después el se corrió dentro de ella. Llenándola con su esencia.

Jadeando tratando de recuperar un poco de aire.

El orgasmo había sido devastador.

Severus sudaba por todos los poros de su piel. Y maldijo su maldita ropa. Siempre se apresuraba a tomarla y nunca se preocupaba por su ropa.

Sin salir de ella, la tomo por la cintura y la arrastro con el hacia la silla.

Hermione se acomodo en su regazo. Escuchando como los latidos de su corazón eran desesperados, su respiración agitada.

Pasando sus manos por sus suaves cabellos negros, empezó a dejar pequeños besos en su cuello. Deseando que el quitara la absurda regla de no besos en la boca. Pero sabia que eso no pasaría pronto, tenia que ser paciente con el hombre dañado al que amaba con todo su ser.

-Te amo. Las palabras dejaron su boca sin ni siquiera pensarlo. Lo dijo tan bajo que espero que Severus no las escuchara. Pero la repentina rigidez de su cuerpo le dijo lo contrario. Se maldijo por ser tan estúpida, el odiaba esas cursilerías (Como las llamaba) se lo había dejado claro desde el principio de esto que tenían como relación. Pensó que la apartaría, que la echaría de su lado y espero lo peor. Pero pasaron cinco segundos y después 10 y el se relajo. Empezó a acariciar su espalda y lo escucho suspirar.

-Pues yo te odio con todo mi ser.

Hermione sonrió para si, las palabras no habían sido dichas con malicia, ni siquiera con la intención de lastimar.

Y lo supo. Era su forma de protegerse después de todas las decepciones que se había llevado en su vida, ella lo había sabido desde el principio, no iba a ser fácil atravesar el duro corazón de su maestro de pociones. Pero ahora sabia que estaba haciendo algo bien y eso le dio una esperanza para continuar.

Porque ella se había hecho la firme promesa de nunca dejarlo. De amarlo aunque tuviera que amar por los dos. De ser paciente.

Y la cumpliría aunque él no quisiera.