Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K Rowling, yo solo los tomo prestados para satisfacer mi imaginación.
Esta historia transcurre en un universo alterno, al menos por el momento, y es slash (chico/chico). Quedan advertidos.
Capítulo 1.
Encuentro Fortuito.
Iba caminando distraídamente por el parque de la ciudad. Había descubierto que esa hora era perfecta para salir y tomar aire, pensar en los asuntos de cada uno, ya que el parque se encontraba prácticamente vacío.
Hacía un par de días que las clases habían acabado. Eran vacaciones de verano. Su colegio, el instituto Howarts, era un internado que se encontraba a las afueras de la ciudad. Era por esto que tenía la mayor parte del día libre.
Llegaba a la parte, más profunda, y rodeada de árboles del lugar. Le encantaba. Observó el cielo, y vio como espesas nubes grises, estaban sobre él. Definitivamente, pronto llovería. Fue en ese momento, en que dio la vuelta para regresar a casa, que lo vio.
Un muchacho de rubios cabellos, casi platinados, tenía su mano cerrada en un puño, y sangrando, contra unos de los árboles. Su mirada estaba gacha, y podría jurar que lo que rodaba por sus mejillas, eran lágrimas.
-¿Malfoy…?- Susurró su nombre, aunque audible. El rubio se dio vuelta algo sorprendido, y se le quedó mirando casi con vergüenza y miedo.
-¿Qué quieres, Potter…?- Siseó sin mirarle, y volviéndose al árbol.
-… ¿Te…te encuentras bien?- Tartamudeó un poco. La verdad es que jamás había visto así, a su mayor enemigo del colegio. Eran compañeros de salón, pero desde el primer día, no se soportaron, y sus conversaciones, comúnmente incluían insultos y/o amenazas.
-Eso…., no te incumbe…- Susurró, mientras sentía una infinita ola de ira apoderarse de él. Apretó sus ojos. Y dirigió su puño al árbol, golpeándolo. Una, y otra, y otra vez.
No podía dejar de hacerlo. Sentía que era la única manera de descargarse de todo lo que sentía en ese momento. Fue cuando sintió que su puño, era detenido por otra mano, e impulsivamente, con su mano libre, golpeó el rostro de la otra persona.
Harry, sintió un gran dolor en su ojo izquierdo, pero le ignoró. Malfoy se liberó, y volvió a golpearle.
-¿Qué se supone…que haces,….idiota?- Le preguntó, jadeante.
-Evito que te lastimes…- Explicó tranquilamente, el moreno.
-¿Por qué habrías de…preocuparte? Tú me odias…- Habló con voz cansada y tosca.
Harry no encontró una respuesta a esa pregunta. Ya que ni él mismo sabía, porque lo hacía. Solo sentía que así debía ser. Una extraña sensación en su interior, le ordenaba, que ayudara al joven Malfoy. Sensación, que jamás había sentido.
Entonces, observó la mirada de Draco. Sus ojos brillaban por las lágrimas que intentaba controlar, y su cara denotaba la tristeza y el cansancio que sentía. En ese momento se percató, de que había comenzado a llover. Fijó su vista en las mejillas del rubio, las cuales estaban de un ligero rubor rosa y él, respiraba con mucho esfuerzo. Harry, preocupado, llevó una mano a la frente del otro chico.
-Maldición, Malfoy. Tienes fiebre…- Resopló con preocupación. Se puso a su lado, y pasó uno de sus brazos por su cintura. Draco, quien estaba en la semiinconsciencia, lo miró estupefacto y asombrado.
-Iremos a mi departamento, no puedo dejarte así…- Le aviso, sin dejar que dijera algún comentario en contra.
Agradeció enormemente, el hecho de que las calles estuvieran totalmente vacías, ya que la imagen de él agarrando al rubio por la cintura, y unos de sus brazos, sobre sus hombros, debía ser algo extraña de ver.
Al llegar al departamento donde vivía, recostó al muchacho sobre su cama. Le sacó sus zapatos, y la campera que llevaba.
Harry, se acercó nuevamente a él, para colocarle sobre la frente algo que disminuyera la fiebre. Fue entonces, que se percato de la otra cara de Malfoy, que tenía el "placer" de conocer.
Siempre había visto al Malfoy altanero, engreído, el chico con esa mirada de superioridad ante todo y todos. Era esa, una de las razones, por las que no le agradaba del todo el chico. Tambien, era la persona de mejores calificaciones en su salón, y porque no decir en la escuela entera. El que insultaba a sus amigos y que lo golpeaba "accidentalmente" cada vez, que pasaba cerca de él.
En cambio, ahora, el mismo chico, el mismo rubio, tenía un aura de tristeza, soledad e ira. Y a la vez, parecía tan indefenso que lograba confundir a cualquiera.
Se alejó de él, y se dirigió a la cocina. Prepararía algo de comer para cuando el chico despertara.
Comenzó a cortar algunas verduras, no muy seguro de que podría prepararle. Sonrió irónicamente, si su amigo, Ron Weasley, lo viera en ese momento cocinando para Malfoy, seguramente pensaría que le habían cambiado por algún raro clon, o hasta que le habían lavado el cerebro. Y es que si, la imaginación de su amigo era así, y no se atrevería a cambiarlo. En cambio su amiga desde los seis años, Hermione Granger, lo conocía también que buscaría la respuesta lógica a aquello. Respuesta que se sorprendería, al saber que ni él mismo la sabía.
Decidió dejar de pensar en eso, y concentrarse en su trabajo.
Exactamente una hora después, entró nuevamente a la habitación. Allí se hallaba Draco, ya más tranquilo y respirando normalmente, aunque las mejillas, levemente sonrosadas. Debía ser gracias a la medicina que le dio antes de que se durmiera.
Se sentía extraño. Ver a Draco Malfoy, tan apacible y dormido en su cama, provocaba una extraña sensación en él. Sin darse cuenta se estaba acercando al rubio lentamente. Pero un par de ojos grises, que le miraron confusos y curiosos, lo detuvieron de tal acción.
-¿Qué haces…?
-Nada, solo….nada.- Harry estaba rojo, y miraba hacia otra dirección para ocultarlo, no tan eficazmente como pensaba-¿Puedes levantarte? La…comida está lista.
Llevó al sorprendido muchacho, hasta el comedor de su departamento. Extrañamente, estaba nervioso ¿ Le gustaría su comida? Sacudió la cabeza, ¡¿qué rayos le importaba a él, si le gustaba o no?!
Un par de horas después, el rubio ya no tenía fiebre y estaba en mejor estado. Ambos, estaban en el sofá, mirando, no realmente, la televisión.
-Oye…- Harry le miró, y después de un poco de silencio al fin habló- ¿Vives solo?-Preguntó Draco.
-Bueno, si…- Vio otra pregunta, en los ojos del chico, y suspiró- Mis padres, murieron, cuando era niño, y de alguna manera me quedé aquí, aunque los demás inquilinos del edificio siempre se han preocupado por mí, y al principio eran ellos quienes me cuidaban. Después, aprendí, yo mismo a mantenerme. Al igual que tuve que conseguir un trabajo, durante el tiempo que no estoy en el colegio..
Draco sonrió de lado. Y sus ojos se perdieron en la nada.
-Sabes… ¿Por qué hacía eso en el parque…?- Preguntó a Harry, este negó.
-Mis padres, la semana pasada tuvieron una conferencia en el extranjero, yo debería haber ido, pero me negué. Discutí con mi padre por ello. Deberían haber vuelto ayer…pero no lo hicieron. Cuando venían hacia acá, papá se durmió mientras manejaba y tuvieron un accidente. Ambos murieron, me lo comunicaron al despertar…
Harry, se sorprendió muchísimo. Se esperaba cualquier cosa menos aquello. Claramente, sabía cómo se sentía, el perder a tus padres.
-Lo que más rabia me da, es que si yo hubiera ido, esto no habría ocurrido. Yo no soy de dormir cuando viajamos, si hubiera ido, habría despertado a mi padre, evitando el accidente…- Los ojos grises, ahora estaban rojos, y finas lágrimas caían por sus mejillas. Culpabilidad. Ese era el sentimiento que Draco Malfoy sentía en su interior.
Harry, no sabía qué hacer, así que reaccionó de la única forma que sabía. Le abrazó. Le abrazó tan fuerte como pudo.
Al principio, Draco se había quedado quieto, sorprendido. Nadie aparte de su madre le había abrazado jamás. Pasando ya, la estupefacción, respondió al abrazo.
Estuvieron varios minutos así, hasta que el móvil de Malfoy, comenzó a sonar.
-Diga…-Draco, abrió los ojos al reconocer la voz.- Snape…sí, estoy bien…no te preocupes…pero…vale, iré.- y así cortó la llamada.
-Tengo que irme, Snape, está preocupado y esperándome en casa…
El morocho, sonrió. Había olvidado, que Severus Snape, el profesor de Química, era el padrino de Draco. Ahora tendría a alguien con quien hablar.
Los dos, se levantaron en dirección a la puerta.
-¿Quieres que te acompañe?- El rubio, negó- Al menos dame tu número y te llamaré, para saber si has llegado bien- Draco levantó una ceja.
-¿Acaso eres mi madre?- Harry, se sonrojó. Aún así Draco sacó su móvil.- Dame el tuyo, yo te llamaré.
Después de anotar el número, Malfoy se fue.
Pasados unos treinta minutos, el celular de Harry sonó.
Llegué, y estoy bien.
Buenas noches, y…gracias.
D.M
El ojiverde, sonrió.
Cuentas conmigo.
Buenas noches.
H.P
