Dime adiós
PG-15
Kawamura/Oishi
Angst y romance.
Por ser cumpleaños de Taka-san…
Nabichan Saotome.
Quizá fuera porque ambos eran tan parecidos, que Syuichirou lo permitía, alimentaba y deseaba por igual. Hacía propia la ilusión del otro, le miraba dulcemente, colocaba el brazo derecho tras su espalda y le halaba contra sí, mirándolo con ternura. Después le besaba en una muy lenta caricia, tocándolo tal si fuera frágil, llevándolo a la cama tras arrojar una última mirada a la puerta cerrada.
Acostados ambos, Oishi cuidaba de permanecer en silencio, deshaciendo la camisa blanca de Takashi y mientras tanto dedicándole pequeños besos que hacían a los dos perder conciencia de sí mismos. Quitaba la ropa de ambos y se entregaba, fingiendo amar la piel que tocaban la yema de sus dedos, adorando a su amigo, besándolo y deleitándose con el mismo trato. Tiritaba de placer en cuanto el otro le ponía las manos encima y correspondía. Se mordía los labios.
Aún así el desasosiego, aquel que siempre acompañaba sus tardes, no desaparecía, por el contrario se iba haciendo más profundo. Dolía y mataba el deleite en ocasiones aunque éste fuera reavivado por besos, coba y caricias después. Les distraía.
Oishi entonces debía cerrar los ojos, penetrando a su amigo con suavidad, debía concentrarse en él, en lo que significaba realmente. No en el placer de media tarde que frecuentaban sino en el cariño que siempre le daba a manos llenas. Se culpaba, procuraba no llorar y en cambio seguía haciéndole el amor, satisfecho si de los labios de Takashi, fuertemente cerrados para no llamar la atención de sus padres, lograba escuchar apagados gemidos que pedían más y de manera entrecortada le nombraban "Syuichirou".
Esos instantes, justo aquella tarde, era similar a la escena de siempre.
Oishi intentó engañarse a sí mismo, jugando a amar a Takashi. Le ofreció palabras dulces y nuevamente había accedido a destrozarse el corazón.
-Feliz cumpleaños- pronunció, al momento quedando paralizado, observándole dolorosamente.
"¿Por qué habría de ser feliz?" pensó, saliendo de su cuerpo y levantándose, sentándose a su lado en la cama, visiblemente confundido. –Perdona…no debí decir eso- indicó. –No sé porqué… creí que esta vez podría ser diferente…- Takashi, normalizando su respiración, le tomó del brazo y le jaló, invitándolo a acostarse de nueva cuenta.
-Está bien, no importa. Con el tiempo…- aquella esperanza nunca desaparecía.
-No, Taka-san…- su voz se entrecortó. -…sabes que no puedo seguir con esto. Ya no…- el otro joven seguía halándolo, con impaciencia, deseando no escucharle. –Basta- apartó el brazo, decidido, virando a su compañero de cuarto. –Sabes que lo amo… y cada que hacemos esto… es decir, sí, me gusta… pero no dejo de pensar en él- desvió la mirada. –Tengo que intentarlo- con aquella intención se puso en pie, y Kawamura estuvo a punto de detenerle, mas el propio razonamiento del joven le hizo desistir, sentándose mientras veía por última vez el cuerpo de su amante y uno de sus mejores amigos, pronto cubierto con la ropa.
Estaba ansioso. Era la despedida.
Aún si asistirían a la universidad a la mañana siguiente, si volverían a verse en clases… no sería lo mismo. Ya no podría pretender que Syuichirou sería suyo alguna vez, no si aquél chico del que estaba enamorado le aceptaba. Y Takashi sabía, con tanta seguridad que empezó a llorar, que eso sucedería.
Cuando el joven trigueño ya estaba en la puerta, con suave voz, gentil aunque entrecortada, le detuvo.
-Si las cosas no funcionan con Momo sabes que… te estoy esperando ¿verdad?- y sonrió, con tanta sinceridad como le fue posible, manteniendo ingenuamente la fe por su propio deseo. Pero en cuanto vio a Oishi asentir, tomar su mochila del suelo e irse, echó el cuerpo atrás y comenzó a llorar.
No regresaría.
