No debería publicar un nuevo fic cuando todavía no he terminado el otro... —,— Pero no pude evitarlo, la idea surgió en medio de una clase de literatura inglesa y en vez de tomar apuntes, estuve planificando las bases de este fic... Que se la va hacer xD La verdad es que estoy muy entusiasmada con esta nueva idea, pero la última palabra siempre la tenéis vosotros, así que leed y juzgad vosotros mismos :33

Shingeki no Kyojin no me pertenece.

Parejas: LevixEren ErwinxArmin


Custodia

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Institución Educativa Rothaid

A pesar de las múltiples advertencias y amenazas sobre su futuro, Eren seguía llegando tarde a clase casi cada día. Hacía poco menos de diez minutos que se había levantado de la cama, y ni siquiera le había dado tiempo a desayunar en el comedor. Cargando con la mochila sobre los hombros, recorría el pasillo a toda velocidad, que a esa hora estaba prácticamente vacío, pues todos ya estaban en sus aulas. Su inpuntualidad era un hábito que los profesores habían aceptado como un hecho irremediable, y por eso, en vez de regañarle por su irresponsabilidad, se limitaban a lanzarle una mirada desdeñable cada vez que irrumpía en clase diez minutos después de haber sido empezada.

Y esa vez no fue diferente, regulando su respiración, abrió la puerta de su clase y como era de esperar, la profesora Brzenska calló abruptamente y le miró con cara de pocos amigos. Eren murmuró un: "perdón" casi inaudible y tomó asiento al lado de su mejor amigo Armin, quien se encontraba en segunda fila.

Tras muchos años en esa institución, los profesores se preguntaban cómo dos personas tan diferentes podían ser mejores amigos. Más de una vez, intentaron persuadir a Armin para que hablara con Eren y le aconsejara cambiar esa actitud tan despreocupada y a la vez agresiva que sacaba a relucir en los momentos menos inesperados. Mas el pequeño rubio había desistido hacía tiempo de tratar de enseñarle buena educación frente a los profesores.

Y es que Eren era bien conocido por toda la institución como un alumno potencialmente problemático, y Armin como uno de los mejores alumnos que había pasado por la institución a lo largo de toda la historia.

—... Como iba diciendo, antes de que Jaeger hiciera gala otra vez de su insolencia —dijo, y le lanzó una mirada amenazante—, hoy dará inicio la selección de algunos de vosotros para pasar a estar bajo la tutela de un tutor que se hará cargo de ustedes de ahora en adelante.

"Querrás decir dueños" —pensó Eren con resentimiento.

—Durante el día y por los seis días restantes, los elegidos serán llamados y deberán presentarse ante el despacho de Shadis para ser informados sobre sus nuevos tutores. Debido a la gran demanda que hemos recibido este año, las selecciones han empezado ya y terminarán a las nueve de la noche.

Aquella iba a ser una semana donde muchos alumnos dejarían la institución para siempre y pasarían a manos de un desconocido que les había comprado por una exorbitante cantidad de dinero.

—Supongo que ya estáis al corriente, pero os recuerdo que si vuestro expediente está repleto de faltas graves —otra mirada dirigida a Eren—, hay muy pocas posibilidades de que no seáis elegidos.

"Como si me importara" —pensó este mientras jugaba con su bolígrafo.

Terminada la explicación, Brzenska retomó la sesión del día anterior a la vez que sus alumnos abrían las libretas listos para tomar apuntes. Armin escuchaba con atención y remarcaba conceptos y definiciones comentados ya anteriormente; Eren con el rostro recostado sobre su mano izquierda, garabateaba sobre la hoja y escuchando a medias. Echando una ojeada a su amigo, pensó en las altas probabilidades de que Armin fuera elegido ese mismo día. Estaba seguro de que muchos dueños se disputaban por tenerlo, y aquello no le hizo ni pizca de gracia.

Si Armin se iba, él se iba a quedar solo, rodeado de idiotas que ansiaban ser elegidos y de profesores que le recordaban cada dos por tres, que él iba a quedarse en esa institución para siempre. Teniendo en cuenta si historial, le darían algún trabajo mísero y poco reconocido; quizá lo pondrían a servir el desayuno todas las mañanas, o peor aún, de bedel... Fregar suelos y desatascar retretes era algo por lo que no estaba dispuesto a pasar.

Casi que la idea de ser elegido no se veía tan mala comparada con eso último, pero tuvo que admitir a regañadientes que Brzenska tenía razón, su expediente dejaba bien claro que él no había nacido para servir a nadie.

Pasadas dos horas, salieron de clase y fueron a la siguiente, percatándose de que algunos alumnos se mostraban emocionados por haber sido elegidos y contando a sus otros compañeros que después de hablar con Shadis, te llevaban hasta otro despacho y allí hablabas en privado con tu futuro tutor.

Eren notó como Armin no se perdía detalle de los cuchicheos y aunque no lo expresara en voz alta, por dentro deseaba ser elegido lo más pronto posible, para así poder salir de esa institución y ver mundo más allá de esas cuatro paredes. El castaño compartía ese mismo deseo, pero no a costa de dejar su vida a manos de un completo desconocido.

Entrando en el aula 104, la profesora Hange les esperaba impaciente. De todas las asignaturas que había cursado Eren durante todos esos años, Literatura Medieval era su favorita. Era cierto que Hange era considerada una freak en todos los aspectos, pero de entre todos, era la única que se había ganado el respeto de Eren.

Eren leyó en la pizarra "La obra más influyente de la época clásica, página 72", y abrió el libro de literatura y fue pasando las páginas hasta detenerse en la página indicada.

—¡Hoy por fin, hablaremos de una de las obras literarias más influyentes de toda la historia! —exclamó con los ojos muy abiertos y conteniéndose para no gritar de emoción—. No sabemos quién la escribió, ni tampoco el año exacto en que fue escrita, aunque algunos historiadores creen que fue alrededor del año 845, pero lo importante es que debemos considerarla un clásico universal...

Armin plasmaba las palabras de Hange en su libreta casi con la misma devoción con que esta hablaba. Eren no tomaba apuntes, casi nunca lo hacía, pero sí prestaba atención a lo que decía su profesora.

—¿Algún voluntario para leer el prólogo de "Ataque a los titanes"? —preguntó Hange expectante.

Sin que nadie se sorprendiera, Armin levantó la mano, y con una seña de aprobación por parte de la castaña, este empezó a leer en voz alta:

—"Aquel día, la raza humana recordó, que vivía atemorizada por los titanes dentro de unas jaulas llamadas muros...".

Eren levantó una ceja curiosos ante esas palabras, y escuchó con atención a su amigo mientras en su libreta dibujaba los supuestos titanes y la humanidad recluida dentro los muros.

En general, fue una clase bastante entretenida e interesante, y cuando sonó el timbre a la una del mediodía, todos los estudiantes recogieron sus cosas y se dirigieron hacia la cafetería/comedor a toda prisa. Eren y Armin se apresuraron y adelantaron a los demás para poder coger sitio y no tener que comer en el suelo.

Por suerte, la cola para servirse la comida no era muy larga, y en poco más de cinco minutos, ya tenían su bandeja con la comida de ese día. Sentándose en una mesa apartada, empezaron a comer y a comentar de forma superficial las clases de esa mañana. Eren percibió cierta preocupación el rostro de su amigo, y sin poder contenerse, dijo:

—No te preocupes, Armin. Estoy seguro de que hoy te elegirán sin falta. Probablemente haya una cola como esta que ves para poder elegirte. Hasta los profesores dicen que eres el favorito de este año.

Este asintió con timidez. Pero cuanto más esperaba, más nervioso se ponía.

—Ya verás como en clase de Ética y Moral te llamarán para que conozcas a tu nuevo due... tutor —afirmó Eren en un intento por darle ánimos.

Y por asombroso que pareciese, resultó que su predicción era acertada, aunque llevara una sorpresa inesperada. Tres horas después, en medio de la clase, entró un profesor anunciando lo siguiente:

—Armin Arlet y Eren Jaeger presentaos en el despacho de Shadis.

Boquiabiertos, todos los alumnos, incluido el propio profesor miraron a Eren atónitos. Permaneciendo estático, un murmullo de voces incomodaron al castaño que parecía incapaz de asimilar aquel impactante anuncio. Armin, quien estaba a su lado, le dio un codazo y le indicó que se levantara.

Sin dar crédito, se levantó y salió de la clase junto con Armin, oyendo de fondo los cuchicheos de sus compañeros. Confuso, miró a su amigo en busca de una explicación coherente para aquello, pero este se limitó a encogerse de hombros algo perplejo.

¿De verdad alguien le había elegido? Por muchas vueltas que le diera, no lograba entender el por qué. Subiendo las escaleras, llegaron a la segunda planta y siguieron recto hasta el fondo, donde se encontraba el despacho del director de esa institución. Frente a la puerta, Armin llamó dos veces y una voz desde dentro les hizo entrar.

Alto, moreno, con arrugas, sin una pizca de pelo y con una clara tendencia a humillar a sus alumnos; así era Keith Shadis.

—Sentaos —indicó serio.

Eren y Armin obedecieron y se sentaron en las dos sillas que había colocadas frente a su mesa.

—Arlet, durante semanas has sido tema de disputa entre seis tutores que reclamaban tu tutela —empezó Shadis, dirigiéndose primero al rubio—. Después de escuchar a los seis tutores y debatir cual sería la mejor opción, el consejo decidió que lo mejor para tu futuro sería estar bajo el mando del Secretario de Estado de Defensa de Rothaid.

Eren con la boca abierta miró a su amigo que tenía la misma cara de conmoción.

—¿Perdone?

—Jamás en todos los años que llevamos en esta institución una persona de tan alto cargo nos ha solicitado la tutela de alguno de nuestros alumnos y creemos que es una oportunidad única para alguien como tú —explicó Shadis con cierto orgullo en su voz.

Armin, por su parte, seguía con los ojos desorbitados y un leve temblor en su labio inferior.

—Respecto a ti, Eren Jaeger —dijo en un tono áspero y duro—, tu tutela ha sido solicitada por el Capitán de la División Especial del Cuerpo de Investigación Criminal.

—¿Có... Cómo? —tartamudeó el castaño con una risa nerviosa.

—Al parecer leyó tu expediente y sintió curiosidad por ti. Quiere tenerte bajo su mando y el consejo ha decidido darle su aprobación.

Tras esas últimas palabras, un silencio sepulcral reinó en el despacho. Ni Eren ni Armin dijeron nada al respecto, probablemente demasiado impactados como para decir algo. Shadis esperó unos segundos más, pero al ver que los dos chicos no reaccionaban, concluyó con un:

—Vuestros respectivos tutores os están esperando en los despachos de enfrente para conoceros. Arlet tienes que ir al B2, y Jaeger en el B3.

Asintiendo, pero mudos de palabras, se levantaron y salieron del despacho sin haber asimilado del todo lo dicho por Shadis. Algo temerosos, observaron los despachos que les habían sido asignados para conocer a sus futuros dueños, y por alguna razón, Eren lo único que deseaba, era irse de allí y encerrarse en su dormitorio.

—Bueno... —dijo Armin nervioso—. Pues allá vamos, buena suerte, Eren.

—S-Sí... Buena suerte a ti también.

Y dicho eso, agarraron la manecilla de la puerta y tiraron de ella al mismo tiempo. Eren entró en el despacho y lo primero que vio fue a un hombre de baja estatura, recostado en la pared, de brazos cruzados y mirándolo fijamente. Pese a ser más alto que él, había algo en su presencia que le intimidaba y le hacía sentirse pequeño e indefenso.

—Us-Usted debe ser...

—Levi, tu dueño a partir de ahora.

Eren sintió como se le calentaban las mejillas. Ni siquiera se había molestado en llamarse "tutor", sino que directamente utilizó ese término que la mayoría pensaba, pero que nadie decía en voz alta.

—¿Por qué está interesado en mí? —preguntó bruscamente, controlando su temperamento.

—Eres muy insolente —afirmó Levi sin quitarle el ojo de encima—. Pero ya habrá tiempo para domesticarte, escoria.

La rabia emergió con fuerza desde el interior de Eren, apretando los puños, se mordió el labio para no responderle de la peor forma posible.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta que te llamen escoria? Es lo que eres, ¿no?

Tirando todo su auto-control por la borda, se abalanzó sobre Levi con un rugido de rabia, pero este fue más rápido y adivinando sus movimientos, se agachó, agarró su brazo derecho con fuerza, lo torció colocándolo detrás de su espalda, provocando un aullido de dolor en el castaño, y lo estampó contra la pared.

—Personalmente creo que el dolor es la mejor forma de disciplina —susurró Levi a escasos centímetros de su oído—. Pero si no quieres sufrir daño alguno, no intentes desafiarme.

Poco a poco, Levi soltó el agarre que mantenía a Eren apresado y con una sonrisa cruel, dijo:

—Ve a hacer tu maleta, tienes una hora.

Colérico pero a la vez atemorizado, salió del despacho con la respiración acelerada y el corazón latiéndole violentamente. Su primer encuentro y por poco se matan... Aquello no auguraba nada bueno. Esperó, por lo menos, que a Armin le estuviera yendo mejor.

En el despacho B2, dos rubios se daban la mano educadamente.

—Es un placer conocerte, Armin —saludó el hombre rubio y fornido.

—El... El placer es mío, señor...

—Erwin, Erwin Smith —reveló con una cálida sonrisa.

Armin asintió, tímido y cohibido por la imponente presencia de su tutor.

—No ha sido fácil, pero al final conseguí ganarme tu custodia —informó satisfecho de si mismo—. Desde que leí tu expediente por primera vez, supe que eras el indicado. Estoy muy contento de poder tenerte al fin.

El pequeño rubio enrojeció ante aquella confesión.

—Es un honor que alguien con un cargo tan importante como el suyo, me haya elegido —dijo azorado, pero con voz clara y firme.

—Eres incluso mejor a como te imaginaba —declaró acariciando su mejilla.

Armin creyó que iba a desmayarse ante aquel gesto. Obligándose a mantener la compostura, aguardó a que Erwin volviera a hablar, pues él se había quedado sin habla.

—Si te parece bien, hablaré con Shadis mientras tú preparas la maleta.

—Por supuesto.

Abriendo la puerta del despacho, Armin se encaminó hacia el dormitorio que compartía con Eren, reprimiéndose para no correr y dar saltos de alegría. Esperó que a su amigo le hubiese ido tan bien como a él.

Erwin cerró la puerta del despacho y se encontró con Levi, quien le esperaba con su habitual rostro inexpresivo.

—¿Qué te ha parecido? —le preguntó el rubio curioso.

—No ha estado mal —opinó Levi.

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