Prologo:

Inclusive siendo perseguido no dejaba de correr por aquellos largos pasillos, respirando agitadamente y sintiendo el calor subir por todo su cuerpo; ya estaba a punto de ocurrir aquello que su creador profeso.

La luz del mediodía se filtraba atravez de los ventanales rotos y con los bordes oxidados, en lo alto del techo; al menos eso le dejaba ver el camino próximo que tomaría para despistar a sus perseguidores. No quería ser devuelto a esa sala blanca, con herramientas que solo le hacían daño.

¡Detente! – gritaron desde atrás uno de los hombres, con furia contenida -. ¡Ya verás lo que te hará Saix cuando te atrapemos!

Dio un respingo al escuchar ese nombre. Lo odiaba. No solo lo odiaba a él, odiaba en lo que le había hecho durante los meses que lo tuvo cautivo en su laboratorio. Experimentando con su cuerpo, mente y salud. Era un completo maniático que solo deseaba el dolor de otros; pues según tenia él entendido, disfrutaba ver el sufrimiento a costa de otros.

Las pisadas se escucharon más próximas a su persona y solo atino a aumentar la velocidad, sin pesárselo dos veces, tratando de dejar una considerable distancia entre él y los demás.

Si hubiese estado en una carrera, como años atrás las tuvo con su mejor amigo: Riku, de seguro se sentiría emocionado al ganarle y ver que su resistencia había mejorado considerablemente; pero la realidad era otra. Un realidad que nunca espero tener tras haber dejado que su amigo y compañero se alejara de su vida. Un realidad que se distorsiono a medida que lo veía alejarse desde lo lejos, sin detenerlo y sin ser consciente de que le traería consecuencias, y las ha estado viviendo durante esos malditos meses.

La puerta estaba a escasos centímetros, faltaba poco, muy poco para poder saborear la libertad entre sus brazos. Pero lo que no llego a tomar en cuenta, fue la sombra que se desplazo con agilidad, interponiéndose entre él y, lo que pronto seria, una nueva vida. Abrió los ojos temblando y aligerando el paso. Era el bastardo ese.

¿A dónde creías que ibas, Sora? – comento el joven científico de pelo azulado, acercándose hacia donde estaba parado el castaño, inmóvil y con los ojos a punto de salirse de sus orbitas – Fue de una muy mala educación salir sin dar previo aviso. Si deseabas salir, me lo hubiese pedido nada más.

Apretó los puños con fuerza y siendo incapaz de pronunciar palabra alguna. Lo había atrapado. Pero al menos, lo intento, ¿No?

Ahora, regresemos a tu habitación, los demás han dejado de perseguirte por órdenes mías; para que no te lastimen – Mentira. Eso fue lo primero que pensó al mirar por detrás de él. Tal y como dijo Saix, no había nadie. Ni si quiera se había dado cuenta desde cuando le dejaron de perseguir. Aun así, sabía que si regresaba con el científico a su 'habitación' volvería a hacerle daño.

Antes de protestarle algo o si quiera de golpearlo, una estridente risa resonó por el pasillo, junto con el rugido de lo que parecía una motocicleta. Y no se equivoco. A los pocos segundos, y de donde había venido Sora, una motocicleta negra hizo acto de presencia junto con el que manejaba aquel vehículo. Un pelirrojo, con una sonrisa de autosuficiencia plasmada en su rostro, miraba entre divertido y asqueado al joven peli azul, quien solo frunció el ceño al verlo ahí.

El rugido se volvió a escuchar, y ahora le acompañaba el derrape que acaba de maniobrar. El pelirrojo se acercaba peligrosamente a él a una velocidad inigualable y sin siquiera dar señales de titubeos.

Lo único que llego a sentir, fue como le tomaban por la cintura y lo jalaban junto con el loco de la moto. Y, a lo lejos, los gritos de rabia de Saix al ver que su exitoso experimento se escapaba junto con el desconocido. O al menos era un desconocido para él, pues no recordaba haberlo visto antes.

Hace mucho que no te veía, pequeñajo – le comento a la vez que lo acomodaba detrás de él, sin dejar de manejar la moto - Ya verás como Kairi se emocionara al volverte a ver.

¿Kairi? – de algo le sonaba ese nombre, sin embargo, no llegaba a saber de dónde provenía; rebusco en lo más profundo de sus recuerdos. Un golpe de lleno le dio en el corazón, asfixiándolo durante unos segundos, escasos segundos en los que el pelirrojo no llego a darse cuenta de lo que le pasaba a su compañero detrás de sí – Kairi… - volvió a susurrar su nombre, sonriendo con malicia. Ahora si la recordaba.

¿Te acuerdas de ella? – pregunto con asombro, sin dejar de mirar la ruta que tomaban - Y… ¿Me recuerdas a mi?

Se quedo callado durante unos segundos, pensando si había visto al pelirrojo ese que lo había sacado de la prisión de Saix. Un nombre surco en su mente, haciéndolo dudar durante unos segundos y finalmente, arriesgándose, le dijo:

Tú eres Axel – el aludido le miro de reojo divertido.

Vaya que si me recuerdas – suspiro de alivio, algo que no duro mucho al sentir las manos de Sora rodear su cuello, aprisionándolo y dejándole sin aire -¿Sora…que…haces?

Tu eres Axel – volvió a decir, agrandando su sonrisa y dejando que sus ojos destellasen un brillo ambarino. Apretó con un poco más de fuerza su cuello y añadió: - el que convenció a Riku de que me dejara.