Disclaimer: Glee es propiedad de Ryan Murphy, y Fox. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de copyright.
Título: El Amor no Siempre es Fácil.
Pairing: Blaine Anderson & Kurt Hummel.
Rating: NC-17. (MA)
Resumen: ¿Un reprobado es capaz de cambiar tu vida? Kurt Hummel está a punto de descubrir que sí. ¿Qué pasaría si tu profesor particular es demasiado apetecible?¿Qué pasaría si es el tío de tu mejor amiga, y que además le gusta otro? Y claro el hecho de que Kurt sea menor de edad solo complica todo.
El Encuentro.
14:00 P.M. Miércoles.
Kurt estaba nervioso. No paraba de restregarse las manos contra su jean ajustado mientras la profesora de matemática entregaba las hojas de examen. Tenía que aprobar. Tenía que pasar ese maldito examen si quería seguir estando en el equipo. La profesora llegó, y le lanzó una mirada fulminante antes de dejar su examen sobre el banco. El corazón se le paró por unos instantes.
Dos.
Estaba arruinado. Tragó con profundidad sin saber qué hacer. La campana resonó en sus oídos. El cuerpo de Kurt se movió casi mecánicamente hacia su casillero. La respiración se le cortó cuando una chica rubia, con ojos soñadores se acercó a él.
- Kurt, Sue te espera es su despacho. – Dijo, antes de retirarse.
- Gracias, Britt. – Susurró, casi sin voz. Esa nota ponía en serio riesgo su posición en el equipo. Llegó y pasó al despacho. Sue le ordenó que se sentara.
- ¿Hay algo que quieras decirme porcelana? - Kurt hizo una mueca ante el apodo, pero no respondió – El mes pasado te advertí de que si no mejorabas tus notas, tu puesto se pondría en duda. – Kurt siguió sin responder. Su respiración era agitada. – Siento esto, pero luego de tu mala reputación debo sacarte de las animadoras. Al menos temporalmente, hasta que recuperes tu buen promedio académico. Ahora vete. - El chico se levantó. Estaba pálido. Lo habían echado de las animadoras, hasta que no le fuera bien en matemática. Cosa que consideraba imposible.
El resto del día se la pasó de clase en clase sin prestar verdadera atención. Se estaba enfrentando a la idea de decirle a su padre, quien seguro lo castigaría. Sintió como alguien lo abrazaba por la espalda. Era Santana.
- Hola Kurtie. ¿Quieres que te acompañemos a tu casa? – dijo la joven. Kurt se limitó a asentir. Al momento Quin y Mercedes se les unieron. Las chicas conversaban alegremente. Después de varios minutos hablando de ropa, Santana se preocupo que la diva de su mejor amigo no acotara nada.- Kurt ¿estás bien?
- Me fue mal en el examen de matemática. – Susurró – Sue me echó de las animadoras. - Santana y Quin, animadoras también, lo abrazaron. Mercedes se limitó a sonreírle con cariño.
- No te preocupes bebe, solo tienes que conseguir que uno de tus compañeros te ayude o un profesor particular. – Dijo Mercedes.
- ¡Un profesor! – Exclamó Santana. – Mi tío hizo un profesorado en la materia. Hoy viene a casa después del trabajo, y le pregunto si no tiene problema de darte clases.
Kurt suspiró. No creía que un profesor lo ayudara a entender esa materia por muy bueno que fuera, pero de todas formas aceptó. Tenía que mejorar sí o sí.
18:00 P.M Miércoles.
Blaine salía del edificio donde trabajaba. La nueva serie "Dalton" no tenía mucha fama, pero no le importaba, le gustaba actuar y más con compañeros tan amigables. Se subió a su Impala azul, y manejó por las calles de Lima, escuchando a Katy Perry cantando Teenage Dream.
La casa, que era más una mansión que otra cosa, apareció frente a él. A su hermano, Cooper, siempre le había gustado el lujo. Salió de su auto y caminó hasta la puerta. Al otro lado se escuchaba a su sobrina cantar. Sonrió y tocó el timbre. Segundos después Santana se abalanzaba sobre él para plantarle un beso es su mejilla y desordenar sus rulos, bañados de gel.
Pasaron al interior, donde aún resonaba la música.
- ¿Y Cooper? – preguntó Blaine
- Trabaja, me dijo que no volvería hasta mañana por la mañana. Eh preparado pasta. La mesa ya está puesta. - Ambos se sentaron. La cena estaba deliciosa. - Blaine, ¿Crees que podrías darle unas clases de matemática a un amigo?- El joven dejó su tenedor sobre la mesa, con una mueca de disgusto en el rostro. Ese curso solo lo había hecho para que su padre dejara de amenazarle con dejarlo en la calle si no seguía una carrera, en vez de morirse de hambre como músico.
- No – dijo cortante. – Lo siento, Santana. Pero no creo que sea buena idea. Estoy bastante ocupado, entre la banda, las grabaciones y…
- ¿Tus salidas con Thad? – Santana amaba mucho a su tío, pero la ofendía el hecho de saber que Blaine estaba la mayor parte de la semana sin ningún compromiso y aún así se negara. - Se que no te gusta que hable del tema, pero es un muy buen amigo, y en verdad lo necesita.
-No, Santana. – terminó Blaine con tono brusco. La joven abrió la boca para replicar, pero en ese momento el celular de Blaine sonó, y este se apresuró a atender. - ¿Hola?
- Anderson, Fiesta, bar, alcohol. No necitas más. En media hora te paso a buscar ¿Dónde estás?
- Bien Thad, gracias por preocuparte, mi día estuvo bien, ¿Las grabaciones? Fantásticas, como siempre. – Contesto en tono sarcástico.
- Ja, ja… muy gracioso. Hablo en serio. ¿Dónde estás?
- En la casa de Cooper, pero hoy no puedo salir. Mi hermano no está y Santana está sola en casa.
- La llevamos con nosotros. – Dijo. Blaine lo maldijo al instante al ver como una sonrisa de picardía se extendía por el rostro de su sobrina.
- No, ni lo sueñes - les contestó a ambos.
- No te pongas protector ahora Blaine. Tengo una identificación falsa que servirá.- Blaine dudó. Por un lado quería ir con Thad al bar, pero no quería dejar a su sobrina sola.
- O le das clases a mi amigo, o me llevas al bar – le amenazó Santana.
Su tío soltó un suspiro.
- Okey – aceptó. – ,ve a cambiarte. - La sonrisa de Santana decayó un poco, pensaba que Blaine preferiría las clases, pero obedeció y salió deprisa a su habitación.
Una hora después estaban los tres en la puerta de un bar. Pasaron sin dificultad, al parecer Santana parecía mayor a sus quince años. Dentro, la fiesta estaba en pleno apogeo. Los tres se dirigieron a la barra, Thad inspeccionando a su alrededor, seguramente buscando quien sería su próxima víctima para llevarse a la cama.
- ¡Sam! – Exclamó la muchacha, con tono dulce. A lo que un joven rubio, con unos labios demasiado grandes, se volvió y saludó.
- Chicos, ¿Qué hace Santana aquí? Pensé que el bar no dejaba entrar a menores. – Las caras de Blaine y su sobrina palidecieron de golpe, haciendo que Sam se carcajeara – No se preocupen, no le contaré a Cooper.
Santana le sonrió, con lo que a Blaine le pareció una sonrisa coqueta. Meneó la cabeza. Santana se había enamorado del mejor amigo de su padre hace mucho tiempo. Lo que no sabía era que Sam era gay, y le gustaba alguien más. Thad pidió unas cervezas. Sam y la chica desaparecieron en la multitud agarrados de la mano.
- No te ves muy preocupado por qué tu sobrina se vaya con un hombre mayor.
- Es Sam, la conoce desde que nació. Además es gay. - Thad sonrió con malicia.
- Mmm…. Interesante - dijo, con su falsa voz de timidez.
- Ni lo creas Thad. Sam no es el chico de una sola noche.
- No te preocupes, no me voy a acercar a "boca de trucha", ya tengo a alguien en la mira. – Dijo, poniéndose en pie, y desapareciendo entre la gente, dejando a Blaine solo en la barra.
El resto de la noche pasó tranquila, Santana no había vuelto a aparecer, y tampoco Thad. Varios chicos se le habían acercado a Blaine, incluso chicas a coquetear con él. Pero este no tenía humor para seguirles el juego. Se estaba a punto de levantar para buscar a su sobrina e irse, cuando el asiento vacío a su lado se vio ocupado. El joven Anderson lo miró de reojo, y la respiración se le paralizó en el pecho.
Un ángel.
No había otra explicación. El joven era tan perfecto. Su pelo castaño estaba pulcramente peinado, su piel era como la porcelana, su nariz era simplemente bella, sus brazos finos, pero bien formados se escapaban de debajo de las mangas cortas de su camisa. El pantalón negro, ajustado, marcaba sus muslos, y las botas hacían que sus piernas parecieran aún más esbeltas. Sus labios, tan desesperantemente tentadores, se veían rosas. Pero lo más llamó la atención de Blaine fueron sus ojos, esos hermosos ojos color azul, se tornaban grises, y luego verdes según como le diera la luz.
- Hola. – Dijo, Blaine antes de reparar siquiera en lo que hacía. El joven se volvió, y lo estudió con la mirada. Una pequeña sonrisa, que casi hace que Blaine de desmayara, se formó en su rostro.
- Hola. – respondió.
¡OH, POR POTTER!
Esa voz. El joven Anderson no había escuchado nada más precioso que la voz de ese joven.
- Soy Blaine. – Le tendió una mano.
- Kurt. – Respondió el otro, y estrechó su mano con la de Blaine. El morocho tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para apartar su mano de la del otro chico.
- ¿Te encuentras bien? – Le preguntó el joven. – Estas pálido.
- Estoy bien. – Contestó Anderson. – Sólo algo cansado. Las grabaciones me tuvieron ocupado la mayor parte del día.
- ¿Eres actor? – la voz tenía un deje de entusiasmo.
- Sí, trabajo en Dalton.
- ¡Oh, no lo puedo creer! – Gritó emocionado – Te veía cara conocida. Amo esa serie. – Blaine ensanchó su sonrisa - ¡Alto! Eres… eres el actor que interpreta a Darren.
- Así es. – Pasó su mano por su pelo de forma automática, cosa que hizo que Kurt se mordiera el labio inferior.
Pronto su conversación se detuvo en la serie, hablaron sin cansancio hasta que Blaine hizo un comentario con referencia a Harry Potter, en ese momento ambos se enfrascaron en una conversación totalmente seria de lo bueno que estaba Ron en la séptima película.
A cada minuto que pasaba, sus cuerpos estaban cada vez más cerca uno del otro. Entre tragos de cerveza, risas y miradas profundas, Kurt había terminado con un ligero rubor en las mejillas, y con los labios húmedos por el alcohol, cosa que hacía que Blaine no pudiera apartar sus ojos de él.
- ¿Tengo algo en el rostro? – Preguntó el joven, algo molesto. - ¿Por qué me miras de esa forma?
- Es solo que tus labios se ven tan suaves que es muy tentador probarlos. – Blaine abrió los ojos como platos ¿Él acabada de decir eso? Kurt se ruborizó profundamente, lo que no ayudó a que Blaine despejara su mente, ya que el hecho lo hacía ver adorable.
Kurt vaciló unos instantes, y luego acercó su rostro al de Blaine.
- ¿Quieres probarlos? – Su voz se había vuelto más gutural.
Blaine asintió, y se acercó más, hasta que solo estuvieron a unos centímetros de distancia, lo miró a los ojos. Kurt le sonrió y colocó su mano en la rodilla de Blaine. El morocho no se hizo rogar más. Acunó su rostro con las manos y unió sus labios. Una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo. Las manos de Kurt atraparon sus rizos y abrió ligeramente los labios. Blaine introdujo su lengua en la boca de Kurt. Se besaban con lentitud, y eso solo hacía que ambos estén cada vez más excitados. La falta de aire lo obligó a separarse. Ambos tenían las mejillas tintadas de rojo, y la respiración agitada.
-¿Son suaves? –Preguntó Kurt con una sonrisa en los labios.
- No estoy seguro. – Contestó con una sonrisa pícara. – Creo que debería probar otra vez.
Se fundieron en un beso más desesperado. La lengua de Kurt recorría la boca de Blaine, saboreando su lengua. De un momento a otro, ambos estaban en una esquina oscura y apartada del bar, sin poder despegar sus labios. El aire se hizo necesario nuevamente. Blaine miró el cuerpo, acorralado contra la pared, de Kurt y no se resistió. Sus manos se posaron es su cintura, atrayéndolo para sí, y sus labios comenzaron un recorrido por el pálido cuello del joven. Al principio dejaba suaves besos sobre la piel, minutos después su lengua remplazó a sus labios, y cuando Kurt dejó caer su cabeza hacia un costado para dejar que Blaine jugara con su cuello, el moreno no pudo evitar empezar a morder. Se concentró es una zona del cuello que parecía hacer estremecer a Kurt cada vez que la rozaba, y comenzó a succionar la piel con fuerza. Estaba seguro de que el chico se despertaría con un gran moretón, muy difícil de esconder.
El celular de Blaine sonó, lo que lo obligó a separar su boca del cuello de Kurt. Miró de quien era el mensaje y maldijo interiormente a su hermano por ser tan oportuno.
"En dos horas estoy en casa. Gracias por quedarte con Santana. C"
¿Por qué elegiste este momento para mandarme el mensaje?
- Yo… lo siento Kurt, debo irme. Mi hermano vuelve dentro de un rato y si no encuentra a mi sobrina en casa, es posible que me mate. - El chico sonrió, aún con la respiración agitada.
- Está bien, creo que yo también me debería ir yendo de todos modos. - Blaine vaciló, su cuerpo aún estaba pegado al de Kurt, y se resistía a dejarlo.
- ¿Me das tu número? Así estaremos en contacto. - Kurt accedió y le pasó su celular. Después de un beso que duró hasta que se quedaron sin aire, Blaine se adentró entre la multitud de gente buscando a su sobrina.
"Te espero en la barra. Cooper llega en dos horas. B"
Veinte minutos después, tío y sobrina corrían al Impala azul, estacionado a unas cuadras del bar.
- ¿Y Thad? – Preguntó la joven, al notar que el amigo de Blaine no los seguía.
- Se habrá encontrado alguna distracción para la noche.
El joven Anderson miraba alternativamente el reloj de su celular, que marcaba las 3:00 am, y la carretera, en donde todos los semáforos parecían estar en rojo más tiempo del necesario. Arribaron a la residencia Anderson a las cinco menos cuarto de la mañana. Santana se apresuró a subir las escaleras, al otro día tenía instituto, Blaine se cambió y se acostó en el cómodo sillón del despacho de su hermano, que se encontraba en el segundo piso.
Veinte minutos después escuchó la puerta principal abrirse, y luego como Cooper pasaba por la habitación de Santana antes de dirigirse a la suya propia. Sonrió entre dormido, sintiendo aún los cálidos labios de Kurt sobre los suyos, y su tierno olor a vainilla.
El reloj retumbó en sus tímpanos. En cuanto abrió los ojos supo que necesitaba que alguien la llevara al colegio porque manejar en aquel estado de insomnio sería un suicidio, y estaba casi completamente segura de que su tío, Blaine, estaría en la misma situación que ella. Tal vez peor, por qué él había bebido. Así que tomó su teléfono y marcó el número de su mejor amigo.
- Hola, Kurt ¿Podrías pasar a buscarme? Es que no me siento con capacidad para manejar. - Kurt le dijo que en media hora estaba en su casa. Así que se preparó y le avisó a Blaine que en un rato se iría.
El morocho se despabiló, y escuchó como Santana bajaba la escalera. Debían de ser las nueve de la mañana. La cabeza no le dolía tanto como había pensado, solo se sentía un poco mareado y avergonzado por lo sucedido la noche anterior.
Blaine no era de los que disfrutaban de una relación de una sola noche, como lo hacía Thad. Pero el cansancio, la cerveza y ese chico habían sacado lo que ni él mismo sabía que tenía. Se levantó. La noche anterior se había limitado a ponerse un pantalón viejo que tenía en la casa de Cooper, así que tal como se había acostado, sin remera alguna que tapara su pecho, bajó las escaleras. Estaba ya cerca de la entrada cuando sonó el timbre y Santana apareció en la habitación, vestida con su uniforme de animadora. Abrió la puerta e hizo pasar a un chico.
Blaine se congeló en el último escalón.
Imposible.
Pero no había error alguno. Esa piel de porcelana, las botas, el cabello, sus labios. Los ojos verdes se encontraron repentinamente con los azules de Kurt. El joven abrió los ojos como platos, y se ruborizó furiosamente.
- ¡Oh! Blaine, ¿No podrías haberte puesto algo? – Le regaño Santana, al parecer se había percatado de la incomodidad de Kurt. – Como sea... – Suspiró y repentinamente se le ocurrió una idea. – Este es Kurt Hummel, el amigo del que te hable. El que necesita las clases de apoyo de Matemática. – Sabía que estaba poniendo a su tío en una posición incómoda, pero no iba a ser ella la que le dijera a Kurt que no lo iba a ayudar.
Blaine miró a Kurt, que parecía esculpido en piedra, con una expresión de culpabilidad en el rostro y…
No puede ser verdad. ¿Es que no puedes dejar de morderte ese labio sin parecer tan deseable?
Sin darse cuenta, una sonrisa pícara se había extendido por su rostro.
- Un gusto en conocerte, Kurt. – Se acercó y le tendió la mano. El chico la apretó con una ligera sonrisa en el rostro. – El viernes estoy libre a las cinco. Luego Santana te puede dar mi dirección.
- Gracias. – Susurró Kurt con un hilo de voz. Santana estaba completamente confundida, pero aún así contenta de que su tío haya aceptado.
- Debemos irnos Blaine. – Dijo la chica.
- Creo que antes deberías ayudar a Kurt a tapar ese chupón en el cuello. – Dijo Blaine divertido. Anoche había tenido razón, la mancha violeta que adornaba el cuello de Kurt iba a ser muy difícil de esconder.
El castaño se puso rojo como un tomate, pero miró a Blaine con una sonrisa de complicidad.
