Mi llegada

3 semanas. Ya iban 3 semanas que Brandt se fue y no había sabido nada de él. Regularmente hacíamos pequeñas excusiones en los poblados cercanos. Juntos. No queríamos separarnos durante tanto tiempo y menos en situaciones tan peligrosas. Nos cubríamos las espaldas y elaborábamos planes para entrar a escondidas de eso parásitos. Ya iban 5 años de ser así.

Tenemos que estar cerca porque al final del día sólo nos teníamos uno al otro. El mundo había sido ocupado por ajenos, dispuestos a robar nuestras vidas, sueños y esperanzas.

Estábamos al borde de desaparecer, hasta donde yo sabía no hay ningún otro humano que haya sobrevivido a la invasión... o tal vez se estaban escondiendo como nosotros en algún lugar del planeta.

Esperaba con la escopeta cerca de la puerta, en un rincón lo suficientemente escondido para ver sin ser vista. En una cabaña en medio de los Everglades, Florida, no éramos fáciles de descubrir pero si ya nos habían encontrado era probable que él no tardaran en venir poseído por un cien-pies, seguido por buscadores. No... mi Brandt moría antes que entregarme a los buscadores.

Escuché que la puerta trasera se rompía y entraban varias personas corriendo en la casa. Esperé a que pasaran frente a mí y fueran al piso de arriba. Entonces, corrí como si no hubiera un mañana por la salida de atrás para que los árboles me cubrieran.

Ya casi anochecía y el trato era esperarlo 3 semana, si él no aparecía al anochecer yo me largaba para no volver más. Seguí corriendo y de vez en cuando volteaba. Rayos. Los buscadores ya me estaban siguiendo.

Rodeé un enorme río pantanoso para esquivarlos pero ellos me distinguieron por la luz. Era no corrían, volaban. No iban a tardar bastante en atraparme, debía esconderme. Intenté huir por debajo de las gruesas ramas que proyectaban sombras protectoras para mí...pero una mano me tapó la boca y jaló de mí hacia un espacio inyectado con la luz solar que escaseaba cada vez más.

-¡Aquí estamos! ¡Vengan acá!- era Brandt, me traicionó. Intenté zafarme de sus brazos con toda la fuerza que me quedaba, pero mi huida me había dejado sin aliento y toda mi lucha era en vano.

-¡CÁLMATE, MARCELINE!-los Buscadores ya estaban lo suficientemente cerca- ¡WES! ¡VEN Y DAME UNA MANO!- el gusano dentro de él batallaba para intentar aplacar toda mi ira.

El Buscador llamado Wes se acercó cauteloso para agarrar un brazo mío pero le mordí un dedo. Él se alejó de un salto exclamando un pequeño grito, pobre hombre. No hombre, no... Wes no pasaba de los 18 años. ¿Es lo que utilizaban estos días los buscadores? Cuerpos de adolescentes inocentes para que nosotros los humanos sintiéramos simpatía. Malditos.

-¡JARED! ¡NECESITO LA LÁMPARA!- gritó Brandt y continuó en su intento por mantenerme quieta.

El hombre corpulento que llamó Jared buscó algo en sus bolsillos mientras indicaba fuerte y claro- Wes, quédate cerca de la chica para mantenerla calmada- El chaval por su parte se acercó cauteloso y con miedo. Los otros Buscadores ya casi nos alcanzaban, eran 5 junto con Brandt.

-Inténtalo de nuevo, cariño- dije mirando a Wes con furia- Esta vez no es una mordida juguetona. Te arranco el dedo-.

-Brandt si no calmas a tu chica nosotros lo hacemos por las malas- dijo el hombre más grande de todos con voz molesta. Eso fue extraño, los gusanos no suelen molestarse.

Él por su parte les contestó haciendo un diminuendo de enojo conforme pasaban sus palabras -¡ESE ES EL PROBLEMA! Marceline, voltéate a verme. Con la lámpara te mostraré que todo está bien-.

-¿Que todo va a estar bien? ¡¿Así le dicen ahora?! ¡¿Me van a abrir la nuca para que pase al lado oscuro y me dicen que todo va a estar bien?! ¡Malditos parásitos!-.

Jared se acercó mucho a mí. Tenerlo así me aplacó un poco en el breve tiempo que nuestras respiraciones se calmaban. Lentamente subió su mano hasta ponerlo a la altura de sus ojos, prendió una pequeña lámpara y apuntó a sus ojos. Caoba y negro con destellos dorados, pero al buscar un indicio de plateado... nada.

-Imposible- murmuré. Luego apuntó a mi cara y retrocedí hasta chocar con Brandt. El blanco rayo de luz artificial me escocía la vista e intenté parpadear. Así fue por un instante hasta que Jared la apagó.

-Bueno, al menos sabemos que eres humana- luego se inclinó en dirección a Brandt- Haz lo que él te pidió. Por favor, míralo- su luz se posó sobre esos ojos grises con los que estaban tan familiarizada. No pude encontrar tampoco el destello plateado. Sus brazos me soltaron y la luz se apagó.

-¿Ya me crees, Marcie?- estaba dispuesto a abrazarme pero mi mano abierta fue rápida y letal contra su mejilla. Comencé a llorar con todo lo que había reprimido esta semana. Los sollozos apenas me dejaban decir cosas coherentes.

-¡¿Dónde estabas, desgraciado?! ¡¿Cuál es tu problema?! ¡¿Tienes idea de lo preocupada que estaba?!- le solté puñetazos continuos y torpes que logró esquivar para agarrar mis muñecas y acunarme en su pecho. Yo lloré en él desahogando toda mi angustia, sólo fueron un par de minutos.

Esperé unos segundos de silencio humano, las cigarras iniciaban su obertura a la noche. Me limpié la cara y me volví a los hombres -¿Te quedaste a hacer amigos, querido?- pregunté son voz serena y neutral.

-Es una interesante historia que te contaré en el camino- dijo sonriendo.

-¿Camino? ¿A dónde vamos?- pregunté regresando a la cabaña. El grupo forastero nos venía siguiendo.

-Ellos tienen un lugar seguro para nosotros. Vamos. Son más de 20 personas viviendo seguras. Marcie, es lo que estábamos esperando- me explicaba con ojitos suplicantes.

Lo pensé en silencio hasta que llegamos a la cabaña. Subí a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. No confiaba en esos hombres pero sí en Brandt. Si él creía que era lo mejor para nosotros, era lo mejor para nosotros.

Cuando bajé con mis pertenencias y las de él empacadas todos los hombres descansaban en los sillones gastados de las sala. Se levantaron al verme. Brandt se acercó a mí con ojos ilusionados.

-¿Si vamos?- preguntó sonriendo.

Asentí y me abrazó con fuerza hasta cargarme. Solté mi cargamento porque me dio una vuelta alrededor de él y luego depositó un sonoro beso en mi mejilla.

-Te amo, Marceline. Eres lo mejor-.

-¿Cuál es el destino?- pregunté.

-Arizona- respondió una voz de barítono que no había escuchado en la persecución. Era profunda, sensual...

Me dirigí al grupo diciendo - Vámonos ya. Tenemos un largo viaje para aprenderme sus nombres y escuchar esa interesante historia-.

Salí de esa choza con más aliados de los que yo pensaba que pudiera encontrar en éste mundo. Mis esperanzas incrementaron porque estaba acompañada de nuevo por Brandt, él me tomaba la mano. Ése fue el primer momento después de la invasión que dejé de sentirme tan sola.