Abrió la ventana de su habitación con brusquedad, estaba molesta, - cada día la misma rutina- pensó con el ceño fruncido. Le parecía realmente increíble que su prometido se lo tomara todo a la ligera, ¿porque no podía simplemente ver las cosas con mayor seriedad?, después de todo ya no eran unos niños, si bien era cierto que aún eran muy jóvenes, pero no eran niños. ¿Qué no podía comportarse de acuerdo a su edad?, ya tenían dieciocho años, porque simplemente no maduraba.

Suspiro pesadamente sobándose la sien, había tenido una semana realmente difícil y su prometido no le ayudaba con su actitud tan infantil. Siempre molestándola a cada oportunidad, no importaba cuanto pudiera golpearlo, parecía no aprender nunca. Se preguntó, cuando tendría un momento de paz, pues ya no había día en que no despertara de mal humor. Pero, ¿como no hacerlo? Cualquiera que tuviera que aguantar a un prometido y una familia como la de ella, estaría igual de hastiada. Eso sin contar a un trio de locas acosándola a cada oportunidad.

Pero eso no era nada en comparación con lo que tenía que soportar a diario. Todo se había complicado desde aquel día. Hacía varios meses que ya no podía disfrutar de aquella tranquilidad, si es que se podía llamar tranquilidad tener que soportar a los locos que la rodeaban. Cerró los ojos con fuerza, de solo recordarlo le molestaba, el lio que se había armado sin que ella pudiera evitarlo. Por un momento pensó que se casaría con él, pero el muy idiota lo había arruinado todo. Lo peor no había sido eso, sino lo que vino después. Fuero las peores tres semanas. Ya no podía dormir tranquilamente ni bajar la guardia ni un segundo, a la primera oportunidad era atacada por ese trio de locas. Ranma la había tenido que defender más de una ocasión, eso era algo que realmente le molestaba, tener que depender de él…era tan humillante. Aunque con el paso de los meses la situación había cambiado, distaba mucho de ser normal nuevamente.

–Si no fuera tan cobarde – masculló moviendo la cabeza negativamente – estoy segura que si las enfrentara, todo sería diferente.

Desde que su boda había sido arruinada, la situación había cambiado: en el instituto no la dejaban en paz, todo había comenzado nuevamente como en el pasado. Las cosas en el instituto habían regresado a cómo eran antes de la llegada de Ranma, las peleas por el derecho de salir con ella habían dado comienzo otra vez. Si bien era cierto que ahora era un poco más ágil, eso no ayudaba, no era que pudiesen vencerla, el problema radicaba en que la situación la tenía hastiada. Y lo peor de toda la situación, eran las otras "prometidas". Ahhhh, pero que dolor de cabeza le habían dado. No se conformaron con irrumpir de esa manera el día en que se supone se casaría, ni con acecharla como a un cervatillo durante meses después de eso. ¡No!, ahora la acosaban en todo momento; Ukyo con su cara dulce intentando ser su amiga y Shampoo invitándola a comer en todo momento. ¿Quién se tragaba ese cuento? Ella sabía perfectamente, que lo único que querían es mantenerla vigilada,¡ qué tontería! como si fuera a suceder algo fuera de lo cotidiano.

No era que le molestara llevarse bien con ellas, todo lo contrario, de hecho Ukio siempre le había agradado. El problema es que no podía simplemente confiarse, sabía muy bien que en algún momento se les ocurriría algo para quitarla de en medio y si bajaba la guardia lo podría lamentar. Era difícil tener que vivir como un soldado en la batalla, metida siempre en una trinchera esperando que el bombardeo diera comienzo. Pero que más podía hacer, después de todo ellas solo luchaban por algo que creían les debía ser correspondido, las comprendía aunque no aprobará el método en que lo hacían. Después de todo, no se puede obligar a nadie a querer a la fuerza, ella lo sabía por experiencia propia. Y algo que le quedaba muy claro hasta ese momento, es que debería de estar siempre lista, ya que sin duda alguna, el amor es una guerra donde en cualquier lugar o en cualquier momento se fija el campo de batalla.

Se colocó su ropa de entrenamiento, debía despejar su mente, y nada mejor que entrenar un poco. Bajo las escaleras con una sonrisa en el rostro y se dirigió al dojo, definitivamente eso haría para recuperar sus ánimos y la poca cordura que aún le quedaba.

Abrió la puerta del dojo y se quedó de una pieza, hacía días que Nabiki les había prohibido la entrada alegando que tenían que hacer unas reparaciones, pero nunca se imaginó que fueran de esa magnitud.

– Akane – escucho la voz demandante de su hermana, se giró para verla. Nabiki sostenía entre sus manos una calculadora y un rollo, que si no se equivocaba, eran los planos – creí haber sido específica nada de entrenamiento hasta que el dojo esté listo, no quiero que arruinen todo nuevamente.

–Nabiki – le hablo achicando los ojos y recalcando su nombre fuertemente – se supone que el dojo debió estar listo desde la semana pasada, te ha tomado más tiempo del que habías planteado, no puedo seguir entrenando afuera.

– Se lo dije a Ranma y te lo digo a ti, las reparaciones están costando demasiado, y cómo fueron sus amigos los que causaron este desastre, ustedes pagaran las consecuencias…por cierto, me deben 5,000 yenes por las reparaciones – dijo sin más preámbulo, agitando la mano como si lo que le estuviera diciendo fuese cosa de todos los días.

– ¡Eso es totalmente ridículo! – exclamó exaltada –, tú fuiste quien invito a toda esa manada locos. Además, creo recordar que obtuviste grandes ganancias con nosotros ¿o me equivoco? La boda y el dojo estarían perfectamente bien si tu no los hubieras invitado – estaba furiosa, le era inconcebible la forma de actuar de su hermana.

– Creo que deberían solucionar sus problemas de pareja, estas muy estresada – Nabiki era astuta, le había dado la vuelta a la situación. Había cambiado el rumbo de la conversación. Ahora miraba a Akane con una sonrisa traviesa, clara muestra de que algo se le había ocurrido para hacerle pasar un mal rato y así poder divertirse un poco –. El hecho de que la boda no se haya llevado a cabo, no significa que no puedan seguir como antes. Yo diría que hasta deberían de estar mejor. Después de todo son prometidos.

– ¿De que estas hablando? – miro a su hermana con furia, su aura comenzaba a elevarse, tenía la sensación de que Nabiki estaba llevando la conversación más allá de lo que ella podía tolerar. Nabiki tan solo sonrío victoriosamente, Akane estaba entendiendo perfectamente lo que intentaba decirle, coloco las manos en la cadera y la miro con malicia. Como le divertía ver a Akane a la defensiva, ahora entendía porque a Ranma le gustaba hacerla enojar. Y pensar que llego a creer que el joven era masoquista. Como no notarlo antes, era divertido ver la cara que ponía su hermana menor cuando estaba furiosa.

– Creo Akane, que ha quedado más que claro que lo que hagan para nosotros estará muy bien. Papa y tío Genma los apoyan, sería una buena manera de canalizar toda esa furia que tienes ¿no crees? Después de todo es algo natural y realmente saludable. Estoy segura que ambos lo disfrutarían mucho – sintió su cara arder de la vergüenza, en serio Nabiki sabía cómo incomodarla –, podemos ir de compras, estoy segura que Ranma estaría más que encantado con la cantidad de lencería que podrías ponerte. ¡Es mas! podemos pedirle que nos acompañe – golpeo la palma de su mano ante su idea que le parecía fantástica, a lo cual Akane la miro como si no la conociera – así tú le modelarías y escogeríamos algo con lo que ambos estén de acuerdo. Aunque eso le quita la gracia, no podrías sorprenderlo – aseguro llevándose una mano a la barbilla de manera pensativa.

– ¡Estás loca! – grito indignada, no sabía si enfurecerse o correr a su habitación por la vergüenza. Desde que casi se había casado meses atrás, su hermana no había dejado de decirle cosas tan bochornosas, eso sin contar a los padres de ambos. Hasta Kasumi había apoyado a su tía con la ridícula idea de que ambos durmieran en la misma habitación. Y como olvidar el bochornoso mal entendido en el centro comercial ¿Cómo iba a saber ella que se encontrarían con sus hermanas y la madre de Ranma al salir de la librería? ¿a quién se le ocurre colocar una tienda de lencería junto a una librería?, ese día no había cenado para poder evitar las miles de insinuaciones que le habían estado haciendo durante todo el resto del día, y aun así no había podido evitar que la molestaran en el desayuno – ¿Cómo se te ocurre pensar que yo haría algo así con ese pervertido?

– No me digas que no lo habías pensado – Nabiki se llevó una mano a la boca fingiendo sorpresa e inocencia – tal vez deberíamos preguntarle a Ranma que opina al respecto…

– ¿De qué debería opinar? – Akane palideció al escuchar la voz de su prometido detrás de ella. Se quedó completamente inmóvil sin saber exactamente que hacer – ¿Akane?¿hay algo que deba saber? – Ranma miro a ambas mujeres con curiosidad, no entendía lo que sucedía en ese momento, pero si lo habían mencionado, solo podía significar que era algo que le incumbía a él.

– Le decía a Akane que deberíamos ir de compras, estoy segura que si se compra algo bonito te agradaría. Conozco una magnifica tienda en el centro comercial a dos locales de la heladería ¿la recuerdas? Aquella que esta junto a la librería – Ranma sintió su cara arder, en esos momentos estaba seguro que había superado el color de su camisa. Para empeorar su suerte recordó lo que se había imaginado ese día antes de encontrarse con las mujeres Saotome-Tendo. Pero como evitarlo si la tenía junto a él en ese momento, y cuando vio aquel conjunto, no pudo más que imaginársela a ella portando aquel exuberante vestuario. Se maldijo interiormente por traer a su memoria un recuerdo como ese en esos momentos. Nabiki miro ambos jóvenes y no pudo evitar soltar una carcajada. Como se divertía con esa situación, eran tan predecibles y fáciles de colocar en una situación tan bochornosa –. Vaya cuñadito, veo que no te ha desagradado para nada la idea. Supongo que ya lo habías pensado ¿no?

–Yo…yo…–Ranma se había quedado sin palabras, se sentía realmente nervioso y abochornado. Si Akane le propinaba uno de esos golpes que normalmente le da cuando la hace enojar, sabía que lo tenía bien merecido. De hecho era una idea tan tentadora para salir de ese momento tan embarazoso.

–Me voy para que se pongan de acuerdo, estoy segura que Ranma podría orientarte muy bien acerca de qué modelo comprar –, Nabiki sonrió satisfecha, había logrado su objetivo. Como extrañaría a esos dos, pero ya se las arreglaría para poder molestarlos seguido. De eso no cabía duda.

–Es-te…A-ka-ne... – Ranma no sabía que decir o que pensar, Nabiki lo había dejado en una situación de la que no sabía cómo salir. Levanto levemente la mirada y la vio ahí parada, inmóvil. Sintió su aura y le pareció de lo más extraña, era una extraña mezcla entre coraje, furia, nerviosismo, vergüenza y algo que no pudo detectar con exactitud, pero que le era muy familiar.

–Se nos hacer tarde – fue lo único que ella dijo antes de echarse a correr hacia el interior de la casa. Ranma la observo con extrañez y desconcierto, había esperado un golpe, pero no esto. Se rasco la cabeza confundido y comenzó a dirigir sus pasos hacia la casa, paso frente a los integrantes de la famila Saotome-Tendo, quienes lo miraron de una manera extraña, o al menos eso le pareció a él. Decidió no tomarle importancia, lo mejor sería tomar un baño y darse prisa o llegarían tarde.

Akane entro a su habitación, cerró la puerta y se dejó caer deslizándose por la misma. Definitivamente, cada día era la misma rutina. De una u otra forma, siempre terminaba en medio de las insinuaciones de su familia o como en este caso había sucedido, de Nabiki. Se llevó las manos a la cara frotándosela lentamente, aun se sentía abochornada, un extraño calor se había apoderado de ella. Sacudió levemente la cabeza tratando de recuperar la postura, se puso de pie, tomo una toalla y se dirigió al baño. Debería de darse prisa, aun le faltaba la rutina diaria en el instituto.

Se metió a la bañera y cerró los ojos, nada mejor que un relajante baño de agua caliente. Después de todo, no había logrado entrenar, pero no importaba en esos momentos. Se sumergió mas hasta que el agua casi alcanzo su nariz y se quedó así por un largo rato, se sentía tan bien, tanto que comenzó a considerar la posibilidad de quedarse así y evitarse tantos inconvenientes.

La voz de Kasumi la saco de sus pensamientos, se incorporó y resoplo frustrada. Se puso de pie, tomo la toalla y se envolvió con ella, lo mejor sería apresurarse, cuanto antes se librara de todos esos locos mejor. Busco su ropa dispuesta a vestirse y no la encontró, de repente, cayo en la cuenta, de que había estado tan distraída por lo sucedido anteriormente, que no se encargó de ese "insignificante detalle". Se llevó una mano a la frente golpeándola con la palma, ahora tendría que salir del baño tan solo con la toalla puesta. No quedaba de otra, no podía quedarse ahí, podría ser peor si a alguien se le ocurriera ocupar el baño. Estaba segura que con la suerte que últimamente tenía, algo sucedería dejándola expuesta nuevamente ante esos locos que se llamaban su familia. Solo rogaba que todos ya se encontraran desayunando.

Abrió la puerta decidida, cuanto antes mejor, así se evitaría cualquier otro momento bochornoso. Pero al parecer, no era uno de sus mejores días, todo lo contrario, parecía que ese sería el peor de todos. Frente a ella se encontraba Ranma con una toalla en el cuello, el cual la miraba desconcertado y asustado. Ella lo miro asustada, no pensó encontrárselo de esa manera.

Ambos se miraron fijamente, ninguno de los dos parecía dispuesto a moverse. No era la primera vez que estuviesen en esa situación, pero no esperaban que en esta ocasión sucediera, no con lo ocurrido con Nabiki en la mañana.

Sus ojos se perdieron mutuamente, haciendo esa conexión tan especial que ambos tenían, en esos momentos el mundo a su alrededor había desaparecido, solo existían ellos y nada más que ellos. Escucharon la voz de Kasumi llamarlos nuevamente, ambos pestañearon saliendo del trance en que se encontraban. Akane frunció el ceño y cerro los puños.

– ¿Qué miras? – pregunto amenazante, Ranma sintió su aura expandirse con furia.

– ¿Quién querría mirar a una chica tan fea sin atractivo? – él se había puesto a la defensiva nuevamente, ocasionando que la furia de Akane se incrementará.

– ¡Pervertido! – exclamo furiosa enfrentándolo

– Marimacho – le rebatió el acercando su rostro más al de ella.

Akane apretó los puños, se sentía furiosa, estaba dispuesta a golpearlo por insultarla de esa manera, pero la voz de Nabiki la detuvo.

– Si se van a besar, sugiero que lo hagan de una vez. Si rompen algo con sus ridículas discusiones les costara 2,000 yenes a cada uno – dijo dirigiéndose a las escaleras, ambos se quedaron paralizados, definitivamente, ese sería un largo día. Sin embargo, Nabiki se detuvo antes de bajar llamando la atención de los prometidos –. Oye Akane, esa es una mejor idea – dijo señalándola–. Mucho mejor que lo que íbamos comprar ¿verdad Ranma?

Ambos se sonrojaron fuertemente, Akane empujo a Ranma apartándolo a un lado y se dirigió a toda prisa a su habitación. Tenía unas ganas tremendas de matar a su hermana mediana. Si, esa sería una excelente idea.

Por otro lado, Ranma sacudió la cabeza y se introdujo en el baño. Cerró la puerta y se apoyó del lavamanos, respiro profundamente un par de veces para tranquilizarse. Definitivamente, debería aprender a controlarse frente a su prometida, o se daría cuenta que no se equivocaba al llamarlo pervertido. Si, un pervertido, era la forma en la que el mismo se veía desde un par de meses atrás. Desde aquel incidente en el centro comercial, en el que se la imagino de esa manera y se dio cuenta que ya no la veía como antes. Ahora su prometida, comenzaba a despertar un extraño interés en él, algo que iba más allá del amor que sentía por ella, algo que le estaba siendo más difícil controlar.