NOCHE ROJO PASIÓN
La serie de Naruto no me pertenece, tampoco sus personajes, pero los usaré para mi malsana diversión, y con suerte, el entretenimiento del incauto lector.
Protagonistas: SaixSakura, NarutoxSasuke, Gaara al final.
De qué va la historia: Las palabras a veces no son suficientes. Lo que un color puede provocar en un artista… ¿es posible pintar un final acorde a inclinaciones sentimentales de personas ajenas a uno mismo?
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Era sano y mostraba una capacidad intelectual más alta que otros niños en cualquiera de sus edades. A pesar de ello sus padres le consideraban un muchacho sumamente delicado, con su piel nívea que al nacer se notaban algunas venas surcándola, esos intensos ojos tan oscuros como su cabello que la hacían resaltar más.
Su madre murió pocos años después de que él nació. Su padre le quería a su extraña manera. Era rígido, serio, exigente. Le procuraba a través del dinero, pero jamás le ofreció un gesto de afecto.
Idolatró su inclinación a la lectura y pintura, le apoyó con la decisión de convertirse en artista.
Le contrataba maestros particulares, nunca tuvo compañeros de juegos más allá de un gato negro, que flojeaba de vez en vez junto con él, en el pórtico de su fría mansión.
Su padre cuyo nombre es Danzou, era un excéntrico millonario. Lo custodiaba bajo llave como su más grande fortuna, lejos de toda sociedad insana que pudiera lastimar la inocencia de su ágil mente creativa.
Para alguien que se forja en soledad, que escucha vivir al mundo desde su ventana, pero sabe que no es parte de él, su dolor es irremediable, aunque no supiera comprenderlo. Siempre buscó un trasfondo filosófico de su razón de existir.
Podía pasar horas completas mirando los astros celestes, a veces desviaba su atención hacia algo un poco más complicado a su parecer. Para él era más entretenido ver a personas impredecibles bajo el lente de su telescopio, que células y su funcionamiento bajo el del microscopio.
A veces creaba sus propias tinturas. En ese instante aplastaba cerezas entre sus manos, utilizaba el extracto para su pigmento. El dulce sabor que quedaba en sus dedos era lentamente degustado por su lengua.
Miraba sus manos por largo tiempo, le gustaba el color rojo siempre y cuando no fuera usado en su cuerpo, pero si enmarcando sus manos, saboreado por su lengua. Rojo sabía bien. Era la piel de la manzana, la cereza y la sangre de su herida cuando se lastimaba.
Diez días después de su cumpleaños número catorce, Sai conoció su decadencia. A media luz de luna vino el amigo disfrazado de enemigo.
Su gato corría de un muchacho estridente, estaba inclinado hacia el animal, corriendo tras el felino.
-¡Por qué te comiste mi ramen! Me la pagarás caro-tebayo.
Un humano que se le figuró en medio del estatus entre el perro de casa y el lobo: capacidad de raciocinio unida al salvajismo.
Sai se levantó de su silla, abriendo a sobre manera los ojos. El muchacho rubio que entró sin ser invitado, se arrojó en contra del animal de un salto. El corazón del de cabellos oscuros latió más rápido, aunque su rostro no demostrara lo que sentía. La emoción de ver a uno de esos hombrecillos, actuando como los animales salvajes del canal Discovery le elevaba la presión arterial.
El gato se rebatió entre las manos del rubio escandaloso, al final el felino ganó la contienda al cruzarle el rostro con un zarpazo.
-Creo que te ha hecho un poco de daño.
El rubio quitó despacio las manos de su arañado rostro, con cara de pocos amigos escrutó el rostro pálido y sonriente del muchacho frente a sí.
-¿De que te estas riendo?
-Bienvenido seas. ¿Cuál es tu nombre?
-Namikaze Naruto. –Respondió entre malas palabras, más molesto porque no hicieron caso a su pregunta, maldiciendo entre dientes a gatos ladrones, rosales con espinas y rejas donde su cuerpo no cabía sin ser apretado entre los barrotes.
El muchacho seguía sonriendo.
-¿Qué es tan gracioso-tebayo? –Naruto reclamó a gritos.
Sai no comprendió por qué estaba molesto, se había acercado para ver si estaba bien, tener el primer contacto con alguien ajeno a las personas permitidas en casa, que se reducía a los tres sirvientes, dos maestros y su padre.
Expandió su falsa sonrisa, intentando salir del problema con ello.
-En realidad solo pensaba en que es muy ridícula tu persecución. Yo puedo darte seguramente mucho más del valor, de lo que te haya tomado prestado Yamato. –Se acercó algunos pasos más.
Naruto se irritó.
-¡No necesito que me des nada! Eres tan presumido como parecías desde lejos.
Sai ladeó un poco el rostro, cerrando sus ojos para acompañar la sonrisa.
-¿Entonces me espiabas a distancia? -Dio varios pasos, hasta quedar muy cerca del otro chico.- No hace falta, eres muy agradable a la vista, con mucho gusto te hubiera aceptado a mi lado.
Posó una mano en el hombro del rubio haciendo que se acercara, Naruto se quedó más que tieso por la pronta proximidad. Segundos después estaba gritándole palabras como desviado pervertido. Huyó lejos tras tirarlo de nalgas en el suelo.
-¿Qué hice mal?
Continúa.
