Prólogo
Edward observaba por el amplio ventanal del décimo piso de Cullen & Co., el imperio que había creado junto con su hermano Jasper y su mejor amigo, Emmett McCarty. Observaba no era la palabra correcta, ya que en realidad su vista estaba fija en la nada. No podía dejar de pensar en ella.
Ángela, su eficiente secretaria, no tenía intenciones de sacarlo de sus cavilaciones, o mejor dicho, no tenía ganas de soportar la furia de su jefe. Edward tenía un carácter muy particular, y más aún desde hace un año… Se preguntaba qué era lo que le había pasado a ese hombre para que también haya dejado su pasatiempo más arraigado: saltar de cama en cama con señoritas (por no aplicarles otro calificativo) cuyo cerebro estaba hueco. Muy bonitas, eso no se los quitaba.
La puerta se abrió repentinamente, sin haber sido golpeada.
- Ángela! De nuevo esperando que caiga de la nube? – Edward aún no había oído a Emmett, de otra manera, hubiera estado preparado – Ya te he explicado lo que debes hacer… - y dicho esto, dio a Edward un pequeño golpe en la cabeza.
- ¿Qué demonios…? Emmett, por Dios! No tienes otra manera de anunciarte? – salto Edward.
- De hecho, querido amigo, llevo hablando con tu secretaria unos diez minutos – Emmett siempre exageraba. – Solo venía a recordarte que esta noche cenamos en casa de tus padres. Rosalie no ha querido venir a decírtelo… Tu humor es insoportable últimamente. Ya sabes, estamos acostumbrados, no van a interrogarte más por el motivo de…
- No hace falta que lo digas. Ángela, discúlpame, más tarde te llamaré para terminar lo que sea que estuviéramos haciendo – mencionó un poco ruborizado por haberse perdido en la nebulosa.
Es claro que su amigo estaba al tanto de su "malestar", solo que tenía terminantemente prohibido mencionarlo, incluso delante de su propia esposa, hermana de Ed. Una vez que Ángela cerró la puerta, se dirigió nuevamente en tono de reproche:
- Hermano, esto no puede continuar así! No puedo creer que te diga esto, pero debes ir a revolcarte con alguien, aunque sea con Tanya! – Al ver la cara de su amigo, reculó – Lo siento. Detesto verte así, detestamos verte así! Edward, si tan enamorado estás de esa mujer, pues…
- No estoy enamorado Emmett! Qué es lo que te hace pensar eso? Solo quise repetir el encuentro y ella desapareció de la faz de la tierra!
- Y, dime, en qué momento quisiste tu repetir un encuentro?
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Alice miró el teléfono por enésima vez, y decidió, también por enésima vez que no lo haría. No marcaría el número y no traicionaría a su amiga. ¿Podría considerarse una traición mover algunas fichas con buenas intenciones?
El sonido de las llaves la alertó, e inmediatamente guardó el manoseado papel en el bolsillo de sus jeans. Justo a tiempo. Bella era muy despistada, desde hace un año más aun, y no se daría cuenta de lo tensa que estaba. Pero ella no se merecía estar así! Ni ella ni su…
Alice! No puedes imaginar lo frío que se encuentra este día! Cómo está Matt? Aún duerme?
Justo en ese momento, el pequeño comenzó a llorar.
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Hace tiempo quiero escribir una historia de este estilo. Espero les guste!
