Hola. eh aquí una nueva historia. Esta basada en Oot espero les guste.
Los personajes y escenarios pertenecen a Nintendo.
Creo en ti.
Capitulo 1.- Cuando nos conocimos.
El sol ya se asomaba en el reino de las diosas de oro, sus primeros rayos acariciaban los enormes campos cubiertos de césped y flores silvestres, también alcanzaban a iluminar las calles y ventanas de los habitantes de la ciudadela. La capital de Hyrule, se destacaba por ser el sitio más habitado y concurrido del reino pero también el más alegre e importante. La ciudadela era sumamente bella, las rusticas casas y negocios que formaban las calles, avenidas y callejones, eran hermosas, llenas de vida, de felicidad. El las avenidas centrales se alzaban los colegios de arte, música y de toda clase de cultura hyliana. Los niños iban y venían por las calles, jugando mientras reían animadamente. Muchos eran los negocios, tiendas y restaurantes donde la gente iba a disfrutar o a requerir de algún servicio. Había mercaderes de todas las razas, que venían ofreciendo su mercancía desde los lugares más recónditos del reino.
En la plaza principal había una bellísima fuente de mármol que tenía la forma del símbolo de la familia real, aquella fuente se alzaba con increíble esplendor y magnificencia. A las orillas de esta, siempre había gente descansando y relajándose de sus actividades. Era un sitio perfecto para pasar el rato conversando o explorando las tiendas de joyas y antigüedades hylianas que colindaban con la plaza. Sin duda era un sitio hermoso pero si hablamos del lugar más extraordinario de la capital, este era sin duda el enorme y esplendoroso castillo de Hyrule donde habitaban los gobernantes del imperio y el consejo de la ciudadela. Por fuera el catillos era una obra maestra de la arquitectura antigua, cada torre, pasillo, balcón y jardín eran dignos de admiración. El interior no era menos impresionante, los corredores y habitaciones eran adornados por columnas magnificas, talladas a mano, la decoración constaba de la más exquisita pintura y escultura hyliana tradicional. El palacio era una hermosa joya del reino, una de las más valiosas e irremplazables.
A pesar de ser el lugar notablemente más bello, el castillo no era una joya tan valiosa para el imperio como lo era la pequeña y linda princesa Zelda. Una niña realmente inteligente y educada, sin mencionar la belleza con la que había sido bendecida. Un regalo de las diosas para los reyes y para todo Hyrule, pues la princesa de apenas 8 años tenía un don de líder nato y una presencia real que indicaba que la niña sería una magnifica reina cuando llegase su momento. La pequeña niña era admirada y respetada por la gente del reino, al igual que sus padres, pues ambos reyes siempre velaron por el bienestar de su pueblo y sus esfuerzos fueron recompensados al convertir a Hyrule en la mayor potencia económica y militar del continente.
Sin embargo a pesar de que la princesa tenía todo lo que cualquier niño podría desear, también tenía que soportar duras lecciones sobre la historia, geografía, arte y toda clase de cultura hyliana e igualmente tenia clases de modales y educación que tenía que tomar todos los días durante largas horas. La pequeña Zelda estaba plenamente consciente de su posición y sus deberes con el pueblo de Hyrule, así como de las razones por las que no podía pasar tiempo con sus padres más de un par de horas al día. Aun así ella deseaba con todas sus fuerzas poder pasar un día como cualquier niña normal de su edad, deseaba pasar tiempo con sus padres jugando en la plaza o que estos le leyeran las grandes leyendas sobre los héroes de la trifuerza, deseaba poder correr libre por las calles de la ciudadela sin preocuparse de los estudios y modales que estaba obligada a ejercer siempre.
-Pff- Suspiro Zelda mientras leía un enorme y para ella exagerado libro sobre las leyes de Nayru. Miro por la ventana de su habitación, donde se encontraba leyendo, y diviso las, en comparación con el castillo, pequeñas casitas de la ciudadela, observo por momentos a la gente saliendo de sus hogares, a las madres preparando la comida para sus hijos y a los pequeños correteando de un lugar a otro, jugando con sus mascotas, riendo y con grandes sonrisas en sus rostros. La princesa los miro un tanto celosa por su libertad y felicidad, dirigió su vista decepcionada hacia el libro y continúo leyendo.
Pasados un par de minutos alguien toco a su puerta. Entro una mujer de cabello blanco y complexión musculosa con unos ojos tan rojos que a veces le erizaban la piel a la niña.
-Princesa, es la hora de comer, sus padres la esperan- Menciono la recién llegada, que era también la nana y protectora de la niña desde que esta recordaba.
-Ya voy Impa- Contesto la pequeña educadamente. Inmediatamente después se puso de pie y salió de su habitación para dirigirse al comedor real.
Mientras andaba escucho unas risas y gritos provenientes del jardín, asomo su cabecita por una de las ventanas que daban vista hacia el jardín y ahí pudo ver a un grupo de 5 niños, que seguramente eran hijos de algún guardia o sirviente, corriendo y revolcándose entre el lodo, estaban sucios y realmente desalineados pero felices. Zelda frunció su bello rostros en una mueca de molestia, hasta en su mismo castillo los niños eran más dichosos que ella. Dejo de ver por la ventana y se encamino nuevamente hacia el comedor, ¿Qué no daría la pequeña princesa por tan feliz como aquellos niños? Sin tan solo pudiera tener algo de libertad, algo de comprensión, algún amigo.
Zelda suspiro triste, nunca, en sus cortos 8 años de vida había tenido un verdadero amigo, bueno aparte de Impa que siempre estaba cuidándola, jamás había tenido oportunidad de convivir con niños de su edad. Quizá si tuviera a alguien con quien jugar, conversar y pasar el tiempo, sería mucho más feliz. Su madre solía decirle que si uno estaba contento con su vida realizaba mejor su trabajo. Si ella tuviera un amigo no solo estaría feliz sino que también sería una mejor princesa.
Siguió pensando y murmurando molesta, iba apresurando el paso a cada momento, su vestido era realmente muy estorboso y tropezaba constantemente con él. Agradecía no traer su tiara de princesa, era pesada y muy grande, por lo menos solo la obligaban a usarla durante las ceremonias y eventos formales, no necesitaba usarla para que alguien la reconociera, su porte era real y elegante a pesar de ser tan joven.
A pocos metros de llegar al comedor sintió en un empujón que la hizo caer al suelo.
-Oye, fíjate por donde caminas- le dijo una voz de niño. La princesa se levantó de repente y miro a aquel que la había empujado y ahora le faltaba al respeto. Miro aun en el suelo a un pequeño niño rubio y de ojos azul claro, vestía la misma ropa que los jardineros del palacio. Seguramente era hijo de alguno de ellos.
-¿Disculpa?- dijo Zelda al rubio. El niño quien tenía la mirada en el suelo, volteo rápidamente hacia la niña. Se sonrojo fuertemente pero inmediatamente después se dio cuenta que esta frente a la princesa de Hyrule, se avergonzó, sus mejillas estaban completamente rojas. Se puso de pie para inclinar su cabeza casi hasta el suelo.
-Yo… usted… lo…. lo... Quiero decir…- El niño balbuceaba incoherencias frente a Zelda tratando de disculparse pero no lograba articular palabra alguna. Había cometido una grave falta, solo pensaba en que sería regañado y tal vez hasta sería enviado a la cama sin cenar. En el palacio estaba permitido que los trabajadores llevaran a sus hijos a que aprendieran el oficio de sus padres para que más tarde estos los remplazaran. Sin embargo estaba totalmente prohibido que cruzaran incluso miradas con la familia real y el pequeño rubio se había atrevido a levantarle la voz la princesa Zelda.
-Uh no te preocupes no fue nada- dijo Zelda mientras veía al niño balbucear e inclinarse constantemente. El niño se sorprendió al escucharla, levanto su cabeza hacia ella y nuevamente sintió la sangre en las mejillas al admirarla mejor. La princesa era la niña más bonita que había visto, con su cabello rubio castaño hasta los hombros, su piel blanca y sus increíbles ojos azul marino. El rubio estaba realmente embobado con la apariencia de la niña.
-Ya puedes levantarte- dijo la princesa al ver que el chico no se había movido y aparte la observaba como si jamás hubiera visto a otra persona en su vida. El niño obedeció apenado a la orden de la princesa y se puso de pie rápidamente, trato de calmarse y actuar normal.
-Lo lamento alteza, no fue mi intención tirarla- ledijo a Zelda ya un poco más tranquilo. La princesa lo miro por un momento, lo vio apenado y de hombros encogidos, le hizo gracia la actitud del niño, rio por lo bajo. El pequeño la miro confundido por la risa pero después se quedó rígido ante la sonrisa de la princesa.
-No hay cuidado, no me paso nada- le hablo la niña castaña entre risas, el rubio la miro mientras reía se veía linda, la delicada risa de la princesa comenzó a contagiarlo e igualmente comenzó a reír por lo bajo.
Al ver que el niño reía con ella, la princesa comenzó a soltar un par de carcajadas más fuertes – Estabas balbuceando.- dijo entre carcajadas.
-Y tu caíste de cara- Le respondió el niño riendo más fuerte.
Ambos niños reían con fuerza por lo sucedido hace algunos momentos hasta que fueron interrumpidos por la voz de Impa. –Princesa la está esperando.
La niña paro de reírse, y se dispuso a seguir a su nana un poco triste. El rubio la miro mientras desaparecía por el comedor.
-Nos vemos…- Dijo Zelda antes de entrar hacia donde estaban sus padres.
-Link, princesa- contesto el niño.
Zelda le sonrió al rubio y antes de irse le dijo bajito –Nos vemos Link.
El chico, la vio desaparecer tras la puerta. Sonrió para sí mismo y después siguió andando por el pasillo. No se imaginaba lo que vendría junto con su nueva amistad con la princesa.
Hey, hasta aquí termina el primer cap de mi nueva historia que creo que durar únicamente 5 capítulos. Próximamente habrá algunos con contenido adulto. Espero que les agrade mi nuevo fic, comenten y critiquen.
Adiós ñ_ñ
