Hola, esta es una nueva historia que se me ocurrio, antes de leerla les aviso que muchas cosas son distintas al trama verdadero de VK, pero aún así, espero que la disfruten.


La mirada de la oji azul recorrió con nerviosismo cada rincón de la oficina, llegando a la conclusión de que, en todo su recorrido por las instalaciones de esa academia, ese era el lugar menos lúgubre en el que había estado. Dio un suspiro y se mordió el labio inferior con tal fuerza que pudo sentir el sabor de la sangre en su lengua cuando se limpio con disimulo. Aun no entendía por qué sus padres habían insistido en que estudiara en la academia Cross cuando se encontraban ya a mitad de semestre, de hecho, era la época del año en que la mayoría de los jóvenes regresaban a sus casas por dos semanas, y ella tendría que estar encerrada en ese tenebroso edificio.

No pudo evitar dar un pequeño salto cuando la puerta de la oficina se abrió de pronto, dejando ver a un sujeto de gafas bastante apuesto, pero con una expresión que lo hacía parecer un tonto, en especial cuando llevaba puesto un delantal de cocina tan absurdo como el celeste con corazones rojos y dorados que traía.

-¡Kyaa! ¡Eres igual a ella! –gritó asustándola aun más. Se aferro como pudo del brazo de su asiento, casi enterrando las largas uñas en él

-la asustas idiota –murmuró alguien a sus espaldas con voz seria.

Alzó la vista por sobre el primer hombre para fijarse en el atractivo peli plateado de lindo ojos violetas y mirada de "di algo y te mato", tras el cual se distinguía a una chica bastante baja, de cabello marrón corto, y grandes ojos del mismo tono. Ambos traían el mismo uniforme que sus padres le habían entregado esa mañana, mencionando algo de la clase diurna. El chico se veía poco amigable, muy por el contrario de la peli castaña, quien sonreía tratando de ocultar su sorpresa.

Frunció el ceño al notar que los dos la observaban casi incrédulos, como si estuvieran frente a algún bicho raro. A sus 16 años, era la primera vez que alguien la miraba así, y no podía comprender el porqué de que lo hicieran, no era nada extraña. Su cabello era de una mezcla del rubio oscuro y el naranjo, pero su padre siempre la había llamado "mi bella peli naranja", así que había decidido que el tono de su cabello era el anaranjado, que se veía bastante bien en contraste con su piel pálida, en especial cuando enmarcaba su rostro y caía sutilmente por sobre sus hombros hasta llegar a la estrecha cintura. Sus ojos eran de un azul claro y su nariz pequeña lucia bastante bien. No era de una figura desproporcionada, sino más bien esbelta y alta, no tanto como aquel peli plateado, pero si más que la joven junto a él.

A lo largo de su vida muchos chicos habían tratado de salir con ella, cosa que siempre había logrado evadir gracias a la constante y cercana presencia de su hermano mayor, quien no dejaba de cuidarla con esmero, al igual que lo hacían sus padres. Aun así, todos siempre la habían encontrado de una belleza excepcional, no era algo que la hiciera sentirse bien ni superior, pero nunca le había valido enfrentar miradas como las de esos dos. Carraspeó con nerviosismo, sacándolos de su aguda observación para volverse confundidos hacia el sujeto de las gafas, quien por suerte ya se había quitado aquel absurdo delantal de cocina y ahora había tomado asiento tras su escritorio, justo frente a ella.

-realmente eres idéntica a ella… -murmuró la peli castaña en voz baja, llamando su atención –solo que tu cabello es muy largo

-¿De qué hablas? –pudo notar que la mandíbula del joven se tensó al observarle con más atención el labio ensangrentado, al igual que la expresión de la muchacha

-Zero, sal de la oficina si lo deseas –hablo el director con una seriedad que nunca se habría esperado de él. Así que el peli plateado poco amigable se llamaba Zero, una nueva nota mental, pensó mientras lo observaba fruncir el ceño de reojo

-no es necesario –la resequedad en su voz la hizo imaginarse un enorme desierto. Pareciera como si el agua se hubiese evaporado por completo del cuerpo del joven y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder hablar

-bien chicos, ella es la nueva estudiante, y su nueva compañera, Aimi Nozomi –su nombre pareció sorprender aún más a la pareja –Aimi, bienvenida a la academia Cross, ellos son mis hijos Zero y Yuuki

-¡Deja de llamarme hijo! –exigió Zero con la clara intención de querer golpearlo. Yuuki en cambio solo se acercó a ella amistosamente

-mi querido hijo… ¡No me quiere! ¡Buaaa! –con una rapidez envidiable, la peli castaña la sacó de la oficina en el preciso momento en que comenzaron a escucharse golpes

-trata de olvidar eso –pidió sonriéndole mientras la ayudaba con una de las maletas –me alegra conocerte Aimi

-¿Por qué lo golpea? –se atrevió a preguntar cuando hubo correspondido a la sonrisa de la joven. Ella nunca había sido una mujer fría, de hecho su calidez y amabilidad era algo que su hermano siempre le criticaba, pero sentía que se llevaría muy bien con la peli castaña

-el director no adopto a Zero y a mí, pero él nunca lo ha aceptado como a un padre –se limitó a explicar encogiéndose de hombros. Volvió a observarla con curiosidad, tratando de disimularla con una mueca divertida –me recuerdas mucho a alguien Aimi… de hecho ambas son realmente parecidas

-¿De qué hablas?

-no te asustes si alguien te confunde con Rima de la clase nocturna… -la escuchó susurrar mientras se adelantaba para abrir la puerta del que sería su dormitorio –tendrás la habitación para ti sola, Mei se retiro este semestre de la academia, que suerte tienes…

-¿Hay una clase nocturna? ¿Quién es Rima Tohya?

-pues, claro que hay una clase nocturna, de hecho, lo había olvidado… está absolutamente prohibido salir de tu dormitorio durante la noche, ¿Entendido? Absolutamente prohibido, Zero y yo somos los prefectos, y no te gustara que te descubra espiando por los rincones –trató de suavizar su expresión –Rima Tohya en una de las alumnas de la clase nocturna, y lo único que podría diferenciarlas sería tu uniforme y que su cabello es corto y lo trae siempre atado en dos coletas, es realmente extraño que una alumna de la clase diurna tenga tal similitud con ella

-¿Por qué?

-¿Eh? N-no, por nada en especial, bueno Aimi, aun quedan unas horas antes de que debas encerrarte en tu habitación… ¿Quieres que te enseñe el resto de la academia? La biblioteca es muy grande, al igual que los jardines… ¿te gusta leer?

-me encanta, en especial todo lo que sea de terror

-¿terror?

-sí… -murmuró comenzando a sacar su ropa de la maleta –mi hermano mayor es fanático de todo lo relacionado con monstruos, fantasmas… en especial vampiros

-¿vampiros?

-sí, y en cierta forma me contagio ese gusto

-¿te atrae el tema de los vampiros?

-¿A quién no?

-Zero los odia –le comentó Yuuki sentándose en la cama, junto a la maleta abierta

-gracias por decírmelo, así me evitaré disgustarlo, no parece de muchos amigos

-te agradará con el tiempo

..

..

Dejó de lado el fino cepillo de bordes dorados que alguna vez había pertenecido a su madre y se observó de reojo en el espejo frente a ella, deteniéndose un momento en sus delicados y finos rasgos, tratando de encontrar alguna similitud entre ella y la mujer que hace poco había muerto. Dio un suspiro al pensar en que desde ahora era oficialmente huérfana, sus padres habían sido asesinados por algún vampiro demente hace unas semanas, y como consecuencia toda la fortuna Tohya había pasado a sus manos, al igual que la responsabilidad de hacerse cargo de ella.

No era la mejor administrando fortunas, a sus 16 años apenas si podía decidir qué sesión querría hacer y cual no. La única ventaja era que ya nadie podría decidir por ella, asi que si quería morir anciana y sola, sin ningún heredero ni familia, nadie podría impedírselo… ¡Vaya consuelo! Pensó terminando de atarse el cabello anaranjado.

Dudó muchos minutos antes de decidirse a salir de la habitación que compartía con Ruka, no habrían clases durante esas semanas, así que por lógica, tampoco habían muchas cosas que hacer más que sentarse en la salita para ver como Ichijo la derrotaba en otro de sus absurdos juegos de cartas, asistir a alguna aburrida fiesta y dormir la mayor parte del día, además de uno que otro trabajo que hacía con Shiki de vez en cuando, ya fuera modelar o atrapar a algún nivel E que andaba suelto por el pueblo.

-¡Al fin bajas Rima! –Exclamó Ichijo con su típica sonrisa antes de derrotar, nuevamente al parecer, a un decepcionado Aidou -¿Quieres jugar?

-¿Debo asumir que este idiota fue incapaz de vencerte? –Preguntó con un dejo de burla que hizo a Aidou lanzarle una mirada asesina –no te pongas así

-no es mi culpa no saber cómo se juega…

-llevas más de 2 horas jugando con él –Murmuró Ruka sin apartar la vista de la revista que tenía en sus manos –ya deberías de saber perfectamente cómo se juega, lo cual solo nos deja la opción de que eres demasiado torpe

-¡Sé muy bien cómo se juega! –Gritó el pelirrubio en un desesperado intento por frenar las burlas de esas dos molestas chicas –deberían de ser más cómo Seiren, ella no dice nada para molestar

-Paso… -murmuraron ellas a coro.

-Seiren es Seiren… -dijo Rima luego de un silencio –déjale ser como ella es, y a nosotras déjanos en paz

-pero si ustedes comenzaron con las burlas

-Aidou… -lo llamó su primo suspirando –siguen burlándose de ti, deberías callarte

-¿Dónde está Shiki? –Preguntó Rima una vez que Aidou dejó de maldecir en voz baja para volver a concentrarse en su juego con Ichijo

-debe de estar en su dormitorio –Ichijo sonrió maliciosamente, suspirando con cansancio al observar la mirada indiferente de la joven ante su insinuación.

Según el pelirrubio, esos dos debían de terminar juntos, ya que todos a su alrededor estaban perfectamente conscientes de la química que había entre ellos, y aun asi seguían tratándose como simples amigos. A ese paso, ambos se quedarían solos, algo absurdo. Él como su amigo más cercano siempre trataba de juntarlos, pero es que ambos eran tan desesperadamente testarudos en mantener eso como una simple amistad, que todos sus esfuerzos nunca eran suficientes para hacerlos abrir los ojos, y finalmente se vio en la triste situación de tener que admitir que esos dos eran un caso perdido, aun para él.

Rima se encogió de hombros y se sentó junto a Ruka, tomando una de las revistas que la pelirrubia había desechado y comenzando a leerla como si de eso dependiera su vida. No dependía de la presencia de Shiki para divertirse, y a decir verdad, no era una vampira que disfrutara de alguna diversión de vez en cuando, más bien era seria y retraída, y lo más interesante que podía pasar en su vida era que de sus manos salían chispas cuando se enfadaba, peor aún cuando se decidía a pelear con alguien, entonces no eran solo unas chispas inofensivas. Suspiro dejando la revista de lado, sin saber muy bien qué hacer. Era aburrido todo en esa academia, sus alumnos, los dormitorios, las clases, incluso la clase nocturna.

-bueno, ya estuvo bueno de este juego –dijo Aidou con determinación, colocándose de pie -¿Qué tal si vamos por pastel al pueblo? ¡Muero de hambre!

-supongo que salir un rato de este encierro sería divertido –admitió Ruka apoyando la idea de su primo -¿Vienes Rima?

-claro, de todas formas necesito comprar más –murmuró enseñando una caja de pockys casi vacía –iré por mi sombrilla

-está a punto de anochecer, ¿La necesitas aún así?

-claro… -se limitó a subir rápidamente a su cuarto, para luego volver casi corriendo al salón donde la esperaban sus amigos. Debió detener de golpe su carrera al ver a Shiki de espaldas a ella, aún así no fue suficiente y el impulso de su corrida la hizo estrellarse con fuerza contra él, quien se volteo más sorprendido que enfadado –Shiki… ¿Por qué te paras en medio de la pasada? –preguntó sobándose la nariz, a lo que él se encogió de hombros antes de fijarse en la sombrilla que llevaba en sus manos

-¿Vas a algún lado? –frunció levemente el ceño, aunque en él se veía más divertido que intimidante

-vamos al pueblo por unos dulces para Aidou y pockys para mí, ¿Vienes?

-claro, así me aseguro de que compres unos pocos para mí también –bromeó refiriéndose a los pockys que siempre comía junto a Rima –vamos

..

..

La joven se movió con incomodidad en su asiento, desviando momentáneamente la vista del libro de vampiros que mantenía abierto sobre la mesa. Ahora que miraba bien, la biblioteca era bastante aterradora una vez que la luz del sol comenzaba a despedirse del lugar, dejando la mayor parte del edificio en penumbras. Se preguntó qué estarían haciendo sus padres en ese momento, más no era algo que debiera importarle mucho. Volteó perezosamente la vista, fijándose en el reflejo de sí misma en uno de los espejos cercanos a ella. Personalmente le gustaba su rostro, pero no podía evitar preguntarse de dónde rayos había heredado el cabello anaranjado ni los ojos azules, cuando el resto de su familia eran de piel mucho más oscura que la de ella, y de cabello y ojos tan negros como la noche.

Una instintiva curiosidad le nació al momento de recordar lo que había dicho Yuuki acerca de su parecido con una de las alumnas de la clase nocturna. ¿Por qué podría resultar tan raro que alguien se pareciera a uno de ellos? Le hubiese gustado poder ver a esa chica y juzgar por su propia cuenta el inmenso parecido que Yuuki decía tener con ella.

Una campanada la sacó de sus pensamientos. De seguro se trataba de la señal para que volvieran a sus cuartos, "como si eso fuese divertido" pensó tomando el libro y saliendo de ese lugar. Trató de recordar el camino de vuelta, pero vaya que era difícil ubicarse entre tantos pasillos, cada uno más lúgubre que el anterior. Finalmente, y luego de una larga caminata, pudo reconocer el número #35 de su habitación. Se lanzó sobre la cama y busco en su maleta, aún abierta, una pequeña fotografía de su familia, observando con cariño los rostros de sus padres y su hermano, y odiándolos a la vez por obligarla a ir a ese lugar.

-tal vez mañana sea mejor… -se dijo a si misma obligándose a cerrar los ojos y dormir.

..

..

Se quedo asombrada de la rapidez del pelirrubio para devorarse su pastel y el del resto de sus amigos antes de que ellos pudieran siquiera rechazarlo. Aidou no era normal, ni siquiera para ser un vampiro era normal, de eso ya estaba segura. Volteo levemente solo para descubrir a Shiki luchando por mantenerse despierto a su lado, raro teniendo en cuenta que dormía mucho más que ella.

Vio como Ichijo dejaba algo de dinero sobre la mesa mientras una de las camareras se acercaba con el rostro sonrojado, seguramente dispuesta a coquetearle a cualquiera de sus amigos. Frunció el ceño al ver que de Aidou pasaba a Ichijo, y de Ichijo a Shiki, y que este era incapaz de quitársela de encima. Chasqueo la lengua y siguió a Ruka hacia la salida, dejando a esos tres coquetos atrás, solo con la compañía de Kain, quien realmente no le daba importancia a esas cosas.

Entraron a una tienda donde compro varias cajas de pockys y algunos caramelos, saliendo con la misma rapidez, ya que ninguno de ellos disfrutaba mucho de las charlas sociales.

-¡Eh! –les gritó Ichijo desde el otro lado de la calle, llamando su atención. Dieron un suspiro a coro y se les acercaron, a paso calmado -¿Dónde estaban?

-fuimos a comprar en lo que ustedes terminaban de coquetearle a esa humana –murmuró Rima guardando la sombrilla, ya que el sol se había escondido hace ya un buen rato. Sacó un pocky y se lo llevó a la boca con desinterés -¿Nos vamos?

-sí, creo que ya deberíamos volver a la academia –siguieron en silencio al alegre pelirrubio por un trecho, escuchando solo el eco de sus pisadas

-nee Rima, era una humana muy agradable, ¿Verdad Shiki? –preguntó de pronto Ichijo, rompiendo el silencio

-era una chica molesta –se limitó a decir con desdén –no me gusta que hablen tanto

-¿Te gustan tan calladas como Seiren o como Rima? –se entrometió Aidou, adelantándose unos pasos para quedar frente a ellos

-Rima… -murmuró encogiéndose de hombros

-¿Te gustan las vampiras como Rima? –era la primera vez que el pelirrojo les permitía entrometerse en su vida privada, ¡Y vaya que Aidou quería aprovecharlo!

-claro, ¿Por qué no? –Rima suspiró y le obsequio un pocky. Aprovechó para observar de reojo el perfil de su amigo, detallando en los oscuros ojos azules que ignoraban al curioso pelirrubio. Ella sabía muy bien que le gustaban los vampiros como Shiki, pero con algo más de amor propio sería perfecto. Quiso conversar de algo con él, pero verlo hablar con esa humana coqueta la había puesto repentinamente de mal humor, por lo que se mordió la lengua durante todo el trayecto de regreso. Podrían hablar en otra ocasión, cuando su humor fuera más animado.

-"Tal vez mañana" –se dijo a sí misma cerrando los ojos para ignorar los constantes movimientos de Aidou a su alrededor.