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Jane volvía del campo de entrenamiento cuando su madre la interceptó de camino a las cocinas. Estaba dolorida por el extenuante adiestramiento y cubierta de polvo y sudor. Lo único que le apetecía en ese momento era darse un baño de agua caliente para relajar los músculos. Agachó la cabeza mientras suspiraba resignada, preparándose para la lista interminable de peticiones de su madre "¿Sí?"

Angela Rizzoli miró con ternura a su hija. Con 30 años era demasiada la responsabilidad que acarreaba sobre sus hombros. Mientras otros señores feudales se encargaban de pagar sus fiestas y lujos a base de esquilmar a los pobres campesinos que vivían en sus tierras, Jane se encargaba de batallar en cuanto torneo podía para conseguir lo necesario para darles una vida digna a sus súbditos. El año pasado invirtió todo lo ganado en las justas en canalizar el agua del lago para llevarla hasta el poblado y construyó un sistema de conductos para evitar que las aguas residuales inundaran las calles. Los aldeanos la querían con devoción pero sus arcas estaban vacías. Apesadumbrada, le comunicó las malas noticias "Acabo de venir del pueblo y la mayoría de las casas necesita un tejado nuevo. El invierno se acerca y pronto el frío será insoportable sin un buen techo con el que guarecerse"

En ese momento, sus hermanos entraron en el castillo bromeando con su escudero "Frost, prepara los caballos. Dentro de dos días partimos al norte" Las risas cesaron en ese momento. Aquello sólo podía significar que Jane iba a participar en alguna justa. Y aunque le gustaba practicar en el patio y era una excelente combatiente, prefería quedarse en el castillo al cuidado de su gente. Si se veía obligada a participar era porque algún imprevisto importante había surgido.

"¿Qué ocurre Jane?" preguntó Tommy preocupado. La última vez que su hermana había participado en una justa, había ganado fama, fortuna y una herida en un costado que casi le costó la vida.

"Voy a participar en el torneo que organiza Lord Isles. Los premios son siempre generosos y ganando en las justas conseguiremos lo suficiente para arreglar las cabañas antes del invierno"

Frankie miró a su madre y a su hermano antes de pronunciar en voz alta lo que les preocupaba a todos "Pero si pierdes, se acabó Jane. Esto es lo último que nos queda"

Jane era más que consiente de la precaria situación que vivían. Si no conseguía ganar al menos en una de las disciplinas, las cosas se podían poner muy difíciles "Entonces, no puedo permitirme perder"

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Cuando llegaron al castillo, Jane desmontó rápidamente, ayudando a los demás a descargar los bártulos de los caballos. Después de montar su tienda y preparar todo lo necesario para participar en los torneos del día siguiente, Jane indicó con diligencia a cada uno lo que tenía que hacer "Tommy, encárgate de inscribirme en todos los torneos. Aunque será extenuante, necesitamos reunir tanto dinero como sea posible si queremos asegurarnos un invierno tranquilo. El año pasado la epidemia de gripe acabó con las pocas reservas que teníamos guardadas para comprar semillas para plantar los campos. Frankie, consigue algo para cenar mientras Frost busca al herrero para que acabe de ajustarme la armadura. Últimamente me apretaba demasiado en las piernas y no me dejaba moverme cuando el caballo se pone a trotar. Voy a presentarme ante Lord Isles y después nos vemos aquí. Quiero cenar pronto y descansar. Mañana será un día duro"

Cuando Jane llegó al castillo, se encontró con varios caballeros que conocía de torneos anteriores. Con un gesto de cabeza, los saludó a todos. La mayoría de ellos estaban en su misma situación. Aquellos torneos servían para mantener a las gentes que dependían de ellos; por eso, a pesar de todo, se consideraban amigos. Alejado del grupo, charlando animadamente con el anfitrión, Jane observó una cara nueva. Curiosa le preguntó a uno de sus camaradas por el nuevo participante "¿Quién es ese?"

"Lord Garrett Fairfield. He oído que participará por primera vez este año en los juegos. Al parecer le importa menos el combate que la mano de la hija de Lord Isles"

"¿Viene a buscar esposa?" preguntó Jane confundida. Nunca se había planteado buscar una pero estaba segura que había maneras más fáciles y lugares más adecuados para buscarla que un torneo de caballería.

"Mejor dicho, viene a buscar la dote de la chica. Al parecer su padre se ha cansado de buscarle marido y que la mujer los rechace a todos sin apenas pensárselo así que este año Lord Isles piensa ofrecer la mano de su hija como premio para el ganador del torneo. Quien quiera que gane, tendrá la vida solucionada"

Jane lo observó más detenidamente "No parece que necesite el dinero"

Lord Grant sonrió con malicia "Mucho ruido y pocas nueces. Ha malgastado toda su fortuna en cualquier vicio inimaginable. Está más arruinado que cualquiera de nosotros."

Levantó la copa para acabarse el vino antes de marcharse "Entonces es una pena que alguno de nosotros vaya a impedirle conseguir su objetivo, ¿no crees?"

El hombre chocó su copa con la de ella, animado "Brindo por eso"

"Me marcho. Quiero descansar esta noche. Mañana será un día agotador"

Con la mano se despidió de sus compañeros y se dirigió a su tienda. Esperaba que su acompañantes no hubieran tenido ningún problema. Lo único que quería era descansar y prepararse para mañana. Había demasiado en juego.

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Lady Maura Isles se sentó junto a sus padres en el palco principal. Encontraba esos torneos sumamente aburridos pero su padre estaba empeñado en que asistiera. Si fuera por ella, estaría más que encantada de encerrarse en la biblioteca y enfrascarse en alguno de los libros de botánica y medicina. Cuando el señor se levantó y se acercó al frente del palco, todos los presentes en el campo callaron. Con voz clara y potente, anunció la gran noticia "Este año, ofrezco la mano de mi hija al vencedor del torneo" Maura lo miró horrorizada. Lo último que pasaba por su mente era acabar casada con uno de esos patanes brutos y maleducados. Gritos de júbilo y silbidos de apreciación inundaron el ambiente. Maura vio horrorizada como varios de los hombres la miraban con deseo. Un estremecimiento la recorrió de la cabeza a los pies. De repente, uno de los combatientes llamó su atención. Era más esbelto y ágil que el resto. Se sorprendió al ver como acariciaba el hocico de su caballo. Pocos hombres se tomaban la molestia de tratar así a sus monturas. Con mayor interés, vio como subía al animal y tomaba una de las lanzas de la mano de su escudero. Para su alegría, tumbó a su adversario en el primer choque, ganando un caballo y una hermosa armadura. Su sorpresa fue mayúscula cuando, al quitarse el yelmo, descubrió a una atractiva joven de cabello rizado.

Curiosa, se acercó a su madre para preguntarle por la mujer "Es Lady Rizzoli" le comunicó la mujer "sus tierras limitan al norte con las nuestras"

"¿Cómo es que compite ella?" aunque no era la primera vez que oía hablar de la participación de una mujer en un torneo de esas características, Maura se sintió intrigada. Su madre se encogió de hombros "En nuestro reino el título pasa siempre al primogénito, da igual si es hombre y mujer. Por eso, Lady Rizzoli es la cabeza de su familia. Además, muchos de los participantes encuentran en estos torneos su único medio para subsistir y tengo entendido que Lady Rizzoli es una magnífica combatiente. Seguramente de su victoria depende el futuro de su gente"

Aquel día, Jane tumbó a sus dos adversarios con la primera lanza, ganando un botín considerable. Con la venta de los dos caballos y las flamantes armaduras, consiguieron el dinero que necesitaban para arreglar las cabañas. Esa misma tarde se proclamó campeona con la espada. Se alegró al comprobar la cuantía del premio. Por fin podría reforzar los muros exteriores de su castillo. Durante dos días, Jane estuvo batallando sin tregua hasta llegar al combate final en las justas. Aquella noche no pudo dejar de dar vueltas en su jergón. La dote de la hija de Lord Isles iba a ser más que generosa; si consiguiera ganar, ya no tendría que preocuparse más en participar en ese tipo de luchas y podría dedicarse a hacer prosperar sus tierras. Además, la mujer era una preciosidad. La había visto en un par de ocasiones y tenía que reconocer que no le importaría compartir su cama con ella. Suspiró cansada. Tenía demasiadas inquietudes en su vida como para tener que preocuparse de una consentida que se había pasado todos los juegos ignorando a sus visitantes sistemáticamente. Con resignación, aceptó su destino. Aquel matrimonio era necesario para asegurar el futuro de su gente. Si aquel era el precio que tenía que pagar, que así fuera.

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Lord Grant y el resto de sus camaradas le desearon buena suerte antes de subirse al caballo. Esa mañana iba a enfrentarse a Lord Fairfield en la justa final y después de lo que le había contado su amigo sabía que aquel tipo no iba a ponérselo fácil. No se equivocó. Después de romper las tres lanzas de rigor, el combate fue declarado nulo. Jane se bajó dolorida del caballo. Aquel tipo sería un imbécil pero golpeaba como un martillo "Frost, ayúdame a quitarme la armadura, me cuesta respirar"

"¿Estás herida Jane?" le preguntó su hermano preocupado.

La mujer lo tranquilizó enseguida "No es nada. Pero que te rompan tres lanzas en el pecho no facilita mucho el trabajo de los pulmones"

Frankie suspiró tranquilo. Si su hermana tenía el ánimo suficiente para bromear, estaba bien.

El heraldo de Lord Isles les comunicó la decisión de su señor "El ganador del torneo se decidirá con los arcos"

Sin más dilación, todos se encaminaron hacia el campo de tiro, donde varias dianas aguardaban preparadas. La suerte quiso que Lord Garrett Fairfield disparara primero. Cargó la flecha en el arco y apuntó a la diana más alejada "Lord Fairfield ha dado en el centro" gritó el mozo desde la lejanía segundos después. El hombre sonrió con soberbia, convencido de su victoria, mirándola con suficiencia mientras Jane preparaba su arco. Ella sonrió confiada; el muy necio se iba a llevar una buena sorpresa. Aunque le gustaba practicar con la espada y montar a caballo, lo que realmente le apasionaba era practicar con el arco. Jane respiró profundamente varias veces, intentando ralentizar su corazón. Cerró los ojos y se olvidó de todo lo que había a su alrededor. El secreto de su puntería consistía en su capacidad para centrarse únicamente en su objetivo. Tensó la cuerda del arco y fijó su mirada en el centro de la flecha clavada en la diana. Soltó la fleja y contuvo la respiración mientras la flecha volaba hacia su destino. Cerró los ojos satisfecha al oír el crujido de la madera abriéndose por la mitad.

"Lady Rizzoli gana!" Exclamó el representante de los Isles. Los presentes en el campo estallaron en gritos de alegría y pronto rodearon a su nueva campeona.