Fecha de Edición: 8/Septiembre/2011

Disclaimer: Xiaolin Showdown pertenece a Christy Hui.


Estupidas Hormonas

Hola, mi nombre es Raimundo Pedrosa, y hoy es mi cumpleaños número diecisiete. Actualmente soy líder de los legendarios Dragones Xiaolin, concretamente soy el dragón del viento. Hace mucho tiempo que vivo en el templo Xiaolin, en China, pero soy originario de Brasil, específicamente de Rio de Janeiro.

Como bien dije antes, estoy celebrando mi cumpleaños junto con mis compañeros, y mejores amigos en el templo. Uno de ellos es Omi , el dragón del agua, el pequeño cabeza de queso como me gusta llamarle, aunque desde hace tiempo que ya no es tan pequeño , ha pegado el estirón, tanto que ya casi llega a mi altura, Él tiene 15 años, aunque siendo sincero, su mentalidad parece de un niño de 3 años, sigue siendo tan hiperactivo e impulsivo que antes, sin embargo algo que no ha cambiado es el tamaño de su cabeza.

Otro de mis amigos es Clay, el dragón de la tierra, el es como mi consejero, claro quitando al maestro Fung, por supuesto , es mi mejor amigo, ya que es el que más me entiende, ya que a pesar de tener varios años aquí, Omi sigue sin comprender varias cosas, a pesar de todas las explicaciones que le hemos dado. Clay siempre ha sido más grande que yo, tanto en altura y ancho, así cómo en edad, hace unos meses que cumplió los 18 años.

También está mi escamoso amigo Dojo, es un dragón, literalmente, está algo loco, en estos momentos no sé cuantos años tiene porque no quiere revelarlos, aunque sin importar su edad, yo sigo pensando que es un dragón bebé porque se comporta cómo si fuera uno, en fin, algún día sabré cuantos años tiene cuando tenga en mis manos su diario rosa con flores.

Bueno, creo que tendré que interrumpir las presentaciones ya que ahí viene el maestro Fung, él es como mi segundo padre, a veces dice cosas sin sentido que al parecer solo Dojo entiende, pero sé que lo dice siempre tiene la verdad en ella.

¿Eh? ¿Qué es eso? ¿Una luz ilumina toda la habitación?

Es Kimiko, la dragona del fuego, es mi mejor amiga, pero ¡Rayos! Se ve muy hermosa ¡No! Bellísima con ese vestido que se puso especialmente para ésta ocasión. No puedo evitar pensar en lo hermosa que se ve con el cabello suelto perfilando su hermoso rostro. Me pierdo en sus ojos, aunque solo fue un contacto de un segundo, no puedo evitar pensar en que son los más bellos ojos que he visto, adornados con unas espesas y largas pestañas y de un color tan azul como el mar. Mis ojos pasan de sus ojos a su nariz, que es pequeña y respingona, y van hacia un poco más abajo para llegar hacia los más suculentos y tentativos labios que alguna vez he visto. Siento que mi boca se seca de repente ¿Cuando se había convertido en una chica?

Inevitablemente mi mirada pasa de su cara a su cuerpo, y no puedo evitar fijarme en cierta parte de su anatomía que el vestido destaca más de lo deseado. Un hermoso collar con una rubí adorna su escote, conformado por los más grandes, rendondos, hermosos y más sensuales...

La realidad me pega como una bofetada ¿Por qué estoy pensando esas cosas? ¡Kimiko es mi mejor amiga! ¡He pasado una parte de mi infancia y toda mi adolescencia con ella! ¿Desde cuando pienso esas cosas? Sin embargo, tampoco puedo evitar que esos pensamientos se alejen y mi mirada se pose en sus piernas descubiertas.

Uno de sus aretes dorados cae al suelo, me empiezo a acercar a ella para alcanzárselo mientras miro su cara y hace una mueca de fastidio cuando ella nota la ligereza en su oreja derecha, no puedo evitar encontrar adorable y atractivo ese gesto. Ella sigue sin notar que me acerco a ella, por lo que se voltea lentamente y se intenta agachar para recogerlo, sin embargo el vestido al ser muy pegado no le permite ponerse en cuchillas, así que dando una mirada rápida para ver si alguien no la está mirando, inclina la mitad posterior de su cuerpo regalando una visión en primera fila de su trasero.

Me paso la lengua por los labios inconcientemente mientras me detengo. Nunca pensé que Kimiko tuviera ese trasero, aunque claro, ella nunca se había puesto algo como eso hasta el día de hoy. Mi mirada se desvía hacia los lados para cerciorarme de que nadie esté viendo, y al comprobar que nadie presta atención, me dedico a darle el visto bueno a semejante espectáculo.

La vida, cínica cómo siempre, hace que en el reproductor de discos que el padre de Kimiko le regaló en su cumpleaños pasado, empiece a sonar una canción, cuyo coro me llama la atención:

Ahora que sí, esa hevita está enterita tiene tremendo ¡CULO!
Está tan linda, está tan rica, tiene tremendo ¡CULO!

Agito mi cabeza para quitarme ese coro de la cabeza y no puedo evitar sentir un dolor en cierta parte de mi anatomía, ¡Rayos! Necesito salir de aquí cuanto antes y necesito algo bien frío, así que me dirijo hacia la mesa del ponche decidido a gastármelo todo de un trago.


4 horas después.

¡Aleluya!, afortunadamente se terminó la fiesta, y no tuve algún otro altercado con mis inquietas hormonas, sin embargo creo que por si acaso me retiraré a mi habitación antes de que suceda algo más.

Me despido de los chicos con un movimiento de cabeza, Omi, Clay y Dojo se ofrecieron a limpiar todo, supongo que son los privilegios de ser el festejado. Camino hacia la puerta y el aire frío me pega en la cara, lanzó un sonoro suspiro y me dirijo hacia el edificio donde están las habitaciones.

Me gusta estar solo a veces, soy alguien muy sociable, eso no lo niego, pero como cualquier persona, me gusta tener un momento para mi mismo y aclarar mis pensamientos, aunque algunos veces la mente me traiciona, cómo en este momento en el que de porrazo las imágenes de Kimiko inclinándose y de su generoso escote adornado por ese collar me llegan.

En ese momento escucho unas pisadas detrás de mi. Me pongo alerta instintivamente, después de muchos años es casi inevitable ponerme así tras muchas batallas y entrenamientos. Sigo caminando sin evitar pensar en una estrategia por si el sujeto detrás de mi, intenta atacarme, pero para mi buena o mala fortuna un charco formado por unas cubetas a lado de las columnas que sostienen el techo del templo, me revelan que es Kimiko la que me sigue.

Trago evitando hacer algún ruido, de nuevo se me seca la boca y siento unas ganas insoportables de hacerle frente y preguntarle porque se puso semejante prenda. ¿Qué acaso no sabe que con ese vestido en vez de voltear cabezas, rompe cuellos? ¿No se da cuenta de la situación tan comprometedora en la que me pone? ¿No se da cuenta de las ganas que tengo de sujetarla de las manos y arrinconarla contra la pared, pegando mi caliente cuerpo con el suyo y succionarle esos labios hasta dejarla sin aire? ¿No se da cuenta de las ganas que tengo de arrancarle ese vestido y dejarla solo con ese collar adornándola?

Para mi fortuna, en el camino hacia las habitaciones, están los baños, así que patéticamente cambio el rumbo de mis pasos y me dirijo rápidamente hacia el baño donde me encierro sin importarme si ella se dio cuenta o si me siguió hasta ahí. Mi suspiro de alivio se ve frustrado ante el sonido de queja que ella emite mientras masculla entre dientes una maldición, creo que sin querer le cerré la puerta en la cara.

Pasan algunos minutos en los que no emito sonido alguno para tratar de escuchar cualquier actividad detrás de esa puerta, y al ver que ya no hay peligro, suspiro ahora sí de alivio y me paso una mano por el desordenado pelo. Me siento en el retrete y miro hacia abajo sintiendo que mis pantalones me quedan demasiado apretados.

Me muerdo los labios y sin pensarlo me los bajo para comenzar a liberar todas esas tensiones que pase en ésta noche. Cierro los ojos al imaginarla sin ese vestido, susurrándome al oído lo bien que le hago sentir, imaginando esos gemidos en mi oído provocados únicamente por mi, imaginando el tacto con su sedosa piel...

Un gemido ronco sale de mis labios indicando el final ya está cerca, pero alguien toca la puerta interrumpiendome. Aprieto la mandíbula para no soltar una maldición, y me subo los pantalones, me dirijo hacia el lavamanos mientras escucho los insistentes golpes. Mascullo un "En un momento salgo" y me seco las manos.

Me dirijo hacia la puerta y la abro, mientras mis ojos se abren como platos al ver a Kimiko con los brazos cruzados y una mirada fulminante. Una sonrisa nerviosa aparece en mi rostro y meto mis manos en mis bolsillos para no juguetear con mis manos como siempre hago cuando estoy nervioso. Al ver que no tiene intenciones de hablar primero, empiezo yo:

- ¿Pasa algo?

Ella enarca una ceja mientras me mira - ¿Me estás preguntando qué me pasa? - Se descruza de brazos - Pues te diré que pasa: ¡Lo que pasa es que llevas más de treinta minutos en el baño, y por si no lo has notado es el único que tenemos!

Una risa nerviosa sale de mi boca y ella me mira ceñudamente.

- Lo siento, supongo que necesitaba refrescarme.

Lanza un suspiro de resignación y baja los brazos - Descuida Rai, lo entiendo, lo dejaré pasar por ésta ocasión, pero no te acostumbres, que hay personas que necesitamos más urgentemente el baño. Ahora ¡Largo!

Asiento rápidamente con la cabeza y me muevo del umbral de la puerta para dejarla pasar. Rápidamente salgo corriendo del lugar para llegar a mi habitación y cerrar la puerta, obviamente con seguro para evitar visitas indeseables. Me quito rápidamente la camisa y el pantalón que tenía, quedándome únicamente en un boxer negro. Sin más me meto a la cama y empiezo a recordar y a imaginar para continuar con lo que antes había sido interrumpido.

Pero ¿Quién me juzga?

Sólo soy un chico con estúpidas hormonas.


Bueno, después de mucho tiempo regresé, y nada mejor que regresar con una historia que ya tenía aquí en , obviamente no es una nueva historia, si no que la edité y supongo que ¿Mejoré?, respecto a como estaba escrita antes.

Muchas Gracias a todos por sus reviews en éste fandom, les aseguro que empezaré a editar las otras historias así cómo a hacerles las continuaciones prometidas.

Un beso enorme y no olviden dejar reviews :)