Un mundo hermoso.

Me gustaría comenzar este relato diciendo que una de mis grandes pasiones son la historia en general. Pero lo que más me apasiona de esta, es la historia europea, en general aquella que abarcara desde la conquista de los nuevos continentes de américa, pasando por las revoluciones de los países que fueron conquistados, llevando la historia hasta su revolución industrial, pasando por la primera y la segunda guerra mundial, terminando su apogeo en la guerra fría y llegando finalmente a la época actual.

Algo que me hizo enganchar muy bien con la temática de hetalia, ya que, con un cierto aire de sarcasmo y chistes propios de cada país, supieron llevar a cabo una historia distinta a la que solemos ver en general en los animes.

Pero, aun así, después de ver la serie, y por supuesto leer su comic, me pregunté, ¿Qué pasaría si ellos realmente existieran?, pues no creo ser la única que se pregunte esto.

Digo, ¿Alguna vez se han preguntado qué es lo que hubiera pasado si viéramos la perspectiva de los personajes de hetalia de una manera más realista?

De la manera en la que realmente trabajan los países, con sus cicatrices, su historia, sus heridas…

Pues entonces no sería un "beatiful world", más bien sería un mundo inmerso en corrupción y degrades por lo que cada nación lleva a sus espaldas. Historias que han hecho que estos se vuelvan crueles y sin corazón.

Un mundo en el que el gobierno de cada país se rige por una sub administración que dirige el mundo. Aquellos que representan el país que llevan a su cargo, que han vivido más años de los que una persona normal puede contar, pero que no por eso van a dejar de ser menos humanos, ya que al igual que nosotros poseen vidas que han ido cambiando con el paso del tiempo. Han conocido el amor, la violencia, el prejuicio y la frustración de no ser lo que alguna vez representaron.

Pero la historia que quiero contar no trata exactamente de como los países se convirtieron en lo que son, si no que más bien comienza con un chico "nuevo", el cual recién está dando un vistazo al submundo que existe en la vida que actualmente conocía. Un personaje que me gustaría comentar en esta historia.

El joven del que les hablo es un chico normal que apenas posee la edad de 16 años (un poco joven si es que vemos la edad real de los países) y este joven tiene algo en especial. Es hijo de dos naciones que, por causas históricas, ambos tuvieron un gran imperio, pero que con el tiempo se disolvió. Y aunque esto ya no es lo mismo, la relación entre estos se mantuvo y tuvieron algo que es poco común en las naciones. Ellos tuvieron un hijo. Y aunque este no pertenecía a ninguna nación existente, estaba feliz por tener una vida relativamente "normal", tal y como lo hacían los niños comunes y silvestres, e inclusive estaba ansioso por poder algún día conocer a las grandes naciones, hablar con ellos y trabajar a su lado para hacer de este un mundo mejor. Pero pronto se daría cuenta de que en la vida no todo es de color rosa, y eso sucedió el día en el que cumplió 17 años.

Ese día había sido encantador.

Pasar la mañana con sus compañeros los cuales le sacaron más de una sonrisa en el instituto en el que estudiaba, ir a comer con sus padres durante la tarde y claro, recibir un par de regalos de su parte, y por la noche hacer todo tipos de cosas ociosas como jugar con su Xbox o vagar por unas horas en internet. Hasta que finalmente decidió bajar al primer piso de su casa para comer algo que lo dejara saciado, pero antes de poder llegar a la cocina la voz de su padre hizo que se detuviera en seco.

Rudy –dijo su padre acercándose a él.

Ja papa… –pronuncio el joven quitándose la capucha de su pollerón para poder verlo mejor.

¿Cómo lo has pasado hoy? –preguntó mientras se arreglaba la corbata.

Gut, danke –dijo mientras esbozaba una sonrisa.

Qué bueno saberlo –dijo su padre mientras comenzaba a caminar por el pasillo de su casa, haciéndole a la vez un gesto con la mano a su hijo para que lo siguiera.

Llegaron así al despacho del padre de Rudy, el cual tenía varios documentos sobre la unión europea sobre él. Rudy cerró la puerta al entrar y con algo de nerviosismo se sentó frente al mesón de su padre, esperando algún tipo de sermón de su parte, ya que las únicas veces que el entraba en esa habitación era solamente para escuchar alguna reprimenda de parte de su padre, a veces por travesuras, otras por sus bajas notas en el instituto, o simplemente por el comportamiento que él tenía frente a otras personas. Nunca esperaba nada bueno cuando entraba a ese lugar.

Como sabrás –dijo su padre una vez se sentó frente a él– Han pasado muchas cosas esta semana y no he tenido mucho tiempo libre como para estar contigo –dijo mientras se acomodaba sus lentes para buscar mejor un par de cosas entre esos papeles– es por esto que he preparado para ti un regalo especial, del cual estoy seguro que te va a encantar –argumentó mientras sacaba una hojas de oficio y se las entregaba en su mano.

¿Qué se supone que es esto? –preguntó Rudy mientras miraba de reojo ese documento.

Lee la primera estrofa –comentó su padre mientras se reclinaba en su sillón.

El presente documento está ligado con la inclusión de un nuevo integrante a la unión europea para que tenga en conocimiento las estrategias y movimientos que se ejecutan dentro de la institución para su mejor entendimiento y emplazamiento dentro la institución ya mencionada para su posterior inserción en ella… –dijo el joven en voz alta sin comprender mucho de lo que se trataba.

Su padre al percatarse de que su hijo aun no comprendía del todo lo que ese documento trataba de decirle, prefirió explicárselo con sus propias palabras.

En simples palabras ese documento te permite ingresar al recinto en el que trabajo, para así acompañarme de vez en cuando en mi trabajo, para que sepas lo que ahí dentro se hace y así conocer en persona…

¡A las naciones! –exclamó de pronto mientras se levantaba de manera brusca de su asiento.

Así es –dijo su padre con una sonrisa en su cara al ver lo eufórico que estaba su hijo por la sorpresa que le tenía– Antes de que lo olvide, tienes que usar esto cuando vallas –dijo entregándole un paquete con un moño blanco sobre él.

Rudy algo ansioso rompió el papel para ver su contenido, y grande fue su sorpresa cuando vio dentro de él un Montgomery de color negro, la cual se veía bastante formal, el cual en su hombro tenía bordado las banderas de los países que representaban sus padres.

¿Te gusta? –preguntó su padre obviando lo obvio.

Genial –dijo su hijo mientras se la probaba– ¿Cuándo puedo ir? –dijo un tanto emocionado mientras seguía mirando su abrigo.

Si es que realmente lo deseas puedes faltar mañana a la escuela y acompañarme a la unión europea, ya que mañana se hará la G8.

¿En serio? –preguntó mientras sus ojos brillaban.

Ja, pero solo por la G8, eso significa que, si quieres seguir yendo, va a tener que ser después de que salgas de clases.

Si, lo entiendo, además no faltan muchos días para las vacaciones –dijo esbozando una sonrisa.

Bien, entonces será mejor que te vayas a dormir, porque maña será un largo día.

Ja papa! –dijo Rudy emocionado mientras salía del despacho de su padre– Danke papa – murmuró antes de cerrar la puerta para dirigirse a su habitación para ir a dormir.

El día siguiente iba a ser espectacular, iba a conocer a tantas naciones. Solo pensarlo hacia que se emocionara. Iba a conocer a los grandes de la g8, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Japón, Canadá y Rusia…

Emocionado con los pensamientos de las personas que conocería al día siguiente, se acostó y durmió para así tener un gran día. El día que tanto había esperado. El día en el que finalmente conocería a los países europeos.

La alarma sonó a las seis en punto. Y sin hacer el reclamo habitual para levantarse y quejarse por levantarse a tales horas de la madrugada, se alisto en un par de segundos para comenzar ese grandioso día. Se bañó lo más rápido que pudo y en cuanto salió de la ducha se arregló lo más formal que pudo verse y una vez listo se puso el abrigo que su padre le había regalado para que así todos supieran a que naciones pertenecía, y una vez estuvo listo, bajó veloz mente al primer piso para esperar a su padre el cual estaba conversando con su madre en la cocina mientras terminaba su café.

Rudy –pronunció su madre mientras se acercaba a él para mirarlo– te ves encantador –pronuncio con una mirada meliflua.

Gracias mama –dijo algo sonrojado.

¿Listo para irnos? –preguntó su padre mientras terminaba su café.

¡Listo! –respondió su hijo emocionado.

Entonces será mejor que nos apuremos, no me gusta llegar tarde –dijo mientras se dirigía a la entrada de la casa.

Que tengas un buen día hijo –pronunció su madre de manera dulce mientras lo besaba en la frente y le acariciaba el cabello.

Ja mama –dijo esbozando una sutil sonrisa– ¿No vienes con nosotros?

Nein, hoy tengo otros asuntos que solucionar.

Claro, nos vemos en la tarde entonces –dijo finalmente despidiéndose de ella para alcanzar a su padre.

Una vez salió de la casa acompañó a su padre por las avenidas hasta llegar a la estación del metro donde viajarían para llegar a Estrasburgo, Francia, donde esta una de las tres sedes del consejo europeo y donde obviamente se concretaría una de las g8.

El viaje fue largo y tardó un poco más de dos horas llegar hasta allá. Pero en cuanto Rudy llego a la sede de la unión europea fue cuando supo que no fueron en vano esas horas de espera, pues esta era tal y como se la imaginaba. Gigantesca, enorme, espaciosa, lujosa y lo mejor de todo lleno de naciones que representaban a cada uno de los países en los que vivían además de encontrarse con los demás países de Europa que estaban ahí para representarse como naciones independientes, y todo esto incluyendo sus estados, y lo más emocionante era que cada uno de ellos traía consigo la bandera del país que representaba, así que no le fue difícil reconocer a primera vista un par de naciones que pasaron al lado de él al entrar a esa gigantesca construcción.

Todo daba a entender que ese sería un gran día.