¡Feliz Día de los No-Enamorados!

Hermione despertó. Corrió esa suave cortina que le permitía tener algo de privacidad al dormir. Estiró sus piernas y sus brazos. Bostezó, como todas las mañanas, la rutina era siempre la misma. Camina hacia el baño, tiene una ducha de siete minutos, como siempre. Sale, se seca, se viste, sostiene un cepillo que Lavender deja olvidado en el suelo, y se dice a sí misma:

- Hoy, voy a lograr peinar mi cabello… - la frase es todos los días la misma; incluso en ese mismo tono esperanzado.

Después de intentar unos cinco tirones, se rinde. Baja las escaleras, se sienta en el gran sillón en medio de la Sala Común. Después de cinco segundos, Crookshanks, salta hacia ella. Hermione lo acaricia, y el animal ronronea. Sigue imitando esa acción durante cuatro minutos, hasta que Harry baja. Él la saluda de la forma habitual, la besa en la mejilla y le sonríe.

- Hola, Herms – dice como siempre.

- Hola, Harry ¿Va a bajar ya Ron? – pregunta ella.

- Bajará en un minuto – miente el azabache sabiendo que Ron está dormido nuevamente.

Después de estar quince minutos sentados, deciden bajar a desayunar. Hermione recibe el diario "El Profeta", más muertos a causa de Voldemort; siete. Cinco de ellos muggles, y los otros dos, magos comunes y corrientes. Deja el diario apartado y Harry pregunta:

- ¿Cuántos? – como siempre.

- Siete – esa era tal vez la única cosa que cambiaba día a día.

Hermione recordaba varias situaciones especiales, en que las respuestas la habían asombrado demasiado. Una ocasión, había dicho "ninguno". Pero a la semana, había respondido "noventa y dos". Ese había sido un atentado, en el que buscaban al vendedor de la tienda de varitas mágicas "Ollivander´s", donde hicieron volar una cuarta parte del Callejón Diagon. Un fuerte golpe en la puerta de entrada al Salón Comedor, que provocó Draco Malfoy al empujarla con la suficiente fuerza para que todos los alumnos y profesores en Hogwarts lo oyeran, hizo que Hermione saliera de sus pensamientos. Pansy Parkinson lo seguía con lágrimas en los ojos.

- ¡Pero, Draco! ¡Tú no puedes…! – gritó con todo su nivel de voz Pansy.

- ¿No puedo QUÉ, Pansy? – inquirió Draco girando, y topándose con la cara de la morena.

- No puede ser cierto… que… que… ¡Me hayas engañado! – respondió Pansy lo suficientemente audible para todo el Salón Comedor, que se hallaba mirando la pelea.

- No te engañé, por que tú y yo, nuca fuimos novios, ¿Cuándo lo vas a entender estúpida? – gritó el rubio sin compasión.

Al oír esas palabras, Hermione soltó una pequeña carcajada, que, afortunadamente nadie oyó.

- ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó la morena cabizbaja, y llorando en silencio.

Pero Draco no respondió, y se retiró del comedor. Al parecer, ese no iba a ser un día en el que sigan la "rutina" a la que estaban acostumbrados.

- ¿Por qué no me esperaron? – inquirió Ron con la ropa desacomodada y el cabello despeinado.

- Nos despertamos hace media hora ¡Nadie puede esperar a otra persona durante media hora! Es ilógico ¿Qué haríamos en ese tiempo? – dijo irónicamente Hermione.

- Hola, chicos – saludo Lavender Brown.

- Hola – respondió el trío al unísono.

- Ro-ro, ¡Feliz día de San Valentín! – dijo Lavender sonriendo, y depositando un beso en la mejilla del pelirrojo.

- ¿¡DÍA DE SAN VALENTÍN! – gritaron Harry y Hermione a la vez.

- ¡SI! Chicos, ¿Cómo pudieron olvidarse? ¡Hoy es catorce de febrero! – les recordó Lavender.

-O-

- ¡Harry! Estoy harta de que siempre estés ocupado, nunca me hablas, ni me saludas, ni siquiera me miras, ¡HARRY! – gritó Ginny al ver que su novio seguía sin prestarle atención.

Pero ni siquiera obtuvo respuesta de éste. Se encontraba sumido en sus pensamientos. Ginny se sentó en sus rodillas, y comenzó a acariciarle la cabeza, comenzó a darle besos en la mejilla, pero el azabache ni siquiera se inmutó.

- ¡HARRY JAMES POTTER! ¡NO QUIERO SER TU NOVIA NUNCA MÁS! – gritó la pelirroja.

- ¿Qué? – dijo Harry distraído.

Ginny soltó un grito muy agudo, y salió de la Sala Común, dejando a Harry sólo y confundido.

-O-

Mientras tanto, en el lago, un pelirrojo y una castaña, luchaban cuerpo a cuerpo, tirando manotazos, patadas, y hasta Crussiatus.

- ¡TE ODIO! – gritó Ron.

- ¡Y YO MUCHO MÁS! – contestó Hermione lanzando una patada directa a los genitales del pelirrojo.

Hermione atinó. Un sonido sordo, hizo que toda la escuela quedara en silencio. Ron, tomó su zona afectada, y con lágrimas en los ojos, cayó al piso, derrotado.

- Lo siento, Ronald, pero te lo merecías – dijo comentó la castaña.

-O-

Más tarde, en la Sala Común, Parvati y Lavender, revisaban la revista corazón de bruja.

- Parvati, he oído que los muggles publicaron una película de mucho éxito llamada Twilight, ¡Es un drama romántico! – dijo Lavender.

- ¿Ah si? ¿De qué se trata? - preguntó interesada Parvati.

- Pues… una chica, muggle se enamora de un vampiro… pero leí que también de un hombre lobo… - explicó Lavender.

- Pues, si fuera ella, ¡Me quedaría con el lobo! ¡WRRRRAAARRRR! – comentó Parvati mirando la foto de el hombre lobo.

- ¿¡QUÉ! ¿¡ESTÁS LOCA! Está claro que el vampiro, Edward, es la mejor elección – contradijo Lavender.

- Por favor, ¿Qué vas a saber TÚ de amor? Tú, la que te enamoraste de ese feo pelirrojo – dijo en burla Parvati.

- Bueno, habla la que se enamoró de un 'cara-cortada' – contraatacó Lavender.

- ¡EL HOMBRE LOBO ES MEJOR! – gritó Parvati abalanzándose sobre su mejor amiga, y comenzando a jalarle el cabello.

- ¡EL VAMPIRO! ¡EDWARD! – gritó Lavender mordiendo el brazo de Parvati.

Ésta soltó un gritó de dolor, y jaló el cabello de Lavender con más fuerza que antes.

- ¡JACOB! – gritó Parvati.

- ¡EDWARD! – gritó Lavender.

- ¡JACOB! – repitió Parvati.

- ¡EDWARD! – contradijo, nuevamente gritando, Lavender.

-O-

- ¿Escuchas esos gritos? – inquirió McGonagall al retrato de Dumbledore.

- Si, son como música para mis oídos – comentó Dumbledore.

- ¿Puedo saber quién diseño esta tradición, especialmente para el día de San Valentín? – inquirió Minerva preocupada.

- No lo sé, pero Minerva, el fin justifica los medios. Esto sólo está hecho para probar entre que personas hay verdadero amor – contestó el retrato.

- ¿El fin justifica los medios? Está idea debe haber sido de Ravenclaw, siempre metiendo trampas… - comentó McGonagall.

- Minerva, los efectos de esto, desaparecen mañana, sólo duran veinticuatro horas. Y respecto a Ravenclaw… dudo que haya sido ella, piénselo, Minerva ¿A quién se le ocurriría soltar una poción en el aire que nos haga odiar a las personas que "amamos"? ¿A qué ser tan desquiciado podría pasársele por la cabeza semejante idea? – inquirió Dumbledore.

- A usted – respondió sinceramente McGonagall.

- Exacto – corroboró el anciano.

- Pero… no comprendo, esto realmente ¿Funciona? – inquirió Minerva.

- Es, una especie de prueba… para ver quienes resisten a todo ese odio, y pueden continuar amando a una persona especial – explicó Dumbledore.

- Albus, ¿Qué ocurre en las personas que se odian? – preguntó preocupada McGonagall.

-O-

- Miren quien viene, pero es nada más y nada menos que Granger, la rata de biblioteca – exclamó Draco viendo a Hermione avanzar por un corredor desierto.

- Púdrete, Malfoy – exclamó Hermione sin siquiera mirar a Draco, quien caminaba detrás de ella a unos tres metros.

- Uuuuuuh, Granger está molesta, ¡QUÉ MIEDO! ¿Qué me vas a hacer? ¿¡Morderme! Con esos dientes de castor serías capaz de arrancarme un brazo… - dijo el rubio con ironía.

- Para tu información, hurón botador, me importa una mierda lo que digas – escupió la castaña girando para verse cara a cara con su enemigo.

- Granger, ya sabemos que estás de mal humor por haberte peleado con Weasel, pero no es necesario que seas así de agresiva – dijo el ojigris deteniéndose a tres centímetros de la cara de Hermione.

- Después de tu pelea con Pansy, tú también deberías estar de mal humor – comentó la ojimiel.

- ¡JÁ! A mí no me importa por tres razones: la primera, es que es la décima vez que se enoja por algo así. Segunda, no la engañé. Y tercera, no me interesa en lo absoluto lo que pueda pensar esa zorra de mí – explicó Draco.

- Wow… parece que tenemos a un Malfoy resentido, descargándose – dijo Hermione.

-O-

McGonagall recorría Hogwarts preocupada. Oía gritos de alumnos discutiendo, veía a otros llorando, y el jardín, brillaba a causa de encantamientos que lanzaban algunos que luchaban. Ron estaba en el piso, hasta que Luna llegó para hacerle compañía.

- ¿Qué sucede, Ronald? – inquirió Luna.

- ¿No oíste la patada que me dio Hermione? – preguntó Ron.

- Si, pero no tenía idea de que doliera tanto, fue hace media hora – dijo la rubia.

Ron se incorporó.

- ¿Sabes, Luna? He notado que el castillo está lleno de discusiones y enfrentamientos, justamente, hoy, en el día de San Valentín – comentó el pelirrojo.

Luna rió.

- Oh, tonto Ronald… ¿Acaso no sabes nada acerca de Hogwarts? – inquirió la rubia sonriéndo de oreja a oreja.

- Pues, más allá de haber oído un millón de veces, "La Historia de Hogwarts" por parte de Hermione – pronunció el nombre con ira – no me interesa en lo absoluto – finalizó el pelirrojo.

- Pfffff, esa información no está en ese aburrido libro, mi padre tuvo una entrevista con Dumbledore en la que él le revela a mi padre que, en la día de San Valentín, rocían la escuela con un polvo mágico que hace que todos se odien – explicó Luna.

- Pero, si alguien odia a otra persona… que sucede al percibir esta mágica pócima, ¿Se odian más? – preguntó alarmado el ojiazul.

-O-

Ella respiró agitadamente, a la vez que, cabizbaja, pensaba profundamente.

Si, esto es caer bajo, incluso para Malfoy… y mucho más para mí… yo sé lo que está haciendo, y sabe lo que estoy haciendo… ambos buscamos un nuevo insulto, pero tenemos la guardia baja… Oh, Draco, con ese bello rostro podrías… Momento, momento, debo pensar en insultos antes de que me convierta en una de esas estúpidas niñas inmaduras que persiguen a Draco todo el día sin darle un respir… ¡ALTO! ¿Ahora estoy celosa?

Piensa Hermione interiormente, aún tomando a Draco desde el cuello de su túnica para que pudiera oír los insultos que ella le proporcionaba más de cerca.

Granger maldita…. rata de biblioteca, nerd, idiota, sangre sucia, impura, infeliz, torpe, demasiado inteligente, con ojos color miel, labios carnosos color roj… ¿QUÉ MIERDA ESTOY HACIENDO?

Pensaba Draco observando a la castaña de cerca, a quien tenía acorralada contra un rincón de la biblioteca. De pronto, ambos se separaron como si hubieran recibido una fuerte corriente eléctrica. Jadeando y transpirando, ambos se rindieron. Pasaron de estar inmensamente tensos, a estar demasiado, demasiado relajados. Ella le tomó las manos a él, mirándolo fijamente a los ojos.

- ¿Qué mierda nos está pasando? – inquirió casi llorando de impotencia.

- No tengo idea Granger, pero vamos a averiguarlo… - dijo él.

Toda la energía de Draco pareció volver a su cuerpo, y se puso derecho, erguido, mirando al cielo, con la frente en alto, como sólo un Malfoy sabe hacerlo. Ella, asintió con la cabeza, indicando que estaba lista. Al mismo tiempo, se abalanzaron uno sobre el otro, y comenzaron a besarse, con ira, toda la ira que había en su cuerpo, siendo transmitida en forma de beso, como un artista de mal humor que puede crear una excelente obra, algo mágico estaba sucediendo en ese lugar. Y por supuesto, ¿Quién no se lo esperaba? Si al fin y al cabo, negativo y negativo da como resultado positivo, ¿Quién dice que esto debe ser malo?

-O-

- ¿Cuántos? – dice Harry al igual que todas las mañanas de su vida.

- Ninguno – dice Hermione radiante de felicidad.

- No me esperaron – dijo Ron ofendido.

- No te quejes Ron, hoy es un día de paz – dijo Hermione cerrando los ojos.

- Claro… Harry, a que no te imaginas… El castillo está encantado – dijo Ron con la felicidad de un pobre que gana la lotería.

- Creo que haz descubierto América, Ronald – dijo la castaña con ironía.

- ¡NO ME REFIERO A ESO! En San Valentín, a todos nos encantan con un hechizo para que nos odiemos – dijo el pelirrojo, excitado.

Un silencio sepulcral inunda el Salón Comedor. Hermione abre los ojos y voltea disimuladamente para intercambiar una sutil mirada con cierto rubio que parecía tan sorprendido como ella.

-O-

Mira Granger, lo que pasa en San Valentín, queda en San Valentín.

Leyó Hermione en silencio, sonriendo ansiosa por descubrir si sería así, o no…


Ojalá les haya gustado, SALUDOS :)