Disclaimer: Bleach no me pertenece, ni tampoco ninguno de sus personajes, son todos propiedad de Tite Kubo. De ser mía hubiese dejado a Ulquiorra con Orihime jeje.
Advertencia: si no has visto o leído la serie, o bien no la has terminado, no leas este fic, contiene spoilers.
¡Hola a todos! ¿Cómo están? Bueno, este es mi primer fic de Bleach, y tal vez el último ya que la inspiración no suele venir mucho a mí, y el tiempo menos todavía xD, pero necesitaba hacer algo sobre esta pareja que me enganchó desde el primer momento en que Ulquiorra apareció en la serie. Será un two-shot, es decir, que solo constará de dos capítulos, hice este fic con la intención de explicar que fue lo que posiblemente y pienso que podría haber ocurrido justo después de la trágica muerte de Ulquiorra en la cúpula de Las Noches, cuando Ichigo ya se ha ido a pelear contra Aizen. Puesto que tanto Inoue como Ishida no vuelven a aparecer hasta que la batalla no termina del todo, y es un lapso de tiempo bastante grande, en el que podrían haber ocurrido muchas cosas. He aquí mi versión de los hechos, por supuesto es un fic Ulquihime ;P. Quiero añadir que esta primera parte del fic, está narrada en primera persona por Ishida, aunque lo notarán nada más empezar a leer.
Supongo que eso es todo, muchas gracias anticipadamente por tomaros el tiempo de leerlo, un agradecimiento especial a las personas que comentaron mis otros fics, espero que disfruten de este, y si no es molestia me gustaría saber su opinión. Espero que sea de su agrado, y este a la altura jeje.
Nothing but the heart
Capítulo 1: Hope
…
¿Me tienes miedo, mujer?
No… no te tengo miedo
Ya veo… así que esto que está en mi mano…
¿Es el corazón?
…
La incógnita que Ulquiorra no había sabido responder, se perdía en el viento junto con sus oscuras cenizas en el vasto desierto de Hueco Mundo. ¿Era aquello el corazón?
En ese momento no entendí muy bien a que se estaba refiriendo, pero supuse que por la forma en que la miraba a ella, debía tener un significado especial para ambos. El y Inoue-san.
A pesar de encontrarme herido, recostado en una de las muchas polvorientas rocas del lugar, y tratando de contener la hemorragia que la espada de Kurosaki había causado en mi abdomen durante su arranque de locura, pude ver aquello claramente.
La despedida de dos amantes…
Con esto, no quiero insinuar que Inoue-san y el cuarto espada tuviesen algún tipo de relación, es más, me atrevería a decir que apenas rallaba el borde de la formalidad. Pero vi algo, algo inusual en la muerte del arrancar… vi las lágrimas de Orihime.
Es cierto, que había pasado mucho tiempo con él, que había sido su captor y celador, pero eso no debería implicar nada. Cualquiera se sentiría aliviado de alejarse de aquel lugar desolado poblado de huecos, pero ella no…
Aunque lo más llamativo de todo fue la forma en que Ulquiorra se comportó al final, cuando ya aventuraba que la muerte era lo único que quedaba para él. Omitió todo a su alrededor, y se centró única y exclusivamente en ella, alzando su mano, como si por una vez en su vida quisiese alcanzarla.
Y le había preguntado si le tenía miedo… no pude ver la expresión de Inoue-san en aquel instante, pero supe enseguida que sus ojos estaban anegados en lágrimas. Ella no le tenía miedo.
Tanto Kurosaki como yo, nos encontrábamos ajenos a la escena, en un vano intento de crear un ambiente mínimamente íntimo en aquella dolorosa y meramente romántica despedida. Era más que apreciable que nuestra amiga estaba desconsolada, y creo que incluso a día de hoy, pagaría por saber que cruzó por la cabeza zanahoria del shinigami al presenciar ese simbólico intercambio de palabras que solo esos dos comprendían.
Tras responderle, juro que atisbé un asomo de sonrisa en el rostro de Ulquiorra, una sonrisa triste, porque conocía el final, pero alegre, al saber que a fin de cuentas, ella no le tenía miedo, supongo. Y fue en ese momento cuando Inoue trató de alcanzarle, demasiado tarde quizás, porque sus dedos solo llegaron a rozar cenizas deshaciéndose en el aire… y sin apartar la vista uno del otro, aquel hollow desapareció sin más, dejando atrás un inmenso vacío.
Poco después Orihime colapsó, y sus rodillas impactaron contra el suelo, temblaba, sabía que estaba llorando, pero trataba de ocultárnoslo, no quería que la viéramos triste, no quería que Kurosaki la viese llorar. Después de todo, habíamos ido hasta allí solo para rescatarla, para salvarla.
Ambos sabíamos que lo mejor era guardar silencio y esperar a que se recuperara, no conocía lo profundo que podría haberle afectado la reciente muerte del arrancar, ni tampoco lo entendía. Conozco a esa chica desde que empezamos el instituto, y ni una sola vez la había visto triste, siempre se mostraba alegre y con una bonita sonrisa para todos, siempre tratando de animar, de ser empática… pero verla así, por la derrota de un enemigo… es algo que solo comprendí poco después de que Kurosaki se marchara para ayudar en la pelea contra el tirano Aizen.
Minutos después se sentó y miró el lugar donde antes se había encontrado erguido y mal herido Ulquiorra, y ahora solo había restos pulverizados que desaparecían con las corrientes de viento.
- Esto… Inoue, tu… ¿estás bien?
Ichigo habló nervioso, al parecer, y al igual que yo, no tenía ni idea de cómo afrontar la situación. Vaya si me sentí idiota al ponerme en el nivel de ese bruto shinigami, pero era la verdad.
Rápidamente, y como si la hubiésemos sacado de un sueño, se limpió el rastro salado que descendía por sus mejillas con los puños apretados, y se giró hacia los dos con la sonrisa más falsa y forzada que había visto nunca en mi vida. Pero a pesar de saber eso, me hizo sentir un poco mejor con solo verla.
- Claro Kurosaki-kun… no pasa nada. – Y se levantó limpiándose el polvo de su traje arrancar. – Yo… será mejor que cure a Ishida-kun.
Con paso calmo se dirigió hacia mí, y se acuclilló a mi lado, examinando mis heridas. Me atreví a mirarla a los ojos, esos que siempre irradiaban luz, calidez y alegría, ahora estaban fríos, vacíos, sin vida… Con solo verla, vi que trataba de pedirme perdón, perdón por el brazo cercenado a manos de Ulquiorra, perdón por haber desatado la furia de Kurosaki, perdón por traernos a todos hasta aquí para luchar por su vida.
Perdón por llorar la muerte del enemigo.
Pero ella no tenía la culpa de nada… eso todos lo teníamos claro, habíamos decidido por cuenta propia ir al Hueco Mundo, conscientes del riesgo que esto suponía para nuestras vidas, y así traerla de vuelta al mundo humano, con nosotros, con sus amigos.
Tanto Kurosaki, como Sado, Kuchiki-san o Abarai-san estábamos allí por la misma razón, y esa era salvar a Inoue Orihime de las garras del enemigo.
- Lo siento Ishida-kun… todo esto…
- No te preocupes Inoue-san, no es culpa tuya ni de nadie.
Traté de calmarla, no me animaba siquiera a imaginar cómo debía sentirse en ese preciso instante, y me obligué a pensar que su sonrisa falsa, tenía algo de cierta.
Después de llamar a sus pequeñas hadas mágicas, el escudo de curación se extendió encima de mí. La sensación de calidez y bienestar era reconfortante, así como sentir mitigarse el dolor levemente hasta casi desaparecer. Con calma, fue cerrando la herida de mi vientre, de la cual salía un reiatsu tremendamente denso, y después regeneró mi brazo. Algo impresionante.
Kurosaki solo observaba, sin saber del todo como actuar.
Supe enseguida que perder tiempo era lo que menos debíamos hacer en ese momento, así que cuando me sentí mejor animé a Inoue a curar a Ichigo. Él era de vital importancia en la batalla decisiva, tal vez ya lo necesitarían incluso.
- Inoue-san. – La interrumpí en su labor. – Yo ya me encuentro mucho mejor, sería más productivo si curases a Kurosaki y recuperases parte de su reiatsu.
- ¿Huuh? – Parecía sobresaltada, y de nuevo esa sonrisa postiza. – Pero Ishida-kun, tu aun no estas…
- Estoy bien. – Le aseguré. – Puedes continuar conmigo más tarde.
Le hice una seña con la cabeza al shinigami con pelo de naranja, que rápidamente se acercó a nosotros, y se sentó al lado de ella.
Estaba nervioso, todavía no encaraba las lágrimas de Orihime por Ulquiorra. – No hace falta que te esfuerces mucho, Inoue…
- No, está bien Kurosaki-kun. Es lo único que puedo hacer después de todo… - Y de nuevo, invocó el escudo curativo.
Pasamos varios minutos en silencio, los tres, sin saber que decir. Ichigo me interrogaba ocasionalmente con la mirada, pero yo tampoco entendía nada del sufrimiento de Inoue, y no me atrevía a pensar siquiera que quizás, y solo quizás, podría haber habido algo, entre el cuarto espada y nuestra amiga.
Pero la tristeza de ella, lo íntimo de su despedida, las palabras de Ulquiorra… todo parecía indicar la existencia de una estrecha relación.
Y vi en los ojos de Kurosaki, que a él también le daba miedo saber la verdad, después de todo él era el asesino de Ulquiorra, o al menos, su hollow interior lo era.
Quien había provocado las lágrimas de Orihime.
Al parecer, el shinigami sustituto había decidido apartar esos pensamientos de su cabeza, puesto que le esperaba una ardua batalla por delante, y se levantó. – Está bien, Inoue. Ya me encuentro mucho mejor. Gracias.
Ella no lo miró, él tampoco lo hizo, solo desapareció la luz anaranjada de sus hadas. - ¿Estás seguro Kurosaki-kun? Aun puedo…
- No te preocupes. – Añadió alzando una mano y mostrándole una cálida sonrisa de consuelo a la chica. – Ya estoy bien.
Kurosaki empezó a caminar, hacia el enorme agujero que había en la cúpula, ocasionado por el gran zero que había destrozado parte del cuerpo del arrancar, y por los ataques del mismo.
- Será mejor que me vaya ya. Tengo que buscar a Rukia y los demás, y ayudarles… - Después se giró por última vez antes de desaparecer. – Manteneos a salvo.
Y se lanzó al vacío como una estela negra. Desapareciendo en el firmamento del Hueco Mundo.
Allí me quedé, en la cúpula destrozada y en ruinas de Las Noches, el imponente castillo del reino hollow, ahora reducido a cenizas… suspiré, ella permanecía con aire ausente, mirando por donde Ichigo había desaparecido. No… donde Ulquiorra había muerto.
¿Cuánto significaba aquel arrancar para ella? ¿Qué tipo de relación los unía? Las dudas me carcomían, quería preguntárselo…
- Inoue-san… ¿Tu y Ulquiorra…? – Simplemente dejé la pregunta en el aire, no quería dar a entender nada, ni presuponer cosas que no eran, solo quería que ella confiara en mi lo suficiente como para explicármelo.
Y por primera vez un asomo de sonrisa risueña apareció en sus labios. – No hay mucho que contar, Ishida-kun. Él fue quien me trajo al Hueco Mundo y quien cuidó de mi cuando estaba aquí.
Ese era otro detalle que no había pasado por alto, la extrema preocupación que el espada parecía tener por ella.
Al principio de la batalla contra Kurosaki, ambos habían estado juntos en la sala previamente a la llegada de él, después aparecieron esas dos arrancars que atacaron a Inoue y a quienes Ichigo trataba de detener por todos los medios, algo que fue imposible por la férrea defensa del otro.
Y pensándolo desde un punto de vista objetivo, la táctica del cuarto era ni más ni menos, que una forma de protegerla a ella, porque de haber permitido que un iracundo y rabioso Ichigo, atacara a esas dos mujeres, Inoue habría salido herida.
Posteriormente, tras la aparición de Yammy, cuando este le preguntó si podía matar a Orihime, estoy seguro de que habría sido el mismo quien se hubiese encargado del décimo espada de no haber aparecido yo, Ulquiorra lo taladraba con sus ojos verdes.
Finalmente, en el momento en que Kurosaki usó su máscara hollow, la táctica inmediata del arrancar había sido huir del lugar y luchar en otro más alejado, de ella. Sabia del devastador poder de sus reiatsus, unos que aplastarían el propio de Inoue de verse liberados.
Y cuando había estado bien lejos de su alcance, de su vista, había liberado su espada, Murciélago, dispuesto a terminar de una vez con el shinigami. Como si le diese vergüenza mostrarse ante Inoue tal y como es realmente, como un monstruo.
Tal vez por eso le preguntó si le tenía miedo…
- Ulquiorra era quien me alimentaba, quien vigilaba que nada me sucediese. No hablábamos mucho, pero siempre me preguntaba muchas cosas sobre los humanos, el… trataba de entendernos.
Eso me dio otra visión sobre el hollow, era inteligente, mostraba curiosidad. Justo ahora que empezaba a interesarme por tu gente… Es lo que había dicho, mirando a Orihime.
Siempre viéndola a ella, durante el resto de la pelea en la cúpula de Las Noches, había estado observándola. Quería ver su reacción al asesinar a Kurosaki en sus narices, yo me atrevería a decir que intentaba demostrarle que Ichigo era débil, que no la podría proteger, no como él; incluso, que Ulquiorra estaba un poco celoso por la reacción de ella al verlo tras tanto tiempo encerrada. No es un secreto entre nosotros que Inoue parece sentir algo por ese cabeza hueca que no se da cuenta de nada, y al parecer, para el arrancar tampoco había sido difícil averiguarlo.
Tampoco le había quitado el ojo, cuando ese terrorífico hollow de pelo naranja había hecho acto de presencia, destrozándolo todo a su paso. Intentaba por todos los medios de mantener la pelea lo suficientemente alejada, y en el instante final, cuando el monstruo estaba dirigiendo un inmenso zero hacia Inoue y hacia mí, él nos había salvado.
Ulquiorra se había lanzado con el resto de fuerzas que le quedaban, conseguido parar el ataque, y devolver a Kurosaki a su forma humana, pero sacrificando por completo su reiatsu, y su vida, al invocar esa última lanza verdosa, que nos salvó a todos. A excepción de el mismo.
Me contenta pensar que me encontraba al lado de ella en ese entonces, porque estoy seguro que de haber dirigido ese zero rojizo exclusivamente hacia mí, ahora me encontraría pulverizado y disperso en el aire del desierto.
- El parecía preocuparse por ti…
- ¿En serio crees eso, Ishida-kun? – Un deje de nostalgia aparecía en sus ojos grises, yo solo asentí.
Y entonces me miró, y al parecer, adivinó lo que yo estaba pensando. – Quieres que te lo explique, ¿no es así?
Asentí otra vez, si Inoue estaba dispuesta a contarme la verdad, me encontraba gustoso de oírla. – Yo… intenté enseñarle a Ulquiorra lo que eran los sentimientos, el corazón. Pero él nunca lo entendía… decía que era imposible que algo así, algo que no pudiera ver, existiese.
- Le quieres.
Y no era una pregunta, cada vez estaba más seguro de los sentimientos que mi amiga parecía tener en referente al arrancar.
Pero era tan extraño… hollow y humano.
Orihime me miró sorprendida, pero no lo negó. – Yo pensé que sentía algo por Kurosaki-kun, pensé que él y yo podríamos… - Y se cortó, yo mismo conocía los impedimentos hacia esa relación, empezando por la presencia de Kuchiki-san. – Con Ulquiorra era distinto.
Decidí dejarla desahogarse, lo necesitaba. – Al principio le odiaba, por obligarme a venir aquí, por tener que renunciar a vosotros… a mis amigos. Pero se ofreció el mismo a cuidar de mí, evitaba que los otros espadas me hiciesen daño, me trataba bien… - Agarró la falda con ambas manos y apretó, arrugando la tela. – Cada vez venia más a mi habitación, incluso se echaba pequeñas siestas porque decía que era el único lugar donde no lo molestaban. – Otra vez elevó sus comisuras mirando el suelo.
Orihime ya se hallaba perdida en sus recuerdos. – Me preguntaba sobre mi mundo, sobre los humanos, sobre el corazón… Ulquiorra me enseñó la verdadera utilidad de mis poderes, me hizo fuerte.
Ahora tenía bien clara una cosa, ella había llegado a apreciarle de tal forma que sin saberlo ese cumulo de sentimientos había dado paso a algo parecido al amor. Tal vez una dependencia, pues parecía que él había sido su única compañía durante todo el tiempo que estuvo encerrada en Las Noches.
Quizás lo único que Ulquiorra podía sentir, era curiosidad y una extraña necesidad de protegerla, pero Inoue era mucho más susceptible a las pequeñas muestras de afecto y protección. Supongo que fue eso lo que la llevó a enamorarse de Kurosaki, el gran afán de el por protegernos a todos, por cuidarla. Pero durante esos momentos críticos en su vida, encerrada, sola, rodeada de monstruos… ese arrancar de piel pálida había sido su único anclaje a la vida.
- Tú… ¿no querías que muriera? – Estúpido. Pero era necesario preguntar.
Inoue abrió mucho los ojos. – Yo… realmente Ishida-kun, no quería que nadie saliese herido, menos muriera…
Por supuesto, Orihime era siempre amable, aunque se tratase del enemigo.
- Pero con él era diferente. – Pronuncié.
Ella no dijo nada más. Sabía que el corazón de mi amiga había estado dividido durante toda la pelea, una que desde el principio, suponía, debía ser inevitable. ¿Estaría bien animar a Kurosaki cuando luchaba contra Ulquiorra? ¿Defender al arrancar delante de su amigo?
Al final, el de pelo naranja había salido vencedor en esa discusión, Inoue lo había protegido de los ataques de Ulquiorra, había llorado desgarrada por su supuesta muerte, y había implorado su ayuda convirtiéndolo en un sanguinario vasto lorde.
- Inoue-san… tú, has sido capaz de regenerarme el brazo. – Empecé, verla tan alicaída me rompía el corazón, y una loca idea se estaba cociendo en mi cabeza. – Sin él habría sido incapaz de volver a usar el arco Quincy, y mi honor como tal habría quedado ensuciado.
- No es nada Ishida-kun, podía hacerlo. – Me contestó, ausente.
- Justo por esa misma razón… ¿Cuál es el límite de tu poder?
Yo y todos, pensábamos que la habilidad de Inoue se basaba en curar, nada más allá, pero ella me había dicho anteriormente que ahora conocía la verdadera naturaleza de su poder. Regenerar una extremidad del cuerpo estaba más allá de las posibilidades de curación conocidas, ¿entonces? ¿Qué era lo que podía llegar a hacer?
- Rechazo de los eventos. – Comentó sin emoción.
Yo abrí mucho los ojos, ciertamente perplejo. Si es lo que me imaginaba, con ese tipo de habilidad… - Inoue-san. – Pronuncié decidido. – Con tu poder, ¿crees que serias capaz de devolverle a la vida?
Ahora era ella la sorprendida, se quedó muda, mirándome con las pupilas dilatadas y lágrimas asomando al borde a punto de derramarse, apretaba con fuerza el agarre sobre su vestido blanco.
- Yo… no puedo hacer eso, Ishida-kun… después de todo lo que pasó Kurosaki-kun para, para…
Se detuvo cuando coloqué mi mano con cuidado sobre su hombro, dándole un pequeño apretón de consuelo. – Él lo entendería, así como yo lo hago, ¿crees que podrías hacerlo?
- Yo, no lo sé…
- ¿Qué sentías exactamente por él? – Quería estar seguro de hasta qué punto la determinación de Orihime era capaz de llegar, de cuan férreos eran sus sentimientos por Ulquiorra.
Me miró con una mezcla de miedo y sorpresa. – Es todo tan confuso Ishida-kun… él era un hollow, como muchos contra los que yo he luchado antes, pero a la vez se veía tan humano…
El combate entre la mente de ella y su corazón parecía haber dado inicio. – Cuando le vi de esa forma… como un monstruo, me dio muchísimo miedo, y entonces mató a Kurosaki-kun… Ese no era el mismo Ulquiorra que me cuidaba, que venía a mi habitación para hablar. – Las lágrimas empezaron a descender lentas por sus mejillas. – Pero al final… cuando nos salvó, cuando empezó a desaparecer… me di cuenta de que fuese de la forma que fuera, no quería que lo hiciese. No quería perderlo.
Me mantuve en silencio unos segundos más, analizando las últimas palabras de aquella chica desolada que se encontraba arrodillada delante de mí, y que tan poco se parecía a la Inoue a la que todos estábamos acostumbrados a ver, me acababa de confesar. Podía asegurar que una parte muy importante de ella había desaparecido junto al cuerpo de Ulquiorra.
- Me has dicho que tu verdadero poder es rechazar los eventos, si rechazaras el hecho de que el haya muerto… - Intenté convencerla, sabía que eso era lo mejor para ella, y si no me equivocaba, el arrancar estaría más que agradecido de verla de nuevo.
Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde.
- Pero yo nunca he intentado algo así…
- ¡Y a qué esperas! – Le increpé con un poco más de rudeza de tal vez, la conveniente. Posicioné mis manos en cada uno de sus hombros, obligándola a mirarme a los ojos. – Inoue… hace años que te conozco. Siempre has sido una chica alegre, simpática y cariñosa, pero todo eso parece haber desaparecido con el… y no me perdonaría jamás el no haber intentado, al menos, que recuperaras esa vitalidad.
- Pero Ishida-kun…
- Si él te hacia feliz, ve por esa felicidad entonces.
- Yo… no sé qué decir.
Parecía confusa. – No hay nada que debas decir.
Agachó la cabeza, mordiéndose el labio. – Es un hollow.
- No importa.
- Un arrancar al servicio de Aizen. – Negué con la cabeza, desestimando su última alegación. – Es el enemigo…
- Ese espada protegía Las Noches, su único enemigo parecía ser Kurosaki. De no haberme interpuesto entre tú y el, seguramente ni hubiese reparado en mi presencia… - Sonreí tristemente. – Creí que trataba de hacerte daño, pero ahora veo… que solo iba a llevarte de vuelta con él.
Había perdido mi brazo por pura tozudez, aunque me excusaba el inmenso agujero que Ichigo había tenido en el pecho por ese entonces, los gritos de Inoue y la terrorífica presencia de un Ulquiorra revestido de negro. Mi ataque a él, había sido un vano intento de distracción, para dejarla a ella, curar las aparentemente mortales heridas de nuestro amigo.
Moví los dedos con cuidado, aun me sentía extraño… al menos, había podido recuperarlo.
- Si lo hago… es decir, si consigo que vuelva… seré considerada una traidora por todos. – Se levantó decidida, apretando fuertemente los puños, como si no le importara.
- No se lo diré a nadie, será nuestro secreto, Inoue-san.
Y esta vez su sonrisa era sincera, enorme, y perlada de saladas lágrimas. – Gracias, Ishida-kun.
Volteó, y con paso calmo se posicionó en el punto exacto en que Ulquiorra había entonado sus últimas palabras. Se arrodilló en el suelo y cogió un puñado del polvo negruzco, dejando que se escurriera fino entre sus dedos hasta depositarse en el suelo.
- Sōten Kisshun. – Susurró bajito, extendiendo ambas palmas. Y al instante apareció un gigantesco escudo amarillento, irradiando un sereno reiatsu.
Yo me limité a esperar… mientras vaticinaba sobre esa clase de poder, que profanaba incluso los terrenos de Dios, ¿Qué se suponía que era Orihime entonces?…
Los minutos pasaban, las lágrimas se agolpaban en su barbilla cayendo incesantes, temblaba presa de la desesperación.
La espera me resultaba agónica hasta a mí. Quizás había sido tonto pensar que podría lograr algo así, regresar a un hollow de la muerte… ¿era eso posible? Al parecer no…
Ahora me sentía como un tremendo imbécil por darle falsas esperanzas, por hacerla llorar de nuevo, por haber henchido su corazón de una alegría que se esfumaba por segundos… como los que pasaban sin que nada sucediera.
Solo, el silencio y la calma reinantes en el gran palacio derruido.
Y entre todo el polvo… un pequeño remolino negruzco comenzó a tomar forma…
…
Fin. Y hasta aquí la primera parte de este fic, espero que les haya gustado. No creo que quedara tan mal, lo leí demasiadas veces y decidí dejarlo así jeje. Nunca había escrito algo en primera persona y pensé en intentarlo con este Ulquihime, no podía ser Ulquiorra el narrador, puesto que no aparece en toda la primera parte xP, ni Ichigo, ya que él no está presente en el final y se va a pelear con Aizen, por lo que dejaría el fic incompleto, así que me quedaban Inoue o Ishida, opté por este último, ya que creo que da una visión más objetiva de la situación, y gracias a su narración vamos entendiendo poco a poco lo que Orihime parece sentir por el arrancar que ha sido su captor y celador durante todo ese tiempo. Uryu además, es un buen amigo, y aunque sabía que Ulquiorra era un enemigo en potencia, ver tan hundida a su amiga lo ayudaría a decidir qué era lo mejor para ella, y eso era animarla a intentar resucitar al espada con sus poderes. Después de todo, como él dice, la esperanza es lo último que se pierde, ¿Por qué no intentarlo? (Por eso titulé a este capitulo como Hope, Esperanza). Este personaje me vino muy bien para dar esa situación, en el manga el admite que no es capaz de negarle nada si ella se lo pidiera en ese momento (como cuando le dijo que la llevara a la cima de la cúpula porque quería ver la pelea entre Ichigo y Ulquiorra), así que tampoco le negaría algo que la haría feliz, y devolverle la vida a Ulquiorra, después de tan injusta muerte (pues todos estamos desacuerdo en que un gran personaje como él no debía morir de esa forma), era una buena forma de lograrlo. Todos vimos cómo se comportó Orihime al final, cuando el arrancar estaba desapareciendo… a mí me partió el corazón personalmente, lloré como una magdalena jaja, así que aquí he intentado arreglarlo xD.
Nuevamente les agradezco tomarse el tiempo para leer mi fic, y uno especial a la gente que dejó review o marcó como favorito.
Nos vemos, un besoo! Andy ;D
