Bueno los que me conozcan sabrán que también tengo que actualizar mi otra historia que es larga ahora bien está historia no lo será. Ahora a todos los que la lean espero que sea de su gusto.
Se me olvidaba el descargo de responsabilidad: Kyoukai no Rinne pertenece a Rumiko Takahashi.
Los ordenadores hacen el loco
En una clase del instituto de Mamiya se estudiaba informática básica como crédito variable, cuando de golpe una serie de imágenes en todas las pantallas aparecieron y todos los alumnos alarmados por ellas intentaron de todo por detenerlas. Algunos pidieron a sus compañeros más expertos su ayuda otros tapaban las pantallas de los ordenadores para evitar que se vieran, los más desesperados desenchufaron las máquinas de la corriente pero ninguna de las acciones servía de nada; las imágenes continuaban apareciendo. Como era de esperar el profesor que los dejó a solas para contestar una llamada telefónica se encontró con el caos que sembraron sus alumnos ni que decir que a todos ellos les bajó un punto sobre el próximo examen y les advirtió que si volvía a pasar les bajaría dos. Pasó que otro día, al mismo profesor lo solicitaron en una entrevista con una madre de alguno de sus alumnos y le era imposible atender aquella hora. Para muchos alumnos aquello era como música celestial y se relajaron: hablaron; jugaron; bailaron y durmieron (los más cansados). Media hora después los ordenadores hicieron igual y para su infortunio, su profesor acabó antes de tiempo y volvió a clase justo en el inicio de la cascada. Les bajó otros dos puntos.
Rinne vestía su haori de invisibilidad cada vez que recogía el correo del gabinete meteorológico. Esta vez había unas cuantas solicitudes muy generosas y curiosamente todas sobre el mismo tema.
– "Rinne ¡Hoy si que hemos hecho un buen negocio!" - Dijo su pequeño gato negro que recogía con una carreta, todas las ofrendas que se habían apilado no sólo en el interior del recipiente sino también al suelo justo a su lado.
– "Sin duda, hoy parece un gran día. Qué tal si primero vamos a comer." - A Rinne le sonó su estomago, pues entre la comida que le habían ofertado había una pasta occidental que olía de muerte. (Rinne al ser japonés algunos platos extranjeros no los conoce y de hecho es normal porque aquella pasta era casera.)
– "¡Qué gran idea!"
Después de las clases Mamiya y sus amigas conversaban de camino a sus casas.
– "¿Habéis oído el nuevo rumor?"- Preguntó Miho.
– "Sí claro, no hay nadie que no se haya enterado aún." - Le contestó Rika.
– "¿Qué rumor?" -Pregunto Mamiya.
– "¡Qué!" - Exclamaron todas sus amigas.
– "Mamiya ¿en serio no te has dado cuenta?" - La tercera amiga intervino. Todas en su conjunto al ver su cara curiosidad e inocencia suspiraron.
– "Está bien supongo que te tendremos que poner al día." - Inició Miho. - "Todo comenzó hace unas semanas. Según parece todos los ordenadores se volvieron locos al mismo tiempo y al mismo tiempo mostraban diversas imágenes no apropiadas para nuestra edad."
– "¿Y qué tiene de raro?"
– "¡Pues todo!" - Dijo Rika.
– "Por lo que se ve ¡nadie pudo hacer nada por detenerlo!"
– "Y lo peor fue que el profesor los pilló infraganti y les bajó la nota ipso facto."
– "Pero pudieron apagar los ordenadores."
– "¡Que va! Carlos me dijo que desenchufó la máquina y ésta todavía estuvo encendida cuando el profesor entró."
Mmm. Tal vez esto sea bueno para el negocio de Rinne. Pensó ella.
Simultáneamente mientras Mamiya era informada otro familiar también lo era. Unos chicos se acercaron a otro que tenía un curioso uniforme con una cruz en un lado.
– "¿Queréis que me encargue de unas máquinas? No digan estupideces, mi especialidad son los malos espíritus."
– "¡Por favor!"
– "¡Te pagaremos lo que sea!" - Le suplicaban ambos.
– "Esta bien, supongo que les echaré un vistazo por si hay algún mal espíritu."
– "Gracias."
– "Gracias."
– "¡No tienes ni idea del favor que nos haces!" - Dijo uno llorando sobre su brazo.
– "Tranquilo todo se solucionará. Tsubasa es el mejor exorcista del instituto."
Naturalmente soy el mejor, ni Rokudou me llega ni a la suela de mis zapatos. Sólo espero que Mamiya se dé cuenta.
– "Pero antes quiero un pequeño adelanto."
Después de haber recibido su pequeño botín, los dos estudiantes lo condujeron al aula de informática. Estaba silenciosa no había nadie y los ordenadores estaban sin corriente.
– "Espera. Encenderé la luz." - Uno de los acompañantes se acercó al cuadro de mandos y bajo algunas palancas.
Poco después las luces de la sala se encendieron y sólo tuvieron que encender algunas computadoras. Por el momento todo estaba tranquilo, nada se movía ni mucho menos se presentía ninguna presencia.
– "Lo siento chicos. Aquí no notó nada fuera de lugar. Me voy."
– "¡No por favor!" - Los dos contratantes lo agarraron por cada brazo.
– "¡He dicho que me soltéis aquí no hay nada!"
– "¡Pero te hemos contratado y pronto será el examen! ¡Por favor no quiero suspender!"
– "¡Ni yo!"
– "¡Por favor!" - Pidieron a la vez.
– "Está bien me quedaré una hora. Si para entonces no pasa nada me voy."
– "Muchas gracias."
– "Sí, sí gracias."
Qué perdida de tiempo. Aquí estoy yo con unos freakis y no ocurre nada asombroso. Si tanto miedo tienen a suspender no sería mejor para ellos estudiar que inventarse una historia absurda de fantasmas.
En ese momento un escalofrío recorre su espalda y los ordenadores apagados y no, empiezan a mostrar paginas virtuales con contenido adulto.
– "¡Cenizas sagradas!" - Lanzó sus cenizas sobre el punto que presintió una energía sobrenatural. - "¡Qué raro no funcionan!"
– "¡Maldito! ¡¿Porque me ensucias mi ropa? No voy a conseguir ninguna chica por tu culpa so memo!"
Era el espíritu de un chico de su misma edad algo obeso, ojos pequeños y gafas, vestía con un uniforme del instituto pero le iba algo pequeño y algunos botones de la camisa parecían saltar en cualquier momento.
– "¡Teníamos razón era un espíritu! ¿a que sí?"
Los contratantes miraban a Tsubasa, que optó por una pose defensiva y ya con las siguientes cenizas preparadas.
– "Oye tú ¿quien eres para molestar así a toda la clase de informática?"
– "No importa quien soy. ¡Sólo una chica! ¡Quiero una chica! ¡Sólo una!"
– "¡Los cerdos como tu no deberían molestarlas! ¡Y por el honor de las muchachas me aseguraré de ello! ¡Cenizas sagradas!"
Volvió a lanzarlas, los presentes se taparon la boca y la nariz como pudieron y tras disipar el humo de ellas. El fantasma estaba muy pero que muy enojado.
Maldición las cenizas no funcionan. Es hora de algo más fuerte.
Mamiya se dirigió hacia el apartamento de Rinne y entró en él. Tanto él como su mascota estaban frotándose la barriga con lo que habían comido, los plásticos, envoltorios y cajas de sus donaciones estaban por el suelo, sin embargo, un pequeño montón de sobres que inmediatamente supuso que eran las peticiones, estaban sin tocar.
– "Rukudou-kun. ¿No crees que deberías echar un vistazo a alguna de las peticiones?" - Mamiya se había arrodillado cerca suyo para no alzar la voz.
– "Tranquila nos encargaremos mañana." - Le contestó.
– "Sí mañana." - Dijo algo cansado y con la barriga llena el gato.
– "Mamiya ¿Te apetece tomar algo?"
– "¿Ya te lo puedes permitir?" - Ella lo miró extrañada y él le señaló la carreta medio llena.
– "Rokudou, ¿ya está bien que te sirvas toda tu recompensa sin leer lo que piden a cambio?"
– "No te preocupes. Lo que piden es muy simple. Confía en mí."
– "Bueno si tu lo dices."
En el instituto los que contrataron a Tsubasa salieron por piernas pues él estaba echo polvo sobre el suelo de la aula de informática, tanto que se quedó dormido toda la noche.
