Aviso: Lamentablemente (para mi) este mundo y sus maravillosos personajes no me pertenecen, sino al maestro Tolkien, quien seguramente estará llorando en su tumba.
Erien es de mi propiedad :)
Intentaré que sea lo más apegado al libro/película posible, ténganme paciencia, soy nueva en esto xD sugerencias y críticas constructivas serán bien recibidas
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Prólogo
El aire no se movía bajo el techo del bosque, eternamente quieto, sofocante y oscuro. Ardillas negras cruzaban el sendero y trepaban a los viejos arboles al escuchar el crujir de las hojas secas bajo los pies de una figura que caminaba sin temores por el bosque, a diferencia de la mayoría de forasteros que pasaban por esas tierras.
Gandalf el gris, como era llamado por los hombres en el norte, cruzaba el sendero de los elfos desde el linde del bosque en dirección a las montañas nubladas. Cualquiera diría que se hallaba buscando el modo de encontrar la salida, pero nada en la vida del mago era sin una buena razón, por lo que tras caminar aproximadamente tres cuartos de hora encontró aquello que sabía que aparecería.
— Mithrandir… — Se oyó entre los árboles y el mago giró su cabeza hacia la dueña de la voz.
Entre los árboles se abrió paso una pequeña elfa (pequeña, al menos, para ser una elfa), de cabellos rubios casi blancos. Ojos azules y rostro delicado. Vestía una sencilla túnica verde como las hojas, una pechera y cubre brazos hasta los codos de cuero, unos pantalones castaños y botas de cuero ligeras. En su espalda sobresalía un carcaj de flechas y un fino arco de madera. En su espalda baja, dos dagas cruzadas sobresalían a ambos lados de su cintura.
— ¡Ah, ahí estas! ¡Y justo a tiempo, pues creí haber perdido el sendero en una ocasión!
— Siempre es un gusto verte, Mithrandir —dijo la elfa, compartiendo una sonrisa con Gandalf
—Siempre es un gusto verte a ti, pequeña Erien —dijo el mago quien siguió su travesía por el bosque en compañía de ella.
—Sin embargo, debo preguntar que te trae a este bosque
—Asuntos de suma importancia.
—Como siempre. —miró al mago quien le devolvió una mirada misteriosa
—Sin embargo, quería pedirte un favor…y proponerte algo también. —La elfa lo miró como quien sabe que algo se avecina.
— Lo que sea que estés tramando, Mithrandir, te sugiero que lo discutamos fuera del bosque —dijo mientras miraba alrededor— los árboles oyen y los rumores llegan en muchas ocasiones al reino del bosque
—Estoy de acuerdo, mi señora
—Mientras tanto, me gustaría oír sobre tus últimas aventuras
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Las estrellas brillaban en el cielo cuando ambas figuras dejaban el bosque atrás, decidieron encender una fogata y acampar ahí esa noche. Gandalf no había pronunciado ni una palabra desde que el sol se puso y Erien empezaba a impacientarse.
La noche transcurría normal, con el bosque a sus espaldas y las montañas nubladas alzándose a lo lejos, solo se oía el sonido del fuego consumiéndose y los insectos nocturnos que salían de sus escondites.
— Bueno querida —Dijo al fin el mago— ¿alguna vez oíste hablar de Erebor?
— Por supuesto que sí, no estamos tan lejos
— Pues bien, como habrás oído, el dragón Smaug no se ha visto hace 60 años y hay quienes creen que su vida llego a su fin…
— ¿Por qué la gente supondría tales cosas?
— Hay una profecía que dice: "Cuando las aves de antaño retornen a Erebor, el reinado de la bestia habrá terminado". Se han visto cuervos volando hacia la montaña, y sumándole a eso la desaparición de Smaug… La esperanza se ha encendido. —La elfa soltó una risa apagada.
— ¿Desde cuando haces cosas por caridad, dejándote llevar por suposiciones y falsas esperanzas de la gente? —Gandalf la miró con el ceño fruncido— No, Mithrandir, hay algo más. —El mago guardó silencio un momento mientras encendía su pipa.
— El dragón lleva demasiado tiempo en esa montaña… No puedo decirte nada con seguridad ahora, pero me preocupa.
— Está bien, ¿y qué hay del favor y la proposición?
— Hace años, encontré a Thrain —La elfa le dirigió una mirada de asombro— y este me dio un tesoro que guardé para su hijo. Escondí este tesoro cerca de las minas de Moria, pues ir de aquí para allá con un tesoro así no me convencía del todo, y ahora necesito entregárselo a su nuevo dueño para que cumpla con su propósito.
— ¿Entonces…?
— Como sabrás, soy un mago ocupado, y me dirijo al paso de Bree, pues he oído que Thorin Escudo de Roble ha sido visto en esos lugares.
— ¿Qué planeas exactamente?
— Quiero que formen una compañía, que los enanos se muevan y recuperen la montaña, y para eso necesitan el tesoro de Thrain —El mago lanzó un anillo de humo que se alejó flotando y miro a Erien— ¿Podrás ayudarme?
—… Mi padre va a matarme, este no es asunto mío… —Dijo ella, pensativa— Pero de todos modos… siempre he pensado que hay que ver más allá de tu propio bien. Está bien, te ayudaré —Gandalf sonrió— ¿Qué quieres que haga?
— Ve a Moria, al lugar que te indicaré, trae el tesoro y llévalo a La comarca.
— ¿La comarca? ¿Por qué a la tierra de los medianos?
— Por qué ahí es donde me reuniré con todos los enanos, y un pequeño que creo que será de mucha ayuda.
— Pues debe ser una bestia de hobbit si planeas meterlo entre enanos —Gandalf miró a otro lado, incómodo.
— Él vive en hobbiton, dejaré una marca en la puerta. Necesito que estés allí en 5 meses. —Le entregó un mapa.
— Está bien.
…..
Los rayos del sol anunciaban el mediodía, Gandalf se disponía a seguir su camino, mientras que Erien debía volver al bosque. Se despidieron, deseándose suerte, sabiendo que volverían a encontrarse en 5 meses.
Antes de internarse en la oscuridad de los árboles ella se volteó hacia el mago.
—Mithrandir… Solo por curiosidad, ¿Qué es exactamente este tesoro?
—Una llave.
…
Continuará…
