El demonio dentro de mí…

*Punto de vista de Flint*

Capítulo 1: Decisiones extremas

Aún no tengo idea de cómo fue que terminé en todo este lío increíblemente grave, el ex alcalde Shelbourne me tenía entre la espada y la pared, literalmente, podía sentir el filo de la cuchilla sobre mi cuello, y la mirada loca y psicópata de Albert… me causaba escalofríos… si nunca hubiera inventado esa estúpida máquina del tiempo, Sam no hubiera sido secuestrada, no hubiera pasado por el hospital, no hubiera dejado a Brent al borde de la muerte, y no estaríamos viajando por el mundo entero para rescatarla… bueno… solo París y Japón…

—Vaya, vaya Lockwood, parece que esto es el final del trayecto…

Recordé cómo mamá apareció en uno de mis sueños, y me dijo: "Llegará cuando tengas que tomar una decisión rápida. Vendrá en la hora más oscura. Cuando las ciudades luces parpadearán fuera y todo lo que tengo es un puñal en la garganta". Era una clara señal de la visita de la muerte, que esperaba que uno de nosotros sea herido de gravedad y tomarlo como si nada, como ya lo hizo con Joe Towne… Vi a mis amigos peleando por su vida, entonces recordé más de lo que debía… levanté mi mano derecha y lo puse en el pecho de Albert, e hice que una bola verde-agua aparezca sobre ella…

—Rasengan…

Apreté el ataque rasengan sobre el estómago de Albert, y lo mandó a volar en forma espiral, y haciéndolo chocar contra un edificio que había en frente del callejón de donde me encontraba acorralado. Cuando los códigos y mis amigos vieron eso se quedaron perplejos ya que no sabían qué pasó, ya que en un momento estaba acorralado y en el otro mandé a volar a Shelbourne.

Me levanté de a poco, mi boca sangraba un poco, me limpíe con la manga de mi bata… y me quedé mirando al suelo por unos momentos… no me sentía bien, sentí un fuerte torrente de sangre a la cabeza, ira, rabia, emociones que nunca había sentido con anterioridad, o tal vez sí, pero no como lo sentía en este momento

— ¿Qué demonios hiciste? —Dijo Shelbourne entre dientes mientras salía de entre los cristales rotos

Yo no respondí, en cambio me quedé vagando por mi mente, aún con emociones confusas dentro de mi consciencia, me encontraba caminando por una habitación de calderas, con un buen amigo…

Ya era hora Lockwood —Dijo una voz profunda y demoniaca —No puedes dejar que continúe con esto… ya es tiempo que te levantes y reclames lo que te pertenece

Ya lo sé… Kurama… —Le dije —No voy a dejar que me haga daño… a mí o a mis amigos, o a mi familia… pero…

— ¿Pero qué? Furinto-kun… —me preguntó, no respondí

Kurama era un Zorro Demonio, y tenía nueve colas, precisamente; él se encerró en mí cuando tenía la edad de seis años, ya que tenía supuestamente un potencial diez o mil veces mayor que su antiguo Jinchūriki o contenedor humano, su nombre era Naruto Uzumaki, quien se llevaba muy mal con Kyūbi (Kurama). A diferencia de Naruto se llevaban terriblemente mal, y tenía que tenerlo encerrado en una celda, pero conmigo se lleva tranquilamente bien, tanto, que no tengo que tenerlo encerrado y puedo subirme en él tranquilamente… es bastante agradable estar con él, e hizo que no me sienta solo en la escuela…

—No voy a permitir que alguien más muera… —dije en un susurro mental hacia Kurama —no puedo dejarlo con vida… o sino…

—Un segundo… ¿qué insinúas…? —preguntó él bastante preocupado por mí — ¡¿Qué has hecho con mi Jinchūriki impostor?!

— ¿De qué estás hablando… kitsune idiota? —dije en un tono que ni él mismo reconoció

—¡¿Qué pasa Lockwood?! Pareces asustado. —Gritó Albert con un tono de locura en su voz

Él me trajo de vuelta al mundo real… y me dijo esto porque estaba temblando de rabia… de odio puro... y de ira… demasiadas emociones que me hacían sentir, no solo inútil, estúpido, impotente, me hacían tener ganas de arrancarle la garganta al maldito de Shelbourne, quería agarrarlo y retorcerle su maldito deshueso, quería matarlo… me había arrancado mi vida entera, las dos mujeres a las que más amaba, él dejó que murieran. El incendio que se llevó a mi madre y el asesino que me arrebató a Marie era totalmente un maldito…

—Tenía a Kurama y no salvé a mamá… tenía a Kurama y no sané a Marie… tenía a Kurama, fui débil y dejé que huyera… —Dije mientras apretaba los puños con fuerza mirando abajo —Soy débil… dejé que las tres personas que más amaba me abandonaran… mamá murió porque no usé a Kurama para darle de mi energía y revivirla… no usé a Kurama cuando Marie estaba desangrando, pude haberle devuelto su energía y cerrar sus heridas… —no me di cuenta de que estaba subiendo el tono de mi voz — ¡Dejé que mi hermana... mi hermana mayor... la única igual a mamá... desapareciera...! ¡y exactamente después de eso aparece esa... esa... asesina, de cabello blanco... con... esa maldita máscara...! ¡estoy muy seguro... que ella le hizo algo...!

No me di cuenta que todos excepto Shelbourne, me miraban asustados por mi forma de estar en ese preciso momento… estaba tan… nervioso, triste y furioso por todo eso, tanto que el chakra rojo de Kurama brotaba de a poco y mis dientes adquirían forma de colmillos.

—Es cierto Lockwood, eres débil —Comenzó Albert —Si hubieras sido más fuerte, pudiste haber salvado a tú madre y a tu maldita hermana, de seguro tu estúpida, débil y querida hermana no te hubiera abandonado. Porque de seguro ella se hartó de vivir con un perdedor idiota como tú —Terminó con una risa maligna

Eso hizo que realmente me enfurezca mucho más de lo que estaba antes, tanto que estaba dejando que Kurama poseyera mi cuerpo y mi mente, me puse de cuatro patas… y mi piel se levantaba lentamente, mientras que mi sangre se elevaba… Sam, y todos los otros me miraban muy asustados por lo que me convertía: Una bestia descontrolada… entonces cerré los ojos…

—No te atrevas… ¡A hablar así de mi familia, O de mi Alice! —Grité mientras abrí de golpe mis ojos y una onda expansiva apareció en dirección a Albert

Estaba demasiado furioso y no estuve consciente de que estaba perdiendo mi autocontrol, ahí es donde me volví completamente loco…

—Furinto-kun no te quiero hacer esto… no quiero que te vuelvas una bestia descontrolada, eso no es lo que Marie o Fran quisieran… o incluso tu hermana mayor...

No hice caso a lo que Kyubi me decía, yo solo quería desmembrarlo parte por parte… la piel que se elevaba se disolvía lentamente, y mi sangre me cubría completamente, envolviéndome en una esfera color rojo oscuro. Algunas hojas que se acercaban se hacían cenizas instantáneamente. Saqué una cola por una, totalizando que había liberado el modo de 8 colas y roto mi sello.

El maldito que me arrebató mi vida hace mucho tiempo, el bastardo que estaba frente a mí, esa estúpida cucaracha de medio metro, ese maldito cobarde… ¡va a morir ahora!