Di que me amas
Anochecía sobre la ciudad Londres apareciendo un hermoso cielo estrellado y despejado, John estaba agradecido de haber terminado sus prácticas en el hospital, guardo su bata en su mochila y se la coloco en la espalda, después salió del consultorio, camino sin prisa por los pasillos con poca gente, en las noches la cantidad de pacientes disminuía así como también el personal del hospital, suspiro aliviado por fin descansaría.
Salió del hospital dispuesto a parar un taxi para ir a casa, cuando una motocicleta negra se paro frente a el, el joven alto que conducía la moto se quito el casco sonriéndole de lado al chico frente a él.
–¿Te llevo?
–No sé cómo no te da miedo andar en esa moto.
El motociclista se encogió de hombros colocándose de nuevo su casco.
–Si te molesta, entonces camina.
–¡No! –dijo John antes de que la moto arrancara.
Había sido un día muy pesado, realmente estaba cansado además a esa hora de la noche no era muy probable que consiguiera un taxi y no le gustaba viajar en metro.
–De acuerdo, pero que no se te ocurra acelerar como la última vez.
Advirtió el rubio subiéndose a la moto y abrazándose el otro chico, este solo asintió con la cabeza.
–Sujétate.
El clima era agradable, no hacia ni tanto calor ni frio, era perfecto, John recargo su cuerpo contra la espalda del otro observando el cielo estrellado, ¿Que podría ser mejor que estar con tu novio pasando un rato agradable?
John amaba a Sherlock y Sherelock amaba a John, aunque se le dificultaba demostrarle lo que sentía al rubio, siempre trataba de esforzarse para hacerlo feliz, porque sin John no podría vivir.
John frunció el seño al sentir como el cuerpo de Sherlock se tensaba de repente y la moto comenzaba a acelerar cada vez más.
–Sherlock, dijiste que no lo arias.
–¿Acaso te da miedo John?
–Sabes que no me gusta que aceleres de esta manera.
John se sujeto con más fuerza de Sherlock, la velocidad de la moto aumentaba cada vez mas.
–¡Es enserio Sherlock! ¡Detén esto!
–Tranquilo, todo estará bien.
Sherlock sujeto con más fuerza el manubrio de la motocicleta, apenas logrando esquivar un carro que venía en sentido contrario, escucho el grito de John detrás de el asustado.
–Sherlock, por favor ya basta –le rogo el rubio.
–Di que me amas –pidió el pelinegro calmadamente.
John lo miro confundido, sintió como la moto daba una vuelta bruscamente, cerró los ojos ahogando un grito aterrado.
– Te amo Sherlock, ahora detente.
–Te prometo que todo estará bien, ahora dame un abrazo.
John pasó sus brazos por el pecho de Sherlock estrechándolo más si es que se podía contra él.
–¡Maldición Sherlock! ¡Baja la velocidad!
El cuerpo de John comenzó a temblar, algo malo iba a pasar lo sentía, inconscientemente comenzó a derramar unas cuantas lagrimas.
–Quítame el casco y póntelo.
El rubio obedeció de inmediato, le quito el casco al más alto y se lo coloco.
–Sherlock –susurro John con un nudo en la garganta.
–Te amo John –dijo el pelinegro cerrando los ojos preparándose para el final.
A la mañana siguiente todos los noticieros y periódicos hablaban de la misma tragedia, un accidente automovilístico que tuvo lugar en Londres, una motocicleta se había impactado contra un automóvil, el conductor de la motocicleta había muerto el impactarse su cuerpo contra el concreto, afortunadamente su acompañante no sufrió ningún daño grave, ya que llevaba el casco puesto.
La verdad es que a la mitad del camino Sherlock se dio cuenta que los frenos no funcionaban, sabiendo lo que pasaría le pidió a John que le dijera que lo amaba y que lo abrazara por última vez, le dijo que se pusiera el casco para que el sobreviviera, porque sin John él no podría sobrevivir y un mundo sin John no valía la pena.
