Lo Irresistible
Capítulo 1: Thorin Escudo de Roble
Summary: La raza de los enanos sólo se casa una vez durante toda su vida. Cada uno de los hijos de Mahal sabrá cuando ha llegado la hora de unir su vida con la de otro ser. Thorin no sabía que aquella fuerza irresistible no diferenciara entre enanos... y hobbits. Slash: Thilbo.
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Disclaimer: Todo el argumento, la mitología, el universo y la concepción de la Tierra Media como la conocemos pertenece a J. R. R. Tolkien; sin embargo, este fanfiction está basado en la ilustración que realizó el director Peter Jackson en sus versiones cinematográficas, por lo que también le atribuyo derechos a él y a Warner Bros, New Line Cinema y MGM. Nada será utilizado con fines de lucro.
Advertencia: En esta historia existe contenido homoerótico/slash; por lo que si eres una persona sensible a estos temas, te suplico abstenerte de leer.
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La raza enana poseía diversas cualidades dignas de admiración, tales como la perseverancia, la lealtad, el honor y el trabajo duro. Era cierto que se les atribuía también características sumamente negativas como la ambición desmedida y el orgullo corrosivo; sin embargo ¿Qué raza en toda la Tierra Media se podía jactar de poseer únicamente conductas sin mácula en su totalidad?
No obstante, dentro de los defectos que poseía la raza concebida por Mahal no existía la lujuria. Eran seres entregados a sus tareas, muchas veces por encima de las relaciones afectivas u algún otro distractor de sus deberes y labores; de tal forma que si no detentaran una naturaleza única en su vida como pareja, probablemente la raza enana hubiera sucumbido eras atrás debido a la escasez de población.
Los matrimonios entre enanos no eran frecuentes. Cierto que dos de cada tres enanos vivían en soltería a lo largo de su longeva vida, aunado a que la población femenina era importantemente mucho menor a la masculina, por lo que los romances entre parejas del mismo sexo, aunque infrecuentes, no eran mal vistos.
Era todo un acontecimiento que dos enanos se enamoraran, uno digno de celebración. Significaba una unión de fidelidad y entrega hasta que la muerte los separara. Sólo se casaban una vez en toda la vida, pues solo podían amar en sentido carnal y emocional como pareja a un solo ser y, si la bendición de los Valar estaba con ellos, podían concebir hasta cuatro pequeños enanos y vivir felizmente hasta el final de sus días.
Thorin Escudo de Roble se encontraba inmerso en presiones de dimensiones colosales, aún para un príncipe heredero de un reino hurtado y ultrajado. Por supuesto que no tenía el menor tiempo para verse inmerso en banalidades sin sentido de corte romántico que resultaba innecesario en aquellos momentos de adversidad y sólo una pérdida de tiempo inconcebible.
Proteger a su gente, honrar a los perdidos en Erebor y en la batalla de Azanulbizar, cumplir con las expectativas del linaje de Durin, recuperar el trono perdido de su abuelo y criar a los dos traviesos príncipes herederos. Suficiente para ni siquiera pensar en sí mismo.
"Hijo mío, contempla al nuevo heredero de nuestro honorable linaje" Thráin, hijo de Thrór, pudo congratularse de adorar y cargar a su segundo nieto: Kíli, hijo de Dís.
Kíli había nacido algunas horas antes, tras la seguridad de las colonias de Ered Luin. Ahora, tan pequeño e indefenso, recién nacido, era el orgullo de su abuelo Thráin quien pudo olvidar todas las preocupaciones que azotaban a los suyos por la alegría de que su familia continuara siendo prolija pese a las adversidades.
"Aunque es demasiado lampiño; recuerdo que cuando naciste ya tenías pelo en la cabeza y, seguramente, algunas pelusillas en la barbilla" los ojos azules de Thráin brillaron risueños y su hijo mayor no pudo evitar reír junto con él.
"Llegara tu momento, Thorin. Así como llegó el de Dís y llegará el de tu hermano Frerin. Te casarás, formarás una familia y juntos engendrarán a tus herederos quienes reinarán de nuevo lo que nos fue robado y recuperaremos"
"No es mi intención casarme…"
"Thorin"
"Padre yo no pienso…"
"Detente, no quiero escuchar más. Sientes lo que cualquier enano experimenta cuando se es tan joven, es natural. Crees nunca te llegará ese día, pues estás absorto en tus responsabilidades, pero te llegará la hora y seguramente en el momento más inesperado, así como le sucedió a nuestra amada Dis. Sabrás inmediatamente que ha llegado la persona con quien desearás unir tu destino y a quien desear bañar con todo el oro y gemas que poseas, además de añorar vestirla en mithril para protegerla si es que fallaras haciéndolo con tus propias manos"
Silencio. Thorin estaba seguro de que no uniría su vida en ese sentido con nadie, no era necesario y el sólo pensamiento le quitaba el hambre a causa de lo desagradable que resultaba la idea. Sus dos sobrinos, aunque aún un par de bebés, eran sus herederos. Era lógico, pues Dis era su hermana más querida, su fuerza y su consejo con demasiada frecuencia. Además estaba su hermano menor Frerin quien todavía era un niño, cierto, pero tenía todo un futuro por delante.
"Ahora, debo prepararme para un viaje, hijo mío. He recibido noticias inquietantes de nuestro primo Náin, señor de las Colinas de Hierro"
Aquel recuerdo que se remontaba a tantas décadas atrás lo atormentaba todas las noches desde que Gandalf había encontrado al ladrón que había prometido conseguir para su expedición.
¡Un hobbit! Un ejemplar de aquella raza tan inútil y sin aspiraciones ¡Y qué ejemplar!
Desde el momento en que aquel mago errante había acordado reunir a toda la compañía en la casa del mismo ladrón, Thorin tuvo un pésimo presentimiento. Nada contento con las demandas de Gandalf, el príncipe acudió a la cita lo suficientemente irritado por haberse perdido dos veces ¿Y quién no se perdería si todas las casas en la Comarca eran endemoniadamente iguales?
Entonces lo conoció: a Bilbo Bolsón. Un hobbit adulto que lucía igual de desorientado como cualquier otro, sin nada especial que ofrecer a primera vista excepto por sus ojos ¡Mahal, qué ojos! Un par de brillantes esmeraldas con resplandores dorados espectaculares, no había bruma en aquellas dos gemas preciosas: reflejaban una pureza y nobleza tan valiosa que Thorin pudo sentir su garganta secarse en cuestión de segundos.
"Luce más como un tendero que como un ladrón" fue su sardónica respuesta ante aquel despliegue de sensaciones tan inesperadas y desagradables.
A partir de ese momento el príncipe enano crearía una barrera de sarcasmo e ironía respecto al hobbit quien los acompañaría hasta Erebor. No le gustaba Bilbo en lo más mínimo, prefería fingir que ignoraba su presencia entre los suyos; también pretendía que los actos de Bolsón no le conmovían ni un ápice a diferencia del resto de los enanos bajo su mando. Bondad e ingenuidad eran las cualidades únicas de Bilbo, mismas que hacían reír algunas veces a su compañía entera, otras enternecerla y otras pocas sorprenderla; el mago Gandalf siempre lucía orgulloso de su hobbit. Aveces, el anciano hechicero miraba expectante a Thorin, como si pudiese ver a través de él; esto preocupaba secretamente al príncipe.
"No pertenece aquí. Deberías devolverlo del hoyo de donde lo sacaste, Gandalf"
"…Sabrás inmediatamente que ha llegado la persona con quien desearás unir tu destino…"
¿Y cómo se supone que sabría actuar si aquel acontecimiento sólo sucedía una vez en la vida de algunos enanos y el padre a quién acudir en busca de consejo estaba desaparecido desde hacía años? ¿Acaso alguien lo culparía de su conducta repelente de estar en su situación? ¡Äule, si esto era una prueba titánica que debía librar antes de recuperar su tierra natal, Thorin no sabía qué había hecho para desagradar tanto a los Valar!
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Bilbo, a pesar de sentirse totalmente fuera de lugar entre la compañía, logró acoplarse paulatinamente. Ahora, atravesando el bosque más allá de Bree, componía una canción junto con Bofur, llamada El Hombre en la Luna se Quedó Despierto Hasta Tarde. Casi todos los enanos, excepto Dwalin y Thorin, se mostraban entusiasmados con aquella alegre tonada que incitaba a las risas y al baile. Incluso Kíli se había puesto de pie y bailaba toscamente alrededor de la fogata mientras Bofur encontraba alguna buena rima para finalizar la tonadilla.
Balin no era parte de la pequeña verbena, pero reía mirándolos desde su distancia. Gandalf estaba justo al lado de Bolsón, fumando su adorada mezcla del Viejo Tom en su pipa. Al exhalar formaba figuras antropomórficas en miniatura que bailaban unos segundos al lado de Kíli antes de desintegrarse en una cortina de humo.
"Me inquieta" habló Dwalin a su príncipe, ambos daban la espalda al resto de los enanos, a varios metros de distancia. Hacían guardia, o ese había sido su pretexto para apartarse.
"¿El mediano?"
El musculoso enano elevó su ceja izquierda sorprendido de que su líder se hubiese anticipado a sus pensamientos tan pronto.
"¿A ti también?"
"Cuando pienso demasiado, llego a la conclusión de que es una locura traerlo con nosotros" Lo cual sucedía repetidas veces al día, para la desgracia de Thorin.
"Ah" suspiró Dwalin, relajándose un poco "Es un error traerlo con nosotros, ciertamente. Pero me inquieta más que carezca tanto de ¡Cabello!"
El enano más corpulento comenzó a reírse consigo mismo, pues el príncipe le dedicó una mirada sombría después de haber parpadeado repetidamente, perplejo.
"No puede dejar de asombrarme que aparentemente la única zona donde tiene pelo es en los pies" al hijo de Fundin le llegó un escalofrío mientras acariciaba su barba negra "Me recuerda a los elfos"
Thorin clavó sus uñas en los antebrazos, perforando un poco el grueso abrigo que vestía. Por alguna razón inexplicable el hecho de que su compañero de tantas batallas, un guerrero a su servicio perpetuamente, un amigo tan entrañable y honorable, un hermano que ahora acababa de hacer algo parecido a insultar a Bilbo Bolsón, el inútil hobbit que cargaban, comparándolo con aquella despreciable raza le hizo querer derribarlo de un puñetazo en la quijada. El príncipe tragó saliva con dificultad incapaz de mirar a Dwalin, sintiendo cómo su propio estómago parecía arder.
"Aunque más que recordarme a esos desagradables y cobardes elfos, me recuerda a las hembras humanas ¿Las recuerdas Thorin? No tienen barba, ni pelo en el pecho, en los brazos o en las piernas. No he querido verificar si tampoco tienen en sus partes más blandas ¿Bilbo Bolsón también será tan suave y limpio en aquella zona como ellas?"
El hijo de Thráin se puso de pie en un segundo, logró seguir esquivando los penetrantes ojos azules del musculoso guerrero. Apretando los labios con fuerza y aún manteniendo los brazos cruzados y los dedos clavados sobre su ropa se alejó de Dwalin y todavía más de sus ruidosos enanos cantando alrededor de la fogata con Bilbo Bolsón al centro, el culpable de que su estómago ahora estuviera sintiendo arcadas inesperadamente placenteras a causa de los comentarios que el enano calvo acababa de revelar.
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Rivendell.
Ahí estaban doce enanos faltando al respeto escandalosamente a la hospitalidad de los elfos de Imladris. A lo largo de esos días, Galfand insistía en invocar la paciencia de Thorin para que pudiesen entrevistarse con el señor Elrond a solas y solicitarle traducir las runas antiguas del mapa que mostraría su única esperanza para acceder a los salones de Erebor.
Y estaba Bilbo Bolsón.
El hobbit estaba fascinado con aquel legendario valle que sólo había visitado a través de sus libros y mapas en Bolsón Cerrado y luego en sus sueños. Era el único de la expedición que no insultaba las tierras sagradas de los elfos, claro que no. Disfrutaba las conversaciones con aquella indeseable especie, pues casi todos hablaban fluidamente la lengua común. El mediano de rizos dorados disfrutaba escuchar su melosa y monótona música; visitaba desde el alba hasta muy entrada la noche los talleres a los que Elladan y Elrohir, hijos mellizos de Elrond quienes por suerte descansaban esos días en su natal Imlardis, lo llevaban a conocer orgullosos: los herreros de poderosas espadas, los sanadores poseedores de la mejor medicina de la Tierra Media, a los míticos jinetes que cabalgaban a pelo, a las guardias de Rivendell.
Thorin estaba celoso y nunca en su vida había experimentado nada parecido ¡Mahal era testigo! Aborrecía la manera en que aquella primorosa sonrisa parecía estar eternamente tatuada sobre esos delgados, pero tentadores labios rosados todo el tiempo en aquella tierra élfica. Una ola de cólera se extendía por todo su cuerpo cuando Bilbo reía sinceramente o lanzaba una expresión de admiración, con demasiada frecuencia para soportarlo, cada segundo a causa de algún descubrimiento de la cultura de los hijos primogénitos de Ilúvatar.
¡Él se lo mostraría! Le mostraría al mediano algo de qué sorprenderse auténticamente. Añoraba abrir para él los majestuosos salones enanos que habían sido tallados en las entrañas de la Montaña Solitaria a lo largo de las generaciones, le enseñaría a los maestros artesanos enanos quienes daban vida a las alhajas y joyas más hermosas con las que nadie en toda la Tierra Media soñaría, lo dejaría boquiabierto con los guerreros de su raza cuyo legado eran canciones de gloriosas batallas que seguramente aún cantaban en la Comarca; el príncipe sentía que había olvidado como respirar al imaginar la expresión estupefacta de Bilbo al contemplar el extraordinario brillo de la Piedra del Arca, el incuestionable corazón de la montaña. Y ahí, detrás de aquellos salones con siglos de historia, arroparía al mediano con sus propios abrigos de elegantes pieles y le haría ofrendas en plata, oro y piedras preciosas.
"…y a quien desear bañar con todo el oro y gemas que poseas…"
Las palabras de su propio padre resonando en su mente oprimieron todo su tórax, provocándole un dolor inexplicable en las costillas a causa de la brutal impresión.
"Deseo permanecer en Rivendell con el señor Elrond"
Fíli era quién estaba de pie a la distancia más cercana de Bolsón y al escuchar aquella confesión tan inesperada lo miró con el ceño fruncido y ambos ojos azules muy abiertos. Automáticamente el bullicio que estaban armando los enanos en los balcones de sus aposentos se apagó en cuestión de segundos. Once enanos lo miraban casi escandalizados.
Bifur gruñó algo en khuzdûl y nadie se molestó en traducirlo, como la mayoría de las veces.
"¿Señor Bolsón?" Se pudo escuchar la voz incrédula de viejo Óin apuntando su corneta acústica hacia el hobbit.
"El señor Elrond me ha ofrecido amablemente su hospitalidad por todo el tiempo que yo desee. Creo que es una oportunidad única, he decidido aceptarla"
Balin y Thorin alcanzaban el último escalón de la larga escalera de caracol que conducía a los aposentos dispuestos para toda la compañía. En aquel instante, doce enanos apuntaron sus miradas hacia su líder.
Kíli alcanzó a reaccionar y se deslizó hacia Bilbo e inhaló el aire suficiente para comenzar a exclamar cualquier cosa, pero su tío se adelantó.
"¿No le dije a Gandalf que la idea de que el hobbit viajara con nosotros era irrazonable? Se terminó el paseo, señor Bolsón, creo que ha tomado la mejor decisión en su vida. Como pudo darse cuenta en nuestro percance con los trolls, nuestra misión no es en absoluto un día de campo y se pondrá mucho peor. Claro que no, un amante de los elfos no está hecho para la peligrosa travesía que tenemos por delante"
La voz del príncipe era dura como el hierro y helada como el granizo. La compañía contuvo la respiración por algunos segundos y luego, casi coordinados, se dispersaron a realizar sus tareas personales o a comer, incapaces de mirar a Bilbo. Thorin pasó a un lado del mediano ignorándolo, Balin se atrevió a lanzarle una mirada de conmiseración antes de seguir a su líder.
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Los trece enanos tenían listas sus pesadas mochilas de viaje a la espalda y sus armas en el cinto. Aprovechaban el precioso momento que Gandalf les estaba ofreciendo para escabullirse y continuar su camino, ahorrándose las desagradables molestias de solicitar el permiso de Elrond para partir.
Ori se acercó tímidamente a Thorin quien esperó a que los doce enanos salieran de las habitaciones.
"Bilbo sigue adentro" exclamó casi implorante al imponente príncipe quien asintió con indiferencia.
"No te retrases"
El muchacho entonces echó a correr para alcanzar a sus dos hermanos mayores quienes iban a la cabeza de la fila.
Thorin entró a los ahora solitarios aposentos y encontró al hobbit sentado delante de una ventana contemplando distraídamente el valle.
"¿No vas a venir?" Aquel tono estaba lejos de una súplica, pero tampoco era una orden.
Trece enanos y un hobbit entraron a Rivendell. Trece enanos y un hobbit salieron del valle Imladris sin retraso.
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Notas finales:
Los cuatro libros de Tolkien representan un capítulo muy importante de mi infancia por lo que consideré impensable por años deformar la brillante historia original. Cuando Peter Jackson nos trajo su propia versión de The Hobbit, me resistí demasiado a caer en las garras de este fandom; sin embargo, este fanfiction es la prueba de que no pude hacerme más la difícil ante la monstruosa tensión sexual que arde entre los personajes de Bilbo y Thorin en la película.
Soy preocupantemente adicta a los fanfictions de estos dos desde hace algunas semanas; lamentablemente parece que todo el fandom está en los países de habla inglesa. Así que seguramente, a excepción de un par de amigos, dudo que a algún hispanohablante le interese leer esto y si la curiosidad le hizo llegar hasta aquí, sólo espero que esto no haya sido lo suficientemente repulsivo para hacerlo salir corriendo.
El siguiente capítulo será la continuación, pero con la versión de nuestro encantador Bilbo. También será el último, o quizás penúltimo, capítulo de este atrevido experimento.
Si vas en contra de todas mis estadísticas y te fue agradable leer esta historia, agradecería infinitamente que dejaras un comentario aunque sea sólo un: "Me gustó"
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