Disclaimer: Ningún personaje de Yu-Gi-Oh! me pertenece.
-.-Ángel-.-
Desde el último piso del edificio podía vislumbrar la entera ciudad de Dómino. Todo estaba completamente iluminado por las luces artificiales de los edificios, que se mimetizaban con los pequeños y cuantiosos faroles de las extensas áreas verdes. No era una vista común y corriente, ya que los miradores en la parte más alta de la ciudad, estaban cerrados. No todos tenían acceso a disfrutar tan bella vista en medio de la noche todos los días; eran muy pocos los edificios que albergaban tal cantidad de pisos…
Corporación Kaiba, era el único lugar donde podía ver el mundo a sus pies.
Caminó unos cuantos pasos por detrás de los grandes ventanales, que le daban el privilegio de admirar la ciudad nocturna. Él no era de pasar mucho tiempo viendo al vacío, porque no le generaba algún beneficio. Sólo alimentaba su ya inflado orgullo de ver a los demás desde arriba, pero esta vez, tenía muchas cuestiones que meditar. Los discos de duelo nuevos que estarían muy pronto por lanzar al mercado, la proyección del precio de sus acciones, las reuniones programadas con su staff de abogados… muchos negocios de los cuales tenía que hacerse cargo.
Ser el CEO de una gigantesca compañía de videojuegos, no era para niños.
No obstante, los pensamientos relacionados a los negocios, estaba muy lejos de ser algo que causara preocupación. Las cuestiones que lo mantenían de pie frente a la ciudad, era más personal de lo que aparentaba. Por mucho que lo quisiera negar, todo estaba relacionado a una fémina en específico, de apariencia angelical, poseedora de una larga cabellera entre rojiza y castaña, una sonrisa amable, y sobretodo, ese aroma dulce que todavía estaba impregnado en sus sentidos. Era como un ángel que incitaba a los demonios a perderse entre la calidez de sus labios, y el calor de su piel.
¿Cómo se supone que trataría de olvidarla si hacía comparaciones como esa?
Se estaba volviendo débil.
El sonido de un móvil lo devolvió a la realidad de un solo golpe. Suspiró profundamente al girar la cabeza hacia el gran escritorio de madera que descansaba a unos pasos, y que en la superficie, el maldito aparato parecía no querer callarse nunca. Dando pasos firmes, se acercó al teléfono e identificó quien podía llamarlo a estas horas de la noche; ya medio mundo se dirigía a sus casas a descansar, y él era uno de los pocos que quedaba en el edificio.
Arrugó la nariz al ver el nombre de alguien que no recordaba quien era, así que sin mucho ánimo, respondió.
—Habla Kaiba.
—Seto-chan. ¡Hola!
Escuchó una voz alta y chillona que lo hizo alejar el teléfono de su sensitivo oído. Miles de nombres le pasaron por la mente para tratar de descifrar quien se atrevía llamar a su privado.
—¿Quién habla?
—Seto-chan, que malo —agregó la melodiosa voz—. Te doy una oportunidad más.
—¿Quién? —preguntó nuevamente—. Si no se identifica en este momento…
—¡Habla Kate!
Un haz de luz viajó desde las profundidades de una laguna mental, sobretodo cuando se trataba de personas que no merecían su atención. La situación era muy parecida a la última secretaria que tuvo, no recordaba ni su nombre porque simplemente duró un mes en el puesto, ya que no cumplió a cabalidad su labor en la compañía. En este caso, era una persona que no merecía ni el esfuerzo de recordar quien era, porque ya no necesitaba de ella.
—¿Cómo te atreves a llamar?
—Vamos Seto-chan. La pasamos muy bien hace unas semanas en la mansión Kaiba. ¿Acaso no recuerdas?
—Lo único que recuerdo, es dejarte muy en claro que desaparecieras —dijo al apretar los nudillos de la otra mano a causa del espantoso sobrenombre que escuchó de la mujer.
—Lo hago cariño. Has de saber que no estoy en Dómino.
—Pues haces bien. Te di el suficiente dinero, mucho más de lo que vales.
—Vamos Seto-chan, no te molestes —rió nerviosa al escuchar las duras palabras—. Pero de todas maneras, puedo hacerte una visita.
—¡Definitivamente, no!
—Pero te extraño mucho.
—Si deseas aun estar libre, será mejor que evites ese tipo de comentarios —dijo seriamente—. No querrás que llame a mis abogados por incumplimiento de tu palabra. Sabes que esta llamada te podría salir muy cara —amenazó al ocultar una de sus mejorares sonrisas torcidas ante el silencio sepulcral del otro lado.
—N-no lo harías.
—¿Recuerdas a quién le hablas?
—Set… Kaiba —corrigió de improvisto al casi ahogarse con su saliva—. Sólo llamaba porque… porque necesito dinero, lo que me diste no me…
—Puedo tomar mi apellido cómo símbolo que ya te ubicaste en la jerarquía. —se burló al sentir nerviosismo en su voz—. Y con respecto a tu falta de dinero, era de suponerse. Sin embargo, deberías ahorrar. No tengo ánimos de gastar un dólar más en ti.
—¡P-pero quedamos en un trato! —Se desesperó al escuchar las palabras frías—. Nos deshicimos de tu noviecita, y… no puedo vivir con lo que tengo. Estoy segura que te sirvió de mucho mi ayuda.
Esa fue la gota que derramó el vaso.
'¡Te odio Kaiba! Ni siquiera intentaste escucharme. Ahora… ahora te encuentro con ella en tu casa. ¡Eres inhumano! Y yo una ilusa por creerte. ¡Te odio, te odio!'
—Kaiba… —insistió—. ¿Me escuchas?
El trato que hizo con aquella mujer, fue una verdadera estupidez.
—Cualquier acuerdo se deshizo una vez que recibiste el dinero en tu cuenta, y agradéceme que fue un monto grande —dijo en un mezcla de molestia y frustración—. Con lo que respecta a la ayuda que mencionas, no es de tu incumbencia lo que hago o deje de hacer.
—P-pero…
—Será mejor que desaparezcas antes que pierdas la libertad que tanto disfrutas. Lastimosamente, no doy asesoría financiera a personas que ya no existen, así que será mejor que olvides mi nombre.
Sin esperar alguna respuesta por parte de la muchacha, lanzó el teléfono contra una de las paredes de la oficina. Lo que menos le importaba, era que se hiciera pedazos por el golpe, de todas maneras, podría conseguir millones de teléfonos con sólo chasquear sus dedos. Ni siquiera el pedido de la mujer podría generarle preocupación. ¿Qué pensaba que era? ¿Beneficencia?
¡Lo único que le faltaba!
Respiró profundo ante la creciente ira que nació en su interior, que lo hizo apretar ambos puños a los lados. Paseó su vista por la oficina, buscando con que entretenerse y dejar de pensar, pero era muy difícil en un edificio solitario que le servía para meditar. Dando unos pasos seguros nuevamente hacia el ventanal, posó los dedos en el cristal y posteriormente su frente quedó en contacto con la fría superficie. Cerró los ojos ante el cambio de temperatura que relajó sus sentidos.
'Te amo… Seto'
Aún podía recordar aquellas palabras que se mimetizaban perfectamente con la superflua voz. Era tranquila, cálida, llena de los sentimientos que pretendía compartir. Era la única persona que se había atrevido a dirigirle semejantes palabras... la única persona que ya no estaba más con él.
Todo se había transformado en odio. En odio que él mismo había creado.
—Fue una verdadera estupidez.
La voz escapó de sus labios en una risa fría. A su mente llegaron los recuerdos que planeó esconder en los rincones de su cabeza, pero no logró siquiera opacar alguno de ellos. Había llevado a cabo su plan perfectamente coordinado con la primera mujer que tuviera deudas con la corporación, la cual aceptó muy dichosa de saldar sus asuntos pendientes. De ser nadie, pasó a convertirse en un encuentro esporádico, con el sólo objetivo que 'ella' los encontrara. Al cabo de una semana, su plan salió de maravilla al momento que 'ella' los viera en una escena comprometedora en medio de su habitación. Aunque nunca supo que todo era una actuación, el odio y el resentimiento no se hicieron esperar, y le recriminó su engaño.
Fue así como se deshizo de la noviecita de turno. La noviecita que lo había traicionado antes, y que no podía dejar impune. Era la primera vez en su vida que sentía algo más que sólo frialdad, para que viniera un Wheeler y arruinara todo.
Le peor parte, es que a semanas de ocurrir tal episodio, sintió un fuerte dolor en el pecho cada vez que la recordaba. Cada vez que la figura del ángel se abría paso entre su coraza de piedra. No podía ser arrepentimiento. Parecía alguien inofensivo, que no tenía la valentía necesaria para engañarlo, pero así sucedieron las cosas.
—Serenity.
La lluvia comenzó a caer en toda la ciudad.
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Nadie la detendría.
Había mentalizado miles de veces lo que haría. Estaba decidida a moverse de donde estaba, ya no le importaba si iba en contra de su hermano o hasta de su propia madre. Tenía que armarse de valor y encarar cualquier situación que le pusieran enfrente. Nunca en su vida estuvo más segura de lo que planeaba hacer. No podía quedarse tranquila en su habitación esperando que todo se solucionara, ya no era una niña a la que dominaban; era una mujer que tomaba sus propias decisiones. No podía llorar más, todas las lágrimas las había gastado ese fatídico día que huyó de la mansión Kaiba.
Tenía que enfrentar aquellos recuerdos.
Sintió un agrio sabor de boca al tener presente las escenas que hicieron pedazos su alma. Aún no podía creer que el amor que le costó tanto trabajo despertar en él, se convirtiera en odio y resentimiento. Verla con aquella mujer en medio de su habitación fue todo lo que pudo soportar; fue muy difícil asimilar que le hiciera tal bajeza. Hasta ahora le dolía que se equivocara con respecto a él, pero a pesar de todo, sentía una chispa dentro de su corazón.
'¿Pensaste que no me daría cuenta Wheeler? Lárgate con Tristan o con cualquiera que cumpla tus caprichos, ya encontré alguien que puede reemplazar tus servicios. Piensa nuevamente antes de burlarte de un Kaiba. Aún no conoces de lo que puedo ser capaz.'
Palabras muy hirientes que salieron de la persona que parecía corresponder sus sentimientos.
—Serenity. ¿Bajarás a comer?
Sus pensamientos fueron interrumpidos al ver que la puerta de su habitación se abrió, y dejó pasar a su hermano, aun usando el delantal que usaba para cocinar. ¡Era el momento! No podía quedarse sin hacer nada. Debía a limpiar su nombre. Ella nunca lo engañó, y tenía que hacérselo saber. La decisión de explicárselo ya estaba tomada y no retrocedería. Así que se levantó de su asiento.
—Dentro de un momento.
—¿Sucede algo? —cuestionó Joey al desordenar sus cabellos con una mano.
—Bueno, quería hablar contigo.
—¡Oh! Claro, de lo que quieras. Soy todo oídos —respondió en una sonrisa al sentarse en la cama y rebotar varias veces.
—Esto es algo serio —dijo en voz tranquila al dar unos pasos frente a él.
—Mmm me pregunto que podrá ser —pensó en voz alta y con una sonrisa bufona—. Mientras no sea alguna mala calificación en la universidad.
—En verdad Joey, es serio.
—Serenity. No me asustes.
—Tanto que necesito que seas sincero conmigo.
—Lo que tú digas. —Hizo una señal con la mano en forma de juramento.
Después de una larga pausa, tomó un fuerte respiro antes de proseguir. Notó el rostro serio de su hermano. Hizo todo lo posible por ser fuerte y no empezar a llorar por lo que tenía que decirle.
—Joey. Es cierto que… —Dudó unos segundos—. ¿Es cierto que le pediste a Tristan que le dijera a Seto, que estuve con él?"
El silencio reinó entre los dos hermanos. Serenity miró fijamente a Joey que se había quedado de piedra en la cama. Reconoció ese sudor nervioso que recorrió parte de su rostro, su mirada se desvió por unos segundos.
—Seren… —rió nervioso al repasar sus dedos por la cabellera—. Que tonterías dices. —Se levantó rápidamente de la cama y dio unos pasos.
—No es ninguna tontería Joey —increpó—. Necesito que seas sincero.
—Seren, parece una buena broma —señaló, aún con esa sonrisa burlona y nerviosa—. Tal vez tengas hambre y por eso no sabes lo que dices. Vamos a comer —dijo al tomar su muñeca, pero Serenity deshizo su agarre.
—No iré a ningún lado hasta que me respondas.
—Pero Serenity, sabes que…
—T-Tristan me lo confirmó.
Su boca fue más rápida que su mente, pero no tuvo otra alternativa, si le decía que lo escuchó a hurtadillas cuando le relataba a Mai su plan maestro, lo negaría hasta el final. Tristan sería el último que traicionaría a su amigo de tantos años, pero era lo más convincente en estos momentos.
—¡¿Qué?!
—Joey, por favor, necesito que digas la verdad.
—¡¿Para que vayas a los brazos de Kaiba nuevamente?! ¡Sobre mi cadáver! —exclamó fuera de sí al voltear molesto hacia su hermana—. ¡Ese traidor de Tristan, me las va a pagar!
—Entonces es cierto —pronunció sorprendida ante el arranque de ira de su hermano—. No… no puedo creerlo.
—Serenity… —suspiró cansado al acercase a ella y tomarla por los hombros—. Tienes que entender, lo hice por tu propio bien. Kaiba es especialista en lavar cerebros, y la mejor forma de molestarme la existencia, era acercándose a ti. ¿No lo entiendes?
—¡Era mi felicidad! No tenías por qué inmiscuirte.
—No podía dejar que mi hermana sea engañada por alguien de la calaña de Kaiba.
—Él nunca se comportó mal conmigo, ni siquiera dio motivos para pensar que jugaba conmigo para llegar a ti.
—Pues ahora ya sabes cómo trabaja él. ¡Esa es su manera!
—¿Por qué lo hiciste? —cuestionó nuevamente indignada—. Yo… yo lo amaba. —Miró hacia lado para frenar las lágrimas.
—Él nunca lo hizo. Ya viste de lo es capaz una vez que no se cumplen sus caprichos. Invitó a una cualquiera a su casa, todo para…
—¡No! Él… él me amaba, estoy segura.
—Serenity. Si hable con Tristan fue sólo para que vieras lo frío que puede ser Kaiba —respondió al mover sus hombros—. El tiempo me dio la razón cuando lo viste con esa mujer en su casa.
Entendía. Podía entender que su hermano estuviera preocupado por ella acerca de Kaiba, pero todavía no llegaba a comprender, a qué tipo de Kaiba se refería. Cuando rememoraba sus citas, el tiempo que dedicaba a ella en medio de su trabajo, las noches que pasaban juntos… no podía identificar el Kaiba que su hermano conocía. Se había comportado bien con ella, hasta ese día, que lo encontró en la habitación con otra mujer.
No quería llegar a pensar en ese día en especial. Primero necesitaba aclara su mente.
—Serenity. Eres una chica inteligente, y olvidarás a Kaiba —dijo Joey al soltarla de los hombros y darle un fuerte abrazo.
—Entiendo… —expresó en medio del abrazo, ocultando su rostro en su hombro.
Ella tenía que aclarar esto de una vez por todas.
—Estoy seguro que una vez que comas, estarás mejor. —Sonrió más calmado. Aflojó el abrazo y llevó la mano hacia su mejilla, para limpiar las lágrimas con el dorso.
—Sí, mejor… —respondió en una voz monótona.
—¿Estás segura?
—Sí, pero primero…
—¿Deseas algo?
—Sí, quiero ver el regalo que… le darás a Mai.
—Está bien, enseguida lo traigo.
Sintió su mano posarse sobre su cabeza, y la sonrisa bufonesca que nunca dejó su rostro. Lo vio salir por la puerta y dirigirse hacia la parte derecha de la casa, a su habitación. ¡Esa era su oportunidad!
Sin perder más tiempo, caminó segura hasta la puerta y salió. No lo identificó por el pasillo, así que empezó a correr escaleras abajo. Cada peldaño parecía gelatina ante el contacto, o tal vez era el nerviosismo que viajaba por sus piernas. Se sintió volar ante cada pisada. Llegó hasta el último, y se tuvo que agarrar de la manija de la puerta para evitar caer.
Respiró profundo antes de abrir la puerta principal de la casa y salir. Siguió corriendo sin detenerse.
—¡Serenity!
Escuchó su nombre, pero esta vez no volvería. No iba a retroceder. No iba a refugiarse en el consuelo de su hermano.
Corrió con todo lo que podo soportar sus pulmones. Era una carrera contra el tiempo y en contra de sí misma, que le pedía darse por vencida y volver a casa. La lluvia no la dejaba ver más allá de algunos metros, hasta casi estuvo a punto de ser arrollada por un auto en medio de la oscuridad. Estaba realmente cansada de correr. Las gotas de agua no planeaban detenerse pronto, y su ropa estaba completamente empapada. Era muy tarde para arrepentirse.
Pasados unos minutos, se puso a buen recaudo bajo la estructura de un supermercado que estaba abierto. Respiró varias veces para regular el aire. Pasó la mano por sus bolsillos en busca de un teléfono pero no encontró algo útil, sólo un par de monedas. No tenía suficiente dinero para tomar algún auto y la acercara a la Mansión Kaiba. Sólo contaba con algunos centavos en el bolsillo, y no sabía que más hacer. Si llamaba a Yugi, avisaría a su hermano de inmediato; lo mismo sucedía si se comunicaba con Mai, Duke o Tristan.
Su mente se iluminó en ese momento: Mokuba. Era la única persona con la que podía contar.
Miró a su alrededor e identificó un teléfono público dentro del supermercado, así que sin perder tiempo, entró. El vigilante preguntó si necesitaba ayuda, pero dando una negación, se acercó al teléfono. Con las manos congeladas, puso las últimas monedas que le quedaban, y marcó el número que sería su salvación.
—Habla Mokuba.
—Mokuba. Soy…. Soy Serenity —dijo nerviosa y ansiosa. Su voz se cortaba por el frío.
—¿Serenity?
—N-Necesito tu ayuda.
—Bueno… Serenity, no quiero ser descortés, pero ya hablamos de esto la última vez, y si mi hermano rastrea la llamada, creo que no amaneceremos vivos —rió nervioso.
—Sé que no desean saber de mí —señaló rápidamente al ver el tiempo que le sobraba para hablar—. Pero necesito que me escuches. ¡Ya lo sé todo!
—Saber que…
—Tristan mintió a Seto, diciéndole que estuve con él. Joey lo armó todo para que pensara que en verdad lo engañé, yo nunca… yo nunca estuve con nadie, sólo con él —explicó en la mejor voz que pudo encontrar—. Necesito que él lo sepa. Necesito limpiar mi nombre.
—Serenity. Somos amigos a pesar de lo que pasó, pero decir…
—Mokuba. Sabes muy bien que nunca mentiría con algo así.
—Entonces, ¿En cierto?
—A pesar de lo que hizo Seto, no miento. Yo también me sorprendí, pero es la verdad —insistió al repasar la mano por su rostro.
—Serenity. No sé qué pensar.
—Por favor, necesito que me digas su paradero. Sólo quiero decirle lo que pasó e irme de su vida. Todo me quedó claro cuando vi a su nueva novia en…
—Serenity, lamento causarte estos problemas, pero al igual que Joey. Digamos que Seto tampoco hizo las cosas justas, y bueno… esa mujer nunca existió.
—No entiendo.
—Es largo de explicar, mejor lo hablamos antes que te presentes con Seto —determinó rápidamente—. Dime tu dirección, pasaré a recogerte.
—Gracias, Mokuba.
La llamada se colgó cuando le dijo su ubicación.
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Perdió la cuenta de las horas que pasó sentado en la silla.
La lluvia no tenía planeado detenerse pronto, y ayudó para que no le dieran ánimos de salir de su oficina. Aprovechó ese tiempo sabiamente, y logró terminar con todos los pendientes de la semana. Ser el maldito CEO no quitaba ninguna responsabilidad acerca de los resultados de la compañía, muy por el contrario, aumentaba la carga de trabajo porque era su propio dinero en juego, además de muchos inversionistas que querían darse la gran vida a costa de su propia salud. Aunque no se quejaba, no le vendría mal darse un respiro de tantos números.
Cerró la pantalla de la computadora en un golpe suave, y dio vuelta en su silla. Una vez más, la vista se perdió entre las gotas de lluvia y la iluminada ciudad que planeaba sobrevivir ante la tempestad. Si dejaba de lado la migraña que estaba a punto de darle por estar encerrado todo el día en ese lugar, sería capaz de abrir una de las puertas que daban al balcón, y se mojaría con la lluvia, para así borrar cualquier pensamiento que involucraba a alguna mujer en su vida. Sin embargo, eso sería caer bajo y empeoraría su estado de mal humor. Ya con sólo recordarla, hizo que estuviera a punto de llamar a doctor para saber que estaba mal en su sistema.
Cerró por un momento los ojos para concentrarse en cualquier cosa, menos en alguien que no lo merecía. ¡Diablos! Estaba a punto de quedarse dormido por el cansancio, pero no podía. No podía dormir, tenía que seguir trabajando.
—Se… Kaiba.
Una voz suave y delicada llegó a sus oídos. Los ojos se abrieron de par en par, agudizó la vista rápidamente, y notó el reflejo del ventanal. Era la delicada figura femenina de largos cabellos. Era el ángel que se atrevió a tentar al demonio.
—Kai…
—¿Qué haces aquí?
Su voz salió tan seria y profunda a la vez, que estaba seguro que hubiera hecho saltar a cualquiera. Se paró lentamente de su asiento, giró sobre sus talones, y enfrentó a la muchacha que parecía cohibida ante su presencia. Pudo notar esa expresión de sorpresa y ansiedad. Él también estaba muy sorprendido que estuviera a esas horas de la noche, y mucho más impactante, que llegara hasta la puerta de su oficina. Ni el propio CEO de alguna otra corporación tenía el acceso de entrar hasta el último piso, la seguridad era muy alta. En esos momentos no sabría decir a ciencia cierta, quien la dejó pasar.
—Quiero hablar contigo —dijo seriamente al dejar de jugar con sus dedos y pararse erguida.
—Wheeler —pronunció su apellido en una voz fría—. Ya malgastaste mucho de mi tiempo. No es el momento para tener conversaciones.
—No —negó con la cabeza frenéticamente—. Si hay mucho qué hablar. Yo…
—Es muy tarde para esto, así que mejor ahórrate los comentarios. —Puso una mano sobre el escritorio de madera, y con la otra, apuntó hacia la salida—. Sal de mi oficina.
—¡No!
En fracción de segundos la vio correr desde la puerta. Fue como un espejismo que se movió hacia él. Sin detenerse. Sin titubear. Se detuvo en el extremo contrario de la mesa, apoyándose con ambas manos sobre la madera. Podía sentir como sus nudillos crujían por la fuerza. No entendía que planeaba hacer, y que falsas palabras sembraría esta vez en su cabeza. Si no la dejó explicarse cuando fue su tiempo, ahora mucho menos, que ya era tarde.
—Wheeler, será mejor que te vayas —dijo nuevamente antes de verla a los ojos.
—¡¿Por qué soy la única que intenta averiguar las cosas como verdaderamente sucedieron?! —cuestionó enfadada al golpear el escritorio con una mano.
—No me hagas perder el tiempo —repitió haciendo caso omiso a la pregunta que se perdió en el aire.
—¿Tan difícil es creer que alguien te ame?
—Deja de decir tonterías Wheeler —espetó antes de perder la paciencia—. Sabes muy bien que esto se acabó desde ese día, y no pretendo volver atrás, porque a diferencia tuya, yo si tengo muchas responsabilidades, y no pienso…
—¡Joey lo planeó todo! —exclamó al pararse erguida—. Pidió a Tristan que te mintiera acerca de una relación entre nosotros. Nunca hubo nada que…
—Wheeler. Estas creando historias que no son —rió fríamente al escuchar semejante explicación—. ¿Culpar a tu hermano? ¿Estás bien de la cabeza?"
—Sabes que amo a Joey, y sería incapaz de culparlo por algo. Sin embargo, ahora lo estoy haciendo porque es verdad lo que digo —explicó en una voz que estaba a punto de quebrarse—. Lo averigüé cuando se lo contaba a Mai, y justo ahora, me confirmó que convenció a Tristan.
Guardó silencio ante las palabras que salían de la boca. Muy serias y certeras que por un momento lo hicieron dudar. Serenity nunca diría algo en contra de su tan amado hermano, ni por muy mortal que fuese. Para que hiciera toda esa explicación, que le debía hace tanto tiempo atrás, podía darle una pista que se trataba de la verdad. Justamente ella, que no sabía mentir.
¿Qué debía hacer ahora? ¿Hacer que nada pasó y volver a sentir nuevamente?
—Wheeler, es muy tarde —dijo en voz seria—. Por muy real que parezca tu explicación.
—¡No quiero darme por vencida! —exclamó—. ¿Eso no fue lo que me enseñaste?
—No pretendas poner mis propias palabras en mi contra.
—Sé que dije que te odiaba. —Pausó al soltar el mueble, y limpiar algunas lágrimas de su rostro—. Fue por la desesperación del momento, y por la persona con la que quedaste para que…
—Mokuba.
¡Ahora entendía todo!
Serenity estaba parada en su oficina, porque Mokuba le había permitido entrar. Seguramente al escuchar parte de su historia acerca de Joey, su sentimental hermano le dio detalles acerca de la persona a la que ofreció dinero para que llegara ese día a su casa, los encontraran en la habitación, y así poder vengarse de ella y de su engaño. ¿Todos habían planeado ir en contra de sus decisiones? ¿En qué momento empezaron ese juego de decir la verdad?
—¡Demonios! Mokuba no tenía ni un derecho a decírtelo —masculló malhumorado al repasar los dedos por su cabello—. Esto era entre él y yo.
—Yo le pedí los detalles —dijo seriamente aun restregándose ambos ojos—. Si hiciste eso…
—¡No me iba a quedar de brazos cruzados!
—Intento comprender —argumentó al olvidarse de su posición inicial y rodeó el escritorio—. No quiero que vivamos engañados, y pretender que uno mentía al otro… yo, no puedo olvidar aquella escena, pero me siento feliz que no haya sido real —pronunció en un llanto ahogado.
—Wheeler.
Su apellido salió en casi una voz delgada, muy lejos de la seriedad que mostraba siempre. La sintió cerca de él, dejando su posición de enemigos, para estar nuevamente frente a él. ¡Diablos! Lo estaba haciendo repensar hasta toda su existencia. Dentro de él quería que el ángel entrara, pero la coraza de orgullo no lo dejaba. Era Seto Kaiba, dueño de la más grande corporación existente, y no deseaba sucumbir nuevamente a la tentación de tener a Serenity a su lado.
En ese momento su determinación comenzó a flaquear.
—No quiero perderte por una equivocación.
—Escucha Wheeler...
—No. Dime Serenity… como lo hacías antes —dijo despacio al tomar los bordes de la gabardina blanca que usaba siempre.
—No sabes lo que haces. Lo que viste, no es ni la tercera parte de lo que soy capaz.
—Tú no eres así.
—¿Cómo estás tan segura?
—Porque no te daré motivos para que lo hagas. —Alzó sus marrones ojos hacia los azules. Era tan alto que le costaba mantener la cabeza—.Por eso pregunté… si era tan difícil pensar que alguien pudiera amarte.
—No tiene relación alguna —expresó en una mueca. Era aquella sonrisa torcida y sarcástica de siempre. Las tonterías de Serenity, siempre le hicieron gracia.
—Tiene relación. Así como antes, piensas que no puedo amarte como lo hago, y empiezas a dudar. Temes porque es lo único que no puedes controlar.
—No le temo a nada.
Fue el momento que tomó las manos que estaban presas en su gabardina. Después de largo tiempo, pudo sentir ese calor transparente de las manos femeninas y delicadas. Su determinación de decirle que no, estaba huyendo a causa de su presencia. Quería deshacerse de Joey, Tristan, Mokuba, y cualquiera que se interpusiera en su camino con tal de alcanzar la frágil figura.
—Entonces no temas a sentir nuevamente.
—Tengo una última pregunta para ti… Serenity —acotó antes de descender hasta algunos centímetros de su rostro.
Quería dejarla entrar.
—¿Q-qué? —Sintió ese nerviosismo al tenerlo cerca.
—¿En verdad piensas que esa frase funcionará nuevamente?
—Pero… es que en verdad es algo que pienso y… —explicó nerviosa. Se escuchó decir la misma frase cuando recién salieron por primera vez.
—Si funciona.
No fueron necesarias más palabras, porque hizo lo evidente. Se apoderó de sus labios en una caricia demandante e indescriptible. Sus brazos la apresaron contra él, pensando que se escaparía en cualquier momento si la dejaba. Su terca mente nunca le jugó limpio acerca de los sentimientos que siempre estuvieron escondidos, por el contrario, lo torturaban cada vez que pensaba en la explicación que nunca la dejó pronunciar… Era muy tarde para arrepentirse.
Sus labios querían sentir más, y maldijo entre dientes la molestia que generaba la diferencia de estatura. Lo primero que hizo fue tomar parte de su peso entre sus brazos y subirla al escritorio.
—¡Seto! —Se sobresaltó al sentir la madera debajo de ella.
—Esto se sale de control.
—No importa —dijo al tomar su rostro entre sus manos. Lo miró a los ojos—. Quiero estar aquí, contigo —pronunció avergonzada.
—Seguramente lo pusiste en tus propios planes. —Mostró esa sonrisa afectada de siempre. Seguiría agregando que las tonterías espontáneas de Serenity, siempre le producirían gracia.
—Seto —interrumpió al seguir con ambas manos en sus mejillas—. Sé que nunca… nunca dirás que me amas —señaló nerviosa al apretar ambas manos sobre sus mejillas—. Déjame hacerlo por ti… Te a…
—Hablas mucho Serenity.
Cerró el espacio que existía entre ellos, y calló cualquier otra palabra que saliera de entre sus labios. No quería apaciguar su ánimo por proseguir, y mucho menos después de todas las explicaciones en las que estuvieron.
Ese ángel le pertenecía, y no lo dejaría ir nuevamente.
-FIN-
N/A: ¡Espero que les haya gustado! Sé que aún tengo historias que continuar, sobretodo de esta pareja, pero pasé por una etapa de bloqueo total por la pérdida de un ser querido, y recién tengo energías para escribir. Espero que tengan un poco de paciencia, pero de todas maneras haré actualizaciones.
Espero que se haya entendido este oneshot. Hice lo posible por explicar las intenciones de cada uno a lo largo de la historia, hasta llegar al objetivo :D.
Joey le hizo una maldad a su hermana con la intención que se alejara de Kaiba, y resultó en despertar el lado vengativo del mismísimo Kaiba, ya que no iba a dejar impune el engaño, y bueno contrató a alguien para que hiciera pasar ese mal rato a Serenity.
Soy admiradora a morir de los finales felices, y en verdad hice lo posible por no pasar al siguiente nivel, para que pudieran leerlo todos. Como sabrán estoy intentando incrementar los fics en español de esta pareja. ¡Ya llegan los refuerzos! :D
¡Gracias por leer!
