Hello, hello, hello! Gracias por entrar en esta nueva historia. Es algo *muy* diferente de lo que venía escribiendo y está en un tono más oscuro. Siento que debería dar un aviso y es que la historia va a contener abuso sexual, violaciones, homofobia, racismo, violencia, enfermedades mentales, suicidio y asesinatos, So…si son sensibles a leer ese tipo de cosas en los chicos (Igual no creo irme *tan* al carajo, nada en el tono del ''Pavarotti Protocole'', nada de aves muertas aventurándose dentro del culo de nadie. Al menos por ahora *Risa malvada*), no es la historia para ti.
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God help me, i don´t see how i can live this way
And I don´t know why he's touching me
Won´t you shine in my direction and help me?
Won´t you lend me your protection and help me?
God help me, believe me this wasn´t what I wanted
But no, I can´t leave, he's got me.
Won´t you shine in my direction and help me?
Won´t you lend me your protection and help me?
God Help Me-Emilie Autumn
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El pecado tiene ojos azules.
Luego de asestar el último golpe, corrió durante minutos sin detenerse a pensar en lo que había hecho. Un nudo se había formado en la boca de su estómago y creyó que vomitaría de un momento a otro. Su frente brillaba con sudor y gordas gotas caían de sus patillas.
''Separémonos!''
Finn Hudson los espetó a detenerse en seco al doblar en una esquina. En esa parte de la ciudad, los edificios comerciales comenzaban a verse y las calles se tornaban concurridas. No podían arriesgarse a ser vistos.
Finn, el claro cabecilla del grupo, se paró frente a ellos mientras sacaba un pañuelo del bolsillo de sus pantalones y limpiaba la sangre que le salpicaba los nudillos.
''Cada uno vuelva a su casa o déjese ver actuando tranquilo por los comerciantes. Compónganse y luego márchense. Ni una palabra a nadie. Nos vemos mañana.''
Lentamente cada uno del grupo de muchachos, comenzó a caminar en una dirección diferente.
''Tú te quedas, Karofsky?''
David miró en dirección a la voz de quién le hablaba.
Noah.
''Ah, s-sí… vayan ustedes. En un rato voy a casa. Creo que voy a hacer un poco de tiempo antes de ir al centro. ''
Se las arregló para decir sin que su voz craqueara.
Noah asintió con la cabeza y dio media vuelta, acompañando al resto.
David apoyó la espalda contra la pared y se dejó caer lentamente. Se abrazó a sus propias rodillas y comenzó a sollozar.
No por lo que habían hecho, no. Eso definitivamente no era lo que le perturbaba. Era lo que había visto lo que había enturbiado sus pensamientos.
Antes de que ese maricón de Hummel escupiese el último chorro de sangre contra el asfalto, Rick había tirado fuerte de su camisa, rasgándola. Sus hombros habían quedado desnudos, salpicados por pequeñas y rojas gotitas, corrompiendo la sedosa piel.
El cabello castaño había perdido el modelador, y le caía sobre los ojos, haciéndolo ver aún más joven de lo que ya aparentaba.
David pensó en la última imagen que había visto del muchacho, descansando en una posición grotesca en el piso, gimiendo como un pequeño animal herido. El recuerdo de su voz provocó que su miembro comenzase a endurecerse.
Pensó en todas las veces que imaginó el cuerpo de Hummel debajo del suyo, retorciéndose, pidiendo misericordia, pidiendo más, gritando por socorro, gritando por placer, gritando su nombre.
Se preguntó si ya estaría muerto. La paliza que le dieron lo había dejado en un estado deplorable.
Se cuestionó a sí mismo si con su muerte, todos esos pensamientos impuros y enfermos que el muchacho le provocaba, cesarían. Ya que nunca más volvería a ver esos labios rosados formando un círculo perfecto mientras cantaba angelicalmente en el coro de la iglesia.
Realmente esperaba que sí. Estaba cansado de despertarse en medio de la noche, con el rostro del marica del pueblo en la mente y los pantalones pegajosos. Inmediatamente se veía obligado a salir de la cama, arrodillarse a los pies de ésta y rezar horas y horas por misericordia, sólo para volver a repetir lo mismo al día siguiente.
Los domingos eran los días peores, sin duda. Hummel ocupaba su cabeza desde la mañana, donde se levantaría con una erección anticipándose a tenerlo cerca, hasta la noche, donde irremediablemente terminaría masturbándose hasta quedar satisfecho pero frustrado porque no era su mano lo que ansiaba. Y eso lo llenaba de vergüenza y repulsión por sí mismo. Sus fantasías eran siempre las mismas. El chico del coro recostado sobre su estómago, trasero alto en el aire, esperando por ser tomado, el rostro vuelto hacía él con lágrimas en los ojos y los labios rojos e hinchados.
Siempre se había preguntado cómo esos labios se sentirían contra los propios. El sólo pensamiento hizo cosquillear toda su piel.
David se levantó y comenzó a volver sobre sus pasos. Quizás esa era la última oportunidad que tendría para poder comprobar si todo lo que alguna vez fantaseó, era tan bueno como la realidad.
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Alejada del centro de Lima, se erigía una fábrica que, antes de que la depresión de los '30 golpease y obligase su clausura, solía proveer insumos para los obreros de Ohio.
En el primer piso de la misma, había sido abandonado Kurt Hummel dado por muerto.
David puso un pie dentro de la edificación y aguzó el oído intentando percibir algún sonido que le indicase vida.
No oyó nada.
Nervioso, caminó hacia el punto donde recordaba lo habían dejado.
El lugar se encontraba salpicado con varios charcos de sangre empezando a secarse. Un camino de pequeñas gotitas carmines, anunciaban no sólo que el chico no había muerto, sino que aún tenía la suficiente fuerza y consciencia como para intentar huir.
Así como Hansel y Gretel, David siguió el rastro de sangre dejado y al doblar en un corredor, lo encontró. Dulce, dulce Kurt. Sentado en el suelo, con la cabeza echada hacia atrás, intentando recuperar el aliento quitado por el esfuerzo de arrastrarse.
En su frente tenía una fea protuberancia, producto de uno de los golpes. Uno de sus orificios nasales, lucía sangre seca que le caía hasta la barbilla y seguía hasta perderse en un hilillo en el cuello. Su pómulo izquierdo se encontraba cortado, David supuso que dejaría una cicatriz. Ese pensamiento lo incomodó, Hummel era demasiado bonito para lucir imperfecciones en su rostro redondo de querubín.
Instintivamente el joven golpeado miró en su dirección, al sentirse observado. Al instante, abrió los ojos, alarmado. Un miedo salvaje se reflejó en ellos.
David esperaba que el otro comenzase a plegar por su vida, mostrándose desesperado. En cambio, fue sorprendido al oírlo reír.
Kurt estaba riendo. No era una risa alegre y tan siquiera sarcástica. Era una risa resignada, concierta de su suerte.
Había perdido mucha sangre, y lindaba con la inconsciencia, Dave pudo comprender.
Al verlo así, vaciló ante los planes de lo que tenía en mente. Había esperado encontrarlo inconsciente. No esperaba testigos, no quería ver lo que esos enormes ojos pudiesen ofrecerle.
Lentamente, se acercó al muchacho golpeado, se arrodilló frente a él y lo observó largamente. Pensó en todas las noches de necesidad insatisfecha, en todas las mañanas de mortificación para su propia alma, en todas las veces que desde las sombras había estado contemplando su belleza cuasi femenina desde lejos. Se obligó a sentarse a su lado. Sus brazos se rozaron y David se notó aturdido por la cercanía del otro. Era la primera vez que estaba tan cerca y eso lo hacía sentirse extraño. Sintió que su corazón desbocaba a medida de que su respiración acrecentaba su velocidad.
Kurt le dirigió una mirada curiosa, sin poseer la fuerza necesaria para formar una palabra.
David notó sus propias manos temblando, y se forzó a sí mismo a levantar una. Sabía que lo único que necesitaba era empezar. Sabía que una vez que empezase, no querría…
No.
No podría parar.
Acercó sus dedos a la mejilla de Hummel y la acarició gentilmente. Las yemas de sus dedos hormiguearon al trazar la suave piel.
El otro joven se tensó al contacto y comenzó a respirar aceleradamente, moviendo sus ojos frenéticamente, incierto respecto de hacia dónde estaban desplazándose las ideas de Karosfky. La única certeza que tenía era que sin importar dónde terminasen, el resultado irremediablemente iba a verse en forma de dolor.
David tomó sensiblemente el rostro magullado entre sus manos y lo observó con devota adoración.
Ocho años había esperado para poder acariciar esa piel. Ocho años había contemplado en silencio la nívea belleza que tenía delante. Sus ojos comenzaron a humedecerse, se encontraba totalmente abrumado y consumido en el momento. Por primera vez pudo observar de cerca la piel que cazaba sus sueños más oscuros por las noches. Con la mirada delineó cada línea de los rasgos presentados. Cada curva, cada peca. Sintiéndose valiente, lentamente acercó su rostro al del otro joven. A medida que la distancia era cercada, sus labios se sentían enardecer. Suavemente, capturó el labio inferior del otro con los suyos y ejerció una suave presión.
Kurt, fútilmente intentó empujarlo, logrando solo obtener una descarga de dolor en uno de sus brazos. El sufrimiento sentido le advirtió que debía de tenerlo roto.
''Oh, Dios.''
Exclamó David susurrando, quebrado. Una lágrima solitaria cayó por su barbilla y su cuerpo comenzó a temblar. La sensación era más de lo que alguna vez hubiese imaginado. Volvió a unir sus labios con los del otro, profundizando el beso, gimiendo en contento a la sensación desconocida hasta el momento.
Sabía a sangre y a Kurt Hummel.
Con gran esfuerzo, el muchacho de espantados ojos azules, se las ingenió para mascullar una débil negativa.
Ese fue su peor error.
David supo que necesitaba volver a oír esa voz. Necesitaba volver a oír ese murmullo angelical, sus gemidos, sus quejas, sus gritos, saborear su sudor. Necesitaba todo. Todo lo que ese muchacho tuviese para ofrecer, él lo quería con demente urgencia. Sin preocuparse por las magulladuras y los huesos rotos en el cuerpo deseado, lo tomó de los hombros y lo recostó contra el suelo con firmeza, arrancando afligidos gimoteos que provocaron la automática rigidez de su miembro. Todo su cuerpo se encontraba receptivo hasta del más mínimo roce, sus entrañas ardían febriles y todo él era cruda necesidad. Sin muchos miramientos, desnudó totalmente al otro muchacho mientras éste luchaba por zafarse en vano. Cada porción de piel descubierta aumentaba más y más las ansías de David. Aún con la piel amoratada, sangrante y flagelada, Kurt era la visión más exquisita que él hubiese presenciado en su vida. Le tomó un momento contemplar y absorber todos los detalles del cuerpo expuesto, antes de bajar el cierre de su pantalón y exhibir su pene pulsante. Una sola mirada al rostro del muchacho le había bastado para saber qué era lo primero que quería probar en él.
David se posicionó a horcajadas sobre el pecho desnudo de Kurt y con una mano, tomó al chico de la nuca para levantar su cabeza, mientras con la otra, comandaba a su miembro sobre los labios rosados que permanecían sellados y renuentes a ser invadidos. La cabeza de su miembro se deslizaba fácilmente por el labio inferior de Kurt, ayudada por el líquido pre-seminal que goteaba de ella. David dejó escapar un gruñido de placer ante la sensación al contacto. Con el talón de sus zapatos dio un pequeño golpe contra las costillas rotas de Kurt, arrancando un grito involuntario. El muchacho robusto hizo uso de lo sucedido, introduciendo rápidamente el largo de su pene en la húmeda boca.
''Intenta hacer algo que no sea chupar, y te juro que vas a arrepentirte.''
Bramó en voz baja. Internamente se odió por decirlo, pero tenía que asegurarse la obediencia del otro.
Kurt dejó su boca laxa y libre de movimiento. David sonrió. Incluso en ese estado de deplorable miseria, la princesa se rehusaba a ser comandada. Como fuere, funcionaba igual para él. Tomo al muchacho del flequillo para elevar un poco su cabeza y comenzó a balancearse, violando su boca en un ritmo frenético, ignorando los sonidos ahogados que intentaban surgir de la garganta invadida. Los ojos de Hummel comenzaron a llenarse de lágrimas producidas por el miembro de David golpeando sistemáticamente su garganta, impidiéndole respirar correctamente, atragantándolo con cada empuje. Antes de alcanzar el climax, David hizo uso de la poca consciencia que quedaba en su mente y se retiró, queriendo disfrutar el momento.
Kurt tosió penosamente, cada movimiento en su tórax, desatando punzadas de profundo dolor.
Karofsky volvió a besarlo, esta vez desordenadamente, llenando la castigada boca con demasiada lengua y saliva.
''Eres hermoso, eres tan hermoso.''
Repitió él, casi como un mantra. Lo tomó de las rodillas para abrir sus piernas y algo rugoso en una de ellas llamó su atención. En ella había un raspón y la sangre había comenzado a secarse, intentando formar una costra. David sonrió con ternura, su mirada cargada de reminiscencia. Acercó su rostro a la piel sangrante y besó la herida.
Kurt lloraba silenciosamente y tenía las rodillas raspadas. Justo como la primera vez que se conocieron.
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Noah y Finn corrían delante, intentando alcanzar al camión de los helados. Él hacía su mejor esfuerzo, pero los otros dos niños estaban a varios metros suyo. Aunque intentaba, David no podía correr a la par de sus amigos. Su peso y su altura le impedían moverse agraciadamente como el resto de los muchachos de su edad, y le resultaba vergonzoso, aunque eso sería algo que jamás se lo admitiría a otra alma.
Finn había cortado el camino por la pequeña plazoleta ubicada en una esquina, saltó sobre el cajón de arena donde jugaba un niño, y lo derribó provocando que caiga pesadamente al suelo. David continuó corriendo y cuando alcanzó esa zona, vio el rostro del niño empujado, por el rabillo del ojo.
Se detuvo en seco sobre sus propios pasos.
Sentado en el suelo, el chico varios años menor que él, soplaba su rodilla sangrante intentando volar la suciedad de la herida. Sus dos pequeños y regordetes labios, brillaban en un intenso color rojo. A medio enterrar en la arena, se encontraba una paleta de color rojo. Dave asumió que era la culpable de que el niño luciese como si llevase los labios maquillados como los de una mujer.
''Estás bien?''
Preguntó, sin comprender, por qué le llamaba tanto la atención un pequeño raspón.
El niño desconocido levantó la vista y lo miró con sus enormes ojos, de los que caían gruesas lágrimas.
Siendo el azul el color predominante, en sus pupilas convivían gris, verde e incluso amarillo. Sus pestañas estaban mojadas, y entre ellas pequeñas gotitas decoraban sus ojos, haciéndolos brillar. Su piel era casi tan pálida como la piel de Finn, pero la del niño parecía aún más delicada, más fina, más suave. Sus mejillas presentaban un rosa encendido, producto del llanto. David creyó que jamás había visto algo más hermoso en sus doce años.
''Sí, sólo me raspé. Aunque arde.''
Contestó el muchachito, con una media sonrisa forzada.
Su voz le hizo pensar en el sonido que hacían los llamadores de ángeles que su familia solía colgar en la entrada de la cabaña de verano que poseía.
Se arrodilló frente al niño de ojos azules. Acercó su rostro a la rodilla e inhaló profundamente, intentando capturar sobre el olor a sangre, un poco de la esencia de su dueño. Apoyó sus labios sobre la herida, cerró los ojos dejándose arrastrar por el íntimo momento y la lamió hasta dejarla libre de arena. El pequeño lo miraba entre horrorizado y fascinado con la acción del muchacho mayor. David sacó de su bolsillo un pañuelo, y lo ató alrededor de su pierna, creando un torpe torniquete. Comprobó con satisfacción que el muchachito respiraba agitadamente y su rostro se encontraba aún más enrojecido que antes.
A lo lejos, escuchó la voz de sus amigos llamándolo incesantemente. Supuso que habían logrado alcanzar al camión de los helados.
''Cuál es tu nombre?''
Preguntó David.
''K-Kurt.''
Titubeó tímidamente el pequeño.
El muchacho mayor le sonrió y, sin decir más, fue en busca de los demás niños.
Kurt.
Algo que jamás había experimentado, había comenzado a formarse y arder en su interior.
Kurt.
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Desde esa primera vez donde lo hubiese visto, no hubo una sola noche en la que ese rostro de querubín no visitase sus sueños.
Kurt a los doce años, cuando había comenzado a ganar altura. Kurt a los quince años cantando en el coro de la iglesia. Kurt contemporáneo de dieciséis años, mirándolo con desdén. Y a veces, incluso, aquel primer inocente Kurt que fue su perdición.
La primera vez que lo penetró, Hummel gritó desde lo más recóndito de sus pulmones y se retorció con todas las fuerzas que quedaban en su maltrecho cuerpo, intentando zafarse. Jamás, incluso con la golpiza proporcionada previamente, había experimentado un dolor tan agudo y crudo. David escuchó encantando sus sollozos mientras se abría paso en el interior de su cuerpo, apenas lubricado con restos de saliva de la forzada fellatio. Dave estaba seguro de que no había en el mundo un sonido más bello que la voz de ese ángel.
Su ángel.
Con una mano, tomó ambas muñecas del joven, y con la otra, acunó su rostro para besarlo reverencialmente. Creyó que jamás podría dejar de hacerlo, incluso cuando Kurt tosió y llenó el interior de su propia boca del salado y metálico sabor de la sangre fresca.
David embistió cada vez con más rapidez y fuerza el lánguido cuerpo, hasta que el propio se sintió bullir y explotar en mil pequeños pedazos. Cada uno con el rostro de Kurt Hummel plasmado.
Se retiró lentamente, dejando escurrir de entre los muslos del otro una mezcla de espeso semen y sangre.
El muchacho herido se abrazó a sus rodillas y permaneció inmóvil en el frío piso de la fábrica, adoptando una posición fetal, gimoteando casi inaudiblemente.
David aseó lo mejor que pudo su miembro, con la camisa desechada de Kurt y lo colocó nuevamente dentro de sus pantalones. Apoyó su espalda contra la pared, de la misma forma en la que hubiese encontrado al otro muchacho e intentó recuperar el aliento. En su cabeza comenzaban a formarse palabras de repulsión por lo que acababa de hacer y a medida que el calor disminuía de su cuerpo, se vio lleno de sensaciones que poco tenían que ver con las sentidas hasta hacía unos minutos.
Asco.
Eso era lo que estaba sintiendo en ese momento.
''…ame.''
David volvió su atención hacía el bulto de sangre que yacía en el suelo.
''Qué dijiste Hummel?''
Inquirió con dificultad, aún agitado e incierto sobre qué en el mundo es lo que podría él llegar a decirle el otro, después de lo que había pasado.
''Mátame.''
Pidió Kurt apenas con un hilo de voz.
Karofsky se puso de pie y se acercó a él. Se agachó apoyando una rodilla en el suelo y corrió el flequillo de los ojos del roto muchacho.
''Q-quiero…quiero morir.''
El mayor simplemente se inclinó un poco más sobre el cuerpo casi sin vida del otro y besó su mejilla.
''Vas a hacerlo de todas formas. Pero no por mi mano. No soy un asesino.''
David se alejó de la fábrica sintiendo danzar en su cabeza y pecho un sinfín de emociones que jamás había experimentado.
Mañana todo habría terminado. Hummel estaría muerto. Lo darían por desaparecido y probablemente lo encontrarían semanas después con su cuerpo comenzando a descomponerse, prácticamente irreconocible.
Y eso estaba bien. Él sabía que eso era lo correcto. El marica era una aberración y no podía continuar tentando a todos en el pueblo, contagiando lo que sea que estuviese contagiando para hacer que los verdaderos hombres como él, cayeran bajo el encanto de sus manierismos delicados y su voz suave.
Quizás si se repetía eso lo suficiente, podría comenzar a creerlo.
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Dos noches habían transcurrido desde el incidente y el pueblo parecía estar volviéndose loco. En cada esquina personas se reunían a especular sobre la desaparición de Kurt Hummel. Algunos sostenían que se había fugado con un hombre mayor. Otros sostenían que había sido secuestrado y castigado por una secta religiosa. Los más optimistas suponían que era un comportamiento infantil para manipular a su padre y que seguramente era cuestión de horas para el regreso del muchacho.
Finn y Noah se encontraban más nerviosos e inestables que de costumbre. Pasaban de reír como siempre, a meterse en peleas a puño limpio, para luego ganar animales de felpa para sus chicas en la feria de las afueras de Lima. Rick se había vuelto paranoico y notaba una amenaza en todo lo dicho, era claro que la momentánea diversión de golpear a Hummel en la cara se había apagado y ahora estaba procesando que podría haber consecuencias si lo encontraban. La idea de volver a la fábrica y deshacerse del cuerpo, había sido abortada al ver a las personas más alertas que de costumbre. Un solo pequeño error, y todo estaría acabado.
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David bajó las escaleras para dirigirse a la cocina para pedir a su madre que preparase café, cuando oyó la puerta de entrada cerrarse bruscamente. Luego de telefonear hacia varias horas anunciando que volvería cerca de la madrugada por asuntos de fuerza mayor en la comisaría, su padre finalmente se encontraba en casa. A medida que se aproximaba hacia donde ellos estaban, pudo identificar el apellido Hummel en la conversación.
''…te lo digo, Maryon, Burt Hummel irrumpió en la comisaría como un huracán. Comenzó a gritar a todos y a exigir que saliéramos a patrullar buscando a su hijo, nos acusó de no estar haciendo lo suficiente. El hombre estaba totalmente hecho una furia. Creímos que iba a ser necesario ponerlo a él tras las rejas para que entrase en razón.''
''Pobre hombre.'' Susurró su madre. Él casi podía visualizarla apoyada contra la mesa de la cocina, con una mano apoyada en su pecho. ''Es natural que después de perder a su esposa de esa forma horrible, se aferre tanto a lo único que le queda de ella…Oh, Paul, dime que no lo encerraron.''
David se acercó un tanto más a la cocina, pero no ingresó. No estaba seguro de si su padre continuaría el relato con él presente.
''No, no lo hicimos. Hummel nos dio cuenta de que varios oficiales que habían sido encargados en la búsqueda de su hijo, durante las horas en donde debían estar haciendo rastrillaje en las afueras, en realidad se encontraban en un bar. Supongo que se lo debíamos. Salimos en varios grupos de búsqueda y…''
''Lo encontraron?'' Preguntó su madre, alarmada. El tono de voz usado por su padre no dejaba duda de que el relato iba a ponerse desagradable.
''Lo encontramos, sí. Oh, Maryon, si lo hubieses visto… Su cuerpo estaba dentro de la fábrica abandonada, en la zona cerrada. Estaba completamente desnudo y golpeado salvajemente. Burt Hummel me partió el corazón, cariño. Se abrazó a su hijo y lo acunó en sus brazos como si fuese un recién nacido. Con los muchachos no sabíamos cómo proceder, sabes? No queríamos que contaminase la escena del crimen, pero…demonios, era su chico quién estaba allí.''
''Oh, Dios! Está muerto?'' Preguntó su madre horrorizada.
''Creímos que lo estaba. No se movía, estaba helado y casi no tenía ritmo cardíaco. Lo trasladaron a la clínica privada de Westerville. Aunque dudo realmente que vaya a sobrevivir la noche.''
''Puede costear eso?'' Cuestionó la mujer, alzando una ceja. Era uno de los mejores servicios médicos de todo Ohio y no era precisamente accesible. No para un mecánico, al menos.
''Los padres de la esposa de Burt son bastante acaudalados, por lo que tengo entendido.''
David irrumpió en la cocina, totalmente pasmado.
''Dave, cariño. Estás bien? Te ves un poco pálido.''
Inquirió su madre, acercándose para tomarlo del rostro y besarle la frente.
Él sintió sus mejillas arder y la bilis trepando hacía su garganta.
Kurt estaba vivo.
''E-estoy bien. Uh, creo que comí algo en mal estado en la casa de Noah.''
''Oh! Quieres u…''
''Voy a acostarme.'' Dijo él, abriendo el refrigerador, ocultando su rostro detrás de la puerta. ''Sólo necesitaba algo frío.''
Kurt aún estaba vivo y si sobrevivía la noche en el hospital, podría llegar a delatarlo.
Sin poder retenerlo, David vació su estómago en el piso de la cocina, bajo la mirada atónita de sus padres.
Esa noche dio vueltas en su cama lo que pareció una eternidad. Su mente vagaba por todas las diferentes alternativas por las cuales podría salvar su dignidad y buen nombre. Lo que había pasado entre ellos dos en ese lugar debía quedar enterrado en el pasado y jamás ver la luz del día. Era escandaloso y una aberración. Eso siendo ejecutado por el hijo del comisario del pueblo? Lima iba a hablar de ello por los próximos cincuenta años. Debía dar aviso a los muchachos, ellos sabrían solucionarlo mejor. Después de todo, el pellejo de ellos también estaba en juego. Kurt Hummel con vida, no era posibilidad.
Esa noche unos tristes ojos azules, cazaron todos sus sueños.
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Espero les haya gustado y recuerden: Las reviews son esa cosa que me hace sonreírle como idiota al celular mientras las leo, mientras que todo el que me ve la cara asume que me está escribiendo un flaco (?).
