Cap. 1: Lecciones.

Lentamente el castaño se lamió sus labios mientras miraba fijamente al chico en frente suyo, quien se removió en su asiento algo incómodo.

Kurt sabía exactamente lo que estaba haciendo y sonreía internamente por ello. Ese era su objetivo, por esto era que había tomado más del tiempo necesario en prepararse para esa reunión: Se había maquillado solo un poco, pero lo suficiente para que su piel se viera mas pálida de lo normal, logrando que sus ojos se vieran mas angelicales y más profundos de lo que en realidad eran; se peinó su pelo perfectamente como siempre, pero dejó que algunos mechones de cabello se desordenaran y otros cayeran sobre su frente.

El chico ya estaba nervioso y comenzaba a sudar, ya no lo soportaba, Kurt lo había estado mirando fijamente por más de una hora, tiempo en el que sus pantalones no paraban de parecer mas y mas ajustados al compás del sonido de las agujas del reloj sobre la pared. Este sonido retumbaba en su mente volviendo todo más insoportable y más incómodo. Ya el pobre chico no sabía cómo sentarse.

Dicho joven tenía la piel bronceada, ojos verdes y cabello enrulado y rubio que casi llegaba a sus hombros. Rick. No pasaba un día en el que Kurt no tratara de llevarlo a la cama. Y, aunque al principio se había resistido, no había durado mucho, ya se había acostumbrado y resignado a caer bajo los encantos del castaño, pero en ese momento en el que estaban en una "importante" reunión no podía hacer nada, había mucha gente y parte de ella trabajaba bajo sus órdenes, por lo que debía permanecer lo mas calmado y en control posible pero el hecho de que el chico pálido se había parado y lentamente caminado moviendo de un lado a otro sus caderas hasta llegar a la ventana no ayudaba en nada y el que sus pantalones estuvieran especialmente ajustados resaltando y abrazando su trasero menos.

Aquella reunión era inútil. Una razón para hacerla era para ver cómo estaban los "diablillos", como Kurt les decía, y que medidas debían tomar los guardianes y Rick, su jefe; pero la verdadera razón era que hacía días que Kurt no se acostaba y necesitaba a alguien…pero no cualquiera, hoy se le antojaba Rick.

Mientras que el castaño hacia sus jugadas silenciosas una mujer con anteojos a su lado lo miró y rodó los ojos. Aunque ya se había acostumbrado a que el chico actuara de esa forma a veces se preguntaba hasta cuando, cuando llegaría el momento en el que el castaño se diera cuenta de las obligaciones y responsabilidades que tenía sobre sus hombres y cuando se daría cuenta de que un mundo entero dependía de él. Lo único que hacía era pasar horas frente a un espejo y verse bien para llevarse a alguien a la cama y de vez en cuando asistía a importantes reuniones para aparentar que le importaba.

Esa "mujer" indignada se llamaba Emma, tenía cabello negro largo hasta los codos, fino y cortado de forma recta, con flequillo cortado de la misma manera que caía a unos milímetros sobre ojos marrones enmarcados por largas y gruesas pestañas. Su piel era algo pálida pero no tanto como la de su jefe. Sus labios eran carnosos y de color bordó.

Ella rápidamente tomó un sorbo de su café, no podía soportar más esa reunión, por un lado estaban Kurt y Rick a punto de tirarse sobre la mesa que los separaba y por otro estaba Anton, que era el único interesado en la reunión y no paraba de hablar.

Anton tenía el cabello rojo peinado hacia atrás, ojos marrones, piel apenas bronceada, de estatura considerable y anteojos con marcos negros y gruesos.

Su rol era hacer las estadísticas, gráficos, porcentajes y cifras. Semanalmente le entregaba a Kurt información para que se es estuviera manteniendo al tanto de todo. Kurt no estaba hecho para los números, razón por la que Anton trabajaba más en los gráficos y los porcentajes que eran más fáciles de leer.

De repente la mesa comenzó a vibrar, todos se sobresaltaron y la cara de Emma se volvió roja al ver que era su celular el que estaba sobre la mesa zumbando "Lo lamento, es mío. Con permiso" Y con eso desapareció de la habitación.

Kurt siguió a su asistente con la mirada y cuando la perdió de vista la volvió a su objetivo y sonrió. Nunca se cansaría de esto, de tratar de seducir a un chico, era algo que corría por sus venas, algo que no podía evitar. Por un lado sabía que debería estar dedicando su tiempo en cosas más importantes ya que muchas "personas" dependían de él…quizás el término demonios era el más adecuado, muchos demonios dependían de él y aunque tuviera mucho poder e importancia, no le importaba tanto como debería. Para eso estaban Rick y los guardianes, para protegerlo a él de los demonios y para controlarlos para que no se pasaran de listos.

Aunque no era tan fácil como sonaba, se debía encontrar un equilibrio ya que si los guardianes estaban todo el tiempo controlando a los demonios, estos se revelarían o causarían caos y algunos hasta irían a la tierra. Los "insaciables" como les decía el castaño, eran demonios dispuestos a hacer lo que sea con tal de tener sus 5 minutos de fama, pensando que la mejor forma de lograrlo era haciéndose notar causando caos tanto en la tierra como allí, en el abismo.

De vez en cuando un "insaciable" lo desafiaba, creyendo que podría ocupar su puesto gobernando a los demás demonios pero Kurt siempre les recordaba quien estaba a cargo, venciéndolos. Cosa que a él no le molestaba, ya que disfrutaba usar sus poderes de vez en cuando y disfrutaba todavía más hacerles acordar quien es el que manda.

Los guardianes debían vigilarlos a distancia, pero si cruzaban algún límite debían actuar y castigarlos. Los límites eran hacer todo lo que Kurt no quería que hicieran, como entrar en su castillo sin pedir una entrevista, causar cualquier tipo de revolución y mucho menos meterse con su familia, era una de las cosas preciadas que protegía con su vida a pesar de lo que llegara a decir sobre ella. Sus cosas preciadas no se tocaban a excepción de él. Nunca. Si no habría consecuencias mayores.

Emma volvió a la habitación y se acercó al "chico" pálido y susurró en su oído "Blaine no está contento"

Kurt gruñó y miró a su alrededor. Ya estaba cansado de Blaine, él nunca era fácil pero últimamente estaba insoportable.

Blaine era como él, pero de otra forma. Gobernaba el paraíso, en lugar de gobernar demonios y almas pecadoras gobernaba ángeles y almas bondadosas. Qué asco.

Como él, custodiaba quien entraba y quien salía del paraíso a la tierra y de la tierra el paraíso. Claro que con Kurt en vez del paraíso era abismo.

Nunca se habían visto pero debían estar en constante comunicación ya que ambos lugares debían estar equilibrados. Blaine había estado a cargo hace 5 años y Kurt hace 15 y desde la llegada de Blaine las cosas se pusieron más estrictas. Últimamente no estaba contento con las cifras e informes que Kurt le mandaba y siempre pedía hablar con él, pero actualmente había estado más demandante que nunca.

Claro estaba que Kurt no podía correr cada vez que Blaine lo llamara, por lo que siempre le decía a Emma que se comunicaran por Gabriel, el arcángel. Pero ese día, en ese momento de la reunión, Kurt estaba hasta la coronilla de ese estúpido, en ese momento iba a hablar cara a cara con él ¿Por qué se quejaba tanto?

Una llama se encendió en sus ojos y todos en la habitación se sobresaltaron, sintiendo una corriente eléctrica recorrerles la espalda "Debo retirarme, con permiso"

Nadie dijo mas nada, Kurt se fue de la sala con Emma detrás. Ambos subieron las escaleras del castillo del castaño, hasta una gran y oscura habitación llena de ventanas grandes y largas sin demasiados muebles, solo una chimenea a lo lejos. En el piso había una espiral en gris que resaltaba del resto del piso negro y abarcaba toda la sala.

Ambos se pararon en el medio de la espiral, Kurt cerró los ojos y se sintió en un ascensor, subiendo rápidamente, pero solo eran Emma y él volando a través del abismo y la Tierra, hasta llegar al paraíso. Cuando sintió un poco de frío abrió los ojos y la luz lo encegueció por unos segundos.

Luego de abrir y cerrar los ojos repetidas veces rápidamente pudo distinguir a Gabriel que le sonreía "Bienvenido, el Sr. Lo está esperando"

El pálido no dijo nada y siguió al arcángel, al igual que su asistente. Todos estaban dentro del castillo de Blaine, eso era obvio. Kurt, en el recorrido, miraba todo atentamente, viendo si su castillo era mejor y en que aspectos. Definitivamente era mejor mejor el suyo en todo sentido.

Subieron pocas escaleras y el arcángel abrió unas puertas, los tres entraron "Disculpe señor, ya están aquí" Dijo Gabriel y se dio media vuelta para irse de allí.

Un hombre no muy alto, de cabello negro corto y enrulado vestido por una remera y pantalones blancos que estaba mirando a través de una ventana se dio vuelta y dijo "Gracias Gabriel, buen trabajo"

"Estaré afuera por si me necesitas" Susurró Emma antes de irse de la habitación, dejando a Blaine y a Kurt solos.

Kurt a penas pudo comprender lo que su asistente le había dicho, aunque no le interesaba mucho. Su mente no se podía concentrar en otra cosa que no fuera lo angelical que se veía Blaine en ese momento, rayos de luz despedidos por la ventana resplandecían tras él. Sus ojos eran hermosos, brillantes y de un hermoso color avellana, su sonrisa serena, amigable y confiada, su piel lo necesariamente bronceada y sus pantalones…mmm…Kurt se moría de curiosidad por saber que había dentro de ellos.

"Bienvenido Kurt, es un placer por fin conocerte en persona" Dijo Blaine lo más tranquilo posible, o eso intentaba.

"Mm-hmm" Respondió Kurt tratando de ignorar el fuego que había en sus pantalones.

"Toma asiento por favor" Contestó Blaine mientras señalaba un asiento en frente de un escritorio mientras se sentaba en otro asiento detrás de este.

El castaño hizo lo que se le había pedido sin apartar su mirada de Blaine.

El morocho parecía algo nervioso bajo la mirada de Kurt y buscaba papeles en su escritorio desesperadamente.

No se suponía que debían ser así las cosas, Blaine debía parecer tranquilo y seguro, le iba a plantear un problema a Kurt, era trabajo, debía estar serio y preparado como lo que había ensayado horas antes de que Kurt llegara.

Pero no. Todo se había vuelto un caos sobre el mueble.

Luego de que algunos minutos pasaran Blaine agarró unas hojas y levantó la mano triunfante. Juntó sus manos y apoyó sus codos sobre la madera del escritorio "¿Sabes porque estás aquí, no?"

La mente del pálido se despertó de un repentino sueño y lo miró con curiosidad y algo de enojo. Claro, él estaba enojado, por eso había ido "Claro que sí, vine por una explicación, quiero saber por qué mierda mi asistente me viene a decir que estás molesto en medio de una reunión ¿Sabes que Blaine? Quizás no tienes nada que hacer en tu mundo brillante, quizás tienes la oportunidad de ver lo hermoso que son los días por la ventana todo el tiempo pero hay otros que trabajamos y no podemos venir corriendo porque alguien como tú está enojado, así que explica, tengo cosas importantes que hacer"

Los ojos de Blaine se abrieron enormemente y su boja quedó entreabierta por varios minutos hasta que pudo controlar su asombro y contestó después de aclararse la garganta "Bueno, supongo que eso fue un no. Estas aquí porque estoy molesto por las cifras que me mandaste"

Kurt frunció el ceño y se inclinó hacia adelante "¿Quieres que escriba otros números? Adelante, dame los papeles y los escribo" Dijo extendiendo su mano por unos segundos ante la expresión seria del morocho, viendo que su sarcasmo había funcionado, luego bajó la mano y se apoyó contra el respaldo nuevamente "Blaine ¿Qué pretendes?"

"¿De qué hablas?"

"¿Qué pretendes que haga? No puedo cambiar esos números, esa es la cantidad de demonios que salen a la tierra y las almas de los humanos que llegan al abismo, no puedo hacer absolutamente nada al respecto"

Blaine asintió con la cabeza lentamente "Se que no puedes controlar cuantas almas entran pero puedes controlar cuantos demonios salen. Mira Kurt, no soy ningún tonto, sé que no puedes cambiar todos los números pero sí los de los demonios, debes incrementar la seguridad y-"

"¿Me estás diciendo que tengo que hacer?" Preguntó Kurt acercándose hacia adelante con furia en su vos y despidiendo fuego con la mirada.

El morocho automáticamente levantó las manos y las sacudió ligeramente "No no no no, claro que no, solo te aconsejo Kurt, estos números no se ven bien y-"

"¿Así que me aconsejas, eh? Mira Blaine déjame hacer lo mismo" Respondió con una ligera sonrisa "Ocúpate de tu luminoso jardín y mete tus consejos en tu bolsillo, por no decir otro lugar. No los necesito, estoy en esto hace 15 años ¿Y tu cuantos Blaine?"

Blaine tragó saliva y contesto casi en un susurro "5"

El pálido se paró de su asiento "Exacto. Y te voy a dar otro consejo: No me vuelvas a decir lo que tengo que hacer porque no me gustaría que tu castillo se convierta en cenizas"

Blaine abrió la boca para decir algo pero lo detuvo la mirada desafiante del castaño, así que solo asintió con la cabeza.

Kurt sonrió y dijo "Buen chico"

Y con eso se fue.

Idiota de Blaine ¿Quien se creia que era? Si volvia a decirle algo así debería darle una lección.


Aaaah, estoy enloqueciendo, esta fic me tiene muy preocupada. Estoy ansiosa de saber que es lo que piensan.

La verdad es que me costó mucho escribir a Kurt en este papel pero lo conseguí y me encantó poder hacerlo, espero que a ustedes les haya gustado tanto como a mí.

Gracias por leer esta fic, por favor dejen sus comentarios y opiniones, son muy importantes para mi y quédense para el segundo capítulo! :D