DISCLAIMER: Nada aquí me pertenece, todo esto fue escrito solo por diversión y sin fines de lucro, todo le pertenece a J.K.R.
Chapter one.
ROOMATES
Harry entró
al edificio sintiéndose confuso, con un peso en el estómago y un
malestar que le subía hasta la garganta, oprimiéndole el pecho e
impidiéndole respirar. No se había sentido así en muchas
ocasiones, sí en su llegada a Hogwarts, durante su primer beso, y en
los últimos años de escuela cuando conoció ese maravilloso arte
llamado sexo. No estaba acostumbrado a estar nervioso, durante toda
su vida se había guiado por los instintos, por lo físico. No solía
pensar demasiado las cosas, y eso no le daba tiempo a ponerse
nervioso.
Ahora lo único que podía hacer era pensar, y
cuanto mas lo hacía, más se agitaba su respiración y se le nublaba
la vista. Nadie hubiera pensado que Harry Potter iba a tener
problemas de stress, mucho menos miedo, pero eso era exactamente lo
que sucedía. La anticipación que había sentido al principio se
había ido modificando hasta transformar sus positivos pensamientos
en monstruos que lo acosaban a cada paso.
"No puede ser
tan malo" Pensó. Todo el mundo iba a la universidad, y a la
gran mayoría le iba bien, él no iba a ser la excepción.
Había recibido miles de consejos durante las últimas semanas, y
todos le habían parecido muy útiles en el momento, pero comenzaban
a resultarle bastante absurdos, lo que era lógico, pues ninguno de
sus conocidos había asistido a una Universidad Privada, mucho menos
una muggle.
Así era. Harry Potter, El niño dorado, El
salvador del mundo mágico, el-niño-que-vivió-dos-veces, iba a
asistir a una universidad muggle. No era por elección propia, claro
estaba, pero tanto había sido el revuelo durante la guerra que el
Ministerio había decidido tomar medidas para cortar esa aversión
hacia el mundo muggle. La decisión había sido impartir clases como
estudios muggle, deportes, música, y otras asignaturas de secundario
en todos los colegios como Hogwarts. Para Harry y todos sus ex
compañeros de curso que acababan de terminar el colegio y aun no
comenzaban sus estudios mágicos especializados, la conclusión había
sido que cursaran dos años en la universidad muggle de su
preferencia.
- No te preocupes Harry, te va a ir bien- le había dicho Hermione cuando lo despidió en el aeropuerto- este tipo de experiencias son muy importantes en el mundo muggle, y realmente gratas. Vamos a vernos todo el tiempo Harry, enserio.
Por alguna razón, Harry no creía en las palabras de su amiga. Tanto él, Ron, Hermione, Seamus y Dean habían decidido realizar esta experiencia universitaria en los Estados Unidos, pero no todos iban a asistir a la misma universidad, ni siquiera vivir en el mismo Estado. Todos habían entrado en las mas prestigiosas universidades sin siquiera aplicar, McGonnagal había dicho algo del departamento de cooperación mágica internacional encargándose de todo, dado que era una experiencia de tolerancia y no de estudio, pero habían sido sorteados según el país al que decidieran viajar. Ron había terminado entrando en la universidad de Pensilvania, en Filadelfia, lo que era una suerte ya que Hermione asistiría a Princeton, en otro estado pero no demasiado lejos de allí. Tanto Seamus, Dean y Harry irían a Brown, en Providence.
- ¡Harry!- dijo una voz con acento irlandés detrás de él
Al voltear, Harry se encontró frente a frente con Seamus, y su malestar por fin desapareció.
- No creí encontrarte aquí aún, tienes tendencia a llegar tarde- bromeó el castaño.
- Mi vuelo se adelantó y llegué unas horas antes, no sabía que hacer con el equipaje- señaló su baúl y la valija que le había hecho comprar Hermione.
- Me sucedió lo mismo.
- ¿Y Dean?
- Debió haber llegado ya, debe estar dando vueltas por el campus.
- ¿Tienes idea de qué tenemos que hacer?
- Jamás prestas atención cuando McGonnagal habla, ¿Verdad?
Harry rió ante el comentario del irlandés y lo siguió hasta donde se enteró luego era la administración. Allí Seamus se encargó del papeleo (aunque solo entregó unos documentos que McGonnagal le había dado de antemano), pagaron el plan de comidas y les dieron la llave a sus dormitorios asignados.
- Bien, supongo que deberíamos ir a dejar todas las cosas. Nos vemos en la cafetería para almorzar- sugirió Seamus y salió del edificio hacia el departamento que se le había asignado.
Por lo que
Harry había entendido, Seamus compartiría una pequeña casa con
otras tres personas, lo cual podía parecer difícil, pero tenía
grandes ventajas.
Harry no había sido tan afortunado, ya que
su inscripción tardía le había dejado en una de las últimas
vacantes. Había planeado asistir a Cornell y así poder vivir solo
en Nueva York, pero sus planes se habían caído a último momento y
se había transferido. Ahora en vez de casa tenía una habitación en
los planteles de dormitorios de la universidad y debía compartirla
con otro chico.
Le tomó unos minutos encontrar su habitación,
pero cuando lo hizo se alegró. Estaba en una de las mejores zonas,
ubicada entre los baños y la sala de ocio.
- Potter- dijo una voz serena cuando abrió la puerta y entró a su habitación.
- ¿Malfoy?
- No Potter, soy Harry Houdini, esto es una ilusión.
- Tienen que estar bromeando, ¿Qué haces aquí?
- Lo mismo que tú, acabar con esto.
Harry se sorprendió de oír esas palabras de la boca de Malfoy. La mayoría de sus amigos estaban emocionados con la idea de ir a la universidad, y era extraño encontrar a alguien que quisiera que se acabara lo más rápido posible. Más extraño aún si ese alguien era Draco Malfoy.
- ¿Acaso te asusta venir a la universidad Malfoy?
- Mira, no voy a perder el tiempo con esos juegos de niños- dijo el rubio seriamente- ya estamos grandes para todo eso, y en verdad pensé que ya estaba todo bien entre nosotros Potter.
Harry se sonrojó.
- Tienes razón, lo siento. No vamos a poder convivir en una habitación durante todo el semestre con las peleas de antes. Que sea una tregua entonces.
- Bien, pero te advierto una cosa Potter. Ésta es mi cama, mi mitad del placard, y mi escritorio. No quiero verte merodeando.
Harry bufó y se arrojó en la que ahora sería su cama, mientras
contemplaba al rubio terminar de acomodar unas cosas sobre el
escritorio.
Se le escapó un jadeo cuando tuvo la oportunidad
de observar realmente a Draco. No había cambiado en lo más mínimo,
seguía siendo el ser más apetecible del planeta, pero había algo
extraño en el. Sus facciones se veían suavizadas, ya no se portaba
frío como antes, aunque la arrogancia y el porte superior seguían
presentes en el.
Y había algo más. Ya no estaban en la
escuela, cubiertos con los uniformes amorfos y aburridos. Draco
llevaba un pantalón de bombilla negro, una camisa gris hielo y un
sweater con la palabra Tommy bordada sobre el pecho. Los zapatos de
punta afinada repiqueteaban a cada paso que daba, y su cabello
relucía con la luz que entraba por la ventana.
Cerró los
ojos e intentó no pensar en eso. Malfoy era su compañero de
habitación, su antiguo enemigo, su ex compañero de clase, no era
una posible conquista. En pocos segundos se quedó dormido, aún
intentando convencerse de que Malfoy estaba prohibido.
Se
despertó con el bullicio del resto de los alumnos en el pasillo y
supuso que sería hora de almorzar, por lo que corrió al comedor a
encontrarse con Seamus. No fue fácil, en el camino se chocó con
cuanta mujer se le apareciera por delante y entró por lo menos a
seis salones hasta por fin encontrar la cafetería.
- Tenía razón cuando dije que siempre llegas tarde.- bromeó Seamus- Dean también se está tardando.
- Me quedé dormido, lo siento. ¿Qué tal tu nueva casa?
- Genial, aunque está casi saliendo del campus, está muy cerca de los dormitorios.
- ¿Te ha tocado alguien conocido?
- Lisa Turpin, una Slytherin bastante legal. Los otros dos son Muggles. Un tío gracioso llamado Jordan y una chica llamada Melanie que aún no llegó. Además estoy justo detrás de donde se hospeda Dean, así que no puedo quejarme. ¿Qué hay de ti?
- No vas a creerlo.
En ese instante llegó Dean, con el cabello más rubio de lo habitual y una sonrisa en la cara y se sentó.
- A que no saben a quienes acabo de ver. Blaise Zabini y Draco Malfoy.
- ¿Malfoy está aquí?
- Sí- contestaron Dean y Harry a la vez.
- ¿Tú lo habías visto Harry?
- Es mi compañero de habitación.
- Bromeas.- dijo Dean en un jadeo.
- No, aunque no parece tan malo como antes, incluso ha… cambiado.
- Las serpientes no cambian Harry, no te confíes.
Harry suspiró. Había algo cuando sus amigos pronunciaban el nombre de Malfoy que lo abochornaba y estaba seguro que iba a enrojecer en cualquier momento.
- Lo que no ha cambiado es como se ve. El muy maldito sigue pareciendo un supermodelo.- agregó Dean.- Y Zabini no le queda atrás.
- Prepárate Harry, vas a estar enterrado en productos de belleza.
El morocho sonrió y le dio un mordisco a su sándwich. Realmente deseaba que cambiaran el tema.
- Entonces Dean, ¿Ya conociste a tus compañeros?
- Sólo a uno, Casey, pero no tuvimos mucho tiempo para hablar, estuvo observando su reflejo la mitad del tiempo, creo que Malfoy tiene un rival.
Dio otro
mordisco y estuvo seguro de que esta vez sí se había sonrojado.
Entonces sonó el celular que Hermione le había obligado a comprar
para mantenerse en contacto y se atoró. Dean y Seamus lo miraron
divertidos mientras Harry hacía malabares para atender al tiempo que
tocía.
Ron lo interrogó por teléfono, y cuando cortó fue el
turno de Hermione. Ambos le preguntaron por su compañero de
habitación pero por alguna extraña razón no se atrevió a
contarles.
Después de comer volvió a su habitación, debía
acomodar todas sus cosas y a las seis comenzaba la ceremonia de
bienvenida.
Malfoy no había vuelto.
"De seguro está
por ahí con Zabini", pensó Harry mientras abría el placard para
comenzar a ordenar su ropa. Comenzó a guardar un par de sweaters y
enrojeció al tomar uno de los de Malfoy y olerlo. "No seas idiota,
nadie te está viendo", dijo y volvió a guardarlo. Realmente olía
bien, algo entre hierbabuena y tabaco.
Sonó su teléfono
celular y era un mensaje de Dean. "No eres el único estancado con
las serpientes, Zabini tiene habitación junto a la mía". Harry
rió y terminó de acomodar las cosas. Entonces volteó y se encontró
con algo que no esperaba.
Sobre el escritorio de Malfoy había
una fotografía enmarcada que llamaba la atención entre los otros
objetos. En ella se veía a Draco, agraciado y elegante como siempre,
acompañado de dos personas de una belleza casi tan impresionante
como la suya. A uno de sus lados se veía a un muchacho un par de
años mayor que el otro Malfoy y de extremo parecido. La otra era una
muchacha, no tan igual a Draco pero si de cierta similitud, no debía
tener más de diecisiete años.
Observó la foto con
detenimiento. En ella, Draco no se veía frío y calculador como
siempre, estaba en otro ambiente, con su familia. Parecía casi
feliz.
- Potter, ¿Se puede saber qué estás haciendo?
- Lo siento- dijo Harry y enrojeció, hecho que hizo sonreír a Malfoy- sólo… me llamó la atención.
- ¿Qué cosa? ¿El hecho de que tenga familia?
- No, no es eso… ¿Quiénes son?
- ¿Por qué preguntas?- preguntó rudamente.
- Creí que habíamos dejado las hostilidades de lado…- dijo Harry fríamente.
- Bien.- suspiró- Mi hermano Marco y mi prima Alice.
- ¿Tienes un hermano?
- Tres- contestó Malfoy indiferentemente.
- Wow, yo siempre creí que eras hijo único.- Draco enarcó una ceja y Harry se explicó- por la actitud.
Malfoy sonrió y se sentó en la cama.
- Tengo tres hermanos, Marco, Franco y Dimitri, y una hermana, Bella.
- Nunca hubiera lo hubiera imaginado. ¿Y esa Alice?
- Es mi prima. Ella y sus hermanos se criaron en Malfoy Manor junto a nosotros.
- Debían ser un montón- comentó Harry.
- Doce.
- ¿Doce como tú?- se alarmó Harry, imaginando doce Dracos dando órdenes.
- Sólo Alice tiene mi edad.- explicó Draco exasperado.- y no son todos como yo, Potter. Soy único.
Harry iba a soltar un suspiro pero se lo guardo y en vez de ello sonrió. Se sentía extraño compartir con Malfoy, pero aun así quería saber más.
- ¿Quienes son los otros? ¿Y por qué dices que no son como tú?
- Los hermanos de Alice, Faust, Sylvester, Félix y Caius.
- Aún faltan dos.- dijo Harry, que los contaba con los dedos.
- Están los hijos de Bellatrix, Horace y Ivan, pero no son muy bien nombrados en casa.
- Déjame adivinar, se pasaron al bando de la luz.
- Hola Potter, ¿Me ves aquí? Yo también me pasé a tu maldito bando, eso no tiene nada que ver.
- ¿Entonces?
- Horace tuvo un hijo cuando aun asistía a Hogwarts y se fue de casa, y Ivan es… bueno, es gay.
- ¿Bromeas no? Malfoy, tú eres gay.
- Bueno, no es como si Lucius lo supiera- se quejó Malfoy.- ¿Y que tanto sabes tú sobre eso Potter?
- Como si no fuera obvio- respondió Harry.
Draco lo estudió con la mirada pero no dijo nada más. Harry esperó unos minutos y luego volvió a hablar.
- Espera un momento, Hermione me contó que las antiguas familias de magos no hacen diferencias de sexo, la homosexualidad no es algo importante para ellos. Apuesto que la mayoría de tus hermanos y primos son gays, o cuando menos bisexuales.
- Hablas como si supieras mucho del tema- se defendió Draco.
Harry enrojeció y miró el suelo. Nadie salvo Seamus sabía de su secreto, y eso era sólo porque Seamus era más gay que Elton John y lo había descubierto.
- ¡No!- exclamó Draco- ¿Tú? Estás bromeando. El niño que vivió es marica.
- Ya calla.
- Vamos, no puedo creer que no haya salido en los diarios aún. – Malfoy lo miró y luego abrió mucho los ojos- No lo saben ¿Verdad? Ni Granger o la comadreja. Soy el único que sabe el oscuro secreto del niño dorado.
- Tú y Seamus, así que no andes hablando de eso por ahí.
- Eso lo veremos Potter.
Harry se mordió el labio preocupado, pero por alguna razón presentía que Malfoy no iba a decir nada. Además, era su palabra contra la suya. El ex mortífago versus el salvador del mundo mágico.
- Ya vas a decirme que fue lo que hizo ese Ivan para ser mal visto en tu casa.
- No esperes sentado, Potter.
- ¿Cuantos años tienen ellos entonces?- preguntó y señaló la foto en la que se veía a Marco.
- ¿Mis hermanos? Marco tiene veintidós, Dimitri veinte y Franco diecinueve. Bella acaba de festejar sus dieciséis.
- ¿Qué hay de los otros?
- Sylvester y Félix tienen la edad de Franco, Faust tiene veinticuatro, Alice es como yo, y Caius tiene catorce.
- Ha de ser divertido crecer entre tantos.- comentó Harry.
- No si eres un Malfoy, la palabra diversión no está entre los planes de Lucius ni de su hermano Neon, pero nos la pasábamos bien.- dijo y se le escapó una sonrisa.
Harry
sonrió también. A él le hubiera encantado crecer rodeado de niños,
tener una familia grande y vivir todos juntos bajo el mismo techo.
Draco realmente era afortunado de tener una familia como la suya.
Draco se volteó aun con la sonrisa en la cara y dejó la foto
sobre el escritorio. Ya Potter iba a tener oportunidad de conocer a
su familia, y vería si era divertido o no.
*****
La ceremonia de bienvenida fue menos aburrida de lo que Harry esperaba, y luego llegó la hora de cenar. La cafetería estaba atestada de los nuevos estudiantes, pues para esa hora ya todos habían llegado.
- Harry, por aquí- lo llamó Seamus desde una pequeña mesa en la que estaba sentado con Dean y varias personas más.
Luego de recoger algo para comer, y extrañando realmente la comida de Hogwarts, Harry se sentó.
- Harry, ellos son Jordan, Melanie, Casey y Jill. Él es Harry.
- Hola a todos, un gusto conocerlos.
- Vaya, otro inglés- dijo Melanie con una sonrisa.
Tenía el
cabello de un marrón oscuro y los ojos almendrados color miel, y
llevaba un enorme sweater de gap que le cubría hasta las piernas y
hacía parecer que no llevaba nada debajo.
Casey era castaño
y sus ojos eran del color del mar, estaba muy bronceado y lucía una
sonrisa envidiable. Vestía ropas de surf y no había duda de que era
el típico chico californiano.
El cabello de Jill era rubio
arenoso y sus facciones delicadas, como una muñeca. Las mejillas
sonrosadas le resaltaban los ojos oscuros que sonreían junto a su
boca.
Jordan era morocho y de tez blanca, y parecía algo tímido,
con sus ojos pardos fijos en la mesa.
- Harry estudiaba con nosotros en el instituto privado a las afueras de Londres- explicó Dean en voz alta.
- El mismo al que iba Lisa, ¿Verdad?- preguntó Melanie.
- Y Blaise ¿No es cierto?- agregó Casey.
- Hogwarts, el mismo.
- Entonces Zabini está con ustedes- afirmó Harry pero en realidad con intención de pregunta.
- Si, fue el último en llegar- explicó Jill- pero ha dicho que iba a comer con un amigo de la escuela, y esta tal Lisa se ha ido con él.
- Debe estar con Malfoy.
- ¿Malfoy?- chilló Melanie- ¿Marco Malfoy?
- No, Draco- explicó Harry- ¿Conoces a su hermano?
- ¿Quién no lo conoce?- preguntó Casey extrañado.
- ¿Malfoy tiene un hermano?- intervino Dean.
- Marco Malfoy es un famoso supermodelo, ¿Cómo pueden no conocerlo?
- No es tan famoso de donde venimos nosotros.
Harry se quedó callado unos minutos, pensando. Era lógico que el hermano de Malfoy fuera modelo, todos en esa familia eran asquerosamente hermosos.
- ¿Y quien es este Draco entonces?
- Asistía a Hogwarts con nosotros también- explicó Seamus- y es el compañero de cuarto de Harry.
- ¿Son amigos? ¿Podrías conseguirme un autógrafo de Marco?
- No somos amigos, pero no creo que haya problema, tiene varias fotos de sus hermanos en la habitación.
- ¿Hermanos? ¿Cuantos son?
Harry se sintió agobiado por tantas preguntas, pero se relajó un segundo y luego respondió.
- Son cinco, Bella, Draco, Franco, Dimitri y Marco. Y tiene como seis primos más que también vivían con él.
- Apuesto que son todos igual de rubios y apuestos.
- ¿Draco es apuesto?- preguntó Melanie interesada.
- Debe ser la persona más hermosa que has visto en tu vida- aseguró Dean como si nada.
- ¿Dónde está?
Harry lo buscó por entre las mesas, recorriendo con la mirada a la mayoría de los estudiantes bulliciosos que allí estaban. Entonces lo encontró, sentado alejado de todos en una esquina y charlando por lo bajo con Zabini y Lisa Turpin. Llevaba una camiseta blanca y un saco pesado y negro, y lucía dolorosamente hermoso.
- Es ese- señaló Harry- el rubio junto a la puerta de emergencias.
- Wow- soltó alguien.
- Es incluso mejor que Marco- exclamó Melanie.
"Si lo es" pensó Harry. Y entonces se dio cuenta de que no eran los únicos que lo miraban. Eran muchas las cabezas que volteaban repetidamente de todos lados del comedor para verlo.
- Hey, Harry, tú eres su compañero, ¿Crees que podrías presentármelo?- preguntó Melanie haciendo ojitos.
- Claro, pero no te hagas ilusiones, no hay persona más gay en esta tierra que Draco Lucius Malfoy.
- ¿Es gay?- inquirió Jill.
- Demonios- se lamentó Melanie.
- Aún están sus hermanos- dijo Harry- y sus miles de primos. De seguro hay uno al que le gusten las chicas.
Todos menos Melanie rieron, y Harry volvió a girar la cabeza hacia Malfoy, pero entonces el rubio le imitó y lo miró a los ojos, levantando una ceja. Harry imaginaba exactamente lo que le diría si lo tuviera cara a cara. "¿Qué carajos estás mirando Potter?".
