Muchisimas gracias a meztli_lu por arreglar esta cosa ;O;

En fin, no se si llegue a completar esta tabla pronto, mama esta perdiendo la cordura poco a poco y la matematica se va a estar comiendo mi vida. Ya se me ocurrirá algun nombre para la tabla, pero he decidido no beber hasta mayo -al menos no tanto- asi que adiós a mi creatividad...

Pero lo lograré o me dejo de llamar Chizuru ò_ó

Notas:

Título: Cacofonía

Claim: Vietnam

Rating: T

Género: Angst

Advertencias: Erm...explosiones?

Notas: Situado durante la Guerra de Vietnam, el nombre humano para Vietnam del Norte es Hahn Kim Trung

1964

¡BOOM!

¡BOOM! ¡BOOOM!

Hahn Kim Trung corría por los campos de cosechas, trataba de escapar de las bombas. Cubría su oreja izquierda que sangraba.

Por Buda, las bombas. Como detestaba esas desgraciadas bombas.

Los altos mandos le advirtieron bastante sobre ellas, pero Kim no pudo evitar el deseo de ir al campo de batalla y ayudar a los suyos… Había incluso diferentes tipos. No entendía como algún imbécil desperdiciaba su tiempo fabricando esas abominaciones. Mucho menos hacerlas de diferentes clases.

Había de todo. Como las bombas convencionales, monstruosidades capaces de destruir lo que sea.

Como esa esfera de 15 centímetros de diámetro. Que acababa de matar 11 personas y la dejo sorda del oído izquierdo con el hombro quemado. Huía en ese momento, viendo como destruía chozas y selvas a su paso, emitiendo el sonido de su tierra desmoronarse poco a poco, sintiendo un dolor devastador en los oídos.

Granadas. Al menos estas no era tan ruidosas. Pero podían causar tal paranoia, que los soldados a veces se desmayaban. No mataban tanta gente, pero tenía que estar atenta en todo momento, atenta al sonido del seguro de una de ellas soltándose, atenta a alguna vociferación en inglés diciendo Watch Out!. Atenta si atravesaban el aire y luego calcular donde caerán, atenta al sonido de su corazón y respirar hondo si es que el latido de este se hacía demasiado fuerte al no escuchar de donde llegaba la granada. Y todo este esfuerzo mental se tenía que hacer en menos de un segundo. También aguantar las ganas de vomitar cuando veía una de esas arrancarle la pierna a algún soldado. En este caso, lo que la dejaba sorda no era el sonido de la explosión, sino los gritos de ayuda de su gente.

Y las que más odiaba, eran las Napalm. Asco y ganas de llorar sentía cuando veía esa sustancia amarillenta rociándose sobre sus plantas, sus campos, sus casas, sus edificios, su gente, sobre ella misma, quemando todo. Era indescriptible. En estos casos, lo que destrozaba sus tímpanos era los llantos que sentía en su interior, pero los callaba.

Esto era una guerra, y lo único que podía hacer Hahn en ese momento era correr y ayudar al que pudiera, para después llevarlo a la enfermería, tratando de no perder la compostura en medio de toda esa cacofonía de dolor.