Este fic es para el reto de Genee en el foro Proyecto 1-8. Digimon no me pertenece ni su historia y personajes.


V


Mis recuerdos son una mezcla de imágenes confusas, es como si en determinados momentos contemplara visiones de los años trascurridos a mí alrededor. Pero en algún momento parece que mi presente palidece en un punto alejado e infinito.

No sé cómo expresar lo sucedido, una sensación vaga me dice que algo terrible esta por suceder. Mi propia identidad se escabulle, es como si hubiese sufrido un fuerte golpe que me quiere arrebatar de lo que soy. Un torbellino de preguntas y cuestionamientos me atormenta como las gotas que arremeten en mi ventana.

Mientras puedo escribo mis memorias en esta libreta, el diario que una vez —si no estoy distorsionando la realidad— me regalo mi hermano por un cumpleaños.

Este objeto de blanca vestidura y detalles rosados será el testamento que deje a mis seres amados. Mis pensamientos resonarán atreves de letras, y quedara claro qué lo que se aproxima no es algo que deseé. La obscuridad me consume, me llama, grita mi nombre desde lo recóndito de mi mente.

Escribo, porque llegara el día en que mis palabras no sean las correctas y mis acciones se conviertan en lo peor.

Escribo antes de mi último llamado.


EL ANGEL CAIDO


Una joven no mayor de diecisiete años cierra su diario sobre el cual plasma en tinta negra sus pensamientos. Observa a través de la ventana azotada por gordas gotas de agua que se precipitan desde los cielos ennegrecidos de aquella tarde.

Su mirada perdida solo es una variable en aquellos días, pero ella esta consiente que todo eso se volverá una constante. Lo siente en su interior. Percibe como una fuerza de gravedad aquel llamado que la invoca y, una vez que la llame por última vez, su ser no será de luz.

Siente como una lagrima se asoma por sus ojos izquierdos, no le permite emerger porque de hacerlo no podría evitar que una segunda lágrima se escapara. Lo último que deseaba en esa tarde era romper en llanto.

Se limpia la lágrima antes de que esta pueda rodar por su mejilla, y se contiene tomando una gran bocanada de aire.

Se incorpora en de su silla, da un último vistazo a su diario y lo guarda en el gabinete de su escritorio. Pone llave.

Al salir de su habitación observa a su hermano mirando la televisión, esa tarde juega su equipo profesional favorito de soccer. Sonríe por verlo emocionado, gritando al árbitro por una falta encontrar de los suyos. Adora verlos parado frente a la pantalla alegando mientras manotea como un chiquillo que no recibe su dulce de premio por dejarse inyectar.

Su presencia no pasa desapercibida por el castaño que se gira hacia donde ella, y le sonríe como buen hermano. Una culpa oprime su pecho, pero necesita avanzar en su plan antes de la última llamada.

—¿Sucede algo, Hikari?

Su hermano es de los pocos que la conoce como para deducir en un vistazo que algo tenia, y eso lo agradecía. Hacía que todo fuese más rápido.

—¿Hikari?

—Necesito que tomes lugar hermano.

.

.

Semanas antes de que los llamados se hicieran constantes y más fuertes, sintió que necesitaba preparar todo para cuando su luz se consumiera. Porque estaba claro, por sus sueños, que el momento era inevitable.

Pensó mucho cual sería lo más sabio por hacer, y bajo la sombra de un árbol lo entendió.

Sora charlaba con Mimi, ambas mirando a los chicos jugar baloncesto. Ella se había apartado por el hecho de que necesitaba escribir en el diario que una vez su hermano le regalo de cumpleaños.

Vio la cabellera roja de su amiga que resplandecía a la luz del sol como una flama incandescente. Su corazón se estremeció, porque en su mirada vio algo que necesitaba. Y no para ella, pues no tenía salvación.

En los ojos de su amiga vio amor, uno especial que ardía como su misma cabellera; un amor que iba hacia su hermano. Reconoció en esa ventana a su alma, que ella quería a su hermano tanto como ella lo hacía. Tal hecho la convertía en la candidata perfecta.

Espero a que los chicos dejaran de jugar para tomar un receso, y a que Yamato empezara a molestar a Mimi. Aprovecho el momento, Sora se encontraba sola en la butaca mirando con gracia como la castaña peleaba con el rubio mientras se alejaban.

Se aproximó, y sintió su mirada.

Lo ignoro.

La ignoro por el simple hecho de que le dolía en su corazón, le lastimaba no poder contarle nada a él; su confidente. Se le partía el alma en pedazos, pero en esa ocasión él no podría salvarla como en épocas anteriores. No merecía pasar por un sufrimiento innecesario.

Lo ignoro, y eso la mataba.

—Sora.

—Que hay, Hikari —la alegría genuina de su amiga la reconfortó—. Veo que trabajas en algo especial.

—Lo es —echo un fugaz vistazo a lo que se convertiría en el recuerdo de lo que alguna vez había sido—. Y quiero compartirlo contigo.

—¡Vaya! Es un placer ser contada en tu gran proyecto.

Si una palabra definía a Sora era maternal. Siempre se preocupaba por los demás, en todo momento dejaba en claro que le daba importancia a lo que sus seres amados hacían. No era egoísta salvo por ella misma y eso, por cruel que fuese, lo usaría a su favor.

Antes de iniciar le pidió el favor de no contarle nada a nadie, en especial a Taichi. Esto no despertó en Sora mayor preocupación, en su mente se figuraba otra idea a lo que era la realidad de Hikari.

Acepto guardar el secreto, y el juramento lo hizo por lo más sagrado.

Una vez que comenzó a explicar su situación, un foco de alarma se encendió en su interior. Sus oídos no querían creer lo que estaban escuchando. Esas palabras tan obscuras, llenas de pesar y terror la estremecían.

—Puedo sentir como se apropia de mi esa obscuridad —decía—. Mis pensamientos ya no son sanos, no son lo que eran… están llenos de maldad.

Lucho contra ellos cada día, doy mi mayor pelea para que no me dominen. Pero por las noches todo empeora, lo escucho gritar en mi interior. Lo siento en mi cabeza como una mano con garras largas y afiladas que me desgarran. Peleo, te lo juro. Lucho con todo lo que tengo, pero nada parece amedrentar su llamado y pronto dará la última llamada… y responderé.

Sora atónita solo atina a ver con ojos exorbitantes a su amiga, está casi temblando del pavor por lo que escucha.

Termino de explicar su situación. En todo momento estuvo al pendiente de no ser vistas por los demás, pero todos habían ido a la tienda por una bebida para refrescarse. Estaban solas, y eso lo supo aprovechar. Volver a tener un momento como ese no era para nada fácil, sin mencionar que siendo de diferentes edades sus labores hacían complicado poder verse en otro momento.

—Hikari, esto que me dices es de preocuparse…

—Has prometido no decirle a nadie.

—Pero…

—Ha sido por lo más sagrado.

Sora se mordió el labrio inferior, debatía en su interior por saber que era lo correcto. Ir con Taichi y los demás para decirles o mantener su promesa.

—Sora… si te cuento todo esto es por una razón.

—¿Cuál es?

—Mi hermano.

Sora abrió sus ojos una vez más tanto que parecía que se saldrían de sus orbitas.

—Quiero, deseo, que por favor lo cuides —suspiro, casi como una derrota—. Cuando llegue el momento, cuídalo de sí mismo. Protégelo, porque el querrá venir a mí y yo… yo no seré su hermana.

Estremecida Sora empezó a llorar, y Hikari miro como los demás ya regresaban de la tienda. Sujeto la mano de su amiga, en un intento banal de reconfortarla.

—Vienen —anuncio, y su amiga observo como sus amigos regresaban entre burlas y risas—. ¿Puedo contar contigo?

Asintió. No había más que hacer, asintió.

—Gracias.

Cuando regresaron sus amigos, Sora se desvió su rostro para que no la vieran llorar. Por fortuna, Taichi estaba sumergido en una pelea con Yamato. Kōshirō charlaba con Jou sobre temas académicos de universidades, y Mimi hablaba por teléfono.

Solo un par de ojos no pasaron desapercibidos esa tarde; unos ojos azules como el cielo y tan intensos como el mar.

Hikari no podía soportar tener que apartarlo. Tenía días ignorándolo, y reconocía que no era la mejor estrategia para pasar desapercibida, pero no podría mantener una conversación con Takeru sin revelar su problema.

—Será mejor que vayamos con los demás.

Sora se levantó, su cara estaba como si no hubiera pasado nada. Esto le asombro a Hikari, pero admitía que eso hacia fuerte a la pelirroja.

Se unieron al grupo como si todo estuviera bien. Como si aquella conversación nunca hubiera sucedido. Nadie sospecho lo mal que estaba todo. Ninguno pudo ver venir aquella tarde de mayo que entre ellos alguien se estaba perdiendo.


Bueno, aquí esta lo que es el primer capitulo de la historia. No tengo definido cuantos capítulos será debido a que la historia la estoy escribiendo continua y parte el capitulo cuando creo que puede ser un buen cierre. Lo que si tengo seguro es que no será uno muy largo, y que los siguientes capítulos serán ligeramente más largos. Si los escribo de este modo es para que sea una lectura más sencilla y disfrutable.

Genee gracias por retarme, me encanto la idea y enseguida tuve que escribir. Espero que este a la altura de lo que tenia en mente cuando escibiste el reto. Y espero que todos los que lean este fic sea de su agrado.

Nos leemos en la siguiente

Au Revoir.