No estoy segura de cómo resultará para ustedes esté nuevo mini-fic con capítulos bastante cortos pero espero que les guste. No sé si vaya a terminarlo o como vaya a continuar pero creo que ahora estoy cerca del final. No quiero abandonarlos por mucho tiempo así que iré subiendo poco a poco los capítulos que ahora tengo. Por razones de fuerza mayor no estoy de ánimos para seguir con otros fics así que mientras tanto compartiré con ustedes éste. Es todo, nos vemos y gracias por leer.
CAPÍTULO I
Había concluido el trabajo en el laboratorio y me dirigía con paso lento al departamento. Tenía dos semanas que Morinaga se fue a Hamamatsu para su capacitación en la farmacéutica y hoy regresaría bastante tarde. Inconscientemente me apresuré para liberar trabajo por adelantado e incluso hoy había terminado temprano. Faltaban por lo menos dos horas para que mi dolor de cabeza llegara al departamento y como seguramente llegaría muy cansado decidí pasar a un restaurante familiar a comprar la cena. Observé la penumbra que adornaba las calles y el frío que insistía en traspasar mi chaqueta comenzaba a ser molesto. Al tener bastante tiempo libre me desvié de mi ruta acostumbrada y tomé un camino muy familiar. En aquella dirección también se encontraba un sitio para comprar los comestibles así que pensé en comprar algo que llevaba tiempo sin probar. Por un momento me puse estúpidamente nostálgico.
Llegué al establecimiento y ordené dos porciones de comida suponiendo que Morinaga pudiera tener hambre al llegar. Cuando salí del lugar me quedé observando una de las calles con recelo, extrañando el tiempo que pasé ahí y las personas con las que conviví.
- Han pasado algunos meses.
Todavía me arrepentía con vergüenza de como la situación se me escapó de las manos, como perdí el control, de no proteger lo preciado y de destruirlo. Me disculpé con mi viejo pero era triste pensar en el vacío que ahora permanece. ¿Por qué estaba pensando en todo esto? A mí no me gustaba recordar las tragedias pero llegado a este punto mis ideas y memorias regresaban una tras otra incontrolables.
Caminé en dirección contraria al departamento, paseando por avenidas que traían recuerdos de mi niñez. Pasó tiempo desde la última vez que tenía el impulso de visitar mi viejo hogar pero esta noche tenía un extraño presentimiento. Mi pecho guardaba cierta angustia y latía con rapidez por una ansiedad inexplicable; era una sensación realmente incomoda. La preocupación llegó a mis pies y mis pasos se aceleraron ¿Por qué tenía tantos deseos de regresar a ese lugar? ¿Por qué corría y me invadían tremendas ganas de llorar? No había razón para apresurarse y pensando con más lógica, tampoco encontraba una razón para mi repentina desesperación por observar a la nada. Me acerqué al destino, di vuelta en una esquina y en la lejanía pude observar la silueta de una persona. Alguien parado frente a mi hogar.
- Una mujer.
Mientras más me acercaba podía ver otros detalles. Ella vestía ropas sencillas y observaba de un lugar a otro las hierbas que crecían alrededor. Tenía cabello castaño y corto, apenas llegaba a sus hombros.
Sentí un fuerte golpeteo en mi corazón al acercarme cada vez más y cuando llegué simplemente enmudecí. Al principio no lograba distinguir su rostro pero en cuanto se giró me di cuenta que estaba enloqueciendo. Empecé a temblar, estaba en shock y solté la bolsa de comida por la conmoción. Me percaté que algo cambió en su mirada y las lágrimas brotaron de mis ojos al tratar de hablar.
- ¿M-mamá?
