Hola!

Aquí estoy entre actualización y actualización de Cuando arde el hielo no tengo muy claro por qué me dio el punto de hacer este One-Shoot que, finalmente quedará en dos capítulos porque creo que si no se hará muy largo.

Espero que os guste, ¡lo cierto es que me estoy divirtiendo escribiendolo!

Besos y saludos

AJ

Disclamer: Todo esto le pertenece a JK R, yo solo lo tomo prestado.


Draco Malfoy era sin género de duda la prueba viviente del retraso mental que produce la endogamia. Estúpidos aristócratas, tanta obsesión con la sangre pura les había llevado a esto pensó mirando al rubio, cada vez estaba más convencida de que era idiota. ¿No veían acaso que estaban haciendo flaco favor a la sangre mágica? Aquello parecía generacional, cada nueva rama del árbol genealógico era más inútil que la anterior, no quería ni pensar a donde podía llegar el mundo mágico con los posibles descendientes de los Malfoy. Resopló una vez más y le miró sacudiendo la cabeza alucinada.

— Por más que lo intento no soy capaz de entender cómo puedes ser tan idiota Malfoy.

— Cállate Granger — gruñó.

— Te dije que no lo hicieras maldita sea — Hermione se pasó la mano por la frente frotándosela distraídamente.

— Yo no acepto órdenes de nadie, menos de impuras como tú.

La castaña bufó y se sentó en el suelo negando con la cabeza.

— Desde luego esto será terrorífico si tengo que pasarlo así.

— ¿Eso crees? — El rubio la miró asesinándola con aquellos fríos ojos grises — Soy yo quien está en esta situación pegado a ti, estúpida sangre sucia.

— Lo que tú digas Malfoy .

Era mejor no escucharle, empezaba a dolerle la cabeza con sus quejidos, llevaba al menos diez minutos refunfuñando y maldiciendo como un energúmeno, condenado niño caprichoso y consentido.

Bien Hermione, piensa. No por nada era la bruja más inteligente de su generación, para todo hay una salida, si se habían metido en aquel lío podrían salir, solo hacía falta encontrar el modo.

FLASHBACK

— Es uno de nuestros nuevos inventos Hermione — George tomó el pequeño saquito de color bermellón y un folleto del mismo tamaño de no más de tres páginas.

— Instrucciones incorporadas — Añadió Fred.

— Para que no haya error posible — Acabó George.

— Desde la última vez… — Continuaba su gemelo

— Decidimos que era necesario — Terminó el otro con un ligero carraspeo.

— ¿Última vez? — Hermione frunció el ceño mirando los inocentes rostros de ambos Weasley.

— Error de cálculo — Dijo George.

— Nada que no pudiera arreglarse — La tranquilizó Fred.

— Ahora está totalmente solucionado — Soltaron ambos.

— Es absolutamente seguro Hermione — Siguió George.

— ¿Pondríamos en peligro a nuestra bruja favorita? — Terminó Fred.

La castaña parpadeó mirando el pequeño folleto y sopesando el saco de ingredientes con su mano derecha. Enlázados leyó. Suspirando pensó que debía estar completamente loca para acceder a aquello, pero la apuesta con Ginny había sido clara. La pelirroja había besado a Harry y ahora era su turno. Tenía que atarse a Ron, Ginny estaba completamente convencida de que un fin de semana unida a su hermano sería más que suficiente para que éste mandara al cuerno a Lavender y se atreviera a declararse a Hermione. La castaña quería morirse de la vergüenza y más que le pesaría cuando Ronald se diera cuenta del lío en el que le iba a meter. ¿En qué demonios estaba pensando cuando accedió a aquello? Bueno, lo cierto es que al ver las miradas que Harry lanzaba a la pequeña de los Weasley y sabiendo como sabía que ella llevaba toda la vida enamorada de su amigo, no pudo evitar empujar a la chica a los brazos de Harry cuando vio la oportunidad. No se arrepentía, ambos parecían brillar con luz propia desde entonces. Abrió el folleto y leyó las instrucciones que decían como hacer la poción y el momento adecuado para su uso, seguido de los efectos secundarios y los problemas que podían surgir de ello.

— ¿Desinhibición? ¿Excitación intensa?

— Vamos vamos todo ha pasado el control de calidad Hermione — Fred la empujaba sutilmente de la cintura hacia la puerta — Es hora de que vuelvas. Ya nos lo agradecerás.

FIN DEL FLASHBACK

— Cuando os pille os lo voy a agradecer a base de bien — masculló la chica mirando de reojo a Malfoy que estaba a punto de darse de cabezazos contra la pared y matar a las últimas neuronas que le hacían evitar ser unicelular. Dale fuerte, pensó en un arrebato perverso. Así lo mismo acaba el problema.

— No puedo creerlo — Seguía murmurando Malfoy — Pegado a una sangre sucia… ¡y no cualquiera joder! ¿Por qué tenías que ser tú? — Se frotó la cara— Si mi padre se entera me matará para purificarme o algo así — parecía tan desesperado que casi le dio pena. Casi. Porque se tuvo que contener para no matarlo cuando el chico siguió hablando — es asqueroso, si tengo que volver a tocarte necesitaré que me metan en cuarentena o algo.

La cara de Hermione se endureció y dejó de tenerle lástima. Era despreciable.

— ¡Cállate de una vez Malfoy! — El chico obedeció, más por la sorpresa que por las palabras. La bruja emanaba furia por todos los poros de su piel. — No me dejas pensar — bajó el tono de voz y se sentó enredando dos dedos en un mechón de su pelo y jugando con el rizo una y otra vez — ¡El folleto! — Se incorporó y se acercó a la puerta de la sala en la que estaban escondidos, en cuanto intentó salir un tirón como de un Depulso la arrastró hasta el Slytherin que frenó el impacto con sus manos. Chocó contra su pecho, su espalda completamente pegada al chico, su trasero encajado entre las caderas de él y de pronto un terrible calor comenzó en la parte baja de su estómago, como un punto latente que palpitó con el contacto. El olor mentolado de Malfoy la envolvió y su respiración acarició su oreja y su cuello. El calor se extendió de golpe con un estallido cuya onda expansiva llegó a cada terminación nerviosa de su cuerpo. Le oyó tragar saliva y algo pulsó entre sus nalgas, escuchó lo que parecía un gemido escapar de entre los labios del Slytherin y todo su vello se erizó en respuesta, involuntariamente su cuerpo se removió buscando más de aquel contacto y él se arqueó casi imperceptiblemente, frotando la dureza de su entrepierna contra ella que, incapaz de contenerlo, fue quien gimió ahora temblando. Los dedos de Malfoy se clavaban en los brazos de Hermione que seguía sujetando y tras inspirar con brusquedad la empujó con firmeza lejos de él y se apartó como si se hubiera quemado.

Mierda.

Draco se miró las temblorosas manos con los ojos desorbitados. Por Salazar su cuerpo estaba tan tenso como una cuerda de acero, aquella parte de su anatomía se estiraba reclamando atención, pujando contra la prisión de tela que suponían en aquel momento sus pantalones ¿Qué demonios había sido eso? Tragó saliva sin querer mirar a Granger. No podía enfrentarse a ella, por mojigata que fuera no era estúpida y la había escuchado gemir cuando él se frotó en su trasero impúdicamente. Además no le había apartado, Merlín se apiadara de ellos, más bien se arqueaba para sentir más de él. Estaba jodido.

Desinhibición… Excitación intensa

Aquellas palabras se repetían en la cabeza de Hermione una y otra vez como un réquiem constante. Estaba jodida. Sola, con la única compañía de la persona que más la odiaba y a la que más odiaba, condenada a pasar pegada a él todo el tiempo que durara el efecto de la odiosa poción y caliente como una antorcha prendida. Tenía que ser Ron quien estuviera allí, pero ante todo pronóstico había sido Draco Malfoy quien tuvo que destrozar sus planes y, que dios la ayudara, en realidad no le importaría que él volviera a tocarla.

FLASHBACK

Ya tenía la poción le había costado dos semanas enteras terminarla y trazar un plan. Había mezclado la poción con cerveza de mantequilla y escondido la botella junto con dos copas en una de las aulas vacías del tercer piso. Una vez lista la primera parte de su plan había bajado a clase de Historia de la Magia. Se sentó con Neville en una de las primeras filas mientras Harry y Ron lo hacían al final de la clase, relativamente cerca de donde Malfoy y su séquito se ubicaban habitualmente. Aunque últimamente el rubio estaba más raro de lo normal, casi siempre solo y apartado, no jugaba Quiddich, no parecía interesado en meterse con Harry… Hermione escribió una nota a Ron pidiéndole que se reuniera con ella después de clase en el aula abandonada y la mandó con un encantamiento hasta el final de la sala. Lo que ella no imaginaba es que la nota le llegó a Draco quien, aburrido como estaba últimamente y con las tensiones que soportaba cada día, encontró divertida la forma tan sencilla que le había caído literalmente del cielo para incordiar a Granger por lo que sería probablemente la última vez.

Hermione llegó la primera y sirvió la bebida con una sonrisa divertida, ¿Quién sabía? Tal vez podrían contar a sus nietos una buena historia de cómo comenzaron juntos. Y así la encontró Draco, con una sonrisa complacida en el rostro y bebiendo un largo trago de cerveza de mantequilla.

— Vaya que amable por tu parte sangresucia — Se acercó a la perpleja muchacha y antes de que ella pudiera reaccionar tomó la otra copa y la acercó a sus labios.

— ¡No! ¡Malfoy no te bebas eso!

Él arqueó una de sus aristocráticas cejas y con el único afán de molestarla se bebió de un trago el contenido de la copa sonriendo maliciosamente.

FIN DEL FLASHBACK

— Tenemos que salir de aquí Malfoy — Susurró ella visiblemente incómoda.

El asintió con brusquedad, incapaz de pronunciar una palabra, ni tan siquiera podía insultar a la chica, concentrado como estaba en controlar su cuerpo que parecía querer revelarse. Ella carraspeo — No podemos alejarnos y tenemos que entrar a la torre de Gryffindor — Sonaba cansada — No sé cómo hacerlo.

— Creí que no viviría para escuchar eso Granger

No pudo resistirse a contestar y ella le miró y le sacó la lengua con una pequeña sonrisa. Draco tragó con fuerza y apartó la vista cuando las ganas de sonreírle en respuesta le golpearon como un ariete tratando de derribar las compuertas de su contención.

— No voy a entrar en la guarida de los leones Granger.

Ella resopló con frustración.

— Allí está el folleto Malfoy.

— ¿Acaso no lo has leído ya?

— Si pero…

— ¿Y decía algo de cómo salir de este lío?

— No exactamente pero…

— ¿Instrucciones de algún tipo?

— Lo cierto es que no…

— Entonces ¿Para qué quieres el dichoso folleto?

Ella empalideció y su voz salió en un susurro

— Efectos secundarios.

— ¿Cómo? — Apenas entendió el murmullo de la chica

— Efectos secundarios — dijo alzando la voz.

Él la miró pasmado.

— ¿Efectos secundarios?

Ella empezó a tener un ligero tic en el ojo.

— ¿Necesitas que te lo deletree Malfoy?

— Esto es simplemente genial.

— ¿Te recuerdo de quien es la culpa?

—Obviamente tuya Granger. SI no fueras por ahí intentando hechizar a la gente nada de esto hubiera pasado.

—¡Eres un idiota! — Exclamó furiosa — ¡Yo no intenté hechizarte!

— Si vuelves hacia atrás comprobarás que dije "Hechizando a la gente" sabelotodo, no a mi —Se encogió de hombros — lo triste es que tengas que recurrir a Sortilegios Weasley para liarte con la comadreja. Aunque siendo tú — La miró con claro disgusto — Entiendo que ni el pobretón patético de Weasley se fije en ti. Me pregunto — continuó sin darse cuenta de cómo la joven aferraba la varita — que fue lo que le hiciste al gorila de Krum.

— ¿Gorila? Vaya Malfoy, creo recordar que cuando se sentaba en tu mesa en Slytherin te paseabas como más hinchado que un pavo porque el famoso Viktor Krum compartía tus desayunos diarios.

El enrojeció y la miró con odio.

— Eso fue antes de que el muy idiota decidiera aparecer contigo en el baile — se estremeció como si le repugnara la sola idea — un traidor a la sangre no merece sentarse en nuestra mesa.

¡Expulso!

Antes de ser consciente de lo que hacía, Hermione apuntó con su varita y lanzó el hechizo que mandó a Malfoy varios metros hacia atrás y lo dejó tirado en el suelo. Si hubiera pensado sin dejarse llevar por la rabia no lo habría hecho, porque al separarse, el encantamiento que los unía tiró de ella con brusquedad y la impulsó violentamente hacia él. Cayó a plomo sobre el cuerpo tendido del rubio que dejó escapar el aire de golpe al sentir a Hermione sobre él.

— ¡Estúpida… sangre… sucia! — resolló intentando llenar de aire sus pulmones — ¡Apártate joder! — Ella parecía no escuchar, la sentía respirar, tenía sus senos incrustados en el pecho, su aliento acariciaba su cuello y sus labios húmedos, como si los hubiera lamido con anterioridad, rozaban su pálida y sensible piel — Mierda.

Ella también sintió la electricidad que crepitaba entre los dos, no podía moverse, si lo hacía mucho se temía que sería para cometer la mayor equivocación de su vida pero Malfoy no parecía darse cuenta de ello. En realidad él solo podía pensar en cómo su cuerpo estaba respondiendo una vez más ante la cercanía del de Granger y por nada del mundo quería verse en la misma situación.

— Quitate de encima.

Su voz era fría y tensa, en ella podía leerse una clara y firme amenaza. Hermione tragó saliva y se movió rozando su mejilla con la de Malfoy, su olor, el tacto de su piel, el sonido de su respiración, el calor que emanaba de su cuerpo… era demasiado, la castaña se mordió los labios aguantándose un gemido y se incorporó levemente. Sus ojos se cruzaron y de nuevo la electricidad rasgó el espacio entre ellos.

— Malfoy…

— ¡Qué te apartes! — Gritó fuera de sí, asustado por el modo en que sus manos temblaban por la necesidad de tocarla.

— ¡Eres un imbécil! ¿Acaso crees que quiero estar cerca de ti hurón arrogante?

— Claro que quieres — dijo con todo el asco del que fue capaz, que no era demasiado dada la situación — pero me resulta vomitivo que me toques así que levántate.

—¡Te odio! — Se removió dispuesta a darle un guantazo, se merecía un buen puñetazo en toda esa odiosa nariz.

— ¡No te muevas! — Pero ella estaba cegada por el enfado y se echó sobre él dispuesta a arrancarle los ojos — ¡Joder Granger!

Hermione se congeló cuando una de las manos de Draco apuñó su pelo introduciéndose bajo él a la altura de su nuca y la otra aferró su cadera clavando sus dedos en la firme carne de la chica.

— Te avisé Granger — la voz de Malfoy era ronca, se había convertido en un susurro oscuro cargado de deseo — Maldita sea…

Se incorporó a la vez que atraía la cabeza de la castaña hacia sí mismo y sus bocas colisionaron. Fue un beso violento y despiadado, Draco mordió sus labios, tirando del inferior, clavando sus perfectos dientes en el con fuerza hasta que ella se abrió dejando paso a su perversa lengua que saqueó su húmeda cavidad sin darle apenas tregua, saboreando su misma esencia, obligándola a responder. Y ella lo hizo. El beso se transformó en una lucha por el poder, daban y recibían por igual, hicieron el amor con sus bocas, perdidos en el tiempo, que ya no importaba para ninguno de los dos. Ella gimió cuando los dedos de Draco rozaron el borde de su jersey y tiraron del bajo de su camisa sacándola del confinamiento de su falda e introduciéndose bajo la tela hasta tocar la calidez de su cuerpo. Piel contra piel, aquella caricia brusca les dejó sin aliento. Ambos jadearon aunque el sonido quedó ahogado por sus bocas. Hermione se colocó a horcajadas en los muslos de Malfoy y él se incorporó hasta quedar sentado, soltando su pelo y deslizando la mano por su nuca acariciando la piel hasta su garganta. Pasó el pulgar sobre su pulso, deleitándose con los frenéticos latidos y flexionó los dedos alrededor del cuello, profundizando aún más en aquel beso que parecía ser incapaz de saciarles. Ella gimió y él se tragó el sonido, enardecido por el movimiento de las caderas de ella sobre las suyas, la castaña se aferro al pelo del rubio, tironeando con desesperación, anclándole a su boca mientras sus piernas le rodeaban para acercarse más a aquella dureza por la que su mismo centro palpitaba ardiente, húmedo, necesitado de atención. Draco dejó su cuello y ambas manos tiraron de la ropa de la chica que se dejaba desnudar sin resistencia, el jersey salió por la cabeza y ambos lanzaron un quejido al separar sus labios, suspiraron al volver a unirse y pronto, con un tirón de Malfoy, los botones de la camisa de Hermione salieron lanzados por todos lados, poco les importó, ella tiró de la ropa del chico mientras él se llenaba las palmas con aquellos pechos llenos y firmes cuyos pezones se endurecían bajo su tacto pese a encontrarse aún escondidos tras el sostén de algodón. Ella se quedó mortalmente quieta y por un instante Draco maldijo en varios idiomas pensando que le iba a apartar, pero ella solo cerró los ojos saboreando el momento, mordiéndose los labios cuando las palmas de él rozaban sus doloridas puntas que clamaban por sentir el calor de su piel. Buscó su boca y abrió los ojos sin vergüenza ni pudor, mirando los plateados orbes de Draco cuyas pupilas dilatas cubrían casi todo el iris.

— Necesito… yo…

— Si — él rodeó su cuerpo buscando el broche del sujetador.

— Malfoy…

— Ssssch — La beso con más suavidad mientras desabrochaba aquella prenda que ambos empezaban a odiar — está bien — mordió su labio y pasó la punta de la lengua por el borde, delineándolo con una húmeda caricia — yo sé qué necesitas — su voz era espesa y gutural — te lo voy a dar.

Retiró la tela y miró. Cuando sintió arder los pulmones se dio cuenta de que había dejado de respirar e inhalo con brusquedad. Joder. ¿Quién iba a pensar que tras aquella ropa demasiado grande podría encontrar semejante diosa? Sus pechos se veían turgentes, altos y redondos, justo para encajar en sus manos, coronados con unos pezones oscuros, enhiestos y firmes que rogaban las caricias de sus dedos. Su vientre plano, su pequeña cintura que se curvaba para dar paso a aquellas caderas que dibujaban un vaivén sobre sus ingles capaz de hacerle perder el escaso control con que contaba en aquellos momentos. Temblando los acarició con los nudillos, sintiendo su pulsante erección crecer ante el gemido que escapó de sus enrojecidos labios. Aquello era un error, lo sabía, su mente trataba de avisarle que debía parar, pero su instinto más primario era quien tenía el control y a él le importaban una mierda la sangre y los principios. Las manos de la castaña desgarraban su camisa tras haber quitado de en medio la túnica y cuando consiguió sacarla se pegó a su pecho y el contacto de ambos disparó los ya embotados sentidos de los jóvenes. El mundo se paró sobre su eje y cuando volvió a girar todo era distinto.

Las manos de ella buscaban el cierre de su pantalón, las de él levantaban la falda con rudeza, ella rozó la punta de su miembro con los dedos y él soltó un gruñido animal desde el fondo de su garganta antes de derribarla contra el suelo dejándola con la espalda sobre la piedra, ella resopló de la sorpresa pero él no le dio tiempo a quejarse por su brusquedad, devoró de nuevo su boca con desesperación, levantando su falda. Rompió la barrera que le separaba de su húmeda femineidad y ella abrió las piernas para él sin pensar. Su expeditivo dedo dio una pasada entre sus labios y cerró los ojos al sentir la humedad que rezumaba de su centro. Iba a explotar, sabía que iba a hacerlo, aquello estaba sacándolo completamente fuera de sí.

— Necesito… déjame entrar, déjame… por favor.

Si alguna duda hubiera tenido la castaña se habría evaporado ante aquella orden suplicante, pero no tenía dudas, se aferró a él con brazos y piernas y gimoteó cuando se rozaron íntimamente.

— Draco…

Ella susurró su nombre, con sus labios pegados a su oreja y el rodeó su cuerpo para abrazarla, acariciando su espalda con las yemas de los dedos, hundió la cara en el hueco de su hombro y lamió su clavícula gimiendo ante su sabor. Durante un ínfimo instante todo pareció ralentizarse, sus labios se buscaron, sus miradas se anclaron una a la otra y el cuerpo de Draco se tensó antes de embestir el de Hermione en un profundo envite que la hizo gritar. La boca del slytherin amortiguó el sonido y tras un latido todo se descontroló. El dolor que sintió la castaña pronto dio paso a un desgarrador placer que no entendía ni podía controlar, se agarró a Malfoy y se dejó llevar por sus expertas manos, él entraba y salía de su cuerpo arrancando gemidos y suspiros, regalándole los suyos propios una y otra vez, una embestida, una caricia, un beso… Se unieron en el más íntimo de los abrazos, olvidando el odio mutuo, transformándolo en el deseo más visceral, en el más puro anhelo. No parecían saciarse el uno del otro, los besos se volvían más violentos, las caricias más rudas y los envites más bruscos y profundos. Sus cuerpos sudorosos se frotaban al igual que sus bocas mientras ellos se elevaban por encima de todo, por encima de ellos mismos, dejando que sus instintos hablaran por ellos hasta que en el punto más alto algo se soltó y ambos cayeron a la vez, juntos, en una caída libre de placer que les dejó temblorosos y saciados, débiles, expuestos y muertos de miedo ante lo que acababa de pasar.

Parpadearon tratando de deshacerse de las últimas volutas de la bruma del deseo que empezaba a disiparse y se miraron incrédulos.

Draco estaba aterrado, porque no había tenido sexo con Granger, no se había tirado a una sangre sucia bajo los efectos secundarios de aquella extraña poción, no. Había hecho el amor a Hermione Granger con una desesperación y una pasión que nunca antes había conocido y ahora que la tempestad había pasado y llegaba la calma en lugar de sentirse horrorizado y asqueado por lo que había hecho, lo único en lo que podía pensar era en que quería volver a hacerlo una y otra vez.

Hermione estaba aterrada porque había sido su primera vez, porque le había entregado su virginidad y su pureza a su más acérrimo antagonista, a la persona a la que más había odiado y la que más la odiaba y en lugar de sentirse horrorizada y asqueada por lo que había hecho, lo único en lo que podía pensar era en que quería volver a hacerlo una y otra vez.

En el más absoluto silencio se separaron y se vistieron. Tuvieron que hacer Reparo en varias prendas que estaban completamente destrozadas y cuando acabaron, una sonrojada Hermione y un atormentado Draco salieron del aula sin volver a mirarse. Tenían que conseguir deshacer el efecto de aquella poción, fuera como fuese.