Es casi mediodía y Kakashi se apresura a acudir al despacho de la Hokage. El pajarraco que Tsunade deja volar por la aldea e indica a los jounins que deben ir a verla le había estropeado la bonita mañana. Tan tranquilo estaba él leyendo su librito Icha Icha (por enésima vez) cuando viene esa maldita ave a picotearle la cabeza, porque estaba tan pegado a la lectura que no notó su presencia (normalmente, los jounins lo notan porque los pájaros dejan caer una pluma, que a más de uno casi le saca un ojo), y el pájaro presta atención si captan el mensaje o no. Kakashi lo maldice en voz baja mientras llama a la puerta del despacho de la vieja. El hecho de tener que acudir expresamente allí es otra cosa que lo irrita. ¿No puede venir ella misma? 'No', se responde a sí mismo, 'porque le pesan las tetas'. Impaciente al ver que nadie responde sus llamadas, empieza a atizar la puerta de tal manera que ésta amenaza con derrumbarse. Poco antes de lograr tirarla abajo, una voz chillona difícil de entender procede del interior del despacho.

-Maldida shea, ¿dodavía quierre másh? ¡Ya le he bagado dodo lo gue le debía! ¡Lárgueshe de una vesh!

-Soy yo, Kakashi- contesta el hombre enfadado.

-Aaah, pasha, pasha- accede la voz femenina detrás de la puerta.

Abre la puerta con rapidez, y el caos que se muestra ante sus ojos no lo sorprende. Había visto el despacho de la Hokage muchas veces, y el desorden solía ser siempre el mismo, aunque de vez en cuando aumentara un poco.

Allí donde se pisa, hay mierda. El suelo está mojado, y se ven desparramados botellas de vino y cerveza vacías, hojas, portadas de libros sueltas, lápices, un cortaúñas, shurikens, tangas y sujetadores, (estos últimos de muy gran tamaño), rollos de papel higiénico y alguna que otra babosa arrastrándose. Las estanterías de las paredes están cubiertas de polvo, y aparentemente no se usan hace mucho tiempo. Los cristales de las ventanas están también sucios, y en uno resbala un líquido verdoso, probablemente vómito. Y en medio de toda esa catástrofe, acostada sobre la mesa cubierta de botellas y bolsas de patatas fritas, una mujer de tetas más grandes de lo permitido (Konoha había aprobado una ley, que menciona el tamaño límite del volumen de pechos operados, para evitar que los menores de edad vayan por la noche a puticlubs a causa de la tentación. Naturalmente, al ser Hokage, Tsunade puede hacer lo que quiere. Hasta corren rumores de que la que había tenido la idea de aprobar esa nueva ley es ella misma, con la finalidad de no tener rivales, además de que en Konoha no existe ningún puticlub) y las mejillas sonrojadas gira la cabeza en dirección a la entrada. Con un gesto dolorido empieza a levantarse y se deja caer en la silla cercana, que no aguanta su peso y se hace añicos debajo de las nalgas de su propietaria. Ésta lanza unas palabrotas -que prefiero no mencionar- en voz alta, se levanta del suelo y la patea.

Kakashi, ajeno al comportamiento de su jefa y, considerándolo como su actitud usual, se cansa de esperar.

-¿Me ha llamado, maestra Hokage?- suelta procurando sonar normal. El teatro que monta la vieja le importa un rábano. Lo único que quiere es cumplir la misión y seguir leyendo.

Desesperado al notar que la vieja borracha no está en condiciones de responderle, sino ocupada con encontrar una botella que contenga aún algo de alcohol, empieza a llamar a Shizune, la secretaria, a grito pelado.

Resulta ser que Shizune estaba escondida debajo de la mesa de Tsunade, escondiéndose de ella. Como solía ocuparse de que su jefa alcohólica trabajara, ésta no había aguantado más sus reprimendas y comenzaba a oponerse con violencia, por lo que había puesto a Shizune los pelos de punta. Al salir de su escondite, se asegura de que su maestra no se percate de ella, y corre hasta la puerta empujando a Kakashi hacia el pasillo y cerrando tras sí. Al lograr haber salido con vida de las garras de la Hokage, suelta un largo suspiro. Acto seguido, saca una hoja de la carpeta que mantiene en la mano, y se la enseña a Kakashi.

-¡Otra vez a hacer de guardaespaldas!- protesta éste al haber echado un vistazo al papel-¡Menudo rollo!

Al decir esto, recibe una mirada asesina de Shizune.

-¿Se puede saber de qué te quejas? ¡No me vengas ahora con el rollo de siempre, que las estoy pasando canutas!- mientras dice esto lanza miradas de pánico a la puerta del despacho- No sé cuánto tiempo más podré aguantar. ¡La semana pasada se comió a Tonton! (la mascota de Shizune (un cerdito)).

El jounin ignora los insultos de Shizune por no prestarle atención mientras sale pitando del edificio. 'Ese cerdo nunca fue útil' piensa con indiferencia. Se dirige a la salida de la aldea, que, según Shizune, es donde le espera la persona a la que debe acompañar.

-¡Heeeeey Kakashiiii!!- exclama alguien a sus espaldas.

El enmascarado se da la vuelta sin pararse y reconoce a Maito Gai. Éste lo saluda de forma que no corresponde a un hombre y le sonríe pestañeando muy seguido.

-¿Esta noche estás libree?- le pregunta.

-De ti no sé si alguna vez lo estaré- murmura Kakashi entrecerrando los ojos y volviendo su cabeza al frente, ignorándole.

-¡Eeeeeeeeh, que te he preguntado algooooo!- Gai no se da por vencido.

-¡Que te largues, maricón!- le espeta Kakashi por encima de su hombro.

Gai se lleva las manos a la cara y se le humedecen los ojos. Detrás suyo aparece un doble suyo pero más diminuto, de nombre Rock Lee.

-¡Maestro Gai-maravilloso! ¿Qué le ocurre?

Kakashi los deja atrás. Está cansado de tanta bobería alrededor suyo. Había considerado a Gai un amigo, pero desde que éste lo manoseó una vez que tuvo la ocasión, decidió ignorarlo. Y ahora Gai quiere reconciliarse con él invitándole a cenar. ¡Patético!

Mientras intenta controlar su rabia y no utilizar el chidori para acabar con la aldea entera y así con todos sus problemas, se percata de que casi ha llegado a los portones de la salida de Konoha. Pero un niño rubio y con cara de imbécil se le planta delante.

-¿Y tú qué quieres?- le grita enfadado.

-¡Kakashi-sensei! ¿Me entrena? –le suplica Naruto, que suelta eructos entre palabra y palabra, señal de que acaba zamparse una porción en el Ichiraku Ramen.

-No.

-¿Por favor?

-No. Largo.

-¿Y si le doy de comer a sus perros?

-¡¡¡He dicho que NO, maldito niñato!!!- acto seguido le mete una patada en la barriga al chico, que empieza a vomitar lo aún no digerido.

El resto del trayecto lo hace corriendo. No tiene ganas de toparse con otro idiota y retrasar la misión.