Después de un tiempo meditándolo, decidí reeditar mis historias anteriores a fin de brindar una mejor experiencia bajo la forma de una novela, todo con el fin de llegar a más personas, acaso porque en el pasado tomé la mala decisión de publicarlas por separado. Ahora presento esta historia bajo el formato correspondiente. Y antes de comenzar, quiero agradecer a Red20 o Red para los amigos, por ser el primero en apoyar esto y a Adriana-Valkyrie por darme esta idea tiempo atrás.
Si tengo la suerte de captar la atención, agradeceré cualquier crítica.
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Natu me despertó.
Sus movimientos me sobresaltaron y cuando abrí los ojos, lo encontré ahí, en su percha junto a la ventana. Su mirada imperturbable me devolvió en parte a la realidad, mucho más que la acción de examinar la oficina en la que me encontraba…sí, un lugar familiar, pero no tanto como los ojos neutros de mi querido compañero, quien apenas emitía sonido alguno, al menos en presencia de otros.
Sabiendo que no había demasiado que hacer, me acerqué a él y acaricié sus plumas mientras él parecía sonreír a pesar de su inexpresividad. Eso me agrada de él, que transmite calma en un entorno en el cual es sencillo perder los estribos…pero no me quejo, lo tengo a él y tengo un trabajo que amo a pesar de todo.
-Será un día largo, ¿no es así amigo? –Tendí mi brazo derecho y él comenzó a trepar a través de él con pequeños saltos hasta posarse en mi hombro –por la hora que es, creo que…
Faltaban dos minutos para que el reloj marcara las dos de la tarde cuando la puerta se abrió de golpe y la cabeza de mi secretaria se asomó con esa mirada profesional de aquellos que se lo toman todo demasiado en serio. Qué puedo decir, no me agrada mucho esa actitud y por eso mismo la contraté, porque sabía que si yo mismo no era capaz de tomarme en serio mi propio trabajo, necesitaba a alguien que compensara mi propio defecto. En ese sentido, ella es la ideal para el puesto.
-Dime Helena.
-Llegó un paciente…sé que tenía hora para las cuatro, pero como no hay nadie…
-Si es así, dile que pase.
¿Qué sacaba? Ella manejaba mi agenda, ella sabía si valía la pena o no. Si había preguntado, significaba que en su opinión, sí valía la pena atenderla y bueno, no estoy con ánimos de discutir…en realidad, nunca tengo ánimos para discutir, pero esas son otras historias que no vienen al caso. Decidí desviar mi atención a la espera del paciente mientras hacía memoria, luchando por dar con la condenada libreta de apuntes…por qué siempre he de dejarla lejos, qué tontería…
El portazo me alejó de mi mundo, obligándome a enfocar la mirada en quien sería el nuevo caso a tratar.
Reconozco que me sorprendí mucho al verla.
Hacía muchos años que había abandonado las batallas por los estudios, suponían una mayor satisfacción. Claro que no por eso había abandonado a mis amigos, aunque Natu era el único que me acompañaba al trabajo, acaso porque en un entorno así se encontraba muy feliz. Sin embargo, a pesar del retiro, todavía existía cierto contacto con esa parte casi olvidada de mí, lo que me revivía los recuerdos inmediatos mientras me preguntaba qué demonios hacía una líder de gimnasio en mi consulta.
Más insólito que fuera ella la que estuviera frente a mí.
-Buenas tardes –saludó ella, dubitativa mientras yo intentaba reponerme. Si hasta en tono parecía que todo era una broma.
-Buenas tardes…por favor tome asiento –luchando por controlar mi tono asombrado, le acerqué la silla y empecé a buscar su expediente en mi escritorio, el que seguramente Helena había dejado hacía ya unas horas. Al encontrarlo, lo acerqué a mis ojos, al tiempo que sentía que Natu, sobre mi hombro, intentaba leer las mismas líneas –así que… ¿Misty Waterflower de Ciudad Celeste?
-Así es.
-Disculpe la pregunta, pero ¿no es usted la…?
-La líder del gimnasio de Ciudad Celeste, sí –esbozó una sonrisa irónica que no ocultaba cierta tristeza –hasta un psicólogo lo sabe…
-No siempre lo fui, como puede ver –señalé a mi compañero en mi hombro mientras la examinaba con rapidez, a fin de hacerme una idea rápida de su persona.
Primer detalle, el cabello anaranjado y la peculiar forma de tomarlo. Sin duda sería cómodo, pero también hablaba de una persona que no se preocupaba demasiado de la apariencia en pos de sus responsabilidades, lo cual se ajustaba a las características usuales de un líder…bueno, de algunos líderes, siendo ella un caso. La ropa parecía deportiva, partiendo por los shorts, las zapatillas, la camiseta…sí, como para correr un largo trecho, aunque eso no significa necesariamente que haya llegado corriendo hasta aquí. Y el detalle más interesante, la presencia de un Azurill dormido entre sus brazos…un desbocado instinto maternal que necesitaba ser saciado con urgencia, siendo ese pequeño una prueba de ello…no había empezado la sesión y ya sacaba conclusiones… ¿No podía ir con calma por una vez en la vida?
-No negaré que me sorprende su visita –comenté mientras abría la libreta y anotaba su nombre en el encabezado –una personalidad como usted…como para un psicólogo la reconociera –demasiado sarcasmo, pues ella no tardó en fruncir el ceño…vaya, evidente malhumor –pero me sorprende más que viniera de lejos…Ciudad Celeste no queda a la vuelta de la esquina…
-No hay demasiados psicólogos, por no decir ninguno en mi ciudad –reconoció ella con cierta molestia –y su nombre era el que más salía flote cuando de recomendaciones se trataba.
-¿Y quién le recomendó mi nombre? –Curiosidad y vanidad a la par, porque mi nombre no podía surgir de la nada o por absurda epifanía, como luz en sueños.
-En un hospital…no se me ocurrió preguntar en otro sitio.
Buena elección. No es tu nombre aparezca en cualquier guía telefónica y menos en la red, así que no quedaba otra. Ella había acudido, pagaría y qué más daba. Ahí estaba ella con el pequeño entre los brazos, el ceño fruncido y mirando hacia otra parte, como si le avergonzara el haber recurrido a mí, sin duda el último recurso…y bueno, ya viniste aquí, no te quejes y si pones de tu parte, estoy seguro de que terminaremos rápido.
-Muy bien, ahora le pediré que se recueste en el diván y se relaje –ella me miró dubitativa, lo cual representaba la primera dificultad –descuide, forma parte del procedimiento, así que por favor…
De mala gana se levantó y se recostó mientras yo acercaba una silla más cómoda y me ubicaba al lado de su cabeza, siempre mirando las notas mientras daba por hecho que ella miraba el techo o a otra dirección, evidentemente. Tal vez el sonido de mi lápiz no la tranquilizara…ja, pues que agradeciera que no usaba una máquina de escribir.
-Todos tenemos razones para estar aquí, pero eso se verá más adelante –me acomodé los lentes y pedí –hábleme de usted…de sus comienzos…no sé, puede empezar por donde usted quiera.
-¿Puedo empezar por mi familia?
-Si a usted le parece lo mejor…
-Bueno…soy la menor de cuatro hermanas, lo cual no representó un buen comienzo, ¿sabe? A decir verdad, siempre sentí que me miraban en menos, como cuando no me dejaban jugar con ellas…siempre quise jugar con muñecas, sé que es estúpido, ni lo diga, pero lo quería por aquel entonces…
-No es estúpido, es un deseo de niñez comprensible –anoté "Poca atención". A tener en cuenta –continúe.
-Verá…siempre quise ser la mejor entrenadora de Pokémon agua…al menos eso quería en cuanto empecé a los diez años…aunque no sé si lo hacía porque realmente lo quería o porque deseaba por sobre cualquier otra cosa el demostrarle a mis hermanas que podía hacer cualquier cosa, partiendo por ser mejor que ellas –dejó escapar una risita irónica para luego tomar aire –quiero decir…me miraban en menos por ser la menor…
-¿Y cómo es su relación con ellas en la actualidad? –Una evidente furia contenida canalizada en un sueño que bien no podía ser propio…interesante…sueños fruto de la amargura.
-No las veo nunca desde que se marcharon –golpe sorpresivo, distancia añadida. Qué barbaridad, como si la infancia no fuera suficiente, ahora desaparecían –bueno, hablo con ellas de vez en cuando, pero…
-Pero de ahí a compartir el mismo techo…
-Ah, de eso hace mucho que ya no –no sabía si lo decía con satisfacción o tristeza, porque el tono de voz podía ocultar mucho, así que me limité a dejar el lápiz quieto.
-Bueno, comprendo –ella permaneció en silencio, como si esperara algo de mi parte… ¿Algo como qué? En fin –pues…la verdad si el problema son sus hermanas, es comprensible, no me extrañaría que…
-No doctor, ellas no son el problema…
-Tal vez una parte, dejémoslo en eso –porque la personalidad se resiente, lo quieras o no, pero eso no tenía por qué saberlo –imagino que existen más relaciones además de sus hermanas…bueno, supongo que con sus Pokémon se lleva bien, por algo tiene su reputación, pero hábleme de relaciones fuera de ese círculo.
-¿Se refiere a amigos? –Muy complejo de mi parte, pero a eso quería llegar –Bueno…sí, tengo amigos, ¿qué esperaba? –Su tono molesto me dio a entender que su carácter era peor de lo que imaginaba.
-Yo no espero nada, señorita Waterflower, así que continúe por favor.
-Bueno…sí, sí tengo amigos si le interesa…
-La verdad sí me interesa, pero necesito encontrar puntos en particular –la presencia de amigos sí era importante, pero tenía que haber sobre lo cual pudiera trabajar –quiero decir…me ha hablado de usted, pero creo que cometimos un error…dígame, ¿qué la trae por aquí?
-¿A mí? Bueno… -se quedó callada un largo rato y de reojo me pareció captar un sonrojo, como si el tocar ese tema en particular la incomodara.
-Por favor, no me va a decir que me vino a hacer una visita de cortesía –tanto silencio comenzaba a exasperarme, lo cual notó Natu, quien se removió incómodo –es evidente que vino porque yo era la última alternativa, nadie conoce mi nombre y usted se tomó la molestia de buscar uno en particular sobre una especialidad poco solicitada –golpeé el lápiz contra la libreta con tal de llamar su atención –teniendo amigos, decide pagar a un psicólogo, así que esto tiene que ver con ellos, ¿no es así? –Ella bajó la cabeza, lo que me impidió captar su expresión…muy bien, nos acercamos al origen peligrosamente –Si es así, entonces no son sus amigos tanto…
-¡Sí lo son! –Vaya, afloraba de golpe ese carácter irascible que ya sabía que tenía, lo cual significaba que sí me acercaba peligrosamente. Sus ojos verdes se habían oscurecido y por un segundo, su expresión me hizo temer por mi seguridad, pero la presencia de Azurill me mantenía a salvo –Y ellos…ellos no tienen nada que ver…
-Oh por favor, entonces hable con ellos, de seguro la conocen lo suficiente como para manejar esto mejor que yo…
-Es que…usted no entiende… -nuevo cambio de humor…de acuerdo, comienzo a asustarme, así que es mejor avanzar.
-Mire, si no me explica lo que pasa…
-Tiene que ver…con que no me hace feliz lo que hago…al menos al nivel que esperaba…
Muy bien, ya tenía un progreso…no, más que un progreso, tenía el problema. ¿Una líder como ella que no se sentía feliz con lo que hacía? Vaya, eso era nuevo. Después de todo, por algo son líderes, porque les gusta el combate, estar en lo alto…y si alguien tenía la reputación de estar en lo alto era ella. Con esa medalla inalcanzable para tantos… ¿Para tantos? ¡Casi nadie la tenía desde que ella era la líder! Sabía de entrenadores que se veían obligados a buscar otra medalla porque esa parecía una quimera…cualquiera en su lugar tendría el orgullo por las nubes, la meta de cualquiera con su rango… ¿Y no se sentía feliz? Esto comenzaba a interesarme sobremanera.
-Entiendo –apunté "Insatisfacción" como destacado –bien… ¿Desde cuándo comenzó a sentir esto?
-Desde que me encontré sola en el gimnasio –alcé las cejas. Bueno, sus hermanas habían estado ahí, pero parecía más sola con ellas en la infancia –quiero decir…logré sacarlo a flote, logré que su nombre fuera reconocido…logré que me reconocieran como una gran entrenadora, pero…
-Dígame algo… anteriormente mencionó que el sueño suyo nacía para demostrarle a sus hermanas que era la mejor –ella asintió –ahora responda, ¿sintió en algún momento esa meta como sueño o más bien como una cuenta pendiente con la vida? –Volvió a bajar la cabeza y apretó de manera inconsciente al pequeño dormido entre sus brazos. Esta vez, su silencio era una buena respuesta –Tal vez, querida Misty, ése nunca fue su sueño del todo…acaso porque no nacía de una aspiración personal sino de un rencor…del deseo de desviar la atención de figuras inalcanzables…
-No…de verdad quería ser la mejor entrenadora…
-Pero el ser la mejor no implica que tuviera que ser la líder, una cosa no significa asumir la otra, ¿no cree? –Permaneció con la boca ligeramente abierta mientras miraba en dirección a la puerta –Me dijo que usted comenzó a viajar a los diez años…deduzco que el fin de su viaje fue el convertirse en líder, ¿no es así?
-Me llamaron cuando me encontraba viajando, sí –volvía a sonreír… ¿Nostalgia o tristeza? ¿Alegría lejana? Tal vez las tres cosas –y por un momento…bueno, sentí tantas cosas a la vez porque había cumplido ese sueño…o saldado la deuda, diría usted…sentí tristeza porque se acababa esa etapa…sentí tanta rabia…
-¿Rabia? –Podía entender la tristeza y la alegría, pero la rabia no parecía ajustarse a los acontecimientos –Me interesa saber…
-Me llamaron por una razón estúpida, ¿sabe? Pero razón al fin y al cabo…y sí, sentí rabia en primer momento porque creía que él se alegraba de no volver a verme…
-¿Él? –Noté que mi pregunta la incomodaba, de manera que lo mejor era salvar la situación lo antes posible –Si prefiere no decirlo…o no usar nombres…
-No le hablé de él, ¿verdad? Fue el primer amigo de mi viaje –ya hablamos de "Nostalgia" clara –compartí con él… ¿Cuánto tiempo? ¿Un par de años quizás? Ni yo misma lo recuerdo, pero él fue mi único compañero fijo, porque si bien viajaba alguien más con nosotros, después nos separamos de él, se nos unió otro amigo que nos dejó también…
-Parece ser que desde el principio existió simpatía…
-¿Bromea? Destruyó mi bicicleta, en principio lo seguía para asegurarme de que me la devolviera de alguna forma –de acuerdo, esa muchacha me daba sorpresas cuando menos me lo esperaba. Contaba con todo menos con eso –la cual me devolvió recién cuando tenía que volver a casa…
-Espere… ¿Me está diciendo que viajó con él todo ese tiempo esperando que le devolviera algo, cosa que recién hizo al final?
-Bueno…en principio sí era por la bicicleta, ¿sabe?
-Después surgió esa amistad y la deuda pasó a segundo plano –inicio fuera de lo común que la llevó a eso…bueno, comprensible dentro de todo –y surgió entre ambos un lazo muy fuerte…
-Bueno…pareciera que usted magnifica las cosas…
-¿Magnificar? ¿Con dos años de viaje, acaso más? Mi amiga, si le molestó tanto en principio el creer que a él no le importaba el tiempo compartido, significa que llegó a importarle su opinión más de lo que usted cree… -mis propias palabras me guiaron y me molestaron a la vez…porque era tan obvio lo que sucedía que no notarlo antes me hacía quedar como un idiota –por eso dígame, ¿desde cuándo usted está enamorada de este joven?
-¿Qué? –Que me hablara con ese desconcierto me molestó más.
-Amiga, por favor, seguramente usted aceptó esos sentimientos como amor desde hace mucho, ¿no es así? Pero lo que usted quiere saber es por qué no se siente feliz…
-Es porque no me le he declarado, ¿no es así?
-La verdad es que no es feliz porque desde el principio ha enfocado sus metas de manera incorrecta –ella dejó la posición del diván y me miró con el ceño fruncido –para qué me mira así si se lo dije anteriormente…bueno, no empleé los términos adecuados, pero no es lo mismo soñar que vivir luchando con una espina clavada en el pie porque después de arrancársela, es necesario seguir adelante.
-¿Insinúa que me he quedado estancada toda la vida? –Nuevo arranque de furia que debía apaciguar.
-O no ha aprendido a aceptar lo que usted realmente quiere –como gesto amistoso, no me quedó otra opción que colocar una mano sobre su hombro y sonreír –porque usted partió con una idea fija que se fue diluyendo con el tiempo…y aprendió a ver el mundo de otra forma hasta que ese deseo de antaño volvió a usted cuando creía ser feliz…y lo cierto es que me extrañaría mucho que usted estuviera satisfecha con su vida si nunca fue un anhelo propio, más bien el mecanismo de defensa nacido de una infancia…deficiente –ella me miraba sin responder, lo que me obligó a rellenar el silencio –Misty…ya es la mejor entrenadora de Pokémon de agua que pueda existir desde hace mucho…si no es feliz es porque hay algo pendiente, un sueño de verdad, algo mucho más grande que cualquier deuda y usted todavía es muy joven…así que dígame, ¿qué sueña con alcanzar ahora mismo?
-¿Alcanzar? Pues…yo… -comenzó a pensar en la respuesta y a medida que lo hacía, un intenso sonrojo comenzó a colorear sus mejillas mientras bajaba la mirada. Con eso tenía suficiente -¿Se lo tengo que decir? Es que…creo saberlo, pero…
-No creo que haga falta, me ha quedado claro –me levanté del asiento y miré el reloj –qué barbaridad, ya pasamos de la hora…señorita, ¿tiene algo más que me quiera contar? ¿O prefiere dejarlo para otra sesión?
-Si existe la posibilidad de otra sesión…
-Perfecto, puede arreglarlo con mi secretaria.
-Doctor, muchas gracias por todo –me tendió una mano, la cual no tardé en estrechar –gracias por su tiempo y…por aclararme las ideas.
-Para eso me pagan, ¿no? –Ella dejó escapar una carcajada al tiempo que se perdía tras la puerta y a mí me permitía volver a mi asiento, acariciando a mi amigo sobre mi hombro. Esa chica me había dejado exhausto como no creí posible –menos mal que acabó.
Dejé pasar el tiempo mientras me dedicaba a mirar el reloj sobre la pared. Esa muchacha…quién iba a pensar que aparecería en mi consulta con esos problemas…tan complejo y tan sencillo a la vez…me parecía increíble, casi una sesión absurda y lo sabía en cuanto tomé la ficha y caminé hacia Helena, quien se distraía mirando una revista sobre historia…qué aburrimiento…pero no tardó en guardarla en cuanto me vio en el umbral.
-Hazme el favor de guardar la ficha, ¿quieres?
-De inmediato –la tomó y al abrirla, noté que sus ojos adquirían cierto asombro –pero doctor…aquí no hay nada.
-No será necesario –argumenté encogiéndome de hombros –la verdad es que no creo que la volvamos a ver por aquí.
