Buenas tardes a todos! Antes que nada, quiero decir que este fanfic pertenece originalmente a What'sAnAngelWithoutHisGrace, y el único motivo por el cual he subido este fanfic es para que todas aquellas personas que no sepan inglés o no les apetezca leer inglés (que todos preferimos una traducción, admitamoslo) puedan disfrutar de lo que para mi es un casi-libro que llevaré siempre en el corazón.

Sobra decir que la serie original pertenece a Akira Amano y que esto está traducido sin ánimos de lucro. Intentaré actualizar, como máximo, semanalmente. Los 50 primeros capítulos serán traducidos por B-Ookami, aunque a partir de ahí seré yo quién los traduzca. Las otras 3 secuelas equivalentes a este fandic estarán en su cuenta. Acabo ya el discurso:

Corto y cierro! :3


Un Fon de cuatro años se estaba cepillando los dientes cuando oyó de repente gritos procedentes de la habitación contigua a la suya. Suspiró, sabiendo que eso era lo normal en la casa.

"¡No quiero lavarme los dientes!" gritó un Colonello de tres años, huyendo de su madre.

Fon puso su cepillo de dientes boca abajo y fue a calmar al otro.

"Colonnello, te vas a cepillar los dientes te guste o no. ¡Es lo que los buenos niños hacen!" Gritó su madre, abalanzándose sobre su hijo con un cepillo de dientes en la mano.

"¡No quiero ser un buen chico!" gritó alejándose de los brazos de su madre y saliendo por la puerta, lo que empujó lejos a Fon.

"Colonnello, si no te cepillas los dientes te obligaré a hacer mi entrenamiento de meditación durante dos semanas." dijo en voz suave, asustando al de tres años de edad, sujetándolo aún con calma. Cada vez que utilizaba dicha voz, Colonnello sabía que iba en serio con sus amenazas y que realmente seguiría adelante con la tortura.

Colonnello miró a Fon, y asintió. Quitándole el cepillo de dientes a su madre, el rubio se acercó en silencio al baño para lavarse los dientes.

Fon lo observaba desde la puerta, asegurándose de que estaba haciendo lo que se suponía que tenía que hacer, en lugar de fingir como hacía a menudo, cuando su madre no estaba mirando.

"Ahora vete a vestirte. Hoy es nuestro primer día de infantil."*

Reborn sonrió; se preguntaba cuánto tiempo tardarían en darse cuenta de que se había escondido tras la lámpara del cuarto de Colonnello.

Les tomó unos diez minutos hasta que Fon se dio cuenta.

"Reborn, ¿por qué te escondes detrás de la lámpara" Preguntó.

Colonnello gritó y se escondió detrás de Fon.

"¿Cómo te metiste en mi habitación?"

"Dejaste la ventana abierta, así que entré" Dijo simplemente, sentándose al lado de los dos.

"¡Pero no irrumpas en las habitaciones de otras personas!" Le gritaron Fon y Colonnello.

"¡Podrías ser arrestado por eso, Reborn!" Le regañó Fon.

Reborn negó con la mano. "Los Hitman nunca se dejan atrapar, Fon." Dijo como si supiera todo lo que hay que saber para ser un asesino a sueldo.

"¡Vamos muchachos! ¡No querais llegar tarde su primer día!" Dijo la madre de Colonnello, sin asustarse por que Reborn estuviese en la habitación de su hijo... otra vez...

...

Lal Mirch se cepilló el pelo en silencio mientras su madre intentaba despertar a su hermano mayor, Calder, que empezaba el primer grado hoy, mientras ella estaba entrando en infantil.

Sus padres no tenían que decirle que hacer. Se despertaba temprano todas las mañanas, se cepillaba los dientes, se vestía, se cepillaba el pelo, y esperaba pacientemente para el desayuno. Hay que decir que Lal era una niña muy obediente.

"¿Tengo que llevar esto, mamá? No me gusta usar vestidos..." se quejó cuando su madre la obligó a ponerse un vestido de encaje blanco. Bueno, ella era obediente, a menos que su madre la obligara a ponerse un vestido.

"Sí Lal, tienes que llevarlo sólo por hoy, y después podrás ponerte lo que quieras el resto del curso." Dijo su madre, poniendo un lazo blanco a juego con el vestido en el pelo de Lal.

Lal suspiró, pero pensó que era mejor que tener que usar un vestido todos los días y hacer que los otros niños pensasen que era, como ella decía, femenina.

"Sí mamá..."

Era la hora del almuerzo y los nuevos estudiantes se encontraban en el recreo bajo el sol.

Reborn, Fon y Colonnello yacían en la hierba mirando al sol, como los idiotas que eran.

"Esto es muy malo para los ojos... deberíamos parar... pero es que es tan divertido..." Dijo Fon mientras miraba, sin parpadear, al sol.

Los otros dos asintieron con la cabeza y siguieron mirando a la estrella ardiente.

Se oyó un grito procedente de la caja de arena y, sintiéndose heroicos, los chicos corrieron a ver que estaba pasando. Llevaron sus cajas de zumo con ellos porque sabían que mirar al sol durante diez minutos les dejaría sedientos.

Un niño de unos cuatro años y pelo castaño yacía en la caja de arena, con una chica con el pelo corto de color azul y los ojos rosados/rojos de pie sobre él con un aura mortal a su alrededor.

"¿Qué te pasa?" preguntó Reborn a la chica del vestido blanco. Los tres estaban de pie a unos metros de distancia, mientras miraban con ojos muy abiertos a la chica que bailaba alegremente en torno a los chicos tirados por la caja.

"Me llamó remilgada. Tuve que ajustar cuentas o se le metería en la cabeza que soy femenina por el resto de su patética vida... ahora estoy aburrida." Contestó, simplemente, saltando sobre las cabezas de los chicos mientras se acercaba a ellos. "¿Alguno de vosotros, idiotas, quiere pelear conmigo? Me mantendreis ocupada durante un tiempo, y parecéis unas buenas víctimas."

Colonnello miró a la muchacha con sus ojos azules. "¡Wow, es un bombón!" Dijo a sus dos amigos antes de que esta les alcanzase.

"¿Qué significa eso?" Preguntó Fon.

Colonnello se encogió de hombros. "No lo sé, se lo oí a mi padre."

Lal los alcanzó y mantuvo una mirada en blanco. "Tú, quiero pelear contigo. Eso solo si, idiotas, saben cómo pelear." Señaló a Colonnello para aclarar que era contra él con quien quería pelear.

"Por supuesto que sé cómo luchar, ¡niña estúpida!" dijo con la cara roja.

"Entonces lucha contra mí, cobarde, que no tenemos todo el día, ¿sabes?." Respondió mientras se movía con rapidez y le daba un puñetazo en el estómago.

El acto repentino pilló a Colonnello con la guardia baja, y se las arregló para defenderse hasta que él también terminó con la cara aplastada contra el arenero.

"Estás muerto. Si te levantas me obligarás a matarte de nuevo." Le dijo Lal suavemente, en cuclillas y le dio a Colonnello una palmadita en la cabeza.

"Hey, vosotros dos, ¿quién quiere morir?" Preguntó.

Fon se adelantó. "Pelearé contigo." Dijo con una sonrisa en su rostro.

Lal sonrió. "Espero que sepas hacerlo mejor que el chico rubio de aquí. Fue tan aburrido que hasta mi gato lo hubiese podido tumbar."

"Estoy seguro de que seré una víctima más… entretenida... ¿cuál es tu nombre? Creo que no nos lo dijste." Dijo Fon.

"Mi nombre es Lal Mirch; recuérdenlo porque seré la encargada de hacer de su vida un infierno." dijo con gran orgullo tan pronto como comenzó a luchar con el chico chino.

"Mi nombre es Fon." Le dijo Fon, esquivando rápidamente una de las patadas de Lal.

"¿Y cuál es su nombre? El de ricitos de oro, digo " Preguntó Lal, mientras volcaba con éxito a Fon en la caja de arena junto a Colonnello.

"Su nombre es Colonnello, mi nombre es Reborn; y no me derrotarás, Lal Mirch."

Reborn sonrió, corriendo en dirección a Lal y tratando de darle una patada. Terminó como Fon y Colonnello...

"Sois aburridos... Voy a tomar esto, tengo sed." Lal se agachó y recogió los olvidados zumos.

Los tres chicos se sentaron y se miraron. A la cuenta de tres iban a atacar.

"Uno... dos... tres...¡ya!" Dijo Renacido.

"Espera, ¿es uno, dos, tres, ¡ya! O uno, dos, tres, y luego ¡ya!?" Preguntó Colonnello, parando los otros rápidamente.

"¡No vamos a hablar sobre esto de nuevo! Es un simple un, dos, tres, ¡acción!" Gritó Reborn.

Lal se volvió y miró a los tres chicos que había 'matado'. Reborn y Colonnello estaban en una discusión y Fon fue simplemente estaba parado mirándolos con una sonrisa tranquila. Quería decirles que eran estúpidos, pero sería molesto, por lo que volvió a matarlos y se alejó bebiéndose el zumo de Colonnello.

"Me voy a casar con ella algún día." Dijo Colonnello con una sonrisa soñadora mientras Fon y Reborn se retorcían de dolor.

"La chica es espartana." Comentó Reborn entre dientes.

Cuando el almuerzo/recreo había terminado, ¡los chicos se dieron cuenta de que Lal Mirch estaba en su clase! No se habían dado cuenta, hasta se sentó al lado de Reborn.

La hora de la siesta era la siguiente en la agenda y otra vez se encontraron a Lal, que en vez de ir a dormir como una buena niña estaba coloreando un dibujo de lo que parecía Esparta.

"¿Qué haces señorita?" Preguntó Colonnello, arrastrándose hasta la chica.

"Estoy coloreando, ¿qué crees que estoy haciendo?" Preguntó Lal, sin levantar la vista de su dibujo.

"¿Qué estás dibujando?" Preguntó Renacido.

"¡Esparta!" Dijo Lal alegremente, realmente quería ir allí algún día, cuando fuera mayor.

Fon se rió entre dientes. "Parece realmente Esparta." Dijo.

Lal asintió. "Sí, papá dice que me va a entrenar como a los espartanos, ¡así que mejor que me acostumbre a ellos~!"

Los tres la miraron en estado de shock, eso explicaba mucho…

"Así que, chicos, ¿cómo fue vuestro primer día de clases?" Preguntó la madre de Colonnello cuando fue a recogerles a la escuela.

"¡Nos dieron una paliza!" Espetó Colonnello.

"Una chic-" Reborn tapó con la mano la boca de Fon.

"¡Un niño de primero apellidado Mirch nos dio una paliza!" dijo Reborn, estaba bastante seguro de que Lal era hija única.

Tan pronto como terminó, la madre de Colonnello llamó a la escuela y el hermano mayor de Lal se metió en problemas. Una vez que la madre de Lal se enteró invitó a todos a cenar. Hay que decir que los cuatro se hicieron inseparables en aquella cena.


Para los que hayan venido atraídos por el Re-editado, sí, me equivoqué de cap. Lo tenía desde hace mucho como copia-pega del traductor y decidí subirlo, y me equivoqué de cap, de ahí que la primera versión fuera horrible (tenía prisa y no lo mire) Soy torpe y tonta, lo sé c:

*No sé cómo lo llamarán siquiera en el sur de España, pero por aquí (N) lo llamamos infantil, preescolar para que me entiendan. Por si acaso, no sé.