Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de la Grandiosa Rumiko Takahashi.

Advertencia: Muerte de un personaje

Summary: Ella solo deseaba permanecer junto a él sin importar el precio…

Deseo Perverso

Capítulo I

Abrió los ojos y dos soles le iluminaron con frialdad, su pequeño corazón vibró y lo supo desde el fondo de su alma…. Lo que más deseaba era estar junto a él por siempre.

Los días, las semanas y los meses pasaron y ella en su pequeño mundo era feliz, feliz porque estaba junto a él y era lo único importante en su vida.

Para todos, ella era como un girasol, una flor de luz.

La pequeña Rin sonreía cuando los otros la veían con dulzura, ella amaba las flores pero no por sus variados colores, que representan las cosas buenas, ella las amaba porque eran parecidas, hermosas, nuevas cada día, pero efímeras, frágiles y mortales, ella era tan cruel como ellas, porque algún día se marchitaría, desaparecería y haría infeliz a alguien, porque ese ser siempre la recordaría y en ella en su alma sabía que esa era su felicidad… ser siempre amada.

Sesshomaru, en el fondo de su ser sabia que detrás de aquellos ojos marrones y la sonrisa de melocotón que su pequeña humana tenia, ella era egoísta y cruel porque sus deseos lo único que buscaban era su propia felicidad, privando a otros de libertad, pero a él no le importaba porque ya era tarde para escapar, aquella chiquilla se había metido debajo de su piel.

Pero no todo lo que se desea puede ser realidad, y los deseos de otros destruyen los nuestros, eso lo supo la pequeña Rin, cuando su amado señor la dejo en aquella aldea, rodeada de lo que ella más temía, con el rostro bañado en lágrimas y la promesa de volver. Una sombra nació en su corazón, ella quería estar por siempre con él, y si tenía que encadenarlo para lograrlo lo haría, porque él era su deseo y ella jamás renunciaría a dejarle ir, pero se vio las manos, pequeñas y débiles ¿Cómo lo lograría?- se pregunto, pero ni su corazón y su alma respondieron a su suplicio.

Las lunas cruzaron el firmamento muchas veces antes de que apareciera la oportunidad de hacer eterno su deseo. Aquel deseo que nació desde el día que le vio en el bosque, era su ángel, la felicidad que había perdido aquella oscura noche entre las rojizas llamas y las risas grotescas de aquellas bestias llamadas humanos, pero obtener los deseos siempre tiene un precio a veces tan alto que la propia vida no puede pagar y se necesita de otra para saldarlas, pero cuando se anhela tanto cualquier obstáculos debe ser derribado para obtenerle.

Lo único que la pequeña Rin no sabía, era que su señor también deseaba lo mismo, y de maneras diferentes buscaba cumplirlo, pero requería tiempo, tiempo que la pequeña no deseaba esperar, porque el quería ser el mundo de Rin, lo único para ella, el que le daría la felicidad absoluta, ambos eran tan egoístas.

Es que ambos tenían un oscuro sueño, ella…. Atarle para que solo fuese suyo y jamás le abandonará… y él….Encerrarle, hacerla suya quitándole incluso el derecho de morir, para siempre estar unidos, pero a la pequeña Rin las estrellas no le concederían tan profundo deseo, ni las buenas intenciones de sus conocidos tampoco.

- Pero un ser oscuro sí – Aquella idea le nació turbia en la mente, una risilla tonta nació en sus labios, aquello jamás podría ser, no era nada y no tenia nada que ofrecer, su deseo jamás se haría realidad, existir era lo único que le quedaba, morir ya no era opción puesto que su vida era de su Señor.