Disclaimer: El Potterverso es propiedad de Rowling. Escribo sin fines de lucro.

Este fic participa del Reto Extra "El Incesto Mola" del foro "Hijos de la guerra".

Pareja: Bill & Louis Weasley.


MI RUBIO

Por Azulz Friki


Bill tenía algo por la gente (de ambos géneros) de pelo rubio. Por algo le llamó la atención desde el principio Fleur; cosa que luego se transformó en amor.

El mayor de los hermanos Weasley tampoco veía problemas con el incesto; es más, le gustaba. Había tenido sexo con su hermano menor, Charlie, así que que se le iba a hacer. Le encantaba esa sensación de peligro y de "nos van a descubrir". Era fascinante.

Su primera hija, Victoire, era idéntica a su madre cuando pequeña —según las fotos que Fleur le pasaba—, solo que con el pelo rojizo. Y Dominique, el primer hijo, tenía el pelo también rojo como una zanahoria, al igual que el resto de los Weasley. No sabía porque, pero se empeñó en tener otro hijo con su esposa.

Y ahí salió Louis. Un chico adorable, débil, amable, tranquilo y paciente… y rubio. Al principio no tuvo esos pensamientos, claro.

Pero cuando el menor de sus niños pasó por la pubertad y llegó a los diecisiete años, fue imposible mirarlo con otros ojos. Louis siempre tenía una sonrisa tierna, sus ojos siempre aparentaban inocencia, su piel era blancuzca y suave, sus suspiros siempre parecían llenos de amor…

Un día Bill no pudo aguantarlo. Quizás era años mayor que su hijo, pero era demasiado tierno. Demasiado pasivo.

Todo podría haber ido bien, o todo podría haber ido mal. Y fue bien. Más que bien, en realidad.

Pero, cuando "terminaron" de tener sexo como de costumbre, Louis susurró algo que hizo que se apoderase del corazón de su padre:

—Pa… no me importa si soy tu putita o qué. No me importa si sientes en verdad algo por mí o que —murmuró, con voz suave, totalmente sonrojado—. Yo… solo quiero que sigamos teniendo sexo. Que me folles. Que me domines. Que me hagas tuyo. Que cuando haga algo incorrecto, me azotes en el culo por lo malo que he sido. Que me digas puta al oído. Que nunca tengas sexo conmigo de forma romántica. Que disfrutes con mi dolor, que yo grite por lo mal y bien que me haces pasar a la vez. Que nunca te detengas a preguntarme si estoy bien y que solo disfrutes. Que me folles lento para escuchar mis súplicas para que te apresures. —Las palabras que susurraba el adulto joven estaban cargadas de lascividad (una lascividad que encendía de forma loca al mayor), pero su voz seguía teniendo un tono inocente e infantil.

—Shh —lo calló Bill y se acercó a él, besándolo suavemente—. Te amo, mi rubio. Pero… no sé demostrarlo de otra forma, ¿sabes? No sé nada más que follar. Ahora… —continuó, y sonrió con vaguedad. Se levantó de la cama y su hijo hizo lo mismo—. Hazme un favor. Y yo haré caso a tus… peticiones.

— ¿C-Cuál?

—Agáchate —dijo, y todo quedó explicado para Louis, que le hizo caso y se puso de rodillas.

Pronto el paraíso quedo a mano de ambos, padre e hijo.