Bienvenidos a Antología Futurista. Será una colección de oneshots de mis fics futuristas, basados en el epílogo. He escrito varios fics de mis niños a lo largo de los años y es hora de empezar a publicarlos. Esta primera entrega es un fic de este 2015.
¡Hola!
Este es un reto que me pidió SkuAg hace mucho tiempo. Decidí publicarlo hoy como parte de su regalo de cumpleaños. Es un fic de la hija de Sora y Matt X hijo Mimi Tachikawa. Es un oneshot futurista semi-AU. Los personajes que salen son Mayumi Ishida y Ben Tachikawa, los cuales existen en mi universo de fics desde el 2001; nunca los he emparejado, por eso es una especie de semi universo alterno. En la parte final pondré una mini biografía de los personajes, por si no los conocen, no hay mucho qué decir, salvo que el hijo de Mimi se cree un principito y tiene mal carácter. La hija del Sorato es una chica sarcástica e independiente.
¡Feliz cumpleaños, SkuAg!, espero que la pases genial.
1. Esos columpios
Por CieloCriss
Aunque era un príncipe azul, Benjamín Tachikawa acababa de tener la peor cita de su vida. La presión social había sido demasiada en esa ocasión, por lo que había terminado huyendo antes de que la cita finalizara.
Estaba embarrado de lodo porque se había caído a un charco, también se le había quemado un mechón de cabello durante la cena. Su expresión, ahora mismo, era la fusión de ira con desasosiego.
Ya no había forma de ocultar su miseria: él, el gran Ben, principito encantador de la reina Mimi Tachikawa y galán irresistible, había sido derrotado en el odioso ámbito amoroso.
¡Y todo por culpa de una princesa que no era rosa, sino darketa!
El chico de 17 años arrastró los pies como un perdedor por el parque y estuvo a punto de tropezar, lo que le sacó otro quejido. Alzó la cabeza y vio que frente a él se hallaban unos imponentes columpios… Eran esos columpios.
—¡Mierda! —exclamó al verlos.
Por el fracaso de su cita había salido huyendo y se había echado a correr por el vecindario, hasta adentrarse en el parque, en la zona de columpios, como si su vida siguiera con sarcasmo al inexorable destino.
Es que esos columpios estaban ligados con la fatalidad que vivía en esos momentos. Ahí había empezado todo, en ese parque tan ordinario que estaba cerca del hogar de los Ishida.
Eran esos columpios de fierro grueso y desgastado los que formaban parte de su primer recuerdo de ella, de la princesa darketa, quien -por irónico que fuera- tenía la piel clara, los ojos azules y el cabello dorado.
Esos columpios…
—¡Joder, odio mi vida! —vociferó Ben, sentándose en el columpio casi por gravedad.
Recordó lo bien que se sentía mecerse ahí, con el viento en la cara y el vértigo en el corazón. El amor era parecido. Te pegaba de golpe, cual ráfaga, y provocaba descompostura; pero no se sentía tan bien como pasearse en los columpios.
Tras sentarse y sujetarse de las cadenas, trató de balancearse, no obstante, con disgusto se dio cuenta de que sus piernas eran tan largas que tenía que doblarlas para poder tomar vuelo.
El columpio crujía y ya no estaba pintado de lila, sino que la pintura estaba descarapelada, Para el colmo, su trasero no se sentía cómodo aposentado en ese trozo de metal oxidado.
Definitivamente, jugar al columpio, estaba sobrevalorado en sus recuerdos de la infancia.
—El amor también está sobrevalorado —consideró con seriedad, tratando de columpiarse alto—. Es cosa de insectos.
Toda su vida había sido pésimo para mecerse en ese juego. Nunca podía agarrar viada, ni podía imponerse al ritmo de ir y venir del columpio, que era casi tan monótono como el del sube-y baja.
Mayumi Ishida, la princesa darketa, era distinta a él. Cuando ella se columpiaba casi parecía alcanzar el cielo y comerse las nubes. Siempre que quería suspirar con melancolía, Ben la recordaba de pequeña, volando en un columpio, desafiando al parque, adornada por el brillo del sol, despeinada por las rachas de viento.
Pero ese recuerdo dulce e infantil se había transformado en una sensación dolorosa, turbia y desagradable desde que se había enamorado.
La princesa no era rosa, por ello no había forma de que él, un príncipe azul, pudiera conquistarla.
¿Por qué tenía que gustarle tanto?
Conseguir una cita con Mayumi Ishida había sido desgastante, pero vivirla y fracasarla lo había trastocado hondo. El pecho le ardía, los jugos gástricos consumían sus tejidos y sentía los pies entumecidos, como si estuvieran muertos.
¡Ah, la maldita princesa darketa! ¿Por qué May tenía que ser tan difícil?, ¡y tan lista!, ¡tan irónica!, ¡y tan bella!
De nada le había servido regalarle flores, ni llevarla a cenar… ella ni siquiera había notado el esfuerzo que él había hecho por vestirse lo más impecable posible.
Al final se había arruinado todo y, para el colmo, mientras veía que la luna subía por el cielo, era incapaz de columpiarse con dignidad porque había olvidado cómo hacerlo.
¡Era lo peor!, un príncipe que no sabía mecerse en el columpio. Ben cerró los ojos al imaginar a la luna creciente riéndose de sus fracasos. Dejó de moverse y el columpio se detuvo. Debía tomar fuerza para regresar a casa, para fingir que había triunfado en el amor ante su bella madre y el resto de su familia. Sentía la necesidad de auto-coronarse y olvidar los labios agridulces de Mayumi, que decían las palabras más ácidas, pero tenían la textura más dulce y prohibida.
—Estúpido columpio —dijo sin pensar, molesto porque era incapaz de impulsarse—. No sirve…
—No, lo que pasa es que nunca has sabido columpiarte, ¿no te parece patético, principito? —la voz de la primogénita de Sora y Yamato interrumpió a Benjamín, quien al oírla, abrió de súbito los ojos y se sonrojó.
No supo qué contestar, pero no hizo falta, porque la princesa darketa comenzó a empujarlo para mover el columpio.
Era octubre y el otoño estaba despertando de su siesta de nueve meses. Hacía frío, pero a Ben se le entibió la espalda, porque las manos de May eran cálidas y tenían el ritmo que a él le faltaba.
La rubia lo empujaba con ahínco, Ben tenía las piernas enroscadas y una expresión de asombro en el rostro. El columpio, cual péndulo, iba y venía sobre su propio eje.
—Maldición, Mayumi, me gustas mucho —confesó.
—Lo sé —respondió la muchacha, con un tono tranquilo, como si comprendiera la frustración del principito—. Para la próxima, ¿podrías evitar salir corriendo con la cola entre las patas porque las cosas no salieron bien?
—¡Insecta, yo no tengo ninguna cola entre las patas!, yo solo… yo…
—Olvídalo —May pidió—. Disfruta del paseo, estira las piernas, agarra bien el columpio y mira hacia el cielo… ¿qué no te lo he dicho ya? Si te columpias hay que mirar el cielo.
—Hoy no, la estúpida luna se ríe de nosotros, ni loco miro hacia arriba —gruñó Ben.
Tachikawa estiró las piernas. May sonrió.
—La luna solo se ríe de ti, Benji.
La primera vez que se subió en un columpio sin Mimi estando cerca, Ben terminó llorando.
No sólo se sentía desprotegido, sino inútil. Todos los niños se columpiaban alto y se burlaban de él, que era incapaz de balancearse con sus piernas, que era tan cortas que no tocaban el césped.
Detestaba Japón. Odiaba que mamá se hubiera peleado con papá y por eso se hubieran mudado a ese país, donde nadie lo comprendía.
Ahí se quitaban los zapatos cuando entraban a las casas, en el colegio le enseñaban signos rarísimos y no había hamburguesas ricas, por lo que siempre terminaba comiendo arroz.
¡Y lo peor!, todos los niños eran unos insectos, hasta los hijos de los amigos de mamá, que se autonombraban sus amigos.
—Así nunca vas a llegar al cielo —le dijo la princesa darketa esa vez.
—¡Vete, viniste a burlarte! —renegó el pequeño Tachikawa de seis años.
Quiso saltar del columpio y salir corriendo, pero al asomarse al suelo le pareció muy alto y no había nada peor que rasparse las rodillas por brincar.
—Se hace así —Mayumi Ishida indicó, trepando de un salto al columpio de al lado —.Estiras las piernas, te agarras fuerte y empiezas a columpiarte.
—¡Ya lo sé, no tienes qué decirme! —exclamó enojado, como siempre, mientras se zangoloteaba y no lograba moverse—. Lo que pasa es que en este país los columpios están chuecos.
La niña puso los ojos en blanco y siguió meciéndose, cada vez más alto, cada vez con más gloria, de modo que Ben se embobó viéndola ir y venir…
De verdad ella sí que podía tocar el cielo. De verdad que también era bonita, aunque decía cosas desagradables.
¿Por qué no podía columpiarse y los otros insectos sí?, ¿era eso un complot?
Benji estiró las piernas y obedeció la sugerencia de Mayumi. Poco a poco fue elevándose y ello cristalizó su sonrisa.
—¡Muy bien, Benji! —le dijo la princesa darketa —. Hasta los principitos pueden volar, ¡mira el cielo, está muy cerca!
Y Benjamín estiró las manos, pero las nubes seguían estando muy lejos de él.
El principito no supo cuánto tiempo estuvieron en el parque. Mayumi lo ayudaba a columpiarse en silencio. La luna escalaba a la zona más alta del cielo y el reloj no había parado, pero parecía que la noche duraba el doble de lo normal.
A Ben se le estaba pasando la rabia, porque el viento le enfriaba la cabeza. Ya no importaba el fracaso de su cita.
Atrás había quedado el charco en el que había tropezado mientras trataba de declararse. Ya había superado que a Mayumi Ishida no le gustara que le regalaran flores, sino que prefería plantarlas… Lo único que seguía molestándolo, es que cuando iba a besarla, en ese lujoso restaurante del tío Daisuke, un mechón de su cabello castaño se había quemado con una veladora que presuntamente hacía más "romántica" la velada.
Se había quedado sin beso y, por la vergüenza, había salido huyendo. ¡Pero él quería su beso! Quería cerrar esa perfecta escena del columpio tocando los labios de Mayumi Ishida, quien si bien no le había dicho que le correspondía, estaba junto a él, meciéndolo como si lo quisiera.
Ben saltó del columpio inesperadamente. Quiso caer de pie, pero por los nervios terminó resbalando y ensuciándose más. Incluso se hizo un raspón en el codo.
—¿Querías enlodarte más? —May alzó las cejas, su expresión mordaz quedó expuesta por las farolas y la débil iluminación lunar.
—Cállate —se indignó él —. ¿No ves que quiero besarte?
—¿Por eso has saltado como suicida?
—Salté porque es romántico —aseguró Tachikawa, sacudiéndose el polvo y sobándose la herida.
—No estás bien de la cabeza —opinó la chica, encogiendo los hombros y sentándose en el columpio que acababa de dejar Ben.
—No hagas esos comentarios, date cuenta de que un príncipe azul está por besarte.
—No eres azul, ¿lo sabes, verdad?
—¡Tú tampoco eres una princesa rosa!
—Y todos los días doy gracias por eso —se burló Mayumi, mirando hacia el chico, que había caminado hasta posarse frente a ella.
—Mayumi, te quiero, ¿y tú? —la rubia se quedó callada, Ben se indignó— ¡No me vayas a salir con la estupidez de que te gusta Yagami!, ¿eh?, ¡y mucho menos te puede gustar un desconocido!, te guste o no eres una princesa, la mía, y por eso saliste conmigo hoy, ¿sabes lo difícil que fue aceptar que estaba enamorado de la chica más sarcástica e independiente del mundo?, ¿tienes idea de lo difícil que fue rogarte?
May puso los ojos en blanco, Ben la agarró con brusquedad de la barbilla.
—Voy a besarte.
—Hazlo —retó ella, como si fuera un duelo.
—¡Pero antes debes decir que te gusto y…! —May soltó un bufido y, para callar a Tachikawa, dio un salto y lo besó. A su principito hipster.
Benjamín sintió más vértigo que en los columpios y la abrazó con desesperación, pero Mayumi lo empujó poco después.
—¡Otro! —pidió, picado.
—Principito, ¿y mejor si me columpias? —Ben renegó pero asintió. Estaba mareado y sentía que le hervían las orejas. Estaba dispuesto a obedecerla hasta ganarse otro beso.
Por eso comenzó a empujarla y el columpio se elevó.
Era una noche de otoño y los años habían pasado desde la primera vez que May Ishida había volado en el columpio, aun así, Ben Tachikawa sintió que la chica acariciaba el cielo con su figura y se comía las nubes con sus hermosos labios, los cuales, por suerte, ahora le pertenecían.
Fin
¡Gracias por leer!, este ha sido mi primer Benyumi, espero sus comentarios.
Sku, espero que te haya gustado al menos un poco. Sé que es un escrito de lo más sencillo y rudimentario… la pareja tenía mucho más potencial, pero mi inspiración está en rebeldía, no me salen fics profundos… además, debido a la dinámica que llevan Ben y May en mis fics, fue difícil hacer algo más romántico… espero no te haya decepcionado, te prometo intentar hacer un fic más intenso con ese par más adelante, porque de hecho creo que hacen una bonita pareja (aunque me da la impresión de que pelearían mucho, porque en mis fics se la pasan diciéndose cosas irónicas). No sé por qué insistí tanto en los columpios, creo que quiero ir a un parque y pasearme en uno.
Personajes:
Benjamín Tachikawa: hijo mayor de Mimi y tiene el emblema de la Perseverancia. Es de carácter fuerte y puede llegar a ser muy egoísta y engreído. Cuando le llaman principito el acepta el apodo y le encanta estar a la moda. Es sobreprotector con su familia, especialmente con su madre y hermanastra Osen Izumi. En este fic, él está consciente de que está enamorado de May Ishida. (Esto no quiere decir que en los otros fics lo esté, aunque la rubia siempre le ha llamado la atención).
Mayumi Ishida: Hija mayor de Yamato y Sora. Es una chica muy independiente, lista y sarcástica. No es buena hablando de sus sentimientos, pero es muy solidaria y habilidosa en casi todo lo que se propone. Canta precioso pero no le gusta hacerlo, es cuidadora incansable de su hermanito Kotaro. Es feminista, le encanta la lucha social y detesta seguir los roles de género que le impone la sociedad. (En este fic hace parejita con Ben, aunque ordinariamente el chico con la que la emparejo es el clon de Tai).
