Antes de empezar:

Pongámonos en ambiente. Judy ha renunciado a sus sueños debido a las malas experiencias de su niñez, aunque cierta esperanza aún vive en ella. Nick por su parte ha logrado ser policía, pero no ha sido exactamente lo que él tenía en mente. Entrare en más detalles durante el fic.

Lo que me importa recalcar es que voy a ajustar las edades de ambos… porque se me pega la gana. Así que dejamos una Judy de 20 años y un Nick de 28 años, respetando la diferencia de edad de la película. Sobre qué futuro le dé al fic… no tengo ni la más remota idea. A diferencia de mi otro fic (Original Sin), no tengo nada planeado para este. La carga emocional en este fic es superior, en cierto sentido, al anterior fic. Espero lo disfruten.

Va con dedicación. Espero te guste… de cierta forma.


01- Dos desconocidos

En Zootopia todo el mundo puede ser lo que quiera…

Judy Hopps, era la vigésima hija de un matrimonio con 276 hijos. Nada sobre saliente en una familia de conejos. Ni la más lista, ni la más fuerte. Ni la más voluntariosa. Hace años que había entregado sus sueños a la tierra, cubriéndolos en lo más profundo de su corazón; un encuentro con un zorro en su niñez, y palabras desagradables toda su vida por parte de su familia, la habían hecho resignarse a ser lo que todos esperaban de ella: nada. Una hija más de un granjero más.

Pero tampoco como coneja era especial o sobresaliente. Odiaba sus dientes, más largos de lo normal en su familia; de pelo gris, que era el color más vulgar, además de un patrón que no la favorecía en nada ¿Cara gris y patas blancas? El destino era cruel con ella. De pechos pequeños y trasero escaso, ocultaba sus pocos atributos en vestimentas conservadoras y holgadas, avergonzada de su propio aspecto. No había tenido muchas relaciones en su vida… y nunca duraban mucho… y nunca terminaban bien tampoco. Era difícil que un conejo se fijara en ella. Tanto por su físico como por su peculiar forma de ser, más que ahuyentarlos solía… enloquecerlos, sería la palabra más apropiada. Soñadora en un mundo gris, de familia gris, se dedicaba a simplemente admirar la lejana zootopia. La imposible zootopia.

¿De qué sirve una ciudad donde puedes ser lo que quieras si no puedes ir a esa ciudad? En una familia tan enorme como la suya, el dinero no era precisamente algo que sobrara. Sin dinero ni apoyo moral, no le costó mucho trabajo a Judy esconder sus sueños en una máscara de mediocridad y resignación, tal como su familia y conocidos esperaban. Era una sola en una familia de cientos ¿Qué podía tener ella de especial sobre tantos? Nada… era la respuesta que se engañaba a si misma a recibir. Pero en el fondo, aun guardaba el formulario de la agencia policiaca debajo de su almohada; aún tenía las fotos en su celular. Porque no podía entregar su sueño, no podía simplemente olvidarlo todo. Hacerlo era igual que morir… y tenía miedo de morir. A veces…

Mientras con desgano veía las fotos de su celular, una molesta vocecilla lejana trataba de sacarla de su autocompasión. O tal vez solo era un cliente tratando de pagarle. La duda la hizo alzar la mirada con desgano. Sus miradas se cruzaron, aun antes que pudieran observarse mutuamente, compartiendo un fragmento de sus almas destrozadas; aun antes de que ella se diera cuenta que era un zorro, y él de que ella era una coneja, aunque ya lo suponía. El zorro tosió para aclarar su garganta, mientras ella se enderezaba en su asiento, avergonzada.

-Solo… solo quería una docena de moras- dijo el zorro señalando la fruta-. No quise interrumpirla…

-No, por supuesto que no me interrumpe- dijo ella con recelo.

Rápidamente tomó la cantidad indicada de moras y las ofreció al zorro, con expresión cautelosa y guardando su distancia. El zorro no pudo menos que sonreír.

-Señorita, un policía nunca la atacaría- comentó tomando la bolsa con delicadeza.

Judy parpadeó antes de comprobar que efectivamente el zorro estaba vestido de policía. Y la sorpresa fue tanta que dejo atrás su miedo y le dedicó una sonrisa al extraño recién llegado.

-¡¿Un zorro policía?!- exclamó sorprendida.

-Sí, ese soy yo- respondió intentando no sentirse ofendido.

-Oh… lo siento mucho, agente…

-Wilde- completó Nick alzando su placa en el pecho con una uña de su garra-. A su servicio…

-Esa placa… es de zootopia- comentó Judy confundida.

-Sí, me he desviado un poco de mi camino- admitió el zorro sonriendo-. Solo es cuestión de pisar a fondo el pedal: ventaja de policía.

Nick le guiñó el ojo a Judy de forma cómplice.

-Jeje…- Judy sonrió y se acomodó las orejas hacia atrás-. Supongo que ser policía tiene sus ventajas…

-Descuento en esposas y rosquillas- admitió Nick sonriendo con malicia-. Las primeras para compañías, las segundas para los muy solitarios.

-¿Disculpe?

-Chiste… de ciudad…- replicó Nick avergonzado de haber dejado salir el chiste que escuchara hace unos días en la comisaria.

-Y… podría explicarlo?- inquirió Judy sonriendo con dulzura.

-En realidad, tengo otro para ti…- dijo Nick sonrojado- ¿Qué es un camello…? No, espera, ese tampoco…

-¿Eh?- Judy alzó una ceja.

-¿Qué es negro por fuera, verde por dentro y atraviesa las paredes?- preguntó Nick sonriendo.

-¿Un átomo?

-No. Un aguacate fantasma!

Judy no pudo evitar una carcajada ante un chiste tan absurdo e infantil… como absurdo e infantil era el zorro que tenía al frente. Nick sonrió con la satisfacción de quien cuenta un buen chiste, pero lo ha hecho tantas veces que ha dejado de parecerle gracioso a sí mismo. Judy recupero la compostura al ver que el zorro no la acompañaba, cubrió su rostro con una mano y sonrió.

-Veo que no es cierto lo que dicen de los polis de zootopia…- comentó Judy.

-¿Qué cosa?

-Que no tienen sentido del humor…

Nick alzó una ceja, recordando a sus compañeros McCuerno, Trompiades y sobre todo al jefe Bogo.

-Creo que podríamos decir que soy un poco más bocazas que los demás- admitió el zorro encogiéndose de hombros.

-¿Un policía bocazas?- inquirió Judy divertida.

-Mmm… podría considerar eso ofensivo- dijo Nick con seriedad-. Ofender a un agente de la ley es un delito menor, pero le puede costar de uno a cinco días de cárcel…

-¡No, disculpe, agente Wilde!- se disculpó Judy horrorizada, alzando ambas patas y las orejas- ¡No quise ofenderlo! ¡Solamente…!

-Es una treta, tesoro- exclamó Nick sonriendo. Abrió la bolsa y trago una mora-. No te lo tomes tan en serio…

Judy se quedó sin habla, bajando lentamente sus patas; esbozo una sonrisa y suspiró aliviada. Decidió que el zorro realmente le caía bien. Bajo las orejas y se cruzó de brazos.

-Son buenas moras…- comentó Nick especialmente sorprendido por el sabor de las moras- ¿Cuánto te debo?

-Un beso…

Nick se atragantó con una mora que acaba de poner en su boca. Empezó a toser, golpeando su pecho. Poco después escupió la mora a medio comer y volteó a ver a Judy, con las orejas y las cejas alzadas. Judy entonces colocó su pata en la cintura e hizo una pantomima de disparar con su otra pata.

-Bum- dijo ella sonriendo con dulzura-. Es una treta, tesoro.

-Je… coneja muy astuta- exclamó Nick acomodando el cuello de su uniforme-. Señorita…

-Hopps… Judy Hopps- dijo ella sonriendo.

-Ha sido un placer, Judy- Nick se puso unas gafas oscuras, trago otra mora y camino de espaldas sin dejar a ver a Judy-. No todos los días conoces a una coneja tan astuta…

-¿Debo tomar eso como un cumplido o un insulto?- inquirió Judy sinceramente confundida.

-Eso depende de si quieres volver a verme o no…- dijo Nick con tono seductor.

-Agente Wilde.

-¿Si?

-Aun no me ha pagado las moras…

Nick se paró en seco y regresó corriendo al puesto, arruinando por completo la magia de su salida con estilo.

-Seis dólares.

-Claro- dijo Nick entregando el dinero-. Disculpa… no suelo robar moras.

-¿Solamente roba corazones?- inquirió Judy sonriendo.

-Los sábados el diario de mi vecino, tiene una suscripción al mundo de lo oculto. Y raciones extras de café en la comisaria- dijo Nick con teatralidad-. Pero moras nunca… y nunca unas tan sabrosas como estas…

-Y eso que no ha probado nuestros melones…

Nick bajo la mirada hasta el pecho de Judy y volvió a alzar la mirada.

-¿Disculpa?

-¡Los melones chinos!- replicó ella avergonzada cubriéndose el pecho.

-Ah…- el rostro de Nick estallo en un sonrojar insano-. Yo… yo debo irme…


Nick salió corriendo hasta su patrulla mientras Judy lo miraba retirarse con enojo. Agachó la mirada hasta su pecho… y de pronto se sintió ridícula. En realidad, no tenía nada que pudiera "esconder" de las miradas; se dejó caer nuevamente en su banquillo, y soltó un suspiro, mientras veía a la patrulla alejarse de su puesto. Una patrulla policía. Su sueño.

-Estúpido, estúpido, estúpido…- susurró Nick mientras entraba en su patrulla.

La vergüenza lo invadía, más que nada porque Judy era una conejita de madriguera. Esa clase de chistes en zootopia era algo común, un humor algo picante, pero no ofensivo; pero comportarse así en cualquier otro lugar… bueno, ningún lugar era tan "progresista" como zootopia. Aunque a zootopia aún le faltaba bastante.

Volteó a ver al asiento del acompañante, donde reposaba su chaleco de tránsito. La radio sonó dentro de la patrulla y Nick la tomó con desgano.

-¿Si?

-¡Wilde!- gritó la conocida voz de Bogo del otro lado del aparato- ¡Llevo minutos tratando de localizarte!

-No se preocupe gran jefe, todo bien.

-¡¿Todo bien?!- exclamó Bogo furioso- ¡No estás en tu zona repartiendo multas!

-No, apenas voy de regreso…

-No te retrases más de lo debido, Wilde- advirtió Bogo con severidad-. Te tengo en la mira…

-Por favor, solo jale del gatillo- susurró Nick sin apretar el botón de comunicación; suspiró y alzó la radio-. Entendido gran jefe. Voy de vuelta.

-Bien…

Tras años de preparación y esfuerzo, había logrado graduarse como policía en el departamento de policía de la ciudad más importante: Zootopia. Enfrentando los prejuicios y desventajas, Nick siguió adelante con su sueño, solo para golpear su hocico contra el muro de la realidad. Sus notas altas y su fuerte ilusión de volverse un oficial de la ley, un cambio en el mundo, no sirvieron de nada cuando a nadie le importaba si era aplastado. Un sueño roto en zootopia era tan común como un conejo en las madrigueras: no solo era normal, era el combustible de la gran ciudad. Un corazón en pedazos no podría importarle menos a la gran urbe cúspide de la civilización. Todos viviendo tan juntos, y tan notoriamente separados ¿Se podía llamar civilización a una ciudad que te obligaba a ser lo que ella esperaba de ti? Si, era un policía… pero solo un reparte multas. En ya cinco años de servicio, no se había hecho cargo de un solo caso policiaco real, y vivía el día a día con el tedio de la resignación clavado en el alma; pero no se atrevía a desafiar al gran jefe, no se atrevía a contradecir al alcalde. Solamente era un trofeo en la jefatura, el primer zorro policía de zootopia… y el único idiota que había creído que podía cumplir su sueño.

-Soy un policía de verdad…- susurró cerrando los ojos-. Soy un policía de verdad…

La mentira que llevaba diciéndose a sí mismo ya cinco años, cada vez que sentía su pecho explotar y sus ojos escocer. Lo que más le dolía era haber llegado tan lejos… para descubrir que lo que siempre soñó nunca fue lo que esperaba.

Nick arrancó su auto y volteó a ver brevemente a Judy, quien lo observaba en silencio y sin moverse. Volvió su atención al frente. La coneja le agradaba, pero no volvería a verla. Una lástima.


Entró a su cuarto. Se dejó caer con desgano en la cama mientras veía al techo. Un día normal en su vida normal… o no del todo. No pudo evitar recordar al curioso y extraño zorro policía.

-El policía bocazas…- exclamó pensativa con una sonrisa. Nick Wilde.

Nunca hubiera creído ver a un zorro policía, por la fama de… bueno, de estafadores y egoístas que tenían los zorros en general. Era como ir en contra de su propia naturaleza. Era como un conejo policía. Tomó su celular y solo por curiosidad entro en su Pawbook. Tecleó el nombre "Nick Wilde" en el buscador, y no encontró muchos resultados. No le costó trabajo encontrar al policía bocazas, sobresaliendo con su uniforme policiaco.

La foto de perfil era el mismo agente Wilde que había conocido, ligeramente más joven. Cruzado de brazos y sonriendo a la cámara con confianza. Un ganador a ojos de Judy, o al menos alguien que había conseguido que todo le saliera aceptablemente bien. A diferencia de ella. Soltó un suspiró pensativa, mientras bajaba su celular y miraba al techo. Con dinero, con familia, tenía que ser más fácil cumplir tus sueños; Nick Wilde debía venir de una familia de triunfadores, un rebelde que había decidido ir contra las normas de la sociedad… pero un rebelde con facilidades. No podía ser de otra forma. Guardó la foto de perfil, por la debilidad que sentía hacia alguien tan suertudo.

-Nick Wilde…- susurró en la oscuridad, renombrando la foto.

No quería olvidar ese nombre, no quería olvidar que en algún momento de su vida había conocido a alguien que había llegado más lejos de lo que ella misma se podría jamás atrever. Un zorro policía. Se sentó en la cama y dejó el celular en la mesa de noche, con desgano. Se puso de pie y se quitó la ropa, doblándola con delicadeza sobre una silla cercana. Tomó su pijama y no pudo evitar mirarse frente al espejo.

Liberando sus senos se miró en el espejo de cuerpo completo, solamente con sus bragas puestas. Una chica prácticamente plana, tan lejos de celebridades como Gazelle, pero aun dentro de sus estándares… muy poco atractiva. Con sus patas recorrió su cuerpo hasta apretar sus pequeños senos, mirándose en el espejo. Decidió que casi podría pasar por un macho, si no tuviera unas pestañas tan largas. Cerró la boca procurando dejar adentro sus dientes y sonrió… solo para mostrar nuevamente sus enormes dientes. Agachó la mirada decepcionada.

Se giró un poco para quedar de perfil, observando un trasero más bien escaso. Y su rabo sobresaliendo. Bajo sus manos hasta la cintura, intentando con una pose… y otra… y otra más… No, no sentía que de ninguna forma fuera precisamente del tipo "femenina"… O más bien atractiva. No lo era. Agachando las orejas, le dio la espalda al espejo y tomo su pijama, vistiéndose rápidamente y dejándose caer en la cama. Girando sobre si misma tomó el celular y puso su alarma para el día siguiente.

-Judy dudy…- llamó su padre del otro lado de la puerta-. La cena…

-No tengo hambre, pa…

-Son zanahorias, tus…

-No, pa, no soy ninguna de mis ciento veinte hermanas- dijo Judy con resignación-. Mis favoritas son las moras…

-Oh… bueno, de todos modos si quieres…

-Lo tendré en mente, pa.

-Descansa.

-Gracias.

Judy dejó su celular de vuelta en la mesa de noche y abrió el cajón. Sacó un frasco con pastillas de menta y tomó una. Al devolver el frasco, su pata golpeó su vieja navaja. Sin pensar nada en específico la sacó del cajón y volvió a recostarse. Abrió la navaja, y alzándola observó hipnotizada el plateado brillo de su filo… Levantó su brazo izquierdo y acaricio el filo de la navaja contra su muñeca. La idea era ridícula… sin agua, coagularía rápidamente. Pero tal vez…

Cerró la navaja y la devolvió al cajón, mientras las lágrimas escurrían silenciosamente por sus mejillas. Una vida sin sentido, tan acompaña y sola al mismo tiempo. Un grano de arena en un inmenso mar ¿Qué más daba si se la llevaba el mar? Nadie lloraría por ella… o al menos nadie la recordaría. Sin ningún sobresaliente evento en su vida, era imposible que alguien la reconociera de cualquier otro de su familia. Su propio padre la confundía con sus otras hermanas, bastante seguido.

-¿Quién soy yo?- susurró abrazando su almohada dejando sus lágrimas brotar.

Al día siguiente Judy despertó, se aseó y salió a su puesto al lado de la carretera. Lo cierto es que a lo largo de las principales entradas, su familia tenía dispuestos diferentes puestos; al ser ella una mujer, y no una muy sobresaliente en ninguna cosa, simplemente era la vendedora. Por lo menos era buena multiplicando, aunque ser un conejo y no poder hacer eso sería el colmo de la mediocridad y la estupidez.

Tras terminar de acomodar los carteles, se sentó en su banquillo y puso algo de música instrumental, mientras miraba el cielo despejado. Al menos tendría un día tranquilo con el clima, solo esperaba que su corazón no se desbocara en mitad del día… pero al solo pensarlo, sintió un nudo en la garganta y la imperiosa necesidad de maldecirse a sí misma.

Tomó su celular y entró a su Pawbook. La aplicación se inició con un simple mensaje: "animales que quizá conozcas", con Nick Wilde sonriéndole con solemnidad. Judy lo pensó unos segundos, moviendo su pulgar entre los botones "enviar solicitud" y el "ignorar"; volvió a entrar al perfil del zorro y por alguna razón… envió la solicitud de amistad.

-No seas un maldito violador…- susurró Judy nerviosa.

Era la primera vez que enviaba una solicitud a un perfecto desconocido que simple y sencillamente le había llamado la atención. Y eso le daba miedo, mucho miedo.

-No hay que temer, más que al miedo en si…- susurró Judy acomodando su sombrero de paja.

"Nick respondió tu solicitud de amistad: Tu y Nick Wilde son ahora amigos. Escribe en su muro…"

Judy sonrió.


Corenote:

Este es mi nuevo proyecto, esto es lo que es.

¿Quién soy yo? Cuantas veces nos hemos hecho esa pregunta… y cuantas veces lo hemos hecho en serio. Llega un momento en que a unas personas nos invade la duda, una incertidumbre terrible, una depresión aplastante. Grandes ganas de morir.

En mi otro fic abordo problemas de relación. En este fic, abordare problemas personales, de identidad, de pertenencia. Demonios personales. Si, si habrá romance de por medio, algo de comedia e incluso puede que un poco de acción. De principio paso a advertir que el tono maduro y sombrío será equivalente a mi otro fic, pero al ser más personal, puede ser menos… digerible. Porque no hay demonios más difíciles de enfrentar que los que viven dentro de ti; nadie te puede hacer más daño que tú mismo.

Lemon? Seguramente en algún momento. Gore? En esta ocasión, no lo veo bastante viable pero no lo descarto.

¿Quién soy yo? Es la pregunta que me hago en este momento… y sé que no soy el único. Espero encontrar la respuesta a lo largo de este fic, cuya actualización es imprevisible… aun así, bastante comprometido con la historia.

Espero lo hayan disfrutado… De cierta forma…

No olviden dejar un comentario con su opinión, teorías, ideas o cualquier cosa. Saludos.