Realidades o Sueños ¿Cuál es la diferencia?

Para mí lo único que los diferencia es que, el primero se encuentra muy cercano y presente todos los días; y los sueños, los sueños cada vez se alejan más de mi existencia.

Mi mano derecha temblaba pero no precisamente por el frío, sentí un liquido tibio recorrer mis mejillas confundiéndose con las gotas de agua que eran arrojadas con intensidad por las opacadas nubes, que cada vez tronaban con más fuerza como si se tratara del preludio para que un intenso tornado azote con fuerza la ciudad.

Finalmente afloje el arma, al chocar contra el suelo salpico un poco de lodo a mis pies descalzos, me deje caer de rodillas, suspire profundamente y con todas mis fuerzas lance un grito lleno de angustia, dolor y desesperanza.

Mi nombre es Sakura Haruno y esta…Esta es mi historia.

Capitulo 1:

Sufrimiento, amor, ilusiones y la realidad cuatro palabras que se mezclan perfectamente con la palabra vida. ¿Qué tienen en común? Acompañan día tras día a la existencia.

Una sonrisa ilumino mi rostro y porque no decirlo, me brindo felicidad por tres largas semanas exactamente. Mi madre había conseguido un nuevo trabajo luego de su intensa búsqueda y fracasos por casi toda "La ciudad de las hojas".

-No es una casa Sakura, es una mansión.-

Su cálida mano acaricio mi cabello y una dulce sonrisa ilumino su rostro, me saco de la torpeza y creencia de la pequeñez en que yo creía. ¿Por qué lo digo? En ese entonces pensaba que las mansiones solo existían en la televisión pero hay me hallaba yo, frente a una gran residencia que a simple vista me indicaba que viviría prósperamente y sin preocupaciones durante una larga temporada, las apariencias engañan y precisamente cree una ilusión ilusa demasiado rápido, algo que precisamente me encantaba hacer con el único afán de escapar de la realidad.

Solía jugar todos los días en el patio de la gran mansión, mi mamá con su primer mensual me compró un juego de te, imaginaba que yo trabajaba en un restaurante y debía servir a los clientes en este caso el cliente era mi pequeño oso de peluche. No solía hablar mucho ni siquiera reía a volumen alto, mi madre dijo que debía pasar desapercibida y tratar de ser lo menos escandalosa posible.

Cada vez que escuchaba el timbre de la casa sonando recogía los juguetes con prisa y me refugiaba en la habitación, en el proceso al intentar ser lo más rápida posible siempre tropezaba o caía, para no lastimarme más decidí no volver a salir de la habitación. A pesar de sentir las ganas de estar con mamá en la cocina o jugar en el patio me quedaba sin hacer ruido y llorando en silencio. Sumisa y tímida, sola y triste.

En ese tiempo tenía siete años, fue después de dos meses que madre me presentó con los dueños de casa, ellos estaban de vacaciones por lo tanto aún siendo lo más cuidadosa que podía aún siendo una niña ellos descubrieron mi presencia en la casa.

- Siento no haberlo dicho, en verdad necesito mucho el trabajo, por favor no me echen.-

Ella se arrodillo y lo pidió con lágrimas, eso provocó un inmenso nudo en la garganta y no dejaba de culparme por ser la causante de todo su dolor.

-Tranquila.- pronunció la señora Mikoto.- Si lo estabas escondiendo es por que en verdad necesitabas el trabajo.-

Se acercó a mi madre y la ayudó a levantarse.

-Puedén quedarse, y no es necesario que la sigas escondiendo._ Esta vez quien intervino fue el señor de la casa.

-Traere a los niños para que la conozcan, seguramente se sentirán felices de tener con quien jugar.-

Anteriormente ya los habías visto uno de ellos parecía tener mi misma edad y el otro era mayor con tres años:. Sasuke Uchiha e Itachi Uchiha

Cuando ellos estrecharon las manos conmigo y vi sus miradas lo supe, era mejor no haber sido descubierta nunca.

Aún que la familia Uchiha mencionó que no debía ser tan cuidadosa y jugar cuanto quiera por la casa sabía que únicamente lo decían por amabilidad, solía ser muy torpe y no quería romper nada que le causará una gran deuda a mi madre.

Me quedaba en la habitación y dormía profundamente, cuando lo hacia solía soñar con que madre y yo eramos las dueñas de casa, que me sumergia en la piscina y jugabamos juntas sin cansarnos, que ella tenía tiempo para mi, y que yo dejaba de ser una intensa carga.

Asistía a una escuela que quedaba cerca era bastante pobre, para llegar debía tomar el autobús, el primer día me acompañaron, el resto de los días debía ir y venir sola.

Me gustaba hablar mucho, y reirme por cualquier cosa la escuela era el único lugar donde yo podía ser escuchada y aunque muchas veces recibía regaños por parte de los maestros al menos sentía que me prestaban atención.

Fue una tarde como cualquier otra que mi madre entro a la habitación con la intención de hablar conmigo, no podía evitar sentirme alegre, incluso recuerdo sentir como mis ojos se humedecieron un poco pero disimule las lágrimas con un bostezo .

-Sakura, necesito pedirte un favor, lo harás.-

Al escuchar sus palabras lo supe, el haber venido no era precisamente para jugar conmigo.

-Ok, haré lo que tu digas.-

-Conoces al hijo menor de la dueña de casa, me gustaría que te hicieras amiga de él. No sale de su habitación y algunas veces lo he visto llorar, creo que necesita alguien con quien compartir un poco de tiempo.-

Él tenía dinero, una gran mansión y un auto lujoso en el que lo llevaban todos los días a la escuela pero también sentía la misma soledad que yo.

-Lo intentaré.-

Ella me abrazo con fuerza y beso mi mejilla, cada vez la sentía más distante.

Paso un año más, tenía ocho a pesar de que dije que intentaria llevarme con aquella persona no lo hize.

Debido a que yo también me empezaba a sentír sola en esa casa decidí salir un poco más de esa habitación, estaba en el patio jugando con una pelota de fútbol que me encargaron cuidar, pertenecía a la clase.

Cuando era más niña jugaba con muñecas y tazas de té, conforme los años pasaban cosas como esas dejaron de llamar mi atención.

-¿Que haces?- Lo escuché preguntar, en ese momento yo estaba levantando la pelota con mi pie tratando de imitar unas cuantos malabares que solía ver realizar a mis compañeros de clase.

-¿Quieres jugar?.-Lo interrogue sin responderle, era la primera vez en todo el tiempo que había convivido en la mansión que ambos nos dirigimos la palabra.

-Crees que quiero jugar contigo pobretona .-

Lo que dijo me causó unas intensas ganas de reír, sin embargo aguante mi risa por respeto después de todo era él hijo de la dueña de casa y algo que yo si había aprendido era el respeto.

-Bien.- dije sin mirarlo.- chao.- le di la espalda y agite mi mano en señal de despedida.

-Espera.-

Me detuve y gire hacia el.

-Jugare contigo únicamente por pena.-

Sus ojos eran profundamente negros, negros y muy tristes. Como si pidieran a gritos que los liberaran del estado de soledad y sufrimiento en el que se encontraba.

-Está bien.- le lanze la pelota y la detuvo con el pie.- jugaremos a las quitadas, yo quitare primero si tu te la dejas quitar pierdes.-

Ese día me di cuenta que él adoraba jugar y a pesar de querer disimular, algunas veces se le escapaban unas cuantas sonrisas. El y yo nos parecíamos bastante ambos escondidos tras ilusiones con miedo a afrontar la realidad .

Luego de aquello los encuentros y las conversaciones que manteniamos eran cada vez más largas y mucho más divertidas, le contaba acerca de como era mi escuela y aunque el aparentaba aburrirse sabía que le gustaba escucharme. Conforme íbamos conociendonos, más se aliviaba la soledad que nos cubría a ambos.

Cumpli once años y dio por terminada la primaria, estábamos en época de vacaciones mamá estaba ocupada con la cena y a Sasuke lo llevaron a comprar ropa, su hermano mayor ingreso a un internado apenas terminó la primaria así que llevaba ya tres años sin vivir en la mansión. La dueña de casa desde hace dos años solía comprarme ropa bonita, me daba cremas y perfumes bastantes caros solía decir que no deje de llevarme con su hijo, supongo que creía que mi amistad tenía una clase de precio o algo así.

Sin darme cuenta Sasuke se convirtió en un pilar fundamental en mi existencia y mis ilusiones, no supe ni cuándo ni como pero empece a quererlo.

Me quedé dormida mientras leía un libro que me regalo la mamá de Sasuke.

-Sakura .- lo escuchaba llamarme entre sueños, reconocí su voz perfectamente.

Me dirigí abrir la puerta de la habitación el entró cargando una bolsa.

-Me vienes a presumir con tu ropa nueva.- mencioné sentándome en el suelo, él se sento en la cama.

-Mientras compraba ropa, alguien se confundió y colocó todo esto entre mis compras.-

Tóme la bolsa, todo era exactamente de mi talla. Sonrei percatandome de su tonta excusa y no pude evitar no suspirar al darme cuenta que después de varios años el seguía sin poder ser sincero y decir algo como "Aceptalo lo compré para ti"

-Gracias Sasuke.- me dispuse arreglar la ropa en las cajoneras, él se acosto en la cama se notaba algo intraquilo.-¿En que piensas?.-

-Ahora que terminamos la escuela mi padre quiere enviarme a un internado.-

-No es para tanto. Ya que tu e Itachi con el tiempo deben adentrarse en el negocio de tus padres es correcto que vayas a un lugar donde la educación sea la mejor.-

-Ellos sólo quieren deshacerse de nosotros, ni siquiera pasan en casa no se en que les fastidiamos.-

No podía decirle que no cuando aquello podía ser una gran verdad, ellos nunca pasaban en casa y cuando lo hacían solían cenar en silencio. Cuando llamaban a Itachi era únicamente para colocar cargas sobre su hombro, cosas como "Hijo en ese lugar está uno de las hijas de nuestros mejores clientes, llévate bien con ella"

Mi madre no estaba cerca de mi por el trabajo, la mansión era bastante grande, existían muchas empleadas y aún asi siempre se estaba atareado. Cuando ella terminaba solía ir a dormir para recuperarse del cansancio y por eso muchas veces olvidaba darme las buenas noches o cruzar alguna palabra conmigo.

No la culpaba ,siempre me culpe por la mayoría de desgracias que le había tocado vivir, incluso creo que esa era una de las razones por las cuales yo también me aleje de ella.

Por qué yo vivía algo similar lo comprendía perfectamente.

El día en que me percate cuanto quería a Sasuke Uchiha era un día bastante nublado, la lluvia amenazaba con empezar a caer en cualquier momento. Acababamos de recorrer el internado donde asisitiria a clases él pelinegro y se convertiría en su nuevo hogar, misteriosamente Mikoto lo acompañó a recorrer el lugar y me invito a mi para que también los acompañara. Íbamos a subir al auto pero Sasuke se detuvo molesto.

-No quiero venir a vivir a un lugar como este.- reclamó en voz alta, él lugar era bastante lujoso, existían carreteras por todo el lugar por eso se veian autos que pasaban, uno de ellos paso lentamente mirando quien armaba el berrinche. Seguramente para luego contarlo a sus demás amigos ricos.

-Sasuke.- pronunció su madre.- hablemos de esto en casa, este no es el lugar para hablarlo.- las gotas de lluvia empezaron a caer.

-En casa.- él soltó con sarcasmo.- Te da vergüenza decir que te quieres deshacer de mi en público.-

Ella levantó su mano e iba a arremeter contra la mejilla de su hijo, pero si ella lo hacia yo sabía que el nunca se lo perdonaria, así que por más que intenté estar al margen me coloque frente a él y recibí el golpe.

-Lo siento señora Mikoto.- mencioné al ver su rostro enfurecido, supongo que la vergüenza que estaba pasando era mucho para ella.

Sasuke se alejó, empezó a caminar lejos del auto, lleve una mano a mi mejilla.

Quería gritar que se detuviera pero sólo opté por seguirlo con la mirada en silencio.

Él chofer estaba tratando de calmar a la señora y él pelinegro estaba en medio de la carretera.

Yo lo conocía bien, las emociones que en ese momento sentía , un especie de rencor y resentimiento hacia la persona que lo engendró, quizás ganas de llorar.

Lo siguiente que recuerdo escuchar fue el ruido de unas llantas resbalando en la carretera, empecé a correr el no se movía a pesar de ver el auto venir directamente contra el, no estaba temblando ni asustado, el en ese momento deseaba morir, y yo sólo quería que el siguiera con vida. Llegue justo a tiempo para únicamente empujarlo con fuerza, y luego sólo recuerdo como todo de repente se oscurecio para mi.

Ese día cuando tenía once años comprendí que quería tanto a Sasuke Uchiha que era capaz de morir por él.