Hay muchas razones para marcharse. Marcharse y no mirar atrás. A veces Alec no puede evitar preguntarse porqué se queda realmente, pero el hecho es que se queda.
La vida en Manticore era más sencilla, no tenía que pensar sobre los porqué, sólo seguir órdenes y mantener la cabeza baja para no hacerse visible a su radar, eso era todo. No era bonito, pero era más fácil de alguna enfermiza manera.
Ahora también tiene que fingir, eso no ha cambiado. Quizá es la única maldita constante en su existencia.
Ante todo tiene que fingir ser un normal, todos tienen que hacerlo y la paranoia creciente sobre los transgénicos no es que ayude mucho, pero está acostumbrado a jugar a ese juego, convertirse en alguien que no es realmente, un nombre falso, una identidad falsa, un pasado falso... Y, extrañamente, el hecho de que todos ellos tengan que hacerlo lo hace más natural, más llevadero, como si con ello siguiera formando parte de algo.
Tiene que fingir que nada le afecta y eso tampoco es algo nuevo, hace mucho que le es familiar, de hecho no está seguro de que no se haya convertido ya en parte de él esa máscara que lleva puesta la mayor parte del tiempo. Pero en esa farsa está solo. Los demás: Max, CC, incluso Joshua, han encontrado alguna manera de conectar, de crear su propio espacio, su propia vida... él no.
Tampoco es que tenga elección. Es un soldado, un superviviente, alguien que ha aprendido de la manera más dura a cuidarse solo... y sabe que si se para a pensar, a pensar realmente en todo lo que ha hecho, no será capaz de retomar la marcha; será hombre muerto. Así que sigue adelante. Viviendo el momento. Llevando puesta la máscara. Porque no tiene otra salida, porque no hay otra opción si quiere seguir vivo y, aunque la vida que lleva es una farsa, siempre es mejor que la otra opción.
Lo peor son las noches. A veces, tumbado en la cama en la oscuridad, le asaltan los recuerdos. Los años de entrenamiento, la reprogramación en Psi. Op., las misiones... y Rachel, sobretodo Rachel. Ha intentado enterrar esos pensamientos, esos fantasmas, tan profundamente dentro de sí como ha podido, pero siguen resurgiendo haga lo que haga. Ahora los sentimientos son el enemigo y es un enemigo mucho más implacable, mucho más sádico, que cualquier cosa que hubieran podido idear en Manticore
Su única arma contra ellos es mantenerse ocupado. Si te centras en el día a día, en lo que haces en este instante, no piensas y los recuerdos no pueden asaltarte por sorpresa obligándote a sentir. Así que trabaja, bromea con los compañeros, ayuda a Logan en sus estúpidas misiones, flirtea con las chicas y se lleva a casa a las que puede porque no tiene otra opción, no puede hacer nada más. Sólo seguir fingiendo.
