Hola, después de ver y obsesionarme con ''Star vs. The forces of evil'', quería hacer este fanfiction y si no lo hacia, iba a enloquecer.

¡Dios!, hace mucho que no escribo fanfic, pues ahora me dedico a escribir un libro.

Espero que lo disfruten (Contiene spoleirs del final de la segunda temporada)

Sinopsis: Star esta devuelta en Mewni, quizás para siempre. Con todo perdido y la autoestima por los suelos decide buscar una distracción. En el palacio encuentra una habitación misteriosa que le revela una verdad que amenaza con sacudir su mundo.

Descargo de responsabilidad: Esta maravillosa serie y todo el material que la acompaña no me pertenecen, sino a la malvada genio, Daron Nefcy y Disney.

(Historia de tres o cuatro partes. Corta)

''Queen of Queens''

Si pudiera retroceder el tiempo a la época en la que todo era fácil lo haría, cuando su varita estaba completa, la época en la que Glossaryck la guiaba y tenia el libro de hechizos en sus manos, en la que no lo arruino todo en el día de la canción ganando la desconfianza del pueblo; la época en la que contaba con la amistad de Marco.

Se las había arreglado para convertirse en un fiasco, destrozar todo lo que la rodeaba. La princesa que lo perdió todo.

Acostada en su cama intentaba no pensar en todo lo que dejo atrás, pero sus pensamientos volvían a Marco, como fue tan tonta para enamorarse de su mejor amigo sabiendo que no le correspondía, él lo tenia todo en la tierra, amigos, familia y a ella.

Star no encajaba en su mundo, nunca lo había hecho en verdad. Marco pertenecía a la tierra, antes de que la conociera ya tenia una vida. Se creyeron una mentira, jugaron un juego de corta duración en el que sabían que se iban a lastimar, quizás no con malas intensiones, pero ella algún día se iría y él seguiría adelante.

Incluso su pequeño gato, Midninght, la ignoraba tratandola como una desconocida a pesar que lo tenía desde bebé.

Se consolaba a si misma repitiendo que algún día se tendría que ir, era sabido, pero eso no lo hacia menos doloroso. Sólo estaría una temporada hasta completar su entrenamiento y sin Glossaryck su estancia tampoco tenía sentido, incluso creyó en la posibilidad que sus padres al saber la verdad la enviarían a Mewni, pero no fue así.

No era una adolescente normal, no tenia su destino en sus manos, definitivamente no era Marco o cualquiera de sus compañeros de clases.

No podía evitarlo, se sentía una extranjera en su propia tierra, como si el planeta tierra hubiera sido la realidad y Mewni fuera el espejismo, un lugar que quedo estancado en sus memorias.

Se puso de pie.

No quería quedarse quieta, necesitaba una distracción. Ya no podía salir a dar un paseo por el pueblo, el reino entero la odiaba y tenían razón, sólo se entretenía en los extensos jardines del castillo donde las flores chismoseaban a sus espaldas, en los establos donde los guerriconios y las quimeras (NA: esos animales con cabeza de león) siempre la recibían con alegría.

El palacio había cerrado sus puertas por las constantes manifestaciones de los habitantes, y la amenaza silenciosa de Toffe; ya no veía a ninguna de sus amigas; sus padres estaban tan ocupados que hace días no los veía por más de cinco minutos, ya que se encontraban en constantes reuniones tratando de mantener la paz y preparándose para la guerra. Una guerra que llevaba su nombre escrito.

—Muy bien, Star—se dijo—, es hora de conseguir una distracción.

Salió envuelta en una manta, descalza manteniendo la varita alzada para iluminar el camino.

El palacio estaba en silencio, los pasillos obscuros y fríos.

Había vivido toda su vida en este lugar, pero conocía sólo la mitad, los lugares más esenciales: la habitación de sus padres, el gran salón, la cocina, las habitaciones de los empleados, los establos y el jardín, es decir era tan grande y habían lugares que tenia prohibido el ingreso, según su madre.

Sin querer, recordó la habitación de la abuela, el salón de los tapetes de las reinas de Mewni que vio cuando entro en la varita. La última vez que estuvo ahí era una bebé y apenas lo recordaba, incluso la responsable de llevarla fue su abuela sin que su madre lo supiera.

—Mi niña, un día ganaras tu tapete—Apretó su mejilla —. El más impresionante de todos.

Sí su abuela hubiera visto todo lo que provoco no pensaría que ella es impresionante, estaría decepcionada.

Se pregunto donde estaría ese lugar.

Recorrió los pasillos sin rumbo tomando cualquier dirección, subió y bajo largas escaleras, atravesó tragaluces que te permitían ver el cielo nocturno de Mewni, paso por habitaciones llenas de pociones y armaduras viejas.

Se detuvo una puerta de madera gigante de la cual había una gran inscripción en roca en Mewniano antiguo.

Leyó a duras penas.

''La puerta de las memorias''

¿Qué significaba eso?

No parecía un acertijo, pero era muy mala para ellos. Rogaba que no lo sea, porque no estaba segura si podría soportar descifrar enigmas, ya era difícil tener que descifrar sus sentimientos, fingir delante de los nobles e intentar que el pueblo vuelva a confiar en ella, si es que alguna vez lo habían hecho.

Cuando se entero que Toffe estaba de regreso más poderoso que nunca, que algo había pasado con la alta comisión de magia (su madre no dio detalles), su regreso a un Mewni totalmente ajeno al que recordaba, supo que era hora de ser una princesa.

Intentó empujar la puerta, pero esta ni siquiera se movió. Al parecer, no abría para adentro ni afuera, ya no sabía que hacer.

—Vamos—regaño a la puerta, pero esta no le respondió—.Debe haber una forma.

Quizás estaba demasiado vieja, después de todo el castillo era muy antiguo, tan antiguo como la misma Mewni. En el libro se decía que fue construido con magia, las reinas se encargaban de dejar su registro y marcas en el palacio de alguna manera.

Cuando Marco se quedó encerrado en su armario de secretos, ella lo abrió con magia, escavando profundo, quizás también se abría con magia.

Puso su mano sobre la puerta con delicadeza. Cerró los ojos, deseo que se abriera, que responda su llamado, la sintió no como un objeto, sino un ser con espíritu y propia consciencia.

Describir como era escavar profundo era difícil, era como volar, alcanzarlo todo. El poder adquiría otro nivel, se requería una situación te diera empuje, pero no supo lo que era hacer magia de verdad hasta que llego a ese punto.

Sentía la magia burbujeando en su interior, ya no era un conjunto de hechizos inventados en los que se necesitaba la varita.

Las puertas se abrieron de par en par dejando un humo plateado disipándose a la distancia. No se veía nada, la habitación estaba en completa oscuridad y tuvo que iluminar con la varita.

—Lo hice.

Lo que vio la sorprendió.

Era un antiguo salón de baile, del techo colgaban candelabros hechos de cristal llenos de telarañas, velas derretidas y un enorme vitral con un dibujo distorsionado, que apenas lograba que entrara la luz. El piso estaba cubierto de polvo, pero al removerlo supo que era de mármol.

A los lados descansaban pilares hechos de cristal, muy parecidos al que hacia cierto miembro de la alta comisión de magia.

Al fondo, había dos grandes escaleras que se unían en una.

Entro dando pequeños pasos, una vez adentro la puerta se cerro de golpe.

Contuvo un grito.

No había nada de malo en ese lugar, sí permitió que entrara era por una razón. En el fondo, intuía que tenia que al que ver en el lugar; lo podía sentir.

Era una princesa guerrera rebelde e independiente, el miedo no la paralizaria.

Aun así estar en un lugar desconocido y a obscuros, sola usando su varita como linterna le daba escalofríos. Esta situación le recordaba cuando veía esas películas de miedo con Marco, las cuales andar solo en la oscuridad nunca era buena idea, al principio le pareció divertido así podía pelear contra lo que acechaba, pero al ver que el personaje lo único que hacia era correr e intentar refugiarse del espectro no lo fue tanto, claro ella tuvo su propia experiencia personal.

Siguió avanzando tratando que la luz le permitiera ver lo más posible de su entorno.

Al llegar al medio se prendió una vela de los candelabros, la que estaba justo sobre ella, las otras siguieron su ejemplo.

Algunas velas eran rosas, otras violetas, verdes y amarillas, habían muchos colores.

Su mandíbula cayó.

Juro que nunca en toda su vida había visto algo más hermoso, el salón entero parecía estar cobrando vida en frente de sus ojos. Cuando las velas se prendieron, los cristales de los pilares reflejaron el resplandor y trajeron la luz a cada rincón del salón.

Alrededor de sus pies el polvo asentado se disperso flotando hasta el techo para desaparecer llevándose las telarañas y toda suciedad que pudiera haber, esto siguió pasando hasta que no quedo rastro de polvo.

Star dejo caer la manta de la impresión, si no estuviera sosteniendo la varita como único elemento que le recordaba que esto era real también la hubiera dejado caer.

Era muy hermoso.

El piso efectivamente era de mármol, había dibujos de símbolos que le perteneció a las reinas anteriores. Retratado la historia de la Mewnidependencia con una larga inscripción en un mewniano tan antiguo que era casi indescifrable.

Star había visto cosas raras y mágicas durante toda su corta vida, hizo explotar un montón de cosas con sólo recitar un hechizo inofensivo, viajó a esa loca dimensión de los gatos con caras humanas, navegó en el tiempo y vio a sus padres preadolescentes, conoció a sus otras yo de las infinitas realidades alternativas, entre otras muchas cosas que había provocado y experimentado; pero esto estaba en el tope de su lista.

Había una inscripción en letras doradas en la base de la ahora reluciente escalera.

Frunció el ceño.

Corrió hasta la escalera para conseguir una mejor vista. Leyó en voz alta: Allí veo a mi madre, mi abuela y antepasados. Me revelan los secretos que muestran la verdad.

Al leer la parte final las letras empezaron a brillar y flotar hasta quedar frente a ella y explotar en pequeños destellos de colores.

—¿Qué?—susurró, intentando entender la situación.

En ese momento, entendió aun menos. Delante de sus ojos el salón se convirtió en una fiesta ostentosa, un lugar estaba repleto de gente elegante bailando en perfecta sincronía, había una pequeña orquesta que mantenían el ambiente festivo y alegre.

En el amplio espacio que se unían las escaleras descansaban tres tronos con el mismo diseño que usaba su familia, entonces comprendió que eran los mismos, lo cual significaba que estaba en el pasado, en la memoria de una de sus abuelas.

—¡Es impresionante!—exclamó dando un salto con los brazos extendidos, temió que alguien la volteara a ver por todo el escándalo que hizo, pero siguieron enfrascados en su baile, chismes y comida.

Aquello no era muy diferente a los bailes y fiestas que asistió, pero aquí había una enorme diferencia, las personas no vestían igual que en el Mewni actual, sino más...anticuado.

Mewnianos de mallas y sombreros con plumas, telas de todos colores, mewnianas con vestidos que abrazaban su pecho y caían con libertad hasta el suelo, mangas extremadamente largas.

Algunos niños corrían envueltos juegos, una corte de ancianas reían a carcajadas sentadas en sillones en la esquina.

Sip, no era muy diferente.

De pronto, la música se detuvo con ella todo el ruido y dirigieron sus cabezas en dirección a Star.

Asustada, creyó que se habían dado cuenta de su presencia, pero cada mirada estaba enfocada en un hombrecillo muy parecido a Alfred, solo que este tenia el pelo blanco y aparentaba más edad, se dirigió hasta al frente de los tronos con paso rápido y ligero e hizo una reverencia exagerada.

—Damas y caballeros, inclinen sus cabeza ante sus majestades, el rey y la reina Butterfly—Una pareja ingreso con un caminar señorial—. Saluden a su princesa real, Eclipsa.

¿Qué? Eclipsa, como la misma Eclipsa, la reina de la oscuridad, la misma que realizo todos esos hechizos; la que se enamoro de un monstruo y huyo. Entonces, la puerta de las memorias le mostraría su historia, no es que tuviera algún problema, una cosa era simpatizar con algunos monstruos y tener una buena relación (los buenos), pero enamorarse de uno…Eso le producía un cierto pudor.

Observó a la pareja de reyes; la mujer descendía con elegancia, tenia largo cabello negro, rostro severo y piel lechosa con dos marcas verdes de flores en las mejillas, en su mano portaba la varita que tomo forma de una rosa envuelta en un espino dorado; el hombre era guapo y serio a su lado vestía muy similar a los reyes e incluso a su padre, solo que no mostraba ninguna sonrisa, su cabello era castaño abultado y era bastante alto, en mano derecha llevaba el cetro celeste de Mewni que estaba reservado para el uso exclusivo de los reyes varones.

Se sentaron luego de ser recibidos por una reverencia masiva.

Star frunció el ceño.

Se quedo mirando las escaleras en caso de que apareciera Eclipsa, pero no había rastro. Por otra parte los reyes no parecían muy afectados por el retraso o ausencia de su hija, es más hasta se daban el lujo de conversar entre ellos como si nada estuviera pasando.

Nadie en el salón estaba pendiente de la aparición de la princesa.

Frustrada por no recibir respuestas decidió buscarlas por su cuenta, pero no estaba segura que tan real sea esta ilusión. Subió por las escaleras estando pendiente de algún cambio, no ocurrió ninguno mientras avanzaba por el ala contaría al que los reyes entraron al salón.

Fue recibida por un oscuro e infinito pasillo del cual no había ninguna pisca de la futura reina de la oscuridad. Vio al mismo sirviente que anuncio a la realeza discutir con una cortina.

Ladeó la cabeza extrañada hasta que se encontró con el siervo regañando a una niña pequeña que permanecía oculta detrás de la cortina roja.

La niña llevaba un vestido negro de corte infantil, no era superior de los siete años, pero su expresión, modo de hablar y gestos la hacían parecer mayor. El cabello oscuro corto estaba adornado por una cinta roja atada en un perfecto moño, las piscas en sus mejillas parecían resplandecer en la oscuridad, pero sus ojos no eran vacíos ni tenían un brillo malvado, sino tiernos e inteligentes.

No podía entender como esta linda niñita se convirtió en la reina que escribió un capitulo tan lleno de maldad.

—Debe salir, princesa—dijo con tono cansino—. Ya la he anunciado.

Ella negó con la cabeza.

—No quiero.

—Por favor, la esperan—Apuntó al salón—. Sus padres…

La niña lo interrumpió alzando un dedo e inflando las mejillas—Mis padres están ciegos y son arrogantes, no se dan cuenta de su entorno.

Él hizo una mueca de espanto al oír esto. Star juro haber percibido como una corriente lo estremeció de pies a cabeza, su rostro empalideció y una gota de sudor recorrió su rostro.

—No diga eso. Lo que dice y las ideas que propaga son peligrosas.

No pareció afectar a Eclipsa.

—Lee un poco, Phillips—Se encogió de hombros—. De cualquier modo no voy a asistir a ese tonto baile. Dile a mis padres que me siento mal, que estoy muy enferma y necesitaba ir a dormir—Hizo un puchero que hasta a ella logro enternecerla—. Por favor.

Phillips le sostuvo la mirada, pero accedió después de hacerle prometer que al próximo baile asistiría sin pretextos, pues se estaba convirtiendo en la reina de las ausencias y excusas inventadas.

Star se quedo a solas con la niña que salió corriendo hasta la cocina real donde saco una canasta llena de comida que estaba escondida debajo de la mesa y un libro envuelto en una manta rosa.

—Con esto será suficiente—Cubrió su cabello con la manta.

¿Qué estaba haciendo?

Abrió su libro y anoto algo tarareando una canción de cuna que la adolescente sabia muy bien, puesto que su madre se la cantaba cada noche cuando era una niña afirmaba que era una canción familiar, pero no le tomo peso a sus palabras.

Eclipsa suspiro y abrió la puerta saliendo del palacio con extremo sigilo.

Debía admitir que eligió un buen momento para huir, todos estarían muy entusiasmados con el baile y se olvidarían de su presencia por un largo tiempo. Si ella quisiera salir en la completa clandestinidad hubiera elegido un evento así, pero como era Star Butterfly las artes de escabullirse sin levantar sospechas no eran su especialidad.

Se dedico a seguirla mientras la niña caminaba directo hacia el bosque de la muerte segura con la vista fija en su libreta murmurando incoherencias sobre el ciclo de las tres lunas de Mewni y lo especial que era esa noche.

Una niña extraña.

Star la siguió sin decir una palabra.

Miro al palacio el cual no era muy diferente al actual, pero faltaban unas torres. Le sorprendió el realismo de la ilusión, en si estaba en una memoria de una de sus antepasadas, pero creyó que solo se aplicaba al salón y saliendo de ese lugar la magia iba a desaparecer.

Vaya que estaba equivocada.

El bosque estaba igual, Eclipsa parecía saber la dirección de memoria. La pequeña esquivaba todo tipo de obstáculos con habilidad aunque con la vista enfocada en su libreta.

Después de una larga media hora de caminata, se encontró en un infinito campo de grandes flores rojas que se mecían al son del viento. La luz del luz de las lunas lo hacían lucir mágico, no creyó que un lugar así se encuentre en el bosque donde era el territorio de los monstruos y un lugar horrible.

Esto era…precioso.

El aroma perfumado de las flores impregnaba el aire y le daba un cierto dulzor.

—No puedo creerlo—Eclipsa abrió los ojos asombrada—. ¡Lo encontré!

Se fue corriendo al campo de flores entre risas levantando pétalos rojos detrás de ella. Las flores parecían danzar a su alrededor y Star compartió su emoción, se unió a sus risas.

Noto que a diferencia de la niña ninguna de las flores se remecía con su andar, no había ningún cambio. Era como si todo fuera real y ella fuera la ilusión, el elemento que no debería estar.

Eclipsa dejo caer la canasta y se dispuso a comer sentándose alrededor de las flores observando las lunas fijamente garabateando en su libreta.

Había empacado una buena porción de maíz humeante, unos panes pequeños, un pedazo de tarta azul mordido y una botella de te de burbujas con miel caliente.

Star se sentó a su lado viendo intrigada a la niña.

Sus ojos oscuros pequeños y rasgados miraban con ilusión los astros elevándose de poco en el cielo nocturno Mewniano.

—Quisiera saber más…

Pegó un sobresalto, pensó que se percato de su presencia, pero su mirada siguió fija en el mismo lugar.

Mastico un pedazo de su tarta derramando las migajas en su barbilla.

Un rugido se oyó a lo lejos seguido por un grito, tuvo ganas de gritarle que saliera corriendo, que era demasiado peligroso y seguro eran monstruos que buscaban hacerle daño, pero la niña se quedo congelada plantada en el lugar con la tarta a mitad del recorrido a su boca y buscando el origen de los gritos entre los árboles.

Un arbusto de hojas negras se empezó a remover con brusquedad.

Se puso de pie con rapidez e intento advertirla, pero cuando quiso tocarla su mano la traspaso.

—¡Vamos!, tienes que irte.

No le hizo caso, es más se puso de pie avanzando hasta el origen del sonido como hipnotizada.

—¡No, Eclipsa! —Se puso al frente agitando los brazos—. ¡No debes acércate es…

Una figura cayo envuelto en ramas, hojas y suciedad. Esta se quejo y removió apretando su estomago.

Levantó la vista y abrió mucho los ojos cuando contemplo a Eclipsa, que parpadeaba consternada por su presencia, pero no lucia asustada.

—Malvada mewniana—gruño con rencor.

No era novedad sobre el odio de los monstruos por los Mewnianos, pero este ser podía hacerle daño a la niña y no estaba dispuesta a aceptarlo. Algo tenia que hacer, su varita estaba como fuera de servicio incluso si la agitaba no oía al unicornio que vivía en su interior.

Eclipsa no hizo nada.

—Vete—Ordenó el monstruo, sin recibir una respuesta de la niña gritó: —¡Te dije que te vayas!

Se retorció y enderezo con dificultad. Si antes había tenido ganas de narvagolpear a este monstruo, estas habían desaparecido, él era apenas un niño aunque le ganaba en altura a Eclipsa, lucia demasiado delgado, hasta se le marcaban las costillas.

Su piel rojiza estaba cubierta de rasguños y suciedad, tenia un largo cabello plata enmarañado con algunas hojas sobresaliendo. Tenia cuatro ojos amarillos brillantes, dos pequeños cuernos apenas visibles, orejas alargadas, sus labios estaban pálidos y secos, al punto de estar curtidos y vestía unos pantalones desgastados que parecían más harapos que ropa.

Era él. El monstruo del cuadro, solo que en una versión más infantil y famélica.

Dio un par de pasos pesados, apenas sosteniéndose a si mismo.

—¡Vete, malvada!—gimió, cayendo desplomado por el esfuerzo—. Mi familia. Comida. No encontré nada—susurro al borde de las lagrimas enterrando su cabeza entre las flores.

Star bajo la mirada, sintiéndose culpable.

La niña fue corriendo hasta la canasta y se la acerco con lentitud depositándola a unos pocos metros.

—Puedes comer y tomar lo que quieras.

El monstruo levanto la mirada olfateando la comida, se arrastro con desesperación hasta la comida en cuatro patas.

Se devoro una porción del maíz, tomo el te de burbujas de un solo trago no dejando escapar ni una sola burbuja sin consumir, comió con más moderación los panes ya viéndose mejor. Lo que le más intrigo a Star fue que si bien tenia hambre era cuidadoso de dejar una buena ración de sobras de todo lo que comía.

Cuando estuvo satisfecho miro a Eclipsa con desconfianza.

—¿Por qué me das esta comida, mewniana?—gruño—. Creí que para ustedes nosotros somos repugnantes.

Tanto Eclipsa como la misma Star desviaron la mirada avergonzadas, pues era una verdad, pero la niña susurro: —Somos iguales.

Él rio a carcajadas demasiado alto y sin una gota de gracia.

—No es verdad. Lo sabes bien.

La niña jugo con su pie— Yo creo que es verdad.

Chasqueo la lengua sin hacerle caso enfocado en lo que contenía la canasta hasta que se encontró con un pedazo de tarta tirada en el suelo y lo levanto frente a sus cuatro ojos evaluándolo detenidamente.

—Que peculiar comida—Olfateo el alimento—. Huele bien, entonces debe tener buen sabor.

—Es deliciosa, se llama tarta azul. Tiene frutas azules cultivadas y una masa exquisita—Le sonrió—. Tienes que probarla.

Pero él la metió en la canasta.

—No.

—Yo…

La detuvo alzando una mano—Eres una Butterfly. Tus mejillas te delatan por si solas, la pregunta es: ¿Por qué ayudas a un monstruo como yo? Un enemigo, una abominación para los de tu clase.

La niña abrió y cerro la boca, hasta que se le formo una sonrisa en sus pequeños labios.

—¿Tienes un corazón?

El monstruo ladeo la cabeza y sus cuatro ojos le fruncieron el ceño.

—Sí—contestó después de una larga pausa.

—Yo también—Sonrió—¿Piensas?

—Claro que sí, ¿Qué creías?

Ella avanzo sin miedo hasta quedar frente a la criatura, que la observaba con fijación.

—¿Tienes sentimientos?

—Sí—exhaló.

Se quedó en silencio.

—Yo tengo todo eso—Se inclinó unos centímetros—. Somos iguales, ¿Por qué no ayudar a un igual?

Él negó con la cabeza, pero se veía más relajado.

—Eres muy extraña, Butterfly—dijo sin sonar como una ofensa.

Levantó la vista con una sonrisa, pero se encontró con la unidad de las tres lunas de Mewni. Eclipsa chillo de la emoción, recogió su libreta y escribió con la mirada fija en el evento.

Los pétalos de las flores se reunieron a su alrededor y a la lejanía se vieron los juegos artificiales del palacio adornando el cielo.

—Un eclipse trilunar—murmuro el monstruo poniéndose a su lado.

Inflo su pecho con orgullo—Pasa una vez cada siglo y yo tengo la mejor vista.

Alzó una ceja, masticando un pan.

—¿Mejor que la vista desde tu torre en el palacio?

—Definitivamente mejor—anotó.

El monstruo le echo un vistazo a la libreta, pero frunció el ceño e hizo una mueca de disgusto.

—¿Qué es lo que escribes?

—¿Qué?—Lo observo—¿No sabes leer?

—No—contestó, encogiendo los hombros—. Somos monstruos, nosotros no tenemos acceso a esas escuelas refinadas o a la educación.

Eclipsa apretó los labios y los puños.

Se quedaron en silencio unos minutos, lo suficiente para que se volviera incomodo para ambos.

—Oye, ya me debo ir—Levanto la canasta debajo de su brazo. Se rasco la parte posterior de su cabeza—. Tengo que llevar esto a mi…Es decir, adiós—extendió una mano.

Le tomo la mano.

—Mi nombre es Eclipsa, fue un placer conocerte.

—Aer—Sonrió, viéndose como un niño inocente y no como un monstruo atemorizante—. También fue un placer y gracias.

Se fue con paso torpe.

Él se detuvo antes de entrar en el bosque—¿Puedes regresar sola a tu castillo, princesa Eclipsa Butterfly?

—Vine sola.

Aer le sonrió y se marcho.

La vuelta al castillo fue más silenciosa y monótona. Eclipsa mantenía una expresión melancólica, como si conocer a ese monstruo hubiera despertado en su interior una tristeza que estaba dormida.

Star experimento un serie de imágenes adelantadas, como cuando aceleraba las películas. Vio a la niña crecer envuelta en continuas y fuertes discusiones que tenia con sus padres, la relación tensa con sus parientes y habitantes que chismoseaban a sus espaldas, las tardes solitarias en su balcón donde contemplaba el bosque de la muerte segura, su empatía con la situación de los monstruos y su búsqueda de misterios inexplicables.

Lo que más llamo su atención fue las reiteradas veces que acudió al campo de flores en la oscuridad de la noche dejando grandes canastas con comida. Las veces que concedió con el monstruo intercambiaron historias, se entero que sus padres habían muerto producto de las hambrunas y enfermedades, solo sobrevivieron él y sus hermanos, una niña y un pequeño, tuvo que hacerse cargo de mantener a su familia a una edad muy temprana yendo a cazar al bosque; en cambio ella le conto sobre la pésima relación con sus padres y las pesadas obligaciones que soportaba, lo mucho que detestaba su vida llena de lujos mientras otros inocentes morían de hambre.

Eclipsa le enseño a leer llevando un libro de chistes de obsequio, donde aprendía riendo a carcajadas con la princesa (siendo testigo Star) y después a escribir mientras la niña guardaba con orgullo cada avance que hacia Aer. Le hizo prometer que le enseñaría a sus hermanos pequeños y cualquier monstruo que estuviera dispuesto.

Eso fue a los diez años.

Se produjo un cambio en su dinámica, le siguió enviando canastas esta vez con cartas atadas por una cinta alrededor del asta, cuando volvía a la noche siguiente la esperaba una carta.

No se volvieron a ver.

Una noche a los trece años, una semana antes le entregaran gran la varita real, se volvió a encontrar con Aer que la esperaba sentado en la base de un árbol con los brazos cruzados. Cuando la vio le sonrió con amplitud.

Eclipsa apretó los dedos alrededor de la canasta, sorprendida.

—Tuve que venir antes.

Él había cambiado.

Su cuerpo estaba más desarrollado aun estaba delgado, pero estaba más robusto que la primera vez que lo vio, sin contar que había crecido varias pulgadas. Estaba limpio y su cabello plata estaba amarrado en una coleta.

—Hola.

Le dirigió una mirada.

—Te aseguraste de enviar tarta.

La adolescente bajo la mirada.

—Espero que a tu familia le guste—extendió la canasta tapando su cara.

Star sonrió enternecida con la escena. Jamás pensó que lo diría, pero eran tan lindos juntos que le entraban ganas de dibujar corazones con sus iniciales por todos lados.

Él la tomo con delicadeza y la abrió para ver lo que estaba adentro.

—Puse algunos libros para tus hermanos—dijo—. De aventuras para tu hermana y de humor para tu hermano, les gustara, ya…

Aer dejo caer los brazos. Su semblante cambio a uno de tristeza, torció la boca.

—No tienes que seguir haciendo esto.

Puso cara de desconcierto.

—¿Por qué? No es problema para mi.

—Eclipsa, me voy—Habló con tono alto—. Conseguí un trabajo como cazador para los Avarius. No es mucho, pero podre mantener a mi familia.

Los Avarius. La familia de Ludo, mejor dicho los antepasados del ave.

—¿Cuándo te vas?

No la miraba a los ojos—En unos días.

Se produjo un silencio que le hizo doler el corazón a Star.

—¿Te volveré a ver?

—No se, espero…

Fue su turno de interrumpirlo—Me van a entregar la varita en una semana y tendré más responsabilidades. No creo poder volver a escabullirme.

Aer bajo los ojos y asintió con la mandíbula apretada, como si la simple mención del objeto mágico le produjera odio.

—Es lo que hacen, ¿no? —dijo con tono duro.

Volvieron a quedar en silencio.

—Fue un placer conocerte, Aer.

Ella dijo lo mismo que en su primera despedida, se dio vuelta con expresión vacía, pero él la sostuvo del brazo.

—Ven en tres días, por favor.

—No prometo nada—Y se soltó para desaparecer.

Volvió a presenciar otras imágenes. Eclipsa apenas se hablaba con sus padres, en cada cena familiar mantenía su silencio, los reyes conversaban sobre la ceremonia de entrega de la varita con entusiasmo afirmando que tenerla en su poder eliminaría todas esas locuras que hablaba con regularidad.

Los tres días se cumplieron, cuando se hizo de noche. Ella se enfuto en un vestido morado sencillo y se encamino hasta el campo de flores.

Antes de salir, miro una de las luna que brillaba en una perfecta medialuna roja.

—No puede ser—Star negó con la cabeza.

Era la luna de sangre. La misma que había bañado a ella y Marco, en el baile que organizo Tom en el inframundo.

Cuando llegaron al campo de flores, Aer esperaba observando la luna asombrado.

Eclipsa se cruzo de brazos—Conveniente día para invitarme.

Aer le sonrió.

—No creerás eso—Hizo una reverencia—.Princesa, me concede esta pieza.

Ella dejo escapar una carcajada, pero tomo su mano.

—¿No se supone que tiene que haber música?

—Solo si eres un mal bailarín.

—Yo lo soy.

Ambos unieron sus manos con risas cómplices, ella apenas alcanzaba su hombro y Aer tuvo que inclinarse un poco para rodearla por la cintura. Eso no les importaba porque se empezaron a mecer con mucha torpeza entre el campo de flores rojas levantando pétalos a su alrededor, uniéndolas a su danza.

—No necesitan música—Suspiró del amor.

Casi se cayeron varias veces cuando intentaban dar vueltas. Aer tenia tanta fuerza a comparación de su compañera que lograba levantarla unos centímetros del suelo con solo darle una vuelta.

Por suerte no la piso.

Lograron la sincronía después de unos buenos minutos.

—Sí mis padres me vieran—dijo cuando la elevo en el aire.

Él hizo una mueca.

—Sí, mi familia tampoco sabe tu existencia.

Esta declaración la detuvo—¿Qué?

—Piensan que eres una chica que conocí hace años, que pertenece a las pocas familias adineradas de monstruos que existen.

Eclipsa bajo la mirada.

Supuso que se sintió un poco mal con lo que dijo el monstruo, pero ella tampoco esta dispuesta a contarle a sus padre sobre la amistad que entablaba con un monstruo. La misma Star experimentaba algo parecido, no podía admitir delante de sus padres que se llevaba bien con algunos monstruos, sobre todo si uno de ellos había pertenecido al grupo de Ludo.

Se quedaron en silencio siguiendo con la danza.

—Esta noche es festejada en el inframundo—susurró Aer—. Dice la historia que solo ocurre una vez cada 667 años y tiene el propósito de unir las almas de dos personas para toda la eternidad.

Esto deprimió a Star.

Le recordó al baile, cuando bailo con Marco que se había colado. Parecía un recuerdo tan lejano, como si le perteneciera a alguien más.

—¿Dónde aprendiste eso?

—Un libro—Le dio una vuelta y continuaron bailando.

Nunca había visto un baile tan significativo, parecía que nada importaba excepto la presencia del otro.

Ellos no se dieron cuenta, pero la tenue luz rubí de la luna los estaba apuntando directamente . No era un reflector, pero se podía ver con claridad.

Estaba con la boca abierta.

La luna sangrienta unió las almas de Eclipsa y el monstruo, dos enemigos naturales, antes de Marco y Star. Ese detalle remeció su mundo por completo.

—¿Me olvidaras?

Ella retrocedió con dificultad al escuchar sus palabras y la luna dejo de alumbrarlos. La pregunta quedo flotando en el aire esperando una respuesta.

—¿Por qué dice eso?—preguntó con sequedad.

Aer apretó la mandíbula.

—Serás una reina—contestó con la vista fija en el palacio y los puños apretados—. Ellas son crueles y malas con los monstruos. Nos han desterrado con su magia, nos quitaron todo lo que te teníamos, nuestras tierras, nuestras vidas y desde entonces no hemos hechos más que sufrir en la miseria.

No dijo nada.

La tomo de los hombros—No seas como ellas, Eclipsa. Sé justa—Su tono era angustiante—. Mira el mundo desde todos sus ángulos.

Asintió con los ojos llorosos.

Se dieron un abrazo largo, él la elevo y ella apenas lo pudo rodear con sus pequeños brazos. Estuvieron abrazados lo suficiente para que fuera incomodo para Star.

—Eres el único amigo que he tenido en toda mi vida—Beso su mejilla—. Te deseo lo mejor.

Se separaron dándose una mirada larga.

—Lo mismo digo, princesa.

Eclipsa se dio vuelta arreglando su vestido tratando de ser fuerte. Las pocas lagrimas que derramo se la seco con rapidez, mientras que Star era un grifo abierto, siempre había sido una persona sensible que todo lograba enternecerla y lloraba con mucha facilidad.

Se fue con la niña mientras el monstruo le daba la espalda y continuaba su camino adentrándose en el bosque no sin antes recoger una flor.

Cuando llego al castillo fue a su habitación y se acerco al balcón mirando el bosque, como perdida.

—Seré la reina que diga la verdad—Sacó su libreta donde anotaba todos sus secretos e investigaciones y un maso de paginas que tenían registradas todos los intentos de escritura de Aer y dejo escapar un sollozo.

Se encamino hasta su cama y se dejo caer.

Entonces Star volvió en si, se enderezo en su cama y exhalo con fuerza, como si hubiera estado un largo tiempo sin respirar.

Tenia puesto el pijama, los antifaces para dormir y estaba en su cama.

Los rayos del sol entraban por la ventana, se oía el cantar de los pajarillos y la agitación del palacio como siempre en las mañanas cuando cada sirviente tenia que cumplir su papel.

¿Había sido un sueño?

Ella no podía inventarse una cosa así, hasta que se encontró con la puerta abierta de su habitación justo como la había dejado.

Era una realidad y averiguaría el resto de la historia o su nombre no era Star Butterfly.

Continuara…

Al principio pensé en hacer esta historia una sola, pero en vista que es algo muy, muy largo, pensé en dividirlo en tres o cuatro partes; además no quería aburrirlos y aun así hay muchos saltos temporales, pero no quería hacer este capitulo eterno.

Se que Star esta deprimida y todo porque se fue, pero no creo que ande llorando por los rincones. Todos creímos que iba a estar súper depre por haber espiado en la cita de Marco y la perdida de Glossaryck el mismo día, pero nos demostraron que es más fuerte de lo que parece y va a salir adelante. La misma Daron lo dijo.

Sí te gusto y quieres dejar un comentario eres muy bienvenido, te lo agradaría mucho, ya que eso me motiva.

PD: Se que la parte de la luna roja lo maneje como algo romántico. Contrario a lo que piensan algunos no creo que signifique un aviso que esta en peligro, yo si creo que representa algo romántico.

A Marco se le apareció después de besar a Jackie y sí Star estaba en peligro, pero cuando a Marco lo secuestraron no hubo luna roja que le advirtiera a Star, ¿Por qué?

Es mi opinión, chicos. No lo resistí, me encanta teorizar.

Tengo otra: La luna roja es la reina del Starco y el capitán que esta en el cuadro en la habitación de Star es el rey. ¡Confirmed!

Bueno hasta la próxima para saber la historia de nuestra Eclipsa y su novio, amor, monstruo, amante, enemigo, amigo, romeo, Aer.