Piensa en los miles de años que han sido necesarios

para que la lluvia, el viento, los ríos y la mar

hicieran de una roca esa capa de arena con la que estás jugando.

Piensa en los miles de seres que han sido necesarios

para que tu boca se queme entre mis besos.

Igual que el peregrino se abluciona con arena,

yo alzo en mis manos dos puñados de este polvo dorado con que juegas,

y cubro mis espaldas...


I.

Entre cenizas y sangre

No sabía que me gustaba la civilización actual hasta que estuve demasiado lejos de ella.

Era mi quinta semana en la excavación y ya no podía más. El calor era sofocante, la ceniza suelta me quemaba la nariz y me hacía despertar al día siguiente con lagañas en los ojos. Era asqueroso.

Yo no solía quejarme mucho cuando salíamos a trabajo de campo, a pesar que no fuese mi práctica favorita. Algunas personas pensaban que era contradictorio mi amor por la arqueología sino me gustaba estar tumbado en un pozo de tierra con una brocha en mis manos. No, yo prefería tener en mis manos ese pedazo de tiempo desenterrado ya. Esa era mi parte favorita: tomar ese pedazo de cerámica, envolverlo y cargarlo como si fuese un delicado bebé que acaba de volver a nacer, llevarlo al laboratorio y observarlo. Ahí sí que se me podían ir los días; maña que me había traído, irónicamente, al pozo de tierra —o en este caso— ceniza.

—¿Deberíamos seguir mañana? Creo que no estamos logrando nada aquí. ¿Revisaron los mapas? ¿Estamos siquiera en el lugar correcto?

Apenas arrojé aquellos cuestionamientos, mis becarios empezaron a correr en círculos, con papeles en las manos y a chocar entre sí. Giré lo ojos, cansado, y salí del perímetro de excavación. Le quité el mapa a uno de los chicos y lo doblé bajo mi brazo. Eso hizo que se detuvieran y me observaran.

—¡Vaya que los traumaron! ¿Sus antiguos jefes los explotaban, verdad? Ya les he dicho que las cosas son diferentes conmigo, no me gusta esa aura de pánico general cada vez que hago una pregunta. Cuando hago una pregunta, espero una respuesta. Es lo más lógico del mundo, ¿no lo creen así?

Uno de los chicos dijo que las coordenadas mostraban que ese podía ser el sitio, pero que no había seguridad alguna. Con lo que me gusta excavar, y luego a ciegas, era misión imposible. Así jamás acabaría la disertación, así jamás me darían mi grado de posgrado, así jamás podría volver a la civilización actual. Necesitaba polución, aire acondicionado, contaminación auditiva y una mujer.

Era especialmente difícil por las noches. Solo en mi tienda, podía escucharlo todo. Tenía mis sentidos funcionando a su máxima capacidad y lo detestaba. Ojalá pudiese tenerlos así de vuelta en el laboratorio, me serviría mucho para observar detalles nítidos: los rasguños de la arena, las marcas del paso del tiempo, las historias enterradas bajo cenizas.

Tal vez era la razón de mí existir como arqueólogo: era un nostálgico. Observar, pensar e hilar situaciones para inventar alguna historia pasada era a lo que me dedicaba la mayor parte del tiempo, desde que tenía memoria.

Observé el mapa. Estábamos en una zona con mucha vegetación, a lado de un volcán dormido que hace mucho tiempo, cuando despertó, enterró a toda una ciudad. En realidad, no tenía más de medio milenio que aquello había pasado, prácticamente contemporáneo, si comparamos con otras excavaciones: no buscaba pedazos de jarrones de barro, buscaba vestigios de la edad media. Entonces, en teoría, no debería ser muy difícil dar con el bendito pueblo, las referencias no podían ser tan equivocadas, y sin embargo, tenía el espacio de un campo de soccer lleno de agujeros que no llevaban a ningún lugar.

Volví a doblar el mapa y lo coloqué bajo mi almohada. Otra vez hacía calor y seguro iba a ser imposible dormir otra vez. Escuché claramente los ronquidos de mis becarios y me pregunté de nuevo sobre su comportamiento que me ponía de los nervios. Al menos eran normales durmiendo, al menos ellos podían, pensé que tal vez el que estaba fuera de sintonía era yo. Traté de cerrar los ojos y contar corderos del número cien mil hacia atrás.

Había soñado con un camino, bajo toda aquella ceniza compacta, que nos llevaba al castillo enterrado. Apenas despertaba supe que era una señal y trataba de recordar los detalles de aquellos pasadizos que se me iban esfumando hacia aquella parte escondida de la mente. Maldecía mientras me tronaba los dedos, las muñecas y el cuello. Cuando me callé, mi oído supersónico escuchó murmullos.

—¿Y ahora qué les pasa? —me pregunté enfadado mientras salía de mi tienda. Dos de mis tres becarios parecían tener una discusión. —¿Qué sucede? —pregunté en voz alta.

Ambos saltaron del susto. Uno se puso pálido y el otro parecía determinado, aunque hubo vacilado por un segundo después de escuchar mi voz. En él fue que penetré mi mirada, tratando de parecer severo por primera vez en todo el viaje.

—Jou tiene fiebre —confesó.

—¿Fiebre?

—Se le quitará, no hay necesidad de alarmarse —alegó el otro.

—¿Desde cuándo tiene fiebre? —pregunté al que parecía más sensato.

Pareció dudar en decirme la verdad, pero no tardó en soltar un suspiro al mismo tiempo que le pedía perdón a su compañero con la mirada. El otro solo se tapó la cara. —Desde hace dos días. Ha estado aguantando, pero hoy encontré sangre en la almohada.

Apenas escuché aquello no pude evitar girarle los ojos. Estaba enfadadísimo, como nunca en mi vida, y si fuera una persona agresiva realmente hubiera abofeteado a ambos.

—Maldita sea, ¿por qué no dieron nada? —decía, aún con voz calma, que no lograba mostrar la ira que sentía por dentro—. ¿No saben lo peligroso que puede ser? Estamos en un maldito nido de mosquitos, puede ser dengue hemorrágico, a estas alturas puede correr un gran riesgo.

—Era su último año de prácticas. Si no termina, no podrá ser candidato a graduación el año que viene. ¡Él no quería decir nada! —se defendió el otro, que no era sensato—. ¿Tenemos que llevárnoslo?

—¡Por supuesto que tenemos que llevarlo a la ciudad! Necesita un hospital con urgencia —finalmente grité—. Tú —señalé al sensato—, ve por el radio que está en mi tienda y pide por los servicios médicos. Y tú —le dije al otro— desaparece de mi vista hasta que tengamos que irnos.

Cada quien tomó sus caminos, aunque ambos con la cabeza baja. Genial, esperaba realmente que la culpa los carcomiera. Entré a la tienda de los becarios, Jou, el enfermo, estaba recostado aún. Podía ver las manchas de sangre y la nariz, pero aquel chico más bien parecía que le habían dado una paliza. Tenía moretones en todas las partes que no cubría la manta: brazos, piernas, cara, manos, dedos.

—Maldita sea, lo más probable es que mi diagnóstico sea correcto —y si así era, tal vez estábamos en una fase crítica—. ¿Cómo no me di cuenta? Debió devolver todo lo que comía por al menos dos días, debió estar débil, debió estar alucinando si siempre tuvo la fiebre así —me dije al sentir su piel arder bajo la palma de mi mano.

El sensato entró a la tienda con el radio en sus manos para informarme que estaban en camino. Afortunadamente enviarían ayuda aérea. Mandé al otro, junto con Jou, que estaba en estado crítico, hacía la ciudad para que me mantuviera al tanto, mientras al sensato le sacaba toda la información que podía.

—Si por mí fuera, los sacaría del programa de prácticas de campo sin dudar. Lo que han hecho ha sido peligrosísimo, han puesto, tú y tu amigo, en peligro la vida de su compañero.

—¿Lo hará? —preguntó tímido. Parecía ver más al cielo que a mis ojos.

—¿Quieres ir con él? —pregunté, dejando mi regaño de lado.

—Sí. No me importa hacer otro semestre, así me quedaría con Jou en la repetición.

Se fue en el automotor que pasaba a dejarnos provisiones y materiales, justo al día siguiente de la confesión. Dijo que me escribiría para decirme que sucedía con Jou, porque el otro no se había puesto en contacto desde que se había ido. Creí en el sensato, y esperé por noticias, y esperé también a que fueran buenas, pues la culpa podía conmigo.


¡Hola! Me dedico a subir un reto que tenía pendiente para la queridísima de HikariCaelum. ¡Espero que te agrade! Serán capítulos cortitos pero actualizaré muy seguido, ¡te lo prometo!

Es un AU y exclusivamente Takari. Creo que nunca había hecho un longshot con ellos de protagonistas así que espero que quede lo mejor posible, pues son personajes que no uso taaaaanto. Ahí disculpen el OoC jejejeje.

¡Saludos!