Se escucharon algunas risas a la distancia cuando las puertas del edificio departamental se cerraron de golpe. Ella regresaba a casa después de un día demasiado largo de trabajo y un par de tragos con sus compañeros en un pub cercano. Él había esperado paciente, la había seguido por casi dos meses, había memorizado sus rutinas, siempre se tomaba su tiempo para buscar las llaves en el fondo de su bolso.
La respiración es su cuello le enfermaba, sentía como el filo de la navaja penetraba lentamente su piel, intentó correr un par de veces pero sólo consiguió ser golpeada fuertemente en las costillas.
La arrastró hasta el callejón trasero, sabía que ya lo había conseguido, pero antes de obtener su recompensa disfrutaría de una lenta tortura. La golpeó todo lo fuerte que pudo. Una. Dos. Tres veces, hasta que ella casi no podía mantenerse consciente.
El sonido de pasos tras él lo sacó de su éxtasis, giró la cabeza pero no puedo ver nada, mas que agua que se extendía por todo el suelo. Tal vez lo había imaginado. Regresó su mirada hacía su víctima y se inclinó intentando despojarla de su chaqueta. Pero de nuevo los pasos impidieron que continuara, esta vez se escucharon más cerca.
- ¿Quién anda ahí? ¡Largo! – dijo ya con la voz nerviosa, pues sus ojos le decían que ahí no había nadie, pero el sonido de los pasos continuaba acercándose. Y más rápido.
No lo pensó más y corrió hasta el otro extremo del callejón, pero los pasos ya se encontraban justo detrás de él. Nunca logró salir hacía la luz de la calle principal pues alguna fuerza descomunal lo proyectó hacía atrás, haciéndolo golpear estrepitosamente contra un contenedor de basura. Él hombre apenas pudo ponerse de pie, era presa del pánico y aunque tenía al menos un hueso roto el terror lo hizo olvidar por un segundo su dolor. No entendía que sucedía, no podía ve a nadie, pero había escuchado las historias.
Y entonces lo escucho, un metro sobre él, el rechinido de una vieja escalera de emergencia. Lo que vio lo hizo querer gritar pero ningún sonido salió de su boca.
Una figura encapuchada se encontrada en cunclillas sobre el filo de la escalera. Y lo miraba fijamente. Era eso lo que le aterraba. Pues a pesar de la oscuridad podía ver sus ojos fijos él. Dos pupilas grises completamente dilatadas rodeadas por un halo azul turquesa. Él dio un paso hacia atrás, ahora escuchaba algo muy diferente, algo que alguien más escuchaba con atención. El sonido de su propio corazón acelerado. Un segundo paso. Observó como la respiración de la criatura comenzaba a exaltarse, deseó poder desaparecer de ese lugar. Y entonces giró desesperado por emprender su huida pero de nuevo fue lanzado con fuerza, está vez contra la pared, cuando levantó la vista finalmente pudo ver su rostro, era una mujer, o al menos tenía la apariencia de una, porque estaba claro para él que aquello no podía tratarse de un ser humano.
- ¿Qué… qué eres? – esas fueron sus últimas palabras.
La criatura se abalanzó sobre él sujetándolo con impresionante fuerza de los brazos, lo aprisionó contra la pared. – soy tu muerte – escuchó antes de sentir un gran dolor en el costado izquierdo de su cuello.
Los gritos la habían traído de vuelta, se encontraba confundida. Le costó un par de segundos enfocar la vista. Algo se retorcía no muchos metros delante del ella. Y de pronto el silencio. Un golpe seco le indicó que aquello que se retorcía ahora se encontraba inmóvil, pero ahí se encontraba alguien más. Y entonces escuchó su propio grito de horror. La figura encapuchada se había girado hacia ella, con la respiración todavía exaltada, con el rostro cubierto de sangre y una mirada siniestra y al final vio lo que le aterró más, en su mano derecha sostenía una cabeza humana.
Cerró los ojos un segundo intentando ponerse de pie. Cuando devolvió la vista hacia arriba ya no había nada. Fuera lo que fuera, se había esfumado en la noche. Sintió alivio, preguntándose si alguien alguna vez creería lo que ella acababa de ver.
Casi amanecía en los suburbios. La paz y la tranquilidad del fin de semana se palpaban el aire. Las luces de un automóvil al final de la calle iluminaron los juguetes en los patios de los vecinos, un perro ladraba a la distancia, el auto finalmente se detuvo frente a al número 33. Una mujer de 27 años bajaba del Mercedes G, su madre lo odiaba, la comparaba continuamente con un trabajador postal. Abrió la puerta de la casa y de inmediato se topó con un gato atigrado sobre la alfombra que la miraba receloso. – lo sé, Vinny, lo siento – susurró ella con media sonrisa. Atravesó la sala y lentamente giró la manija de la recámara. Permaneció un momento mirando en dirección a la cama, Marie dormía, pero no por mucho más tiempo. Se deshizo de sus botas y pantalón lo más rápido y silenciosamente que pudo hasta quedar únicamente en ropa interior. Se inclinó sobre Marie y besó sus hombros desnudos lo que la hizo lograr el objetivo de sacarla de sus sueños.
- Hey – dijo todavía medio dormida, a lo que obtuvo en respuesta un beso prolongado. – veo que me has echado de menos – dijo ante de sentir como comenzaba a desvestirla.
- Por momentos – escuchó decirle mientras devolvía el favor y se deshacía de su ropa interior.
- Odio tu trabajo, odio que tengas que trabajar todos esas noches enteras –dijo severamente entre besos - pero debo admitir que tiene sus ventajas.
Ambas se sonrieron, aquellos encuentros al alba eran los favoritos de ambas. Los besos amentaron en intensidad, sus cuerpos desnudos buscaban éxtasis en cada rincón. La piel clara de Marie contrastaba contra una oliva, al igual que su cabellera larga rubia y sus ojos verdes contra la cabellera ondulada azabache y esos ojos profundos y marrones. Se amaban, en realidad se casarían en tan sólo unos meses.
Terminaron abrazadas envueltas en la sábana. Cora Mills repartía tiernos besos por el cuello de Marie.
En las afueras del edificio Argento, Emma Swan observaba el letrero grabado en la piedra Rin 186. Después de años de trabajar como freelancer al fin había decidido prestar sus servicios de tiempo completo a una empresa. El trabajo no sólo le brindaría una mayor estabilidad económica a ella y a Henry, sino que podrían olvidarse se mudarse por algún tiempo. Y vaya que lo había conseguido, se mejor amigo, August la había puesto en contacto con las personas indicadas, este trabajo significaba mucho para su familia, no deseaba estropearlo.
Miró el reloj, faltaban 5 minutos para su cita, "8:15 frente al reloj, Graham Humbert" leyó en el post-it que llevaba en la mano. Atravesó las gigantescas puertas de cristal del que conducían al moderno lobby y no le constó demasiado dar con el reloj pues contrastaba con el blanco luminoso del resto de la decoración. Se trataba de una escultura de color negro brillante que sobresalía del piso de forma abrupta en el centro del vestíbulo, de ella sobresalía un reloj antiguo, que despertó en Emma cierta familiaridad.
- ¿Señorita Swan? – escuchó una voz tras de ella antes de girarse.
- ¿Señor Humbert? – respondió Emma
- Por favor, sólo llámame Graham – dijo el joven hombre con una sonrisa formal – Tengo que ser honesta con usted… -
Emma se decepcionó al escuchar aquello, creía saber lo que Graham diría a continuación.
- Déjame adivinar, la vacante ha sido ocupada ya – dijo un tanto molesta
- Por el contrario, señorita Swan, mucho me temo que el trabajo por el momento es más que abundante, necesitaremos que se incorporé a sus labores de inmediato –
- Pero, ¿Qué hay de la entrevista? – preguntó un tanto confundida
- La entrevista la han realizado sus referencias por usted – al observar el rostro de desconcierto de la rubia, añadió – Créeme, sin tus referencias ni siquiera te habríamos considerado para el trabajo - sonrió de nuevo - ¿todo en orden entonces? –
- Am… sí… genial… supongo – respondió Emma todavía confundida pero aliviada por no tener que regresar a casa y darle a Henry una mala noticia.
- Excelente, ahora, si me haces el favor de seguirme – señaló el ascensor – estoy un poco corto de tiempo, por lo que te pido que me disculpes por el curso de inducción exprés –
- Son toda oídos – respondió Emma, todavía alegre de haber obtenido el trabajo.
Entraron por una puerta de metal lateral a la recepción y de inmediato se encontraron con tres ascensores para el uso exclusivo de los empleados. Subieron al último ascensor de la derecha, el cual se encontraba vacío. Un hombre, que a decir de Emma vestía como algún ejecutivo importante, intentó entrar después de ellos.
- Lo siento, tendrá que esperar al siguiente – le dijo Graham amable aunque tajantemente.
Sacó de su chaqueta una tarjeta de acceso.
- De acuerdo, así es como funcionan las cosas aquí. – introdujo las tarjeta en el panel del ascensor y tecleó una clave – Con esto tenemos acceso a los niveles exclusivos para el staff – Emma notó que descendían – Además de los dos pisos del lobby, contamos con tres sótanos, el primero – y señaló la pantalla en la que se podía leer A es un nivel dedicado al almacenamiento de medios de trasporto y descarga, con un poco de suerte no lo veras nunca, ese lugar es un caos más que una bodega – dijo con cierto desprecio – el segundo nivel en cambio – lo escucho decir mientras en la pantalla aparecía la letra B – es el nivel en el que trabajarás de ahora en adelante, aquí se encuentran nuestras oficinas – dijo mientras las puertas se abrían y tres pasillos largos aparecieron frente a Emma- donde se llevan a cabo nuestras juntas, - avanzaron por el pasillo de la izquierda - donde tenemos nuestras propias bodegas, gracias al cielo, créeme aprenderás a querer este lugar – dijo finalmente al abrir la puerta de una pequeña oficina – mi oficina es esa del fondo, aquí tienes todo lo que necesitas pero de no ser así puedes ponerte en contacto con Ruby Lucas, - señaló la oficina de frente – ella te ayudará en todo lo que necesites.
Graham caminó hacia el interior de la oficina y señaló un mapa del edificio enmarcado en la pared.
- Tendrás que aprenderlo muy bien, pero no te preocupes, los once pisos superiores al lobby se encuentran fuera de nuestro territorio, 9 para los clientes, y los dos restantes son para altos ejecutivos, a los que sólo se obtiene acceso con esto –
- Los jefes no se relacionan con la gente común, claro, entiendo – comentó Emma entendiendo
- En realidad es jefa, su nombre es Kathryn Aureus, su oficina se encuentra en el piso 10, es la CEO de esta compañía, y lo creas o no está perfectamente informada sobre cada uno de los miembros del staff, probablemente quiera conocerte en breve, es algo que ella hace –
- Así que no bromeabas sobre lo de no contratar a cualquiera-
- Así es, ella sólo se reúne con el staff porque sabe que quienes trabajan para ella reúnen ciertos… estándares de calidad – dijo un tanto orgulloso de sí mismo – Por último, se encuentra el penthouse, que ciertamente se encuentra fuera de todos los límites –
- ¿Es el hogar de la CEO? –
- El departamento de Kathryn se encuentra dos calles abajo, vive ahí con su esposo. No, el penthouse es de la dueña de la compañía –
- Oh, así que ella es la jefa de todos –
- Correcto, la señora Mi… - el timbre del celular interrumpió la conversación – ¿Sí, Killian?... De acuerdo estaré ahí en diez minutos –
- Trabajo, ¿cierto? –
- Demasiado – contestó resignado - ¿entonces, alguna duda señorita Swan?
- Emma, por favor – Graham asintió – en realidad, nadie me ha explicado en qué consistirá mi trabajo exactamente, quiero decir, trabajare en el área de seguridad, pero aún no sé qué es lo que eso implica aquí –
- Te contratamos porque tu perfil de freelancer encaja perfectamente con lo que necesitamos en este momento, queremos que encuentres a personas por nosotros o que las lleves a nuestras instalaciones, ya sabes el trabajo sucio sin que el nombre de la compañía se vea directamente involucrado – Emma asintió, lo había hecho antes, pero nunca por esa paga – Por ahora trabajarás directamente para mí, aunque con el tiempo podrás unirte en los temas de seguridad y logística, por ahora tendrás que intentar adaptarte rápidamente y memorizar algunos documentos, francamente te necesitamos –
- Entiendo – dijo Emma, no sería su parte favorita del día pero tenía que aprender todo sobre su nuevo trabajo antes de poder realizarlo bien
- Te tengo que dejar ahora – caminó hasta el pasillo seguido por Emma – y recuerda cualquier cosa… -
- Ruby, lo recuerdo – Graham le hizo un gesto con la mano y de dispuso a caminar hacia el ascensor – espera, tengo otra duda más –
- Dime – dijo pacientemente
- ¿Qué hay en el nivel C ? – preguntó Emma
Graham sonrió y sacó de su chaqueta de nueva cuenta la tarjeta de acceso.
- Pregunta de nuevo cuando tengas una de estas – ambos se sonrieron. Emma entendió que su pregunta no se respondería pronto.
El jefe de seguridad del edificio presionó el botón del ascensor y las puertas se abrieron casi de inmediato. Desde el otro extremo del pasillo Emma pudo observar a una joven de cabello azabache, recargada despreocupadamente sobre la pared del ascensor. Una vez que Graham se encontró dentro las miradas de las mujeres su cruzaron, y Emma se sintió examinada por unos ojos negros penetrantes. Antes de poder tener algún tipo de reacción, las puertas se cerraron.
Y el ascensor avanzó hacia el nivel C.
- Buenos días, Cora. Todo está listo, Killian espera con Paul – pero se dio cuenta que Cora no lo escuchaba - ¿todo bien? –
- Esa chica… - comenzó a decir sorprendida
- Es el remplazo de seguridad, cumple con todos los requisitos – se apuró a decir
- Su nombre es Emma Swan, ¿cierto? –
- ¿Cómo lo sabes? – preguntó Graham – es su primer día –
Cora rio.
- Mi madre va a querer saber esto –
