Una preciosa tarde fría en la capital, una maravillosa conversación en el metro y Boom! Una idea, aunque sumamente humilde, para este one Shot.

Inspirado en la canción de Adele "Someone like you".

¿Spoilers de la tercera temporada? ¡Ojalá así fuera! Pero soy un simple mortal que nada sabe de los misteriosos e inefables designios de Moffat y Gattis.

Someone like you

¿Existiría alguien en este mundo como John Watson?

Sherlock Holmes se encontraba en la salita desordenada del 221B de la calle Baker, sus cosas, cada una de ellas había permanecido inmutable durante tres largos años como si el tiempo se hubiera tomado la molestia de detenerse hasta su regreso.

Pero no todo lo había esperado.

Las personas no se detienen, son cambiantes y el tiempo los arrastra irremediablemente a seguir con sus vidas. Sherlock escuchó la misma historia de diferentes voces, todas iniciaban con los desolados meses que John se apartó de todos, aferrado a la lejana esperanza de un milagro (porque si había algo que Sherlock Holmes podía lograr, eran milagros, para John siempre fue un verdadero héroe).

Continuaba con John aprendiendo a vivir sin él, en este punto de la historia Sherlock sentía un irremediable sentimiento egoísta que lo orillaba a no creer aquello posible. Siempre terminaba por aceptar, silenciosamente, que bajo esa apacible figura que mantenía John, era un hombre lo suficientemente fuerte para sobrevivir a cualquier cosa.

Incluso si la "cosa" era vivir sin Sherlock.

El final de la historia nadie tenía que contárselo.

Sherlock regresó con John cuando una mujer adornaba su vida con la promesa de cumplir todos los sueños de una vida familiar que en el pasado John había expresado en alcanzar.

Una casa en los suburbios, hijos, seguro hasta una condenada mascota.

Nada que Sherlock pudiera o deseara darle, él era simplemente su "pequeño Afganistán", la dosis correcta de adrenalina que John necesitaba para vivir.

¿Pero habían aprendido a vivir sin él, cierto?

Su regreso fue agitado, sus vidas estuvieron en riesgo nuevamente y casi parecía que John se quedaría ahí, pero sólo era un breve préstamo que no tardaría en caducar.

En la lejanía, Sherlock descubrió cuanto necesitaba a John, le puso nombre a los sentimientos que le agitaban cuando John aparecía en su memoria o invadía su "palacio mental" amenazando con volverse la pieza fundamental de su mente.

Se rindió a la inevitable humanidad que John le había otorgado y aceptó, aunque muy tarde, que John era la droga sin la cual no podría vivir.

¿Acaso podría encontrar a alguien que sustituyera a John?

Aceptaría irremediablemente la boda que les separaría totalmente. John tendría a su esposa y él...él tendría los casos, la nicotina, las expresivas notas del violín y esas silenciosas tardes en el 221B que gritarían desesperadamente "Te necesito, John". Sherlock sabría ignorarlas.

Esta misma tarde serían una de esas, el tedio y el aburrimiento por la ausencia de casos se había volcado en la melancolía que dejaba saber que la pieza más importante de su vida se había marchado.

La puerta comenzó a ser golpeada, sin expectativas en ningún sentido le ignoró hasta que esta se abrió por si sola.

-Sherlock, la señora Hudson me dijo que estabas en casa, ¿Por qué no me abrías? Traje comida china.

-John. . .