ANNABETH POV
Volví a comprobar la lista de materiales que había hecho dos semanas atrás, era mi último año antes de entrar en la Universidad, no quería problemas, chicos ni profesores enfadados. Todo había de ser perfecto.
Parecía que estaba todo, que no se me olvidaba nada, así que bajé las escaleras para ayudar a papá a colocar la última caja de fotos que quedaba. Finalmente, la casa había quedado perfecta. Habían sido las dos semanas más largas de mi vida, no me había dado tiempo ni a hacer algún amigo. Empecé a colocar las fotos donde más me gustaban, hasta que llegué a una de mis favoritas. Salíamos mamá, papá y yo, que apenas tendría cuatro años. Aún me duele recordar ese día en que me había quedado dormida sobre ella y no la podía despertar. Aunque después de esa fase, me prometí no llorar más por ella, y simplemente recordarla felíz en su sillón.
Cuando terminé de cenar, me fui rápidamente a la cama, cogí mi ordenador, y vi un capítulo de Castle. Me quedé profundamente dormida, y pegué un salto en cuanto sonó el despertador. Bajé a desayunar, pero no había nadie. Normal, eran las siete aún. Había puesto el despertador media hora antes por si me quedaba dormida, algo poco frecuente, pero más vale prevenir que curar.
Desayuné unos cereales con leche, y subí para solucionar un gran dilema, qué ponerme. Había estado dándole vueltas, quería dar una imagen natural y alegre, no la de alguien que se ha pasado tres meses destrozada porque su novio la engañó. Así que finalmente opté por unos vaqueros ajustados, unas sandalias marrones, y una blusa de flores de manga corta. Cogí mi agenda y un par de bolis y los metí en mi mochila de cuero, junto con el móvil, el ipod, los
cascos y la cartera. También añadí una botella de agua, por si me daba sed.
Papá me llevó en coche hasta la puerta para que aprendiera el camino, él no tenía tiempo para llevarme. Me sentí bastante bien porque nadie me miraba raro. Fui a secretaría y allí me dieron mi horario. Excelente, dibujo técnico a primera hora del lunes, no empezaba con mal pie. Era mi asignatura favorita, mi sueño era ser arquitecta. Además, tenía el plus de que mi hermano Malcom me pudiera dar algunas clases particulares cuando nos visitaba desde la Universidad.
Entré a la clase y me senté en primera fila. Parecía que no éramos muchos, y todos tenían un pinta bastante extraña. Todos parecían unos empollones, con sus gafas de nerd, su pelo hacia atrás y su camisa de cuadros. Dioses, ¿en qué colegio me había metido?. La clase pasó rápido, y fui hacia la siguiente: matemáticas. Calculé que éramos unas treinta personas, y me senté esta vez en última fila, ya que todos tenían compañero. El profesor comenzó la clase y pasó lista. Empezó a explicar el temario de la asignatura y de repente entró un chico. Era alto, fuerte, guapo, pelo negro y ojos verde mar que te hipnotizaban. Quizás fuera el chico del que cualquiera se enamoraría, el que tiene a todas a sus pies, seguramente el capitán de algún equipo del colegio y el hijo ideal, pero, me lo había prometido a mí misma, NADA de chicos este año. Como no había asiento libre, se colocó a mi lado. Juro que yo trataba de atender a lo que el profesor explicaba en la pizarra, pero se me habían olvidado las gafas y la verdad me costaba entenderlo. Como él tampoco parecía muy concentrado en la clase, decidí empezar mi integración social en el colegio.
- Supongo que tu apellido es Jackson, por cómo te ha llamado el profesor - comencé.
-¡VAYA! Que observadora - ironizó.
- Si no querías que te hablase, simplemente podías haberlo dicho y punto. No hacía falta que fueras borde. - le recriminé.
- Lo siento, movidas en casa. - se disculpó - mi nombre es Percy Jackson, aunque el apellido ya lo sabías. - dijo sonriente.
- Annabeth Chase - le devolví la sonrisa.
- Annabeth… nunca lo había oído.
- Tampoco conozco a nadie que se llame Percy. - apostillé.
- Cierto, no es un nombre común. En fin, ¿que es lo que te ha traído a este colegio?
- A mi padre le ofrecieron un trabajo mejor, y decidió que era buen momento para cambiar de aires, así que aquí estoy.
- Oh, así que solo era eso.
- ¿Qué pensabas, que acabada de salir de la droga y era una reprimida social?
- Algo parecido. jejejeje.
No pude evitar reírme ante nuestra absurda conversación. El profesor nos miró con cara de pocos amigos y automáticamente ambos quedamos en silencio durante toda la hora. Cuando el timbre sonó, Percy me ofreció pasar el recreo con sus amigos, acepté encantada, y me dirgí hacia mi siguiente clase, francés.
