N/T: Hola, soy Penélope. Una vez más con una traducción, pero esta vez fuera de mi cuenta. Estaba acostumbrada a traducir las historias – mis favoritas – y publicarlas desde mi cuenta, pero la autora de esta maravillosa historia, americxnidiot, se sentía más cómoda haciéndolo por su cuenta. Así que, no había problema para mí. El titulo original de este fic es: Cascade & Cyanide, cuya traducción al español es Cascada & Cianuro. Cianuro significa veneno. Un poco complicado y no tan común, pero el indicado, el titulo indicado. Esta historia es maravillosa, te atrapa desde el primer momento, así que dudes en leer. Decidí traducir los diez primeros capítulos y luego mandárselos a la autora, para que así no tenga tanta presión en los hombros y ustedes no se queden en ascuas, esperando la actualización. Para cuando ella publique el décimo capitulo, la historia ya estará traducida en su totalidad. No tendrán que esperar meses, ya que suelo ser demorona. (:

¡Gracias Rachel por dejarme hacer esto! :D

N/A: Y ahora, algo completamente diferente. Ni si quiera sé si debería publicar esto, pero, ¿cuándo más podré escribir anónimamente como ahora? Exacto. No hay punto en ser tímida. El rating de la historia es para ser cuidadosa hasta que adivine hacia donde la llevaré.

Summary: AH/OoC. – Algo iba horriblemente mal con Edward Masen. Algo que no tenía nada que ver con drogas, chismes o su familia. Y yo no sabía qué hacer. Edward/Bella.

Disclaimer: Twilight no me pertenece. La traducción está hecha por Penélope BallyCastle.

Cascada & Cianuro

Prefacio

Bella, 14 de diciembre

Las personas siempre me habían advertido sobre Edward Masen.

Ese fue el primer nombre que oí en cuanto pisé la escuela de secundaria de Forks, a comienzos de año. Un persistente chico rubio, llamado Mike Newton, había decidido – sin mi consentimiento – darme un resumen completo de esta pequeña escuela de pueblo. "Para salvarte de un suicidio social", había dicho, como si el elegir el circulo de amigos correcto fuera la decisión más importante que pudiera tomar. Como si Forks fuera Clallam County 98331, el código de área más reciente y popular en el noroeste de América.

Me señaló los mejores lugares para comprar en Port Angeles, y los mejores restaurantes en Forks. "Y la cosa más importante" – él había sido bien obstinado sobre esto – "es que debes evitar a Edward Masen. Ese chico es sicótico.

Sicótico era una palabra que comúnmente se utilizaba para describir a Edward. Raro y demente también eran otras. Mi padre decidió tildarlo como "problemático" cuando mencioné su nombre por primera vez, en la cena. Edward frecuentaba los carros de la policía de Forks, nunca haciendo algo lo suficientemente malo como para ganarse una sentencia, pero si buenas ofensas. Infracción de leyes, estacionamiento ilegal, desorden público, y una vez, consumo de alcohol – aunque Charlie lo dejó ir con sus padres adoptivos, no sin antes darle una advertencia verbal. Y también perdió su licencia de conducir poco tiempo después de cumplir los diecisiete, por posesión de marihuana.

Pero el Edward del que me había enamorado no era así. Era gracioso, honesto e increíblemente apasionado por la música y arte. Él era el tipo de chico que podía escribir un poema cuando estaba molesto, o podía tocar el piano hasta que su frustración desapareciera. Me tomó mucho esfuerzo hacer que él se abriera a mí, pero sentí realizada en cuanto lo hizo. Había ganado su confianza de la manera antigua – ignorando los rumores, y hablando con él como si no hubiera sido advertida previamente de sus problemas. Y eso tomó un tiempo.

Eventualmente, él se dio cuenta de que yo tenía un genuino interés en él como persona, y no en el supuesto psicópata del pueblo. Comenzó a responder a mis preguntas con suyas, logrando conocerme lenta y completamente. Y yo estaba aturdida al darme cuenta lo inteligente y cuidadoso que era. Edward nunca me dio una razón por la cual temerle.

Y eso convertía a esto en algo mucho más aterrorizante. Edward estaba encorvado frente a su bloc de dibujo; su brazo volando furiosamente a través de la página y sus pies temblando nerviosamente a tal grado que él parecía disfrutarlo. El lápiz - que llevaba en su mano - era doblado y tensado con la fuerza de su poderoso agarre. Palabras sinsentido resbalaban fuera de su boca a un ritmo increíble. Yo había entrado a su habitación hacía diez minutos y Edward aún no se había percatado de mi presencia, absorto en su dibujo y lo que sea que atravesaba su mente en estos momentos.

— Maldito corazón está latiendo fuera de mi pecho —rugió enfurecido mientras rasgaba su aparentemente insuficiente creación fuera de su bloc de dibujos y comenzaba uno nuevo antes que el papel si quiera tocara el suelo. Aterrizó gentilmente junto a su chaqueta, revestida en polvo blanquecino, y un billete enrollado.

— ¿Edward? —pregunté, con mi voz temblando como nunca. Sus ojos me dispararon; irises verdes ocultas por pupilas altamente dilatadas.

— ¿Bella? ¿Qué haces aquí? —dijo y en un abrir y cerrar de ojos, se distrajo con el sonido de mi nombre—. Bella, bella bella Bella… Fee fie fo fella, ella ella ella.

Hubiera sido gracioso si es lo que pasaba ante mis ojos no fuera tan perturbador. Él se oía como si fuera un niño borracho. Su lápiz cambió de posición en la hoja, ero ningún momento dejó de arañarla. Me tomó tan sólo un momento observar al descartado portarretrato que yacía en el suelo. Una chica con amplios y oscuros ojos me devolvió la mirada, su cabello ondeando salvajemente alrededor de su cabeza. Ella era fascinante y hermosa, como lo era su creador.

— Edward, ¿estas consumiendo cocaína? —pregunté, mi voz por encima de sus incomprensibles

— Estoy en medio de un huracán de creatividad, mi querida y dulce Isabella. Esa cosa —gesticuló frenéticamente hacia la parafernalia en el suelo—, tan sólo ayuda el proceso. Lo suficiente como para empujarme hasta el abismo. Además, lo tomé hace horas, y casi no lo siento. No necesitas preocuparte, Bellaella.

Mi mente comenzó a buscar frenéticamente por información de las clases de salud, cualquier cosa que me ayude a comprender esta situación. No parecía una sobredosis. A penas sudaba y los espasmos de nerviosismo parecían completamente voluntarios. Tal vez, no había consumido tanto. Eso me asustó aún más.

— No has ido a la escuela, Edward.

— Claro que no. No puedo dejar esto sin haberlo terminado. Púa, enferma de poliéster en el… parapeto.

Tragué saliva, tomando nota de las docenas de botellas de agua dispersadas alrededor de él sobre el parqué. — ¿Desde cuándo trabajas en esto? —pregunté, insegura de lo que "esto" era.

— El tiempo es una medida irrelevante y cruel. No hay ni tiempo para dormir, y mucho menos para algo tan superfluo como la escuela. Enroscando un dólar en una manguera para incendios. Pero, ahora que estás aquí, finalmente puedo terminar. Mi musa ha venido a mí. Masticando una tira de goma atada a sillas y a cosas raras.

Mi mente no era capaz de conectar al Edward que conocía con el tembloroso y aterrador desastre que tenía en frente. No había manera de que fueran la misma persona. Esta persona era demente y asustadiza. Me sentí asustada de esta persona. Esta persona era capaz de lastimarme.

De repente, Edward se paró y se movió hacia a mí de una zancada.

— Bella, Bella, tienes que sentarte frente a mí para que pueda hacer tus ojos bien.

Ni si quiera me tomé el tiempo para considerar lo que implicaría dicha acción, sino que me concentré en ayudar a Edward – en que superara por lo que pasaba en estos momentos. Toqué su cabello castaño por primera vez, corriendo mis dedos por como cuando mi madre solía hacerlo cuando era pequeña. Los calmantes arañazos siempre me hacían dormir.

Edward cerró sus ojos y su aliento tembló terriblemente; su desordenado cabello acariciando frenéticamente la palma de mi mano. Tragué mi miedo y continué con las caricias, ignorando la corriente de palabras sin sentido que salía de sus labios: "… pagar otro jugador, oh, eres tan bueno… aquí hay otro dólar, amárrame a los barrotes de la cama…"

Tomé su mano gentilmente y senté su cuerpo – con dificultad – sobre la cama; lo jalé de tal manera que su cabeza se encontraba recostada en mi regazo. Sus ojos se abrieron de un tirón luego de unos minutos, y cogió mis dedos – los que se encontraban en su cabello – y comenzó a besar la palma de mi mano. Sus labios cubrían cada centímetro de mi mano, y mi corazón tartamudeó. Sollozos rotos comenzaron a escaparse de mis labios mientras me daba cuenta de que este era mi Edward. A pesar de estar en este estado atemorizante, él me afectaba más que cualquier hombre.

Luego de unos segundos, su boca se cansó de mi mano y comenzó a ascender por mi brazo, lamiendo y succionando la piel desnuda. Se sintió bien, y había estado esperando desde hace un tiempo, pruebas de su afecto, pero… no de esta manera. Le arrebaté mi mano a sus labios, con lágrimas corriendo libremente por mi rostro.

Por un momento, vi a mi Edward, observándome con ojos confundidos y rechazados. Pero pronto ese barniz los cubrió y el murmureo continuó: "…enfermo, con aquelarres de brujas, desesperadas por carne…" Saltó fuera de la cama y sus espasmos nerviosos continuaron sobre el suelo. Tomó el bloc de dibujo. Yo me seguí llorando en su cama, demasiado aturdida como para quedarme, pero demasiado asustada como para irme. Si el se lastimaba a si mismo… No podía ni pensarlo.

Por eso es que me quedé, observándolo con el corazón estrujado, mientras él murmuraba y dibujaba. Ocasionalmente, se detenía para sorber un poco de agua de su botella o para correr hacia su baño adjunto, pero siempre volvía en el mismo estado maníaco. No fue hasta unas horas después, cuando se calmó y eventualmente se desmayó en el suelo, que me dejé volar en el cansancio y caer dormida en la cama de Edward.

Antes de esto, yo había justificado los rumores. Edward era tímido y difícil de hablar al comienzo. Años en la escuela donde los niños se burlaban de ti por ser extraño y sicótico podría explicar fácilmente su helado exterior. Además, él era adoptado, por lo que los rumores podrían proceder de sus padres verdaderos; o, tal vez, una infancia con problemas. No creía que algo iba verdaderamente mal con él. Él tan sólo era… incomprendido.

Pero algo iba horriblemente mal con Edward Masen. Algo que no tenía nada que ver con drogas, o chismes o su familia.

Y yo no sabía qué hacer.

Fin del Prefacio.

N/T: Pueden gritar. ¡Pueden mandarle a la autora bombas explosivas! :D Con este prefacio Rachel le muestra al mundo que el buen OoC existe. Mi corazón estuvo estrujado mientras traducía esto. Es que fue tan… ¡Y eso que sólo fue el prefacio! Les espera más de veinte capítulos (: Claro, si dejan reviews. Porque si no dejan reviews, personalmente le diré a Rachel que no publique más. Estoy bromeando, pero si la harían muy feliz con un review. Y… ¿Qué tal si me dicen a mi que tal mi traducción? Fue difícil traducir la bobadas que decía Edward, debo decir, LOL. Espero que les haya gustado tanto como a mí.

N/A: Ese es el prefacio. Las palabras sin sentido de Edward son de "The Murder Mystery" de The Velvet Underground. Esa es la ultima conexión - de la historia - con música que haré. Estoy decidida a dejar que esta historia avance por si sola. Esto es completamente distinto a "You Get Me Closer To God", pero… ¿Qué piensan sobre esta nueva historia?

Spoiler:

Biología tocaba luego del almuerzo, y yo compartía esa clase con Mike. Él habló hasta por los codos mientras caminábamos hacia el salón. De verdad, de verdad, que traté de escuchar lo que decía, pero sólo llegué a comprender un poco.

Nos adentramos al salón, y Mike quedó congelado en su sitio en cuanto lo hicimos.

— Mierda —escuché a Mike murmurar débilmente—, había olvidado que Masen era el único que no tenía pareja.